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MUNDO es el nombre habitual que se atribuye o significa cuanto concierne al ser humano, más específicamente la experiencia que lo circunda y en concreto aspectos más determinados que abarcan su vida y su civilización. Algo más abstractamente se considera mundo a la naturaleza o el universo físico, humano y social donde se sitúa el hombre y que constituye su entorno. Por otra parte, con mundo se alude también al planeta Tierra,[1]​ entendiendo por tanto como otros mundos el resto de planetas o astros presentes en el universo.

El mundo constituye, en su forma conocida o mundo conocido, la materia, el espacio y los fenómenos que nos son accesibles por los sentidos, la experiencia o la razón. El sentido más corriente designa nuestro planeta, la Tierra, con sus habitantes y su entorno más o menos natural. En sentido lato o extenso designa el universo en su conjunto. Las representaciones históricas en general lo reflejan geográficamente con una clase de mapa, el llamado planisferio terrestre o mapamundi.

En el contexto filosófico, y más precisamente ontológico, es un concepto abstracto y posee el significado absoluto que le da la reducción fenomenológica: todo lo que no es parte del "yo", todo lo que no es el hombre. Y por otra parte, en modo más concreto, sería la realidad como experiencia, la realidad empírica y objetiva.

El término latino mundus 'ordenado, limpio' se empleó para traducir el término griego κόσμος kósmos '[buen] orden, arreglo, ajuste, compostura, perfección'. Estos términos reflejan la noción prefilosófica de que el mundo en sentido filosófico constituía una construcción intencionada bien organizada. Por eso en la noción grecolatina existían dioses y entes encargados del mantenimiento de la estructura y buen orden del mundo.

En filosofía, el término mundo posee varios posibles significados. En algunos contextos, se refiere a todo lo que conforma la realidad o el universo físico. En otros, puede tener un específico significado ontológico. Mientras que aclarar el concepto de mundo ha estado siempre entre las tareas básicas de la filosofía occidental, este tema parece haber surgido explícitamente solamente al inicio del siglo XX[2]​ y ha sido objeto de continuos debates. La cuestión sobre lo que es el mundo aún no ha sido resuelta.

Para Francisco Miró Quesada hay tres ejes para clasificar las distintas concepciones filosóficas del mundo: el eje materialista-espiritualista, el eje finalista-contingencialista y el eje esencialista-existencialista.[3]​ Por ejemplo, Marx veía al mundo de una forma «materialista finalista» (materialismo dialéctico) mientras que las religiones ven al mundo desde una óptica «espiritualista finalista» (escatología y el fin del mundo) ya sea en su vertiente esencialista (Santo Tomás) o existencialista (Gabriel Marcel). El mecanicismo ve al mundo de una forma «materialista contingencialista», es decir, en el universo no hay razón o finalidad específica para el cual las leyes de la naturaleza sean de una manera, pues pudieran haber sido de otra.[3]

Parménides argumenta que la percepción diaria de la realidad del mundo físico tal y como es descrito en la doxa, esto es, en la opinión común, está errada, y la realidad del mundo es ser como es descrito en alétheia: un todo inalterable, inengendrable e indestructible.

En su mito de la caverna, Platón distingue entre formas variables e ideas inmutables e imagina dos mundos distintos: el mundo sensible y el mundo inteligible.

En la filosofía de la historia de Hegel, la expresión Weltgeschichte ist Weltgericht (La Historia Mundial es un tribunal que juzga al Mundo) es utilizada para afirmar el punto de vista de que la Historia juzgará a los hombres, sus acciones y sus opiniones. La ciencia nació del deseo de transformar al mundo en relación al hombre; su meta final es la aplicación técnica.

El mundo como voluntad y representación es el trabajo central de Arthur Schopenhauer. Schopenhauer vio la voluntad humana como el noúmeno o cosa en sí kantiana. Él creyó, entonces, que podríamos obtener conocimiento acerca de la cosa en sí, algo que Kant dijo era imposible, ya que el resto de la relación entre la representación y cosa en sí podía ser entendida por la analogía a la relación entre la voluntad humana y el cuerpo humano.

"El mundo es todo lo que acaece" o, en otras traducciones, "es el caso", escribió Ludwig Wittgenstein en su influyente Tractatus Logico-Philosophicus, publicado por primera vez en 1922. Esta definición serviría como la base del empirismo lógico, que se la suposición de que hay exactamente un mundo, consistente en la totalidad de los hechos, sin importar la interpretación que cada individuo haga de ellos.

Martin Heidegger, entretanto, argumentaba que "el mundo circundante es diferente para cada uno de nosotros y, sin embargo, nos movemos en un mundo común".[4]​ El mundo, para Heidegger, era aquel en el que siempre éramos "lanzados" y con el que nosotros, como seres en el mundo, debemos llegar a acuerdos. Su concepción de "divulgación mundial" fue elaborada más notablemente en su trabajo de 1927 Ser y Tiempo.

En respuesta, Sigmund Freud propuso que no nos movemos en un mundo común, sino en un proceso de pensamiento común. Él creía que todas las acciones de una persona estaban motivadas por una sola cosa: la libido. Esta fuerza condiciona toda nuestra visión del mundo o de la realidad, que es fruto del pulso entre tendencias instintivas inconscientes y tendencias represoras superconscientes.

Algunos filósofos, a menudo inspirados por David Lewis, argumentan que los conceptos metafísicos como la posibilidad, la probabilidad y la necesidad son mejor analizados al comparar el mundo a una gama de mundos posibles; un punto de vista comúnmente conocido como realismo modal. Para él existe un número infinito de mundos causalmente aislados y el nuestro es tan solo uno de ellos.

Para el filósofo Markus Gabriel el mundo no existe pues lo considera un superobjeto. La existencia de un objeto, por definición, se trata de su aparición con características propias que lo distinga de otros objetos en un contexto dado. No así ocurre con el concepto de superobjeto o mundo pues este tendría toda las características de todos los objetos que contiene haciéndolo indistinguible y, por lo tanto, inexistente.[5]​ Gabriel, al proclamar que no existe un superobjeto o Mundo, termina adoptando una postura filosófica pluralista.[5]

Para el filósofo español José Ortega y Gasset el mundo es inseparable del yo: "Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo". Y todas las conciencias están interconectadas a través de un sistema de perspectivas cuya integración constituye el mundo, la realidad misma.

El mundo es para el Catecismo de la Iglesia católica uno de los tres "enemigos del alma": mundo, demonio y carne. Esta conceptualización negativa del mundo contrasta con el concepto grecolatino positivo de mundus 'todo ordenado, organizado, limpio'. Para la concepción teológica judeocristiana el mundo representa lo "material" o la esfera de la "vida profana", como lo opuesto a lo celestial, espiritual, trascendental o sacro.[6]​ Así, los monjes y monjas de clausura que se encierran en los monasterios renuncian al "mundo". El "fin del mundo" se refiere a los escenarios de la culminación de la historia humana, a menudo en contextos religiosos. Sin embargo, la Teología también católica, ha formulado claramente la percepción que la Revelación, por medio de la Sagrada Escritura o Biblia, tiene del mundo, mediante el acto creacional de Dios: es bueno (Génesis), no sólo por la constante afirmación de su Creador sino por las consecuencias derivadas de su naturaleza. El hombre, pues, fue puesto al principio en un mundo que era bueno (el Paraíso), pero según el mismo relato ese mundo se vio afectado por la acción del hombre muy al principio de la historia, cuando transgredió un principio de su naturaleza. Al pretender ser como Dios trastocó ese orden esencial y convirtió el mundo en enemigo. La doctrina subsiguiente recogió fundamentalmente esta consecuencia moral y abandonó la perspectiva metafísica acerca de la bondad del mundo.

El mundo ha sido representado de muy distintas maneras según las civilizaciones y culturas; muchas de esas representaciones han ido cambiando o no conforme cambiaban o no dichas civilizaciones y culturas. En el ámbito occidental (y más en concreto según la concepción cristiana derivada del Almagesto del cosmógrafo pagano Claudio Ptolomeo), el mundo se dividía en dos partes: lo natural o naturaleza, imperfecto y mutable y situado por debajo de la órbita lunar, y lo sobre-natural, perfecto e inmutable y situado por encima de la órbita de la Luna. El renacimiento del siglo XVI empezó a dudar y a criticar esta visión geocéntrica y cristiana y la fue sustituyendo por otra heliocéntrica y mecanicista.[7]

La historia del mundo es comúnmente entendida como la comprensión de los principales desarrollos geopolíticos de cinco milenios, desde la invención de la escritura por las primeras civilizaciones hasta el presente. Por otra parte, con la expresión Nuevo Mundo frente a Viejo Mundo nos referimos respectivamente por un lado a América, una parte del mundo colonizada en el despertar de la era de los descubrimientos, y por otro a la parte colonizadora, de historia más conocida. Estas denominaciones se extendieron al ámbito de las clasificaciones zoológicas y botánicas, como por ejemplo en el caso del mono del Nuevo Mundo.

En política, los términos primer, segundo y tercer mundo dividen a los países en grandes grupos. El primer mundo designa a los países capitalistas, ricos o desarrollados económicamente; el segundo a los comunistas y el tercer mundo agrupa al resto de los países, la mayoría pobres, en vías de desarrollo o infradesarrollados. Incluso de se utiliza la expresión cuarto mundo para aludir a los países en que la pobreza es extrema.

La población mundial es la suma de todos los habitantes humanos de cualquier era; de igual forma, la economía mundial es la suma de las economías de todas las sociedades (todos los países), especialmente en el contexto de la globalización. Términos como campeonato mundial, producto bruto mundial, banderas del mundo, etc., también implican la suma o combinación de todos los estados soberanos.

En términos como religión mundial, idioma mundial y guerra mundial, la palabra mundo sugiere una escala internacional o intercontinental sin necesariamente implicar la participación de todo el mundo.

En términos como mapa del mundo y clima mundial, la palabra mundo es utilizada en un sentido desprendido de la cultura humana o civilización, refiriéndose de forma física al planeta Tierra.

El término «mundo» deriva del vocablo en latín mundus, que literalmente significa 'limpio, elegante'; en sí es una traducción prestada del griego cosmos, 'perfección' o 'conjunto ordenado'. El término greco-latino expresa una noción de creación como un acto de establecimiento del orden en el caos.

'Mundo' se refiere a todo el planeta o a la población de cualquier país o región en particular: asuntos mundiales se refiere no solo a un lugar sino a todo el mundo e historia mundial es un campo de la historia que examina los eventos desde una perspectiva global (en lugar de una nacional o una regional). Tierra, por otra parte, se refiere al planeta como una entidad física y la distingue de otros planetas y objetos físicos.

'Mundo' también puede atribuírsele al significado de 'global', 'relativo a todo el mundo', formando usos como Comunidad mundial.

Por extensión, un 'mundo' puede referirse a cualquier planeta u objeto astronómico, especialmente cuando se cree que está habitado, en el contexto de la ciencia ficción o futurología.

'Mundo', en el sentido original, cuando es calificado, también puede referirse al dominio particular de la experiencia humana.

Según el World Fact Book (2007):

Antiguamente se consideraba primer mundo aquellos países de economías capitalistas como Estados Unidos y los países aliados a este después de la segunda guerra mundial. El segundo mundo incluía países comunistas, como la antigua URSS o China, y a todos los países aliados a estos o bajo su influencia, mientras que, el tercer mundo, abarcaba aquellos países que tenían una posición neutra.

En la actualidad se consideran países del Primer Mundo los países desarrollados, es decir que tienen gran capacidad industrial, gran avance tecnológico y tienen fácil acceso a gran cantidad de materias primas. Se consideran países del Segundo Mundo a los países que también tienen gran capacidad industrial y un gran avance tecnológico, pero tienen un menor acceso a las materias primas que los países del Primer Mundo. Se consideran países del Tercer Mundo a los países que tienen gran cantidad de materias primas, pero no cuentan con gran capacidad industrial ni gran avance tecnológico y que están vinculados al mercado mundial mediante la exportación de materias primas. Se ha adoptado el término "Cuarto mundo" para referirse a las regiones pobres del planeta pertenecientes al sector capitalista y a los países menos desarrollados de este, como los sin techo que viven en las ciudades más ricas de los países capitalistas, cuyo nivel de pobreza supera al de los habitantes del tercer mundo.

Las cosmologías mitológicas suelen representar al mundo centrado alrededor de un axis mundi y delimitado por un océano, una serpiente o similares. Además, existe una Teoría Conspirativa que indica que hace miles de años existían árboles gigantes en diferentes lugares como el Cerro Acahay, Jugurtha Tableland, Torre del Diablo, Seongsan Ilchulbong(en inglés), Uluru, Sigiriya, Cerro Autana, etc que pueden estar relacionados con el Árbol de la vida y con diversas religiones.



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