El golpe de Estado en Argentina del 28 de junio de 1966 fue ejecutado por las Fuerzas Armadas contra el gobierno constitucional de Arturo Umberto Illia, iniciando una dictadura autodenominada «Revolución Argentina», que existiría hasta 1973.
El médico y político argentino Arturo Umberto Illia había triunfado en las elecciones presidenciales de Argentina de 1963. El nuevo presidente asumió su cargo en un momento en el que la fuerza política mayor, el peronismo, estaba proscrita. Cuando tomó posesión, el presidente de los Estados Unidos era John F. Kennedy, quien fue asesinado el 22 de noviembre de 1963, y sucedido por Lyndon B. Johnson. El magnicidio marcó un giro en la política exterior estadounidense en desmedro de las democracias latinoamericanas.
En 1963, Illia anuló los contratos petroleros con las compañías extranjeras —la mayoría de los Estados Unidos—, hecho que enfadó a los estadounidenses y a las Fuerzas Armadas, afines a los intereses foráneos. También puso controles de precios para la carne, hecho que descontentó a la Sociedad Rural Argentina.
En agosto de 1964, el comandante en jefe del Ejército Juan Carlos Onganía anunció que la Argentina adoptaba la doctrina de la seguridad nacional. Lo hizo en la Quinta Conferencia de Jefes de Estado Mayor de los Ejércitos Americanos celebrada en la Academia Militar de los Estados Unidos.
El presidente Illia fue víctima de una campaña psicológica por parte de periódicos liberales tales como La Nación y La Prensa. Estos culpaban al Gobierno de todo tipo de problemas caricaturizando al jefe de Estado como una tortuga. También fueron parte de dicha campaña los semanarios Primera Plana y Confirmado, vinculados al sector industrial. En agosto de 1965, la primera de estas publicaciones presentó a Onganía como aquel que podía solucionar los problemas que dejaba Illia.
La mañana del 28 de junio, tres militares, junto a la Guardia de Infantería de la Policía Federal Argentina, echaron a Illia de la Casa de Gobierno.
Los titulares del Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea asumieron como titulares de la «Junta Revolucionaria», que ejerció el Poder Ejecutivo Nacional hasta el día siguiente, cuando asumió el teniente general del Ejército Juan Carlos Onganía.
El producto del derrocamiento del Gobierno de Arturo Umberto Illia fueron las medidas del Gobierno de facto de la «Revolución Argentina», que desnacionalizó la economía argentina, reprimió la protesta social, impuso el libre mercado y anuló las instituciones de la Constitución de la Nación Argentina.
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