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Guerra afgano-soviética



El fracaso soviético para sofocar la insurgencia muyahidín afgana

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La guerra de Afganistán de 1978-1992 (en árabe, الحرب الأفغانية‎ / en ruso, Афганская война), también llamada guerra afgano-soviética o guerra ruso-afgana, fue la primera fase del extenso conflicto de la guerra civil afgana.[16]​ Transcurrió entre abril de 1978 y abril de 1992, tiempo en el que se enfrentaron las fuerzas armadas de la República Democrática de Afganistán, apoyadas entre diciembre de 1979 y febrero de 1989 por el Ejército Soviético, contra los insurgentes muyahidines, grupos de guerrilleros afganos islámicos[17]​ apoyados por numerosos países extranjeros, destacando Estados Unidos, quien les proporcionó ingentes cantidades de armas y dinero. Está considerada como parte de la Guerra Fría.

El conflicto comenzó en 1978, cuando tuvo lugar la Revolución de Saur, que hizo de Afganistán un Estado socialista gobernado por el Partido Democrático Popular de Afganistán (PDPA). Un año después el Consejo Revolucionario solicitó la intervención militar de la Unión Soviética.[17][18]​ Fue entonces cuando el gobierno de Estados Unidos inició la «Operación Ciclón» en el contexto de la Guerra Fría, suministrando armas y una amplia financiación a los rebeldes islámicos muyahidines. Las fuerzas soviéticas depusieron y asesinaron de manera inmediata al dictador Hafizullah Amín, quien previamente había mandado asesinar de manera arbitraria al anterior presidente y líder de la revolución, Nur Muhammad Taraki. La intervención produjo un resurgimiento de los guerrilleros muyahidines, que aun estando divididos en varias facciones se embarcaron en una larga campaña contra las fuerzas soviético-afganas, respaldados por los suministros y el apoyo logístico y financiero de naciones como Estados Unidos, Pakistán, Irán, Arabia Saudita, China,[19][20]Israel y el Reino Unido.

Después de más de nueve años de guerra, los soviéticos se retiraron en 1989 después de la firma de los Acuerdos de Ginebra entre Pakistán y la República Democrática de Afganistán. No obstante, los enfrentamientos entre insurgentes y las tropas del gobierno continuaron hasta abril de 1992, cuando la disolución de la Unión Soviética provocó el colapso económico del país y los fundamentalistas pudieron establecer el Estado islámico.[21]​ La guerra ha sido reiteradas veces calificada por la prensa norteamericana como «el Vietnam de la Unión Soviética».[22][23]

La población de Afganistán cayó de 13,41 millones en 1979 a 11,61 millones en 1988 como consecuencia de la violencia de la guerra y la crisis de refugiados.[24]

Desde el mismo nacimiento de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas se establecieron relaciones diplomáticas entre ambos países, independientemente del régimen o gobierno existente en Afganistán.

El Gobierno soviético fue el primero en reconocer, en 1919, la independencia y soberanía de Afganistán, aun cuando no habían finalizado la lucha por su independencia contra el Reino Unido. Este país exigió la ruptura de relaciones entre Afganistán y el naciente «País de los Soviets» llegando a presentar en 1923 el llamado «ultimátum de Curzon», una de cuyas principales exigencias era retirar el personal diplomático soviético en Afganistán y su reconocimiento como estado independiente y soberano.

El emir Amanulá le envió al bolchevique Lenin una histórica carta en diciembre de 1920. Tras la intervención militar del Reino Unido, Habibullah Kalakani se hace con el poder y abre un periodo de gobiernos más o menos dependientes colonialmente del Reino Unido; hasta que Mohammed Daud inicia un acercamiento a la Unión Soviética, que en los años 50 comienza a colaborar con el Gobierno de Afganistán. En junio de 1955 se firmó el acuerdo soviético-afgano sobre tránsito. De conformidad con él, las mercancías de Afganistán podían transitar libremente, exentas de derechos aduaneros, por territorio soviético con destino a terceros países.

En 1963, el rey Mohammed Zahir Shah expulsó de su cargo a Daud, y asumió personalmente el gobierno incrementando y mejorando la relación con la vecina Pakistán. Al año siguiente se promulga una constitución que convierte el país en una democracia parlamentaria, aunque con extensos poderes para la Corona. La constitución intenta modernizar el país otorgando derechos a sus ciudadanos, así como también la integración de las mujeres en la vida pública.

En 1973, Mohammed Daud impulsó un golpe de Estado, proclamó la república, fundó el Partido Revolucionario Nacional, y se acercó a Irán y a otras naciones árabes, abandonando poco a poco sus vínculos con la Unión Soviética.

El 17 de abril de 1978, Mir Ali Akbar Kaibar, destacado militante del Partido Democrático Popular de Afganistán fue asesinado por agentes del gobierno de Daud. Hubo una manifestación de protesta espontánea de más de 10 000 personas.[25]​ Luego, los dirigentes del PDPA fueron encarcelados, como Nur Muhammad Taraki y Babrak Karmal. Sin embargo, Hafizullah Amín estuvo durante las cinco primeras horas bajo arresto domiciliario, dándole la oportunidad de ordenar un levantamiento de las Fuerzas Armadas. En la noche del 27 al 28 de abril, unidades militares irrumpieron en el palacio en el corazón de Kabul. Con la ayuda de la fuerza aérea, las tropas sublevadas vencieron la resistencia de la Guardia Presidencial. Daud murió durante el ataque.

El 30 de abril de 1978 Nur Muhammad Taraki fue elegido presidente del Consejo Revolucionario y primer ministro. Si bien el partido estaba amenazado por el fraccionamiento interno (dividido en la facción radical Jalq y la moderada Parcham), los líderes buscaron diversos métodos para tratar de reducir a la oposición, ya sea enviándolos como embajadores a países lejanos o mediante el asesinato.

El gobierno de Taraki inició un programa de reformas que eliminó la usura, inició una campaña de alfabetización (por primera vez en las escuelas se enseñó en las lenguas nativas de los alumnos y también asistían mujeres), implantó una muy radical reforma agraria,[26]separación de la religión del Estado, eliminó el cultivo del opio, legalizó los sindicatos y estableció una ley de salario mínimo. También promovió la igualdad de derechos para las mujeres: permiso de no usar velo (que ya había sido permitido durante la monarquía), permiso de transitar libremente y conducir automóviles, abolición de la dote,[26]​ integración de mujeres al trabajo y a estudios universitarios, así como a la vida política con cargos públicos (e incluso siete mujeres fueron elegidas al parlamento).[27]

También hubo un fuerte aumento en la represión política en el país, llegando a haber hasta más de 11 000 presos políticos en 1979.[28]​ La abolición de la adote, junto con las medidas "anti-usura" tuvieron como concecuencia que muchas personas en el campo no pudiesen recibir préstamos ni casarse, al tiempo que la reforma agraria resultó un fracaso y muchos campesinos tuvieron que abandonar sus tierras.[29]

Todo esto desencadenan la oposición de los fundamentalista islámicos, con el apoyo armado de Pakistán, Estados Unidos, Reino Unido y Arabia Saudita, que ya intervenían clandestinamente desde 1973.

En diciembre de 1978, visitó la Unión Soviética, donde firmó el Tratado de Amistad, Buena Vecindad y Cooperación entre la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y la República Democrática de Afganistán. Aunque los soviéticos le otorgaron al Gobierno afgano ayuda material y militar, los primeros no se sentían cómodos con el radicalismo de Taraki y Amín y trataron infructuosamente de promover a izquierdistas moderados.[26]

Sin embargo, cada vez eran más los sectores que se le oponían. Unos, como Ahmad Shah Masud que estaba al frente de la resistencia clandestina desde el golpe de Daud contra la monarquía. Otros, en oposición al programa de reformas, que era visto como una amenaza para la tradición.

Las manifestaciones violentas de la oposición comenzaron en el verano de 1978 en la ciudad de Nurestán. Otras revueltas —en su mayoría sin coordinación entre sí— comenzaron a sucederse a lo largo del país, además de periódicos atentados terroristas. El gobierno empezó a reprimir a los manifestantes y encarceló a varios mulás, lo que generó más violencia.

Entre el 10 y el 20 de marzo de 1979 el ejército de Herat, bajo el control de Ismail Khan, se rebeló y 350 asesores militares soviéticos y sus familiares fueron asesinados. La URSS bombardeó la ciudad, causando una destrucción masiva y miles de muertes, y fue nuevamente recapturada con tanques y paracaidistas.[30]​ La destrucción de la ciudad de Herat marcó el inicio de la guerra civil afgana.

A comienzos de septiembre de 1979, Taraki partió a la capital cubana de La Habana para asistir a la conferencia del Movimiento de Países No Alineados y en el viaje de regreso, hace una breve parada en Moscú, donde conversa con Leonid Brézhnev.[31]​ Los soviéticos le informan que en su ausencia, Amín ha asesinado a cuatro altos oficiales leales a Taraki y ha realizado otras maniobras de carácter golpista.

El 14 de septiembre de 1979, en circunstancias no esclarecidas, hubo un tiroteo en el palacio de gobierno entre los guardaespaldas de Amín y los de Taraki, cuando los líderes debían reunirse. Ambos se acusaron mutuamente de haber tratado de asesinar al otro. Al día siguiente, partidarios de Amín arrestaron al presidente. En esa misma fecha se cree que Taraki fue ejecutado; aunque algunas versiones mencionan que su ejecución sumaria y secreta se produjo el 9 de octubre.

Durante los 104 días de su gobierno, Amín trató de lograr el interés de los gobiernos de Pakistán y de Estados Unidos en materia de la seguridad afgana. El giro de su política hacia los intereses estadounidenses provoca la definitiva intervención directa de la Unión Soviética. El 27 de diciembre, la URSS envía un comando especial del KGB, OSNAZ (Grupo Alfa), compuesto por 600 soldados vestidos con uniformes de afganos que en Kabul ocupan las principales instalaciones gubernamentales, militares y de medios de comunicación, incluyendo su principal objetivo, el Palacio de Tajbeg, en el que Amín es asesinado (Operación Tormenta-333).

La Unión Soviética defiende la legalidad de estas operaciones conforme el Tratado de Amistad, Buena Vecindad y Cooperación entre la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y la República Democrática de Afganistán, concertado entre Brézhnev y Taraki el 5 de diciembre de 1978, pues la intervención se realiza por petición del Consejo Revolucionario, órgano supremo del Estado, que horas antes de la muerte de Amín se había reunido y lo había condenado a muerte por traición. Por lo tanto, desde el punto de vista de la Unión Soviética, no se produjo una «intervención soviética en Afganistán», dado que las tropas entraron en el país por petición de las autoridades afganas.

En total, la fuerza soviética inicial fue de alrededor de 1 800 tanques, 80 000 soldados y 2 000 blindados. Con la posterior llegada de dos divisiones, ascendió a más de 100 000 efectivos en total.[32]

Con el derrocamiento de Amín, el Consejo Revolucionario nombró al ex viceprimer ministro Babrak Karmal como presidente.

Los rebeldes forman alianzas y se unen en subgrupos unidos por pertenecer a una etnia o contexto comunes. Además, tanto China como Estados Unidos los apoyan enviándoles grandes cantidades de armamento a través de Pakistán. Estados Unidos proporciona ayuda a los rebeldes de forma clandestina. Al inicio de la guerra proporcionan material obsoleto de la Primera Guerra Mundial, e incluso más antiguo, a fin de que sea imposible relacionar el material entregado con los Estados Unidos, para evitar molestar a los soviéticos. Más adelante acaba proporcionando material bastante más avanzado como misiles antitanque guiados de fabricación francesa y morteros de 120 mm que servirán para bombardear los campamentos soviéticos en la zona.

Durante el gobierno de Ronald Reagan en los Estados Unidos, se aumenta considerablemente el envío de armas y fondos para los bastiones de la resistencia situados en territorio de Pakistán e Irán. La publicación de las intenciones del gobierno estadounidense en la zona son conocidas como «La Declaración de la TASS».[34]

Mijaíl Gorbachov ordenó la retirada de las tropas soviéticas. A principio de 1989, se retiraron ordenadamente los últimos soldados del Ejército Soviético. La guerra dejó profundas heridas en la sociedad afgana y también en la soviética primero y rusa después.

En los Juegos Olímpicos de 1980, celebrados en Moscú, casi 60 países se negaron a presentarse a raíz del conflicto. Cuatro años después los países comunistas harían lo mismo en los Juegos Olímpicos celebrados en Los Ángeles.[40]

El 24 de diciembre de 1989, el Segundo Congreso de los Diputados del Pueblo de la Unión Soviética expresó su "condena moral y política" de la intervención en Afganistán en diciembre de 1979.[41]

A pesar de haber perdido el apoyo de su gran aliado, el gobierno del PDPA se mantuvo en el poder hasta 1992, año en el que fue derrocado por la resistencia integrista de los muyahidines.

Este conflicto, simultáneo a la Revolución iraní de 1979 y a la Guerra Irán-Irak, se recuerda como el «Vietnam de la URSS» por su alto coste en vidas y económico, y por lo estéril de los resultados, teniendo como única consecuencia la aún mayor desestabilización de la situación política soviética en un momento cuando estaba próxima su desintegración.




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