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Guerra de Libia de 2014-2015



     Controlado por la Cámara de Representantes de Libia y Ejército Nacional de Libia      Controlado por el Gobierno de Acuerdo Nacional      Controlado por fuerzas locales

Abdullah al-Thani
(primer ministro de la Cámara)

Salah al-Atewish
(líder de la tribu Maghariba)

Jalifa al-Ghawil
(primer ministro del Congreso)
Sadiq al-Ghariani
(gran muftí de Libia)

Fayez al-Sarraj
(primer ministro del GNA)

Ahmad Mitig
(viceprimer ministro del GNA)

Fathi Bashagha
(Ministro de Interior)

Abdulrahman Sewehli
(presidente del Consejo de Estado Superior; 2016-2018)
Khaled al-Mishri
(presidente del Consejo de Estado Superior; 2018-)

General de Brigada Saqr Geroushi (Fuerza Aérea)
Coronel Ahmed Mismari (Portavoz de las Fuerzar Armadas)

General Mayor Abdul Razzaq al-Nazhouri Comandante militar del Este)
General de Brigada Idris Madi Comandante militar del Oeste)

Coronel Wanis Abu Khamada   (Brigada al-Saiqa)
Comandante Mahmoud al-Werfalli (Brigada al-Saiqa)

Coronel Mahmud Al-Zaghel
(Guardia Nacional)
Khalid al-Sherif
(LIFG)
Comandante Mustafa Sharski
(BDB)

General Osama Juweili
(Comandante Militar Región Oeste)

General Mohamed Haddad
(Comandante Militar Región Centro)

Mohammed Gununu
(Portavoz militar del GNA)

Coronel Najmi al-Nakua
(Guardia Presidencial)

General Mohammed al-Ghasri
(Bunyan al-Marsous)

Abdul Raouf Kara
(RADA)
Haithem al-Tajouri
(Brigada de los Revolucionarios de Trípoli)

Abdul Qadr al-Najdi  
(comandante del EI en Libia)

Jalaludin Al-Tunsi
(comandante del EI en Libia)

Mohamed al-Zahawi  
(líder de Ansar al-Sharia en Bengasi)

Abu Khalid al Madani
(líder de Ansar al-Sharia)

Wissam Ben Hamid  
(líder de la Brigada Escudo de Libia en Bengasi)

Salim Derbi  
(Brigada de los Mártires de Abu Salim)

Abu Sufian bin Qumu
(Ansar al-Sharia en Derna)

La Guerra de Libia de 2014 - 2020, también denominada como segunda guerra civil libia, se enmarcó dentro de la violencia ocurrida en Libia entre los grupos armados que derrocaron a Muamar el Gadafi en la guerra de Libia de 2011 y que desde entonces se enfrentaron por el control del país.

Las hostilidades comenzaron cuando el general Jalifa Haftar ordenó la disolución del Congreso General de Trípoli, dominado por los Hermanos Musulmanes, tras haber prolongado unilateralmente su mandato. Al mismo tiempo lanzaba con el apoyo de gran parte del Ejército Nacional Libio (LNA) la llamada Operación Dignidad contra grupos islamistas y yihadistas en Bengasi, algunos de los cuales también eran leales al Congreso. Este intento de deponer al gobierno se explicó como una acción patriótica del orden castrense, pero bien podría atender a razones tribales y clientelistas: la mayor parte de los oficiales provenían del Este de Libia —región reticente al control de la capital sobre sus asuntos internos, entre ellos la exportación de petróleo—. Paralelamente, grupos armados de la ciudad occidental de Zintan expresaron su apoyo a Haftar y amenazaron al Congreso con forzar su disolución. Como respuesta se formó la coalición Amanecer Libio, con el objetivo de expulsar a las fuerzas zintaníes de sus posiciones en Trípoli. Dicha alianza se componía de milicias islamistas opuestas ideológicamente a la Operación Dignidad, de brigadas de Misurata (enfrentadas regionalmente con Zintan) y de otros grupos que meramente trataban de expandir su control efectivo sobre la capital. En medio de los combates se celebraron unas elecciones para el nuevo parlamento libio (junio de 2014), la Cámara de Representantes de Libia, cuyos miembros electos se posicionaron a favor de la Operación Dignidad y las brigadas de Zintan, instalándose así bajo la protección del LNA en la ciudad oriental de Tobruk. Sin embargo, los diputados del Congreso General (elegido en 2012), se negaron a ceder sus cargos y se autoproclamaron como los legisladores legítimos, al tiempo que se aliaron con las milicias de Trípoli y, en menor medida, de Bengasi. Misurata y otras ciudades también decidieron apoyar al Congreso como garantía de la primacía del Oeste de Libia frente a la Cámara en Tobruk.

El conflicto alcanzó dimensiones internacionales dentro del mundo árabe cuando Egipto y los Emiratos Árabes Unidos bombardearon las posiciones del Amanecer Libio en Trípoli y de los milicianos en Bengasi, mientras que Catar y Turquía eligieron financiar a dichos grupos y entregarles suministros militares. Por otro lado, beneficiándose del vacío de poder, cientos de yihadistas del Estado Islámico se trasladaron a la nación africana desde Siria e Irak y se hicieron temporalmente con el control de varias ciudades del país, entre ellas Derna y Sirte, si bien fueron derrotados con el apoyo de la comunidad internacional. Ante la gravedad que la situación había alcanzado, Naciones Unidas diseñó un plan de paz (Misión de Apoyo de las Naciones Unidas en Libia; UNSMIL por sus siglas en inglés) en virtud del cual se elegiría consensuadamente por delegados de ambos bandos un Ejecutivo de transición (GNA). La Cámara de Representantes permanecería como la Cámara Baja del país, al tiempo que el Congreso General se convertiría en una Cámara Alta, el Consejo de Estado Superior. El proyecto fue satisfactoriamente aprobado por todos los delegados del plan de paz a título personal y por la Cámara de Representantes, si bien fue rechazado por el Congreso General. Sin embargo, la lista concreta de ministros presentada por los delegados, con Fayez al-Sarraj como jefe del Ejecutivo de transición, no fue tampoco aprobada por la Cámara. A pesar de ello, la nueva administración pasó a ser considerada por Naciones Unidas como el representante legítimo de Libia.

Tras un breve periodo de exilio en Túnez, el gabinete de al-Sarraj desembarcó en Trípoli en marzo de 2016 con el respaldo del Ejército Libio (desvinculado del LNA) y todos aquellos grupos del Amanecer Libio que no eran islamistas, incluyendo varias de las brigadas de Misurata. El Congreso General quedó así disuelto, si bien numerosas milicias contrarias al plan de paz seguirían actuando en el Oeste de Libia bajo la dirección, meralmente formal, del político islamista Jalifa al-Ghawil. Aprovechándose de la debilidad del nuevo Gobierno de Trípoli, y en el contexto del nuevo panorama político internacional que se dibujó desde 2017 con el aislacionismo de la Administración Trump y la crisis diplomática de Catar, los militares leales a Haftar tomaron los puertos petrolíferos de Ras Lanuf y Sidra y la mayor parte de la región sureña de Fezán, así como la totalidad de Derna y Bengasi. Para ello contaron con el apoyo militar y diplomático de los Emiratos Árabes Unidos y Egipto, así como de Rusia y del gobierno francés de Emmanuel Macron.

A pesar de varias cumbres internacionales en 2018, en 2019 se hizo evidente la intención de Haftar de abandonar las negociaciones de paz, lanzando una ofensiva sobre Trípoli para hacerse con el control de todo el país. En 2020, el gobierno turco de Erdoğan intervino activamente con drones para contrarrestar el apoyo militar emiratí y salvar al GNA, que logró mantener el control sobre la capital y buena parte del Oeste del país. Ante la posibilidad de que fuera ahora el LNA el bando derrotado, Rusia desplegó, en mayo de ese año, varias aeronaves en el país. En este nuevo escenario, en el cual cualquier avance implicaría confrontar directamente potencias mundiales, ambos bandos acordaron retomar las negociaciones. Egipto y Rusia maniobraron para dejar en un segundo plano a Haftar, potenciando en su lugar al político Aguilah Issa.

En Libia, el Gobierno de Alí Zeidan fue incapaz de hacer frente al problema de las milicias que habían luchado contra Gadafi en la guerra de Libia de 2011. Cada una de ellas tenía su propia ideología y utilizaba su poder para conseguir imponer sus demandas. Estaban al control de la seguridad de las ciudades, el control de las fronteras, la gestión de los centros de detención y la protección de las instalaciones estratégicas del país.[5]

En algunas ocasiones el Gobierno tuvo incluso que pagar a las milicias para que desbloquearan ciudades y enclaves petroleros,[6]​ e incluso se rumoreó la creación de una fuerza de élite para proteger al Primer Ministro.[7]

Para resolver la crisis, inicialmente se trató de integrar a todos los milicianos en una estructura única de ámbito nacional, el Comité de Seguridad Supremo. Sin embargo el proceso fracasó, ya que las propias brigadas se unían de forma íntegra y no cada uno de sus miembros a título personal. Así, en vez de disolverse, estos grupos quedaban reforzados al integrarse oficialmente en una estructura de Estado. Este proceso de hibridación fue especialmente notable en Trípoli.

Por otro lado, el Presidente del Congreso, Nuri Abu Sahmain (que era próximo a la ideología de los Hermanos Musulmanes) utilizó su capacidad para emitir decretos y el cargo de comandante en jefe del Ejército que ostentaba para favorecer la potenciación y la legalización de numerosas brigadas autónomas, muchas de ellas de carácter islamista. En julio de 2013 ordenó la creación de la Sala de Operaciones de los Revolucionarios Libios[8]​ y en agosto de 2013 ordenó a la Brigada Escudo de Libia que se hiciera con el control de la seguridad de Trípoli.[9]

En definitiva, poco a poco se hizo evidente que todos los mecanismos de control sobre los grupos armados habían fracasado. Tanto es así que el 10 de octubre de 2013, la ya citada Sala de Operaciones de los Revolucionarios Libios intentó hacerse con el país y secuestró brevemente a Zeidan.[10]

El órgano legislativo libio, el Congreso General, estaba dominado en su mayoría por miembros islamistas próximos a los Hermanos Musulmanes. Estos se oponían frontalmente al mandato del primer ministro Ali Zeidan, de ideología liberal, y bloquearon cualquier propuesta legislativa. Sólo la Alianza de Fuerzas Nacionales —técnicamente el partido mayoritario en la asamblea, puesto que los congresistas islamistas eran formalmente independientes— apoyaba a al-Zeidan. El país se encontraba en una parálisis política, incapaz de impulsar un proceso de transición.

La tensión ideológica fue en aumento y a principios de 2014 los miembros de la Hermandad en el Gobierno dimitieron de todos sus cargos dentro del Ejecutivo. En este nuevo escenario, los congresistas islamistas organizaron repetidas mociones de censura para intentar destituirle.[11]​ Finalmente, una de ellas prosperó y el 11 de marzo Zeidan fue sucedido de manera interina por Abdullah al-Thani, una figura entonces entendida de consenso.[12]

El primer ministro al-Thani también fracasó en promover la estabilidad en la nación africana y tuvo que dimitir por amenazas que milicias armadas realizaron a su familia. En esta ocasión la mayoría islamista logró imponer a su candidato para primer ministro, Ahmad Mitig. Sin embargo, el Ministerio de Justicia denunció que su elección había sido ilegal —parte de los votos se emitieron cuando la sesión de votación ya había cerrado— y al-Thani se negó a traspasarle sus poderes. El Congreso se encontraba al borde de la fragmentación entre los partidarios de Mitig y los de al-Thani. Finalmente, la Corte Suprema de Libia emitió un fallo en el que confirmaba la inconstitucionalidad de la elección de Mitig y devolvía la Jefatura del Gobierno a al-Thani. Su autoridad, no obstante, estaba lejos de ser aceptada por gran parte de la asamblea legislativa.

El problema del fracaso político, así como la violencia armada ejercida por las milicias, provocó el rechazo de gran parte de la sociedad al Congreso. No obstante, sus miembros quisieron prolongar mediante reforma constitucional su mandato hasta diciembre de 2014, a pesar de que su plazo había expirado el 7 de febrero.

Esto desembocó en una nueva ola de manifestaciones que querían resultados inmediatos y el fin del Congreso, para dar lugar a un nueva autoridad que fuera capaz de poner fin a los problemas del país.[13]

El 25 de mayo, el Congreso General accedió a renovar sus miembros mediante unas elecciones, las cuales convocó para junio de ese mismo año. Asimismo, la nueva asamblea legislativa sería denominada Cámara de Representantes, superando el carácter transitorio con el que el Congreso había sido creado.

Al final de la guerra de 2011, la mayor parte de los oficiales del Ejército que habían luchado contra Gadafi vieron como estaban siendo marginados ante la creciente importancia de las fuerzas rebeldes. En este contexto, muchos de ellos van a llevar a cabo maniobras políticas para mantener su importancia a través de lazos locales y regionales.[14]

En noviembre de ese mismo año, alrededor de 200 oficiales del Este del país se reunieron en Al-Baida y constituyeron el Consejo Militar de Cirenaica, al tiempo que presentaron al general Jalifa Haftar como su candidato a Jefe del Estado Mayor del Ejército. Haftar contaba con el apoyo de las tribus Awaqir, Ubaydat, Barassa y Hassa. Curiosiamente, Haftar, a diferencia de otras importantes figuras políticas como Aguilah Issa (de la tribu Ubaydat) no pertenecía a ninguna de estas importantes dinastías, sino de un clan del Oeste del país, lo que precisamente le convertía en un candidato de consenso.[15]

En cualquier caso, en Trípoli y el extremo occiental del país, más urbanizado, las preferencias de los clanes tradicionales tenía escasa relevancia.[15]​ Cuando el Congreso General decidió finalmente designar a Yousef Mangoush en enero de 2012 para el cargo, la condena del Cirenaica fue enérgica. Los oficiales de Zintan también trataron de alienar a Mangoush y entablar en cambio relaciones con el Ministro de Defensa, Usama al-Juwaili, que provenía de dicha ciudad. Pronto Cirenaica y Zintan empezarían a coordinar sus acciones en las llamadas "Conferencias Extraordinarias del Ejército Libio".[14]

En ausencia de una jerarquía establecida, cada uno de los oficiales trataron de expandir el número de hombres bajo su control. Este proceso de reclutación se entiende como remedio ante el excesivo grado de burocratización del Ejército libio, que durante de la época de Gadafi estaba copado de altos cargos y un número ínfimo de soldados rasos. Pero también sirve a los oficiales del Ejército como oportunidad para desarrollar redes clientelísticas, en ocasiones incluso eligiendo a sus miembros de forma nepótica.[14]

Ello es especialmente cierto en el caso de Zintan, que, con el objetivo de expandir su influencia política, potenció sus batallones de rebeldes hasta convertirlos en ramas del orden castrense. Por ejemplo, la brigada Muhammad al-Madani se convirtió en la Brigada 24, y la brigada Sawa'iq en las Fuerzas Especiales del Ejército. En este proceso de expansión reclutaron de forma masiva a militares del antiguo régimen de Gadafi, lo cual fue visto con desmayo por muchos otros actores, especialmente por el Congreso General. Como contrapartida, este trató de establecer una alianza con la ciudad de Misurata —históricamente opuesta al gadafismo—, dando lugar a una pugna entre las dos ciudades por el control sobre la esfera política nacional.[14]

Fue en este contexto en el que, el 14 de febrero de 2014, Haftar anunció —como se mencionara más adelante— la suspensión del Congreso y la formación de un cuerpo presidencial temporal. El intento definitivo de golpe de Estado no tendría lugar hasta el 21 de mayo de ese mismo año, con un nuevo comunicado en el que Haftar traspasaba el poder a un "gobierno de emergencia", sin explicar quien lo integraría. Días más tarde, el líder de la brigada Sawa'iq de Zintan, que previamente había aparecido en televisión con ropa de civil y una bandana, declaraba esta vez con indumentaria militar amenazas al Congreso General, en nombre de la "Sala de Operaciones del Ejército Libio".

La alianza Zintan-Cirenaica, que más tarde se bautizaría como Operación Dignidad, fue presentada como una lucha entre las fuerzas secular-nacionalistas del orden castrense frente al islamismo y las fuerzas "terroristas" en las que se apoyaba el Congreso.[14]​ Por todo lo dicho, y sin ahondar en la veracidad de cada uno de los actores, podemos concluir que existen otros motivos. Así, en la nebulosa de operadores se mezclan oficiales como Haftar, que habían sido enajenados de los puestos superiores del Ejército, y otros que habían apostado por el federalismo cirenaico. Juntos lograron movilizar al grueso de los soldados de Bengasi y el Este de Libia, enfurecidos por los ataques continuos a los que estaban siendo sometidos. Respecto a Zintan, un factor clave es la pugna por el poder sobre Trípoli.[14]

El 14 de febrero de 2014 el general Jalifa Haftar difundió un comunicado en el que ordenaba la suspensión del Congreso General y proponía la formación de una comisión presidencial hasta que se celebraran nuevas elecciones.

Tras varias semanas de ultimátum, el 21 de mayo, Haftar anunció una operación militar, llamada oficialmente Operación Dignidad, para deponer al Congreso y derrotar a las milicias en las que este se apoyaba. Dentro del Congreso, el parlamento libio, la mayoría islamista de los Hermanos Musulmanes, incluido el Presidente del Congreso, Nuri Abu Sahmain, condenó la operación como un "intento de Golpe de Estado". Por otro lado, los parlamentarios de la secular Alianza de Fuerzas Nacionales apoyaron la operación para poner fin a la violencia miliciana y evitar "ahogarse en un pantano de terrorismo, oscuridad, muerte y destrucción".[16]

Desde su liberación en 2011, la seguridad de Bengasi dependía en su mayor parte de milicias. Algunas de ellas, como la Brigada Escudo de Libia, estaban vinculadas al Congreso General, mientras que otras eran grupos autónomos de ideología yihadista, como Ansar al-Sharia, responsable del antentado terrorista en el consulado estadounidense de 2012.

Mientras que la llamada al levantamiento de Haftar del 14 de febrero tuvo poca repercusión nacional, el anuncio de la Operación Dignidad para la pacificación de la ciudad encontró numerosos apoyos. Varios sectores del Ejército Libio en el Este del país se movilizaron contra la oleada de asesinatos que sacudía la localidad, mientras que algunos empresarios financiaron la ofensiva para expulsar a los batallones islamistas. Entre los grupos que participaron destacan la Brigada Al-Saiqa, miembros de las Fuerzas Aéreas de la Base Aérea Gamal Abdul Nasser en Tobruk y del Aeropuerto de Benina en Bengasi, las Fuerzas de Defensa de Cirenaica y miembros de la tribu Baraghita.[17]

Las hostilidades comenzaron en la mañana del 16 de mayo de 2014, cuando las fuerzas del general Haftar intentaron asaltar la ciudad desde el Este.[18]​ Helicópteros, aviones y soldados participaron en el asalto, matando en su primeros días a al menos a 70 milicianos e hiriendo al menos a 250.[19][20][21]

Los enfrentamientos se limitaron a los distritos de Hawari y Sidi Ferej, en el Suroeste de la ciudad. En concreto, los mayores choques se registraron en el área entre el acceso a la ciudad y una fábrica de cemento, controlada por Ansar al-Sharia. También se produjeron combates en el puerto entre miembros de la Marina y la Brigada Escudo de Libia.[18]

A pesar de la superioridad aérea del LNA, las fuerzas islamistas tenían una presencia más robusta en la ciudad, y no lograron avanzar más allá del Aeropuerto de Benina. Las brigadas islamistas Mártires de Zawiya tomaron provecho de la situación y se desplegaron en el barrio Tabalino, rodeando la base del Batallón Mártires de Zawiya, leal a Haftar, y bombardeándola con artillería. El LNA logró romper el cerco mediante ataques aéreos y con refuerzos de la Brigada Al-Saiqa, pero la inferioridad numérica les impidió reclamar más territorio.[17]

La llamada a derrocar el Congreso de Haftar fue también oída en el Este de Libia, donde las fuerzas de la localidad de Zintan trataron de avanzar sobre la capital. Ello se debe a que las brigadas Zintan era contrarias a los políticos islamistas del Congreso —sin que puede inferise de ello que eran grupos de ideología liberal— y a sus duras políticas contra las antiguas figuras del régimen de Gadafi, del cual muchos zintaníes formaron parte. Igualmente influye el hecho de que las instalaciones de la asamblea legislativa estuvieran custodiadas por milicias de Misurata, con quien Zintan competía por una mayor influencia regional.[17]

El 18 de mayo, las brigadas de Zintan al-Qa'qa y Sawa'iq atacaron el edificio del Congreso General en Trípoli con armas anti-aéreas y cohetes, obligando a los miembros del parlamento a huir del edificio. Acto seguido, el general Mokhtar Farnana, hablando en nombre del "liderazgo general del Ejército libio", dijo que el Congreso quedaba oficialmente "suspendido".[22]​ El propio líder de la brigada Sawa'iq aparecería más tarde en televisión ataviado como un militar para amenazar al Congreso con forzar su disolución en nombre de la "Sala de Operaciones del Ejército Libio".[14]

No obstante, sus miembros siguieron reuniéndose en el Radisson Blu Al Mahary Hotel Trípoli y el presidente del Congreso, Abu Sahmain, llamó a las brigadas de Misurata para recuperar el antiguo edificio.[23]​ Los choques entre las facciones de Misurata y Zintan fueron en un primer momento limitados, pero la tensión en la capital iba en aumento.[17]

Tras el fallido intento del general Haftar de hacerse con el control de Bengasi en mayo de 2014, el conjunto de brigadas y milicias islamistas de la ciudad se agruparon en el llamado Consejo de la Shura de los Revolucionarios de Bengasi.[17]​ Entre julio y agosto de ese año, con su capacidad y coordinación reforzadas por la alianza, los combatientes de la Shura lanzaron una contraofensiva que comenzó con un asalto terrestre contra la base de la Brigada Al-Saiqa en el distrito de Bu-Atni. Tras dos ataques suicidas, las fuerzas de la Shura lograron entrar en el complejo y el 29 de julio Al-Saiqa tuvo que abandonar por completo la instalación.[17]​ Sin ninguna presencia en el terreno, el general Haftar puso fin temporalmente a su empeño en tomar la ciudad, quedando su control reducido al Aeropuerto de Benina.[17]

Entre julio y agosto de 2014, las principales milicias islamistas bajo el control del Congreso —la Sala de Operaciones de los Revolucionarios Libios— y las milicias de Misurata se coordinaron para arrebatar el control del Aeropuerto de Trípoli de las milicias de Zintan, que se habían asentado allí durante la revolución contra Gadafi. Así, todas las fuerzas de la ciudad se agruparon bajo la llamada Operación Amanecer Libio para expulsar a las brigadas Qa'qa y al Sawa'iq.[17]

La coalición Amanecer Libio (Fajr Libiya en árabe) fue habitualmente descrita por los medios de información como una alianza islamista. Si bien es cierto que las fuerzas directamente dependientes del Congreso General estaban dominadas por los Hermanos Musulmanes y que muchos de los batallones de Misurata tenían componentes religiosos (lo cual puede igualmente decirse de los grupos de Zintan), es necesario recordar otros componentes. Zintan y Misurata se encuentran históricamente enfrentadas por motivos políticos (Zintan ha sido tradicionalmente considerada como una aliada del gadafismo, mientras que Misurata fue siempre un bastión de la oposición) y compiten por la influencia regional. El Congreso General también se presentaba como una garantía de la primacía del Oeste del país frente al LNA, radicado en la ciudad oriental de Tobruk.[14]

Para el Amanecer Libio el control del aeropuerto era un componente crítico para la victoria, pues impediría a las milicias de Zintan utilizar su carretera para desplegar sus tropas desde las montañas de Nafusa directamente en el corazón de la ciudad, así como recibir suministros aéreos del LNA en el Este.[17]

Tras agrupar a un contingente de 1.500 soldados, las fuerzas del Amanecer Libio comenzaron en julio un bombardeo masivo del aeropuerto, que causó graves daños estructurales. En agosto lograron entrar dentro del recinto, cortando las vías de suministro de las milicias zintaníes con la base de Naqliya, su otra posición en la capital, que caería a las pocas semanas. El 23 de agosto, el Aeropuerto fue totalmente tomado por los hombres del Amanecer, estando así la mayor parte de Trípoli bajo su control. En este nuevo escenario de violencia, varias embajadas occidentales abandonaron la capital de Libia, entre ellas de la de Estados Unidos.[17]

En abril de 2014,[24]​ hasta 300 yihadistas libios se trasladaron a Derna desde Siria e Irak, elevando el número de terroristas presentes allí a 1100. En su mayoría eran de la Brigada Al Battar del ISIS, un grupo desplegado en un primer momento en Deir ez Zor en Siria, y luego Mosul. Conforme el ISIS se extendía los militantes locales, agrupados en el Consejo de la Shura de Derna, una coalición afiliada a Al Qaeda, fueron perdiendo influencia. Así, durante los siguientes meses, muchas facciones se unieron bajo el liderazgo del califato y declararon la guerra a todo aquel que se les opusiera, matando a jueces, líderes cívicos y otros opositores.[25][26]

La cúpula del ISIS en Bagdad envió dos hombres a Derna para representar al grupo terrorista: Abu Nabil Al Anbari, asesor de alto rango de Al Baghdadi y veterano del conflicto de Irak,[25]​ y Mohammed Abdullah, también conocido por su nombre de guerra, Abu al-Bara el-Azdi, terrorista yemení[27]​ o saudí,[25]​ y predicador en Siria, que se convirtió en el juez religioso en Derna.[25]​ El 5 de octubre de 2014, las facciones vinculadas al EI reunieron y juraron lealtad al califato. Después de la ceremonia, más de 60 camionetas llenas de combatientes circularon por la ciudad en un desfile de la victoria. Una segunda reunión más formal tuvo lugar el 30 de octubre, en la que los terroristas se reunieron para jurar lealtad a Abu Bakr al-Baghdadi en la plaza de la ciudad.[28]

Tras el Golpe de Estado en Egipto de 2013, en el cual el general Abdelfatah al-Sisi derrocó al presidente electo de los Hermanos Musulmanes, Mohamed Mursi, la comunidad internacional árabe se polarizó entre aquellos regímenes favorables a la cofradía islamista y aquellos que apoyaban gobiernos de corte nacionalista. Los paralelismos entre los generales al-Sisi y Haftar, así como entre el Gobierno de Mursi y el Congreso General de Trípoli, hicieron que el conflicto de Libia se convirtiera rápidamente en una arena para la intervención internacional, dando lugar a una guerra de proxies.[29]​ Junto con el nuevo líder de Egipto, el principal aliado de la Operación Dignidad fue el príncipe heredero Mohamed bin Zayed de Emiratos Árabes Unidos. Aunque este país había sido anteriormente considerado como una "muleta" de Arabia Saudita, desde la Primavera Árabe Emiratos Árabes se había transformado en un agresivo actor internacional en la lucha contra el denominado Islam político.[30]​ En el plano internacional, el gobierno de Dubái había tratado de impedir el derrocamiento de Hosni Mubarak en Egipto en 2011 y había apoyado a los enemigos políticos de Fatah en Palestina. A nivel interno, había llevado a cabo una campaña de represión contra los opositores del grupo Al-Islah, deteniendo al menos a 69 de ellos por presuntas conspiraciones.[31]

En agosto de 2014, la nueva coalición entre Egipto y Emiratos pasó a la acción cuando, la semana del 18 de agosto, empezó a bombardear a los combatientes de la coalición Amanecer Libio que avanzaban sobre el Aeropuerto Internacional de Trípoli. Ambos países negaron su participación, pero fuentes del gobierno de Estados Unidos confirmaron a través de la prensa que los ataques habían sido llevado a cabo por aeronáves extranjeras. La Administración Obama expresó su malestar por este giro de los acontecimientos del cual América no había sido previamente informada.[30]​ Según fuentes de la Casa Blanca, los aviones serían propiedad de los Emiratos Árabes, y estarían usando bases militares en suelo egipcio para llevar a cabo las incursiones. También los pilotos serían de nacionalidad emiratí. Las mismas fuentes confirmaron la presencia de "fuerzas especiales" emiratíes acuarteladas en el país vecino y operando sobre la ciudad libia de Derna.[32]​ En octubre del mismo año, serían esta vez avione egiptos los que volverían a atacar territorio libio, golpeando a las brigadas y milicianos que habían derrotado a Haftar en Bengasi. En esta ocasión no se negó la autoría de los ataques. Fuentes de El Cairo, aseguraron, no obstante, que la maquinaria era egipcia pero que los pilotos eran libios.[33]

En lo que respecta a los enemigos de Haftar, ellos también habrían recibido apoyo internacional de Catar y Turquía, los cuales estarían enviando, a través de Jartum (Sudán), armas a los combatientes de la coaliación Amanecer Libio en Trípoli.[34][35]

El 4 de agosto de 2014 se constituyó en la ciudad de Tobruk, fruto de unas elecciones celebradas en junio, el nuevo parlamento libio, la Cámara de Representantes de Libia. Sin embargo, el presidente del antiguo Congreso General, Nuri Abu Sahmain, se negó a traspasar oficialmente los poderes al nuevo órgano, ya que exigía que este se reuniera en Trípoli, bajo el control del Amanecer Libio. La Cámara, no obstante, empezó a legislar, aunque fue boicoteada por algunos de los diputados de ideología islamista.[36]

En un principio, la Cámara se mantuvo neutral en el conflicto y ordenó la disolución, el 13 de agosto, de todas las milicias que se formaron en Libia tras la guerra de 2011, incluidos la Brigada Escudo de Libia y las brigadas Qaqaa y Sawaiq, de la Operación Dignidad. Al mismo tiempo solicitó a Naciones Unidas una intervención para lograr el alto al fuego entre los dos bandos.[37]​ Pero finalmente, tras la toma y destrucción del aeropuerto de Trípoli, el órgano parlamentario clasificó al Amanecer Libio y al Consejo de la Shura de Bengasi como grupos terroristas. Ese acto marcó a un punto de inflexión y, como respuesta, el portavoz del grupo Amanecer Libio ordenó al Congreso General que siguiera gobernando desde Trípoli, declarando que Abu Sahmain volvía a ocupar la presidencia la nación africana.[38]​ El Ejecutivo de Abdullah al-Thani, no obstante, se posicionó con la Cámara de Representantes y ejerció como su jefe de gobierno desde la localidad de Al Baida, muy próxima a Tobruk.[39]​ Ante esta situación, el Congreso nombró a su propio gabinete, el Gobierno de Salvación Nacional, con Omar al-Hasi, un combatiente yihadista, a la cabeza. Se consolidó así la fragmentación de Libia con dos gobiernos y dos parlamentos en el país, uno islamista radicado en Trípoli y otro de corte nacionalista en el Este del país.

El 6 de noviembre la Corte Suprema de Libia declaró a la Cámara de Representantes inconstitucional. Para los parlamentarios de Tobruk el fallo había sido tomada por los jueces bajo presión, al estar dicho órgano reunido en Trípoli, y así pues expresaron su intención de seguir ejerciendo la soberanía. La comunidad internacional aseguró que estudiaría la resolución, si bien no dejó de apoyar a la Cámara. En cualquier caso, el dictamen de la Corte Suprema no supuso ningún cambio en la dinámica del conflicto, si bien dejó a Libia sin ningún gobierno de iure.[40]

El 9 de noviembre de 2014, la Cámara de Representantes, que seguía legislando, decidió cesar al gran muftí Sadiq al-Ghariani por su claro posicionamiento a favor de la coalición Amanecer Libio. A pesar de ello, el religioso, negándose de nuevo a reconocer la validez del parlamento de Tobruk, continuó ejerciendo el cargo.[41]​ La Cámara también destituyó a Abdulsalam al-Obaidi, comandante en jefe del Ejército Libio, sustituyéndolo por Abdul Razzaq Nazuri, abierto defensor de la Operación Dignidad. No obstante, varios generales se negaron a reconocer su autoridad, alegando que el Ejército debía permanecer neutral a ambos bandos.[42]​ El 3 de febrero de 2015, la Ley de Aislamiento Político, que impedía a figuras del antiguo régimen de Gadafi desempeñar cualquier cargo público, fue suspendida por la Cámara. Un mes más tarde, en virtud de esta decisión legal, Haftar era nombrado por el presidente de la Cámara, Aguilah Issa, como comandante general de las Fuerzas Armadas de Libia, rango creado especialmente para la ocasión y el de mayor importancia dentro del Ejército.[43]​ Los militares que se alinearon con Haftar pasaron a ser denominados el Ejército Nacional Libio (LNA por sus siglas en inglés).

Finalmente, en julio, un juzgado bajo el control de las autoridades de Trípoli condenó in absentia a la pena capital a Saif al Islam Gadafi y otras figuras del antiguo régimen, lo cual fue respondido por la Cámara de Representantes declarando una controvertida amnistía de todos los crímenes cometidos durante la guerra de 2011.[44]

En septiembre de 2014, las fuerzas de la coalición Amanecer Libio empezaron a bombardear las posiciones de la tribu Warshefana en la periferia de Trípoli, aliada con Zintan. A pesar de que aviones del LNA (o de Emiratos Árabes Unidos y Egipto según los detractores del general Haftar) intentaron frenar el avance, el 24 de ese mes las tropas tribales abandonaron la zona.[17]

La batalla se desplazó después a la localidad de Gharyan, cuya carretera era un importante punto de acceso a la ciudad. Las fuerzas de Zintan lograron desplegarse en la zona, pero miembros del Amanecer destruyeron un importante puente de la autovía y frenaron sus maniobras.[17]

Tras esta victoria, los miembros del Amanecer Libio intentaron tomar el control de la ciudad de Kikla, punto de acceso a las montañas de Nafusa donde Zintan se encuentra. Allí, las fuerzas Warshefana que se habían retirado de los suburbios de la capital se unieron a los zintaníes, logrando repeler la ofensiva y hacerse con el control de la ciudad. En las proximidades de la zona se encontraba la Base Aérea al-Watiya (oficialmente Base Aérea Okba Ibn Nafa), en control de los zintaníes desde la guerra de 2011, y que les sirvió a éstos para lanzar bombardeos aéreos contra sus enemigos.[45][46]

Con la situación de nuevo a favor del LNA y sus aliados, éstos lanzaron una ofensiva sobre la ciudad marítima de Surman, entre Zauiya y Trípoli, con el objetivo de cortar la carretera que bordeaba la costa. Allí establecieron un puesto de mando dirigido por el General Idris Madi, en comunicación directa con los militares del Este de Libia. Desde las afueras de Surman el LNA trató de avanzar hacia el Oeste, en la frontera con Túnez. Algunas ciudades de la zona como Jumayl o Zaltan pactaron de forma pacífica la entrada del LNA en sus instalaciones militares.[47]​ Igualmente trataron de expandirse hacia el Este para llegar a Trípoli, tomando las localidades de Ajaylat[48]​ y parte de Al Aziziya, a sólo 30 kilómetros de la capital.[49]​ Para apoyar el avance, fueron lanzados bombardeos aéreos desde al-Watiya contra Misurata[50]​ y el aeropuerto de Trípoli.[51]

Por último, las fuerzas de la tribu Warshefana, que todavía mantenían el control de localidades cercanas a los barrios del Este de Trípoli, también cortaron esporádicamente la carretera costera en el tramo que unía Zauiya y el barrio de Janzour, en la capital. Mediante sucesivas negociaciones que se extendieron hasta 2016, la autovía fue abierta y cerrada en repetidas ocasiones.[52]

Tras el fracaso inicial de la Operación Dignidad en julio, Haftar empezó a coordinar a mediados de octubre un nuevo ataque contra el Consejo de la Shura de Bengasi. En esta ocasión, el general actuaba con el respaldo político de la Cámara de Representantes y con apoyo aéreo y logístico del Ejército egipcio.[17]

El 14 de octubre se retomaron los combates tras una llamada a la movilización del LNA a la ciudadanía, que protestó en masa y cortó numerosas calles de la ciudad. Muchos civiles fueron ejecutados por miembros de Ansar al-Sharia. El punto de inflexión que supuso el éxito de esta nueva ofensiva fue, no obstante, la participación del Batallón de Tanques 204, un regimiento del Ejército que hasta el momento no se había unido a Haftar y en virtud de lo cual aún mantenía una base en el corazón de la ciudad. Avanzando desde el Sur, la brigada logró arrebatar la principal base del grupo islamista Brigada de los Mártires del 17 de Febrero, estableciendo una presencia estable en el interior de la ciudad.[17]

Con la combinación de fuerzas en el terreno y la ventaja aérea, el LNA logró avanzar rápidamente por numerosos distritos de la ciudad. En noviembre, Haftar aseguró que sus fuerzas tenían el control del ochenta por ciento de la ciudad.[53]​ No obstante, la batalla evolucionó a una guerrilla urbana y los militares no lograron entrar en varios barrios en los que los soldados de la Shura se atrincheraron, recurriendo a francotiradores y explosivos. Ello provocó un gran desgaste para los civiles, causando para diciembre de 2014 450 muertes y el desplazamiento de 90.000 personas, según Naciones Unidas.[54]

El 6 de febrero de 2015, el LNA logró hacerse con el control del principal puerto de la ciudad, si bien los terroristas seguirían recibiendo suministros a través del cercano puerto de Marisa.[55]

Las milicias de la coalición Amanecer Libio también trataron sin éxito de expandir su dominio más allá de Trípoli, avanzando hacia las refinerías petroleras en el golfo de Sidra. El 13 de diciembre, el LNA empezó a bombardear las posiciones enemigas en la zona, con el objetivo de impedir su entrada en la ciudad costera de Ras Lanuf, de vital importancia para el comercio del petróleo.[56]​ El 25 de diciembre un cohete lanzado por las fuerzas del Amanecer alcanzó uno de los depósitos del puerto de Sidra, que resultó incendiado. Las llamas se extendieron a otros depósitos, causando la pérdida de 1,7 millones de barrilles.[57]

Aprovechándose del vacío de poder, el Estado Islámico ―cuya influencia estaba originalmente limitada a la ciudad de Derna― lanzó ofensivas contra todos los bandos del conflicto en Libia para ampliar su califato. En su expansión se enfrentó tanto a fuerzas liberales, islamistas y yihadistas.

En marzo de ese año, tras haberse acuartelado en Naufaliya, el grupo lanzó un ataque a las milicias de Misurata, bajo el mando del Congreso General de Trípoli, y les arrebató la importante ciudad de Sirte, en el centro del país. Los yihadistas tomaron el control de los edificios de gobierno, la universidad y la estación de radio.[58]​ Semanas más tarde se hicieron con el Aeropuerto de Sirte, el primer edificio de esta categoría que el grupo conquistaría en el país.[59]​ En los meses siguientes continuaron sometiendo la región y, entre otras localidades, ocuparon la ciudad de Haraua.[60]

El califato también se extendió en torno a Bengasi, donde varios milicianos de Ansar al-Sharia abandonaron la organización tras la muerte de su líder Mohamed al-Zahawi y juraron fidelidad a al-Baghdadi.[61][62]

No obstante, pese a su rápido avance en el resto del país, el grupo sufrió una derrota en su primer feudo, Derna, cuando una ofensiva lanzada por el Consejo de la Shura de Derna en julio de 2015 logró matar a decenas de sus combatientes y expulsarles del centro de la ciudad.[63]​ Las hostilidades comenzaron a raíz del asesinato de dos líderes de la Shura, Salim Derbi y Nasir Atiyah al-Akar, en un doble atentado del ISIS.[64]

El LNA también aprovechó la coyuntura y lanzó una ofensiva con la que se hizo con el control de las carreteras de la zona, así como de parte de la periferia de la localidad.[65]

Con el pretexto de combatir al Estado Islámico, Haftar empezó a entablar en 2015 contactos con Rusia para solicitar apoyo económico, diplomático y militar. Con el paso de los meses, el gobierno de Moscú se acabaría convirtiendo en uno de los principales aliados del general renegado, que a cambio ofrecía trato de favor en la exportación de petróleo y posibles puertos en el Mediterráneo.[66]

Conforme aumentaba la crudeza de los combates, Naciones Unidas y la Unión Europea se vieron obligadas a amenazar a los dos parlamentos rivales de Libia con un embargo petrolero y con sanciones económicas si no se sentaban en la mesa de negociaciones, convencidas de que no había solución militar al conflicto y de la necesidad de formar un gobierno de unidad transitorio.[67]​ Lograron así un primer acercamiento entre ambos bandos, que fue coordinado por la Misión de Apoyo de las Naciones Unidas en Libia (también conocida por las siglas UNSMIL, del inglés United Nations Support Mission in Libya), y coordinada por su representante especial, el político español Bernardino León.

La primera ronda de las conversaciones tuvo lugar en Ginebra entre miembros de la Cámara de Representantes de Libia y representantes tribales de las principales ciudades del país, si bien los delegados del Congreso General en Trípoli se negaron a acudir, sosteniendo que el diálogo tendría que tener lugar sólo en Libia.[68]​ Por otro lado, las milicias del Amanecer Libio se comprometieron a cesar las hostilidades en lo que duraban las negociaciones, a lo que el LNA respondió con una declaración similar, aunque seguiría luchando contra el Consejo de la Shura en Bengasi.[69]​ Sin embargo, en febrero de 2015 comenzaron de nuevo los enfrentamientos entre el Amanecer y el LNA en torno a los puertos petroleros del Golfo de Sirte.[70]

A pesar del fracaso de la primera ronda, Naciones Unidas intentó organizar una segunda tanda de negociaciones dentro del país, para lograr así la asistencia de los parlamentarios de Trípoli. La elección de la ciudad donde éstas tendría lugar ya fue motivo de disputa, siendo las ciudades candidatas Ghat, Gadamés, y Kufra.[71]​ Finalmente acordaron reunirse en Marruecos, una decisión que pareció satisfacer a los parlamentarios de Trípoli.[72]​ Cuando todo apuntaba a que por fin tendrían lugar las reuniones, el grupo terrorista Estado Islámico decidió, el 12 de febrero, ejecutar a 21 rehenes coptos de origen egipcio en la ciudad de Sirte, lo que motivó al gobierno de El Cairo bombardeara las posiciones del grupo en Derna.[73]​ Ello fue considerado por los i parlamentarios e Trípoli como una violación a su soberanía,[74]​ mientras que desde Tobruk aplaudieron y la medida y, además, pidieron al LNA aquelse sumara a a ofensiva aérea.[75]

Tras los bombardeos, que no fueron autorizados por Naciones Unidas, el gobierno de al-Sisi inició una campaña diplomática para levantar el embargo armamentístico impuesto por la ONU, que fue respaldado por la propia Cámara de Representantes[76]​ y pronto dio sus primeros frutos. El 26 de febrero, el gobierno italiano de Matteo Renzi expresó que la comunidad internacional debía aumentar su cooperación con el LNA, mientras que el Secretario General de la OTAN, Jens Stoltenberg, prometió ayudar al Ejército Nacional en su lucha contra el ISIS. El Pentágono de Estados Unidos parecía inclinarse por aumentar el apoyo a Haftar, mientras que el Departamento de Estado de John Kerry era reacio a colaborar con Haftar, considerando que debía buscarse una estabilidad duradera y no armar a hombres fuertes contra el terrorismo, estrategia que ya se había probado como desacertada en otras ocasiones.[77]

Un segundo ataque del ISIS el 20 de febrero en la ciudad de Al Quba, con cuarenta víctimas, llevó a la Cámara a rechazar la idea de una solución pacífica y a abandonar las negociaciones.[72]​ Los representantes de Tobruk alegaron que el ISIS y el Amanecer Libio actuaban en connivencia, habiendo declardo un alto fuego tácito entre los dos grupos,[78]​ y que determinadas facciones de Misurata habían incluso enviado refuerzos al grupo terrorista,[79]​ así como al Consejo de la Shura de Bengasi.[80]​ Para los analistas Jason Pack y Mattia Toaldo (Foreign Policy) Egipto y Emiratos Árabes Unidos estaban buscando un pretexto para seguir con su guerra contra los enemigos de Haftar.[77] En esta línea, el 23 de febrero la Cámara decidió poner fin a todos los contratos con empresas turcas en suelo libio, el principal enemigo de Dubái y El Cairo, como presunta condena por el apoyo logístico de Ankara al Amanecer Libio.[81]

A pesar del fracaso de la primera ronda de negociaciones, una visita relámpago de Bernardino León a los miembros de la Cámara en Tobruk les convenció para que votaran a favor de acudir de nuevo a las conversaciones de paz.[82]​ Así, el viernes 6 de marzo comenzaron de nuevo las reuniones para la solución pacífica del conflicto, esta vez en Sjirat (Marruecos), donde previamente se había acordado.[83]​ A lo largo de sucesivas reuniones en Marruecos, Libia y en Ginebra entre los miembros de la Cámara de Representantes y el Congreso General, así como de autoridades civiles, se redactaron un total de tres borradores, pero todos fueron rechazados por diferentes motivos. Sin embargo, un cuarto borrador fue bien recibido por la mayor parte de los negociadores. El documento recogía importantes reformas en el sistema de gobierno de la nación africana:

No obstante, el borrador distaba de ser perfecto para ambos bandos del conflicto. Los miembros del Congreso querían el control total del Consejo de Estado y mayores funciones legislativas. Así, el propio presidente del Congreso, Nuri Abu Sahmain, encabezó una protesta contra el plan de Naciones Unidas en Trípoli.[86]​ Paralelamente, dentro de la coalición Amanecer Libio, se formó una nueva facción, Jabhat al-Sumood ("Frente de la Firmeza"), liderada por Salah Badi e integrada por ciertas milicias de Misurata, que se oponían frontalmente a cualquier plan de paz.[87]

Dentro de la Cámara de Representantes también hubo detractores del cuarto borrador. Algunos parlamentarios veían el Consejo de Estado como un "Caballo de Troya" de sus enemigos del Congreso y consideraban antidemocrático que el grupo de negociadores, el Comité de Diálogo Político, fuera una especie de órgano supremo que supervisara al resto.[85]​ Por otro lado, los cuatro miembros de la minoría islamista dentro de la propia Cámara, representados por Mustafa Abu Shagur, querían que el borrador eliminara el cargo de comandante de las Fuerzas Armadas que ostentaba Jalifa Haftar y que se retirara además a la Cámara el poder de vetar al Gobierno de Acuerdo Nacional, por miedo a que no tuvieran en cuenta las demandas de la oposición.[88]​ A pesar de ello, el borrador fue aprobado con 66 votos a favor y 10 en contra el 24 de junio.[89]

Finalmente, el 12 de julio, el cuarto borrador fue ratificado en Sjirat por los negociadores de la Cámara de los Representantes y varios representantes civiles, pero el Congreso General se negó a acudir al encuentro. Entre los firmantes estaban todos los delegados de la Cámara y los alcaldes de numerosas ciudades como Misurata, Trípoli, Sebha y Zliten. Además, firmaron como testigos un miembro de la Alianza de Fuerzas Nacionales y el líder de los Hermanos Musulmanes en Libia, Mohamed Sowan. En una rueda de prensa conjunta, los embajadores para Libia de Canadá, Francia, Alemania, Italia, Marruecos, Portugal, Rusia, España, Turquía, Reino Unido, Estados Unidos y la Unión Europea bendijeron el acuerdo. El jefe de la misión de Naciones Unidas, Bernardino León, agradeció a todos los participantes su compromiso por la paz y expresó su deseo de que el Congreso General volviera a la mesa de negociaciones, al tiempo que advertía sobre posibles acciones legales contra quienes trataran de impedir el proyecto.[90]

Aunque el Plan de Paz firmado el 12 de julio se había clasificado como "definitivo", León decidió incluir algunas de las reformas propuestas por el Congreso General con las que logró que volvieran a la mesa de negociaciones. Entre algunos cambios, la Sharia (la ley islámica) pasó a ser considerada como fuente de derecho y la composición del Consejo de Estado se reformaba a 145 miembros, 134 de los cuales deberían pertenecer a los electos en 2012. Pero la más importante fue que a este órgano se le concedió un poder directo y no consultivo, ya que su aprobación pasó a ser necesaria para la elección de numerosos cargos dentro de la Administración (jefe de la Corte Suprema, jefe del Banco Central, etc.).[91]​ No obstante, estas medidas resultaron infructuosas, pues el Congreso General se negó a enviar su lista de candidatos al nuevo Gobierno de Acuerdo Nacional hasta que no se incluyeran más de sus modificaciones, y la Cámara de Representantes amenazaba con retirarse después de estos últimos cambios, que consideraron añadidos a traición.[92]

En un movimiento a la desesperada, el jueves 8 de octubre Bernardino León acordó con los representantes de ambos bandos reunidos en Sjirat pero sin el beneplácito de sus respectivos parlamentos la elección de los miembros de un Consejo Presidencial, del que después dependería el resto de ministros del Gobierno de Acuerdo Nacional. Fayez al-Sarraj, un miembro de la Cámara de Representantes, fue elegido como candidato a primer ministro. Para el cargo de viceprimer ministro se designaron a tres personas distintas, uno para cada región histórica de Libia (Tripolitania, Cirenaica y Fezzan): Ahmad Mitig, Fathi al-Majbari y Musa al-Koni. Ali Qatrani de Tobruk, Omar al-Aswad de Zintan, Mohamed al-Ammari, representante del Congreso, y otros dos miembros (Abdessalam Kajman y Ahmed Hamza) completaban dicho órgano.[93]​ Para la presidencia del Consejo de Estado se propuso al islamista Abdulrahman Sewehli, a pesar de que lo acordado en el propio Plan de Paz era que este se eligiera en la primera reunión del mismo órgano.[94]

La primera reacción al Consejo Presidencial fue un estrepitoso fracaso. Ambos parlamentos rápidamente se negaron a reconocerlo[95]​ y Sewehli, la pieza clave para el apoyo del Congreso al Consejo de Estado, dijo que no estaba dispuesto a ocuparse de la presidencia del órgano.[94]​ Por si fuera poco, un escándalo salpicó la figura del enviado Bernardino León, y es que se reveló que había firmado un contrato laboral con Emiratos Árabes Unidos para trabajar en una nueva escuela diplomática en el país, que era uno de los principales aliados internacionales del LNA. El Congreso exigió explicaciones a este hecho "que ponía en duda su credibilidad" y le acusaba de "faltar al respeto a las vidas y sacrificios del pueblo libio".[96]​ El enviado respondió acusando al parlamento de Trípoli, pero también a la Cámara, de estar intentando retrasar el proceso de paz en función de sus propios intereses.[97]​ Ante el clima alcanzado, León, cuyo mandato había expirado hace dos meses pero había sido prolongado por la situación de necesidad, fue sustituido por el diplomático alemán Martin Kobler.

Tras un paro en las negociaciones en noviembre con motivo de la llegada del enviado Kobler, en diciembre se organizó un cumbre internacional de Roma, presidida por el secretario de Estado estadounidense, John Kerry, en la cual se hizo un llamamiento a la formación del gobierno de unidad nacional.[98]​ El 17 de diciembre en Sjirat se firmó por los diputados libios de ambos organismos —de nuevo a título individual— el acuerdo para formar el gobierno de unidad.[99]

En lo que se cree una apuesta personal por conservar el poder, los presidentes del Congreso General, Nuri Abu Sahmain, y de la Cámara de Representantes, Aguilah Issa, dejaron de lado sus diferencias y se reunieron en Malta, donde respaldaron un nuevo proceso de diálogo "Libia-Libia" (sin presencia de países extranjeros) en los que ambos órganos volverían a ser actores clave, en detrimento del Gobierno de Acuerdo Nacional, al cual consideraron un gobierno impuesto desde el exterior.[100]​ De acuerdo con algunas filtraciones, ambos habían planeado escoger entre ellos los miembros de un nuevo Gobierno y estaban bloqueando que se votara el plan de Naciones Unidas en sus respectivos parlamentos.[101]

Sin embargo, con el paso del tiempo el Consejo Presidencial empezó a recibir nuevos apoyos. Los alcaldes de varias importantes ciudades de todo país —entre ellas Zintan, Misurata, Al Baida o Sabrata — se reunieron para manifestar su apoyo al plan de paz.[102]​ Igualmente, los representantes tribales del Este de Libia aceptaron respaldar el nuevo gobierno, si bien de forma condicionada a que figuras como Khalifa Haftar mantuvieran un rol preeminente, en especial en la lucha contra los grupos yihadistas de Bengasi.[103]​ A nivel internacional, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas expresó su respaldo al Consejo Presidencial.[104]

El 25 de enero se votó en la Cámara de Representantes de forma simultánea el plan de paz de la UNSMIL y la primera lista de ministros propuesta por el Consejo. En lo que respecta al programa de transición ratificado en Sjirat, los diputados votaron a favor del proyecto en su conjunto, pero, en una ronda aparte, votaron en contra del artículo 8, que concedía al Consejo el poder de nombrar cargos dentro del Ejército. Esto supuso un primer problema, y es que el propio documento recogía que tenía que ser aprobado o denegado en su conjunto. Kobler dijo tomar nota de las preocupaciones de la Cámara, si bien no se hizo ninguna modificación inmediata del tratado. En lo que respecta a la lista propuesta de ministros, esta fue rechazada por ser demasiado larga, compuesta de 32 ministerios y 2 viceministros para cada cargo.[105]

El 14 de febrero el Consejo Presidencial logró proponer una lista reducida de 18 ministerios, aunque dos de sus miembros —Qatrani y al-Aswad— se negaron a firmarla por discrepancias en torno a la persona que debía ocupar el Ministerio de Defensa.[106]​ Ante esta nueva lista, que no presentaba verdaderos motivos para ser rechazada, los opositores del Gobierno de Acuerdo Nacional decidieron dejar de acudir a las sesiones de la Cámara de Representantes, de forma que éstas se posponían hasta alcanzar el quórum necesario, haciendo así que el Gobierno no pudiera ser ratificado. En este escenario, 100 de sus 176 miembros firmaron a título personal un documento respaldando el proyecto de paz y denunciando presiones internas para no votar.[107]

Con esta nueva legitimación interna, el propuesto Gobierno de Acuerdo Nacional se declaró a sí mismo ya enteramente como el Gobierno en funciones y por tanto como el nuevo representante del pueblo libio, papel que fue aceptado por las Naciones Unidas y la comunidad internacional. Este acto fue, en cambio, no reconocido ni por el Congreso General ni por la Cámara de Representantes.[108]​ El gabinete de Sarraj se convirtió pues en un tercer gobierno en el exilio y con sede en Túnez, con reconocimiento a nivel exterior pero sin ningún poder factual dentro del territorio libio. La Unión Europea expresó su apoyo al nuevo ejecutivo imponiendo sanciones a los líderes del Congreso —Abu Sahmain— y la Cámara —Aguilah Issa— por haber boicoteado el proceso.[109]

En marzo de 2016, Fayez al-Sarraj y otros cinco miembros del Consejo Presidencial intentaron trasladarse a Trípoli desde Túnez para hacerse cargo de la dirección política del país. Las milicias islamistas que apoyaban al Congreso General y al Gobierno de Salvación (entonces presidido por Jalifa al-Ghawil, que había sustituido a Omar al-Hasi) trataron de impedir su llegada. Sin embargo, algunos componentes de la antigua coalición Amanecer Libio rápidamente declararon su apoyo al Consejo Presidencial. Esto incluyó a numerosas brigadas de Misurata y a otras brigadas de la propia ciudad, como Qubat al-Radaa o la Brigada Nawasi.[110]

En un primer momento, Sarraj y el resto de representantes intentaron aterrizar en el aeropuerto de Mitiga, pero tuvieron que desviar su destino tras ser recibidos con disparos de baterías antiaéreas.[111]​ Unos días más tarde, el 30 de marzo, los delegados partieron en barco de la ciudad tunecina de Sfax y consiguieron desembarcar en la base naval de Abu Sitta, donde contaron con la protección de una parte del Ejército Libio (desvinculado del LNA) y determinadas milicias de Misurata radicadas en la ciudad.[112]​ A pesar de que por primera vez desde el principio de la guerra dos Gobiernos contrapuestos se encontraban en una misma ciudad, no hubo ningún enfrentamiento entre las fuerzas de ambos bandos, sino que cada una de ellas se limitó a acuartelarse en torno a sus edificios de gobierno. Caben destacar, no obstante, dos altercados, y es que la sede del canal islamista Al Nabaa TV[113]​ y la oficina de Ghawil en la carretera Sikka[114]​ fueron tomadas por hombres leales al nuevo Gobierno de Acuerdo. En los días siguientes, Sarraj visitó importantes lugares de la capital como la Plaza de los Mártires o la Mezquita de Mizran,[115]​ al tiempo que se citó con otras personalidades del Banco de Libia o la Compañía Nacional de Petróleo, que le expresaron su apoyo.[116]​ El propio enviado de la ONU, Martin Kobler, se desplazó brevemente a la ciudad.[117]

Las respuestas a la llegada del nuevo Gobierno fueron variadas. Diez localidades del Este de Trípoli expresaron su apoyo al Ejecutivo de Sarraj, así como la Guardia de Instalaciones Petrolíferas de Ibrahim Jadhran, una importante milicia cirenaica que controlaba ciertas refinerías de crudo de la región.[118]​ La Cámara de Representantes condenó que se sometieran a la protección de las milicias de Trípoli y no a la del LNA, al tiempo que hacía énfasis en la necesidad de que el órgano votara la aprobación de su lista de ministros antes de que empezaran a gobernar, considerando el gabinete de Abdullah al-Thani el único ejecutivo válido. Los defensores del Gobierno de Salvación y el Congreso General lo consideraron un acto ilegal,[119]​ pero, sin embargo, una sección del Gobierno de Salvación dimitió “para evitar el derramamiento de sangre”.[120]

La reacción más relevante fue, no obstante, la de un grupo de diputados del Congreso, los cuales, encabezados por su vicepresidente, Saleh Al-Makhzoum, aprobaron una reforma en la Constitución incluyendo las medidas del Acuerdo Político de Naciones Unidas, declararon la disolución del órgano y, al instante, dieron por inaugurada la primera sesión del Consejo de Estado Superior, la Cámara Alta diseñada por los representantes en la ONU como la encargada de supervisar la legislación de la Cámara de Representantes.[121]​ La medida fue, por supuesto, controvertida. El otro bloque del Congreso General, encabezado por Nuri Abu Sahmain, denunció la ilegalidad de la escisión.[122]​ La Cámara de Representantes, por su lado, declaró que, como el legítimo parlamento de Libia, era el único órgano con legitimidad para aprobar una reforma constitucional y que, hasta que ello no fuera llevado a cabo, el Consejo de Estado no podía ser formado.[123]​ Por último, ni la creación de este autoproclamado Consejo de Estado ni la elección de sus miembros se hizo de acuerdo a lo recogido en los artículos del plan de paz.[124]​ Aún con su legitimidad discutida, el nuevo organismo empezó a ejercer sus funciones y esta vez sí Abdulrahman Sewehli aceptó ejercer su presidencia. El 22 de abril, fuerzas leales a Sewehli tomaron el control de las instalaciones del Congreso, acuartelado en el Hotel Rixos de Trípoli. Además, según varias fuentes, Nuri Abu Sahmain abandonó la ciudad de forma clandestina.[125]​ El Congreso emitió un comunicado asegurando seguir teniendo la soberanía sobre Libia, si bien en la práctica quedaba disuelto.[126]

Con su posición en Trípoli afianzada, el Gobierno de Sarraj y el Ejecutivo leal a la Cámara de Representantes empezaron una pugna por el poder político en el país que abarcó varios ámbitos. En primer lugar, cada una de las dos administraciones empezó a utilizar su propia versión de la moneda, el dinar libio, sin el reconocimiento de la divisa del contrario. La versión del dinar en el Este de Libia estaba siendo impresa por Rusia sin autorización del Banco Central de la nación africana.[127][128]​ En la misma línea, el Gobierno de Tobruk empezó a exportar crudo sin el beneplácito de la Corporación Nacional de Petróleo, aunque en este caso Naciones Unidas pudo intervenir vetando la compra del combustible procedente de Tobruk, en favor del Ejecutivo de Trípoli. [129]​ A nivel internacional, Estados Unidos y varios países europeos y árabes se reunieron en Viena para expresar su voluntad de apoyar militarmente al gabinete de Sarraj contra el Estado Islámico, si bien el embargo armamentístico impuesto por la ONU no fue levantado. [130]

Mientras que en el plano político se redoblaron los esfuerzos para encontrar una salida pacífica al conflicto entre las diferentes autoridades del país, en el plano militar se lanzaron importantes ofensivas por parte de todos los bandos para derrotar al grupo terrorista del Estado Islámico y sus aliados en Libia. En concreto, el LNA de Haftar coordinó una gran operación militar en Bengasi que dejó reducida la presencia del grupo a dos barrios de la ciudad, mientras que las fuerzas armadas bajo el control del Gobierno de Acuerdo Nacional en Trípoli se hicieron con la totalidad del bastión del grupo en Sirte y sus alrededores. Paralelamente, la coalición islamista del Consejo de la Shura de Derna expulsó por completo al grupo de dicha ciudad.

En esta campaña, tanto el LNA de Bengasi como el de Ejército Libio de Trípoli contaron con la ayuda de la comunidad internacional, que intervino activamente en la nación africana. En lo que respecta a la batalla de Sirte, Estados Unidos lanzó el 1 de agosto la llamada Operación Odyssey Lightning a petición del Gobierno de Acuerdo Nacional, una campaña de bombardeos aéreos contras las posiciones del grupo.[131]​ Italia estableció un hospital de campo en las proximidades del aeropuerto de Misurata para asistir médicamente a los soldados heridos en la ofensiva, el cual contaba con cien sanitarios y doscientos soldados para su defensa.[132][133]​ Un portavoz militar del Ejército del Gobierno de Acuerdo Nacional confirmó además estar recibiendo apoyo logístico de Reino Unido en su lucha contra el ISIS.[134]​ Otros medios de comunicación como Sputnik informaron de la presunta existencia de fuerzas especiales británicas y norteamericanas en el terreno tanto en Sirte como en Bengasi.[135]​ La presencia de tropas extranjeras en Sirte ha sido negada por fuentes militares del Gobierno de Acuerdo Nacional.[134]

En lo que respecta a las fuerzas leales a Haftar, el 18 de julio tres soldados de las fuerzas especiales francesas fallecieron tras el derribo de un helicóptero por un misil SA-7 portátil lanzado por insurgentes islamistas en la ciudad de Bengasi. Inicialmente, el presidente francés Francois Hollande señaló que se trataba de un accidente, pero después el Ministerio de Defensa confirmó que la aeronave había sido derribada, poniendo de manifiesto la presencia de fuerzas galas en el país.[136][137]​ Finalmente, el general Haftar en persona viajó en junio a Moscú para ser recibido por los Ministros de Defensa y Asuntos Exteriores rusos, una reunión que fue interpretada como un intento de cerrar un acuerdo de transferencia de armas con el Kremlin, a pesar del embargo armamentístico impuesto por la ONU.[138]

Ofensiva del LNA en Bengasi: Operación Sangre de los Mártires. Creación de las Brigadas de Defensa de Bengasi (BDB).

En febrero de 2016, el LNA de Haftar lanzó una gran ofensiva militar para hacerse con el completo control del Este del país. La primera victoria fue la toma de la localidad de Ajdabiya, en manos de milicias islamistas. Días después comenzaba la Operación Sangre de los Mártires, para la liberación final de Bengasi.

En sus primeros días el LNA logró un importante éxito tras hacerse con el control del puerto de Marisa, a través del cual los terroristas del Estado Islámico y la Shura recibían suministros militares.[139]​ Más tarde el LNA tomó los céntricos distritos de Hawari, Bo Atni y Leithi, así como parte de la zona turística de Ganfouda, en la periferia este.[140]​ En junio del mismo año las fuerzas armadas capturaron el importante barrio de Garyounis.

La influencia de los yihadistas quedó así reducida a cuatro únicos barrios (Ganfouda, Gwarsha, As-Sabri y Souq al-Hout), donde los francotiradores del grupo se habían atrincherado, logrando frenar el avance de los militares.[141]Amnistía Internacional denunció la situación de los civiles atrapados por los combates en esas áreas, sin apenas suministros y sometidos a bombardeos aéreos continuos.[142]​ El LNA respondió asegurando estar en contacto con las familias de la zona y haberles ofrecido rutas seguras al exterior.[143]

Por otro lado, en julio de 2016 surgió un nuevo grupo armado, las Brigadas de Defensa de Bengasi (militares de ideología islamista y opuestos a Haftar) que empezó a avanzar sobre la ciudad tras capturar numerosas localidades y aldeas al Oeste.[144]​ El 23 de julio el LNA logró frenar su avance[145]​ y lanzó una contra-ofensiva para recapturar todas las zonas bajo su control.[146]

En noviembre, el LNA logró romper meses de impás al hacerse con el control del distrito de Gwarsha.[147]​ El 25 de enero de 2017 el LNA tomó la mayor parte del barrio de Ganfouda, la última posición islamista al sur de Bengasi, si bien un grupo de la Shura se atrincheró con sus familias durante meses en los llamados Aparmentos 12.[148]​ El líder de la Brigada Escudo de Libia, Wisam Ben Hamid, a su vez uno de los hombres más influentes dentro del Consejo de la Shura, murió en un ataque aéreo durante la ofensiva.[149]

El 20 de abril, el Estado Islámico abandonó sus últimas posiciones en Derna (el llamado Barrio 400 y la localidad vecina de al-Fatayeh) tras los continuos bombardeos del LNA de Haftar y el hostigamiento de las milicias de la coalición islamista del Consejo de la Shura de Derna, que se hizo con el control completo de la ciudad. Los soldados del ISIS partieron en convoy hacia el desierto con dirección a Sirte, si bien parte de la comitiva logró ser interceptada por las brigadas de la Shura.[150]

Tras su liberación, los residentes de la ciudad tomaron las calles para celebrar la derrota del ISIS y emplazaron numerosas banderas libias, hecho significativo teniendo en cuenta que la Shura solía prohibirlas en favor de banderas negras de la yihad.[151]​ A pesar de ello, la Fuerza Aérea del general Haftar siguió bombardeando la ciudad, con el objetivo de debilitar a las milicias para una eventual ofensiva terrestre.[152]

Batalla por el golfo de Sirte: Operación al-Barq al-Khatif y Operación al-Bunyan al-Marsous.

Teniendo Sarraj el control total de Trípoli y el LNA de Haftar la mayor parte del Este de Libia, ambos bandos declararon su intención de tomar el último y principal bastión del Estado Islámico en Libia.[153]​ El difunto Gobierno de Salvación Nacional de al-Ghawil declaró igualmente su intención de organizar una campaña militar para la liberación de la ciudad, sin repercusión real alguna.[154]

En un primer momento, las fuerzas del general Haftar se coordinaron en la Operación Gardabia II, que en mayo logró hacerse con el control de la ciudad Zallah, en manos de milicias islamistas ligadas a la anterior coalición del Amanecer Libio.[155]​ Sin embargo, más tarde se acabaría desvelando que la lucha contra el terrorismo era en realidad una cortina de humo del general, quien desplegaría a sus tropas en los enclaves petroleros controlados por las fuerzas cirenaicas. Así, en septiembre lanzó la Operación al-Barq al-Khatif ("Rayo Repentino") contra la Guardia de Instalaciones Petrolíferas (PFG por sus siglas en inglés), arrebatándolas el control de Ras Lanuf, Sidra y Zuetina.[156]​ No obstante, no se produjo ningún derramamiento de sangre, puesto que Salah al-Atewish, el líder de la tribu Magharba (a la que la mayor parte de los miembros del PFG pertenecían) les persuadió para que abandonaran pacíficamente sus posiciones. Al-Atewish sobreviviría meses más tarde a un intento de atentado fallido, el cual algunas fuentes relacionaron con Jadhran.[157]

A diferencia de las fuerzas del general Haftar, las brigadas leales al Gobierno de Acuerdo Nacional sí lograron avances reales contra el Estado Islámico. El Primer Ministro Sarraj, en calidad de Comandante en Jefe de la nación africana, creó tres salas de operaciones: una para la ciudad de Sabratha, otra para el Este del país –formada por soldados de las PFG– y otra para el Oeste –formada principalmente por milicias de Misurata–. Fueron estas dos plataformas, coordinadas bajo la Operación Al-Bunyan al-Marsous, las que consiguieron los mayores avances.[158]

Realizando un movimiento de pinza, la Guardia de Instalaciones Petrolíferas y las brigadas de Misurata avanzaron desde Este y Oeste, respectivamente, hasta encontrarse en Sirte. Así, en mayo las PFG tomaron el control de Naufaliya y Ben Yauad,[159]​ en la periferia oriental, mientras que en junio las fuerzas de Misurata tomaban la localidad e Abu Qurayn[160]​ y la Base Aérea de Ghardabiya.[161]​ El ocho de ese mismo mes las fuerzas de Misurata entraron por primera vez en la ciudad[162]​ y empezó una larga batalla de combate urbano. El 9 de junio las Guardias Petroleras tomaron la localidad cercana de Harawa, eventualmente logrando el cerco absoluto del Estado Islámico en Sirte.[163]

Para septiembre de 2016, la Operación al-Bunyan al-Marsous ya había liberado la mayor parte de Sirte, incluidas la universidad y el Centro de Conferencias Ouagadogou, considerado el "cuartel" del ISIS en la ciudad.[164]​ Solamente en los Distritos 3 y 600, ambos residenciales, el grupo logró mantenerse presente, recurriendo a coches bomba, francotiradores y trampas explosivas.[165]

El 16 de diciembre de 2016, tras meses de resistencia por parte del Estado Islámico, las fuerzas de al-Bunyan al-Marsous tomaron las últimas viviendas en manos del grupo terrorista, localizadas en la urbanización al-Ghiza Bahriya. La campaña se saldó con 712 muertos de la coalición y 3.120 heridos. El ISIS se quedó así oficialmente sin ninguna ciudad bajo su control en Libia, si bien seguiría presente en las incontrolabes regiones del desierto y a través de células durmientes.[166]

A medida que transcurría el tiempo, se empezó a hacer evidente el fracaso del Gobierno de Acuerdo Nacional en monopolizar la dirección política del país. En primer lugar, una de las sesiones de la Cámara de Representantes finalmente alcanzó el quórum necesario para votar sobre la aprobación de los miembros del gabinete —esta llevaba posponiéndose continuamente desde febrero de 2016—, pero el resultado fue negativo. Al-Sarraj anunció que el Consejo Presidencial no presentaría una tercera lista de ministros hasta que la Cámara se comprometiera plenamente con el proyecto de paz y aceptara o reformara su texto. Es necesario recordar que la Cámara llegó a votar a favor del plan de paz ratificado en Sjirat, pero rechazó el Artículo 8 (que entregaba al Gobierno de Acuerdo Nacional el control del Ejército).

Igualmente al-Sarraj acusó al director del Banco Central de Libia, Sadiq el-Kaber, —que originalmente se posicionó a favor del Ejecutivo de transición— de tratar de realentizar el proceso de inyección de capital para evitar una devaluación de la moneda, agravando la situación del país. Sin suficientes fondos, el Gobierno no pudo llevar a cabo ninguna medida para mejorar la situación nacional, como, por ejemplo, financiar la reforma de las Fuerzas Armadas.[167]​ Otro problema a nivel económico fue que el presidente de la Compañía Nacional de Petróleo, Mustafa Sanalla, empezó a exportar crudo desde los puertos de Sirte recién capturados por Haftar (a pesar de que se había negado a hacerlo cuando estaban bajo el control del Gobierno, alegando el temor a una huelga de trabajadores).[168]

También desde el propio bando de partidarios del Gobierno de Acuerdo Nacional surgieron complicaciones, y es que el presidente del Consejo de Estado Superior, Abdulrahman Sewehli, declaró unilateralmente que el órgano pasaba a ser la única asamblea legislativa —en vez de ser una Cámara alta— y que la Cámara de Representantes había quedado deslegitimada. La medida no tuvo ninguna repercusión, pues no existía ninguna clase de vinculación parlamentaria entre ambos cuerpos, pero deterioró aún más las relaciones.[169]

Por último, Musa al-Kuni dimitió de su puesto dentro del Consejo Presidencial como señal de protesta, después de que Fathi al-Majbari, otro de sus miembros, aprovechara una ausencia temporal de Sarraj por motivos familiares para intentar nombrar por su propia cuenta a varios nuevos ministros.[170]

Surgimiento de la Dar al Islam: una nueva militancia islamista.

Mientras que algunos integrantes del Congreso General como Nuri Abu Sahmain habían escapado de la capital y otros como Abdulrahman Sewehli se habían unido al nuevo gobierno, el clérigo Sadiq al-Ghariani permaneció como la cabeza visible de la oposición islamista a las autoridades libias, emitiendo una fetua declarando "10 años de yihad" contra el Ejecutivo de transición.[171]

Así, en Derna, el Consejo de la Shura de los Muyahidines declaró que la Dar al-Ifta ("Casa de la Fetua") de Ghariani era la legítima fuente de legitimidad de Libia y la única autoridad competente para elegir jueces y arbitrar las leyes.[172]

Por otro lado, en Bengasi, aunque buena parte de la militancia islamista se había unido al Estado Islámico y a su aspiración de un califato pan-islámico, las Brigadas de Defensa de Bengasi juraron bay'a (lealtad) al proyecto de al-Ghariani.[173]​ Conforme el LNA avanzaba en Bengasi, la mayor parte de los brigadistas se asentaron en Trípoli y en otras localidades al Oeste del país, donde el ámbito de influencia del clérigo era mayor.[174]​ La cúpula del Consejo de la Shura de los Muyahidines de Bengasi también se desplazó a Trípoli, donde crearon una rama local.[175]

Ghariani se convirtió así en el centro de un movimiento islamo-nacionalista en Libia contrario al Gobierno de Acuerdo Nacional, pero también al Estado Islámico, a pesar de compartir gran parte de su ideología con este último. Fue descrito como la versión libia del Ayatolá Jomeini, el guía supremo de la revolución iraní de 1979, o como la cabeza de la Dar al-Islam ("Casa del Islam") libia, es decir, aquel territorio de soberanía musulmana donde la sharía prevalece.[172]

El 14 de octubre, Jalifa al-Ghawil y otros miembros del Gobierno de Salvación Nacional y del Congreso General, que inicialmente habían abandonado Trípoli, reaparecieron en la capital con vehículos armados y tomaron el control del Hotel Rixos al-Nasr, donde se reunía el Consejo de Estado Superior. Puesto que los guardas de la instalación llevaban meses sin cobrar, decidieron rendir el edificio sin oponer resistencia.[176]

Inicialmente al-Sarraj y los demás miembros del Gobierno de Acuerdo Nacional trataron de actuar con normalidad para mantener el orden público, buscando así de deslegitimar el poder de los golpistas, cuyo control se limitaba al hotel y sus aledaños.[177]​ Sin embargo, la situación se agravó cuando la milicia semi-oficial de la Sala de Operaciones de los Revolucionarios de Libia (SORL) declaró su apoyo al resurgido Gobierno de Salvación.[178]​Días más tarde, milicianos leales a al-Ghariani (vinculados a las Brigadas de Defensa de Bengasi) y miembros de las brigadas de Misurata de Salah al-Badi organizaron un convoy militar que desfiló por la Plaza de los Mártires y en cual se leyó un manifiesto que criticaba al Consejo Presidencial. Parte de la antigua coalición Amanecer Libio amenazaba así con tomar forma de nuevo.[179]

El 2 de noviembre, la tensión se disparó cuando dos miembros de la Brigada Qubat al-Rada, contraria a la renaciente alianza islamista y alineada con el Gobierno de Acuerdo Nacional, fueron ejecutados en la calle.[180]​ En cambio, el 21 de noviembre el clérigo Nadir al-Omrani, mano derecha de al-Ghariani, era encontrado asesinado.[181]

Tras el resurgir del Gobierno de Salvación Nacional las milicias de Trípoli dibujaron un nuevo mapa de alianzas, que responde tanto a motivos de interés como políticos. Por un lado, la Sala de Operaciones de los Revolucionarios Libios, las Brigadas de Defensa de Bengasi y determinadas milicias de Misurata, así como las Fuerzas Móviles Nacionales y ciertos remanentes del LIFG, crearon un polo islamista vagamente alineado con Jalifa al-Ghawil. Por otro lado se encontraban Qubat al-Rada, las Brigadas Revolucionarias de Trípoli, el Consejo Militar de Abu Salim y, en menor medida, Fursan al-Janzour.[182]

El 1 de diciembre comenzaron las hostilidades cuando las fuerzas de Abu Salim intentaron tomar el Campamento 77, una posición en manos de brigadas islamistas cercana a Bab al-Azizia. Éstos respondieron intentando avanzar sobre el Zoo de Trípoli, el cual estaba siendo utilizado por el Consejo Militar como garaje para sus vehículos armados.[182]​ A la mañana siguiente, la Brigada de Revolucionarios de Trípoli y los milicianos de Abu Salim tomaron por completo el Campamento 77.[183]

Paralelamente, los hombres de Qubat al-Rada tomaron, en el centro de la capital, el hotel Radisson Blue al-Mahary, el Ministerio de Asuntos Exteriores y el cuartel de la 6ª División, una milicia aliada con el Gobierno de Salvación. También atacaron una base de las Brigadas de Defensa de Bengasi en el barrio de Souq al-Juma.[182]

Desde el Este de Libia, el general Haftar respondió a los enfrentamientos llamando a todos los oficiales del LNA a estar preparados para una "marcha sobre Trípoli". En un evento excepcional, tanto el Consejo Militar de Zintan como el de Misurata, tradicionalmente enfrentados, aseguraron que no tomarían parte en ninguna ofensiva sobre la ciudad. Misurata fue más allá y aseguró que tampoco permitiría que ningún otro bando avanzara sobre la ciudad, al tiempo que expresaba la urgente necesidad de que el Consejo Presidencial nombrara un comandante en jefe del Ejército al margen de Haftar.[184]

En 2017 se retomaron los combates y el 12 de enero fuerzas leales al Gobierno de Salvación atacaron los Ministerios de Defensa, Empleo y de los Mártires, no estando claro si lograron hacerse con su control de forma permanente.[185]

El 13 de enero los milicianos de Qubat al-Rada arrestaron a uno de los jefes de las Fuerzas Móviles, acusándole de estar involucrado en actividades criminales. El grupo respondió desplegando barricadas y controles militares en los barrios del Oeste de la capital (Seraj, Janzour, Ghut al-Shaal y Hay al-Andalous).[186]

Con el Estado Islámico derrotado, algunos de los grupos armados del Este de Libia centraron su atención en recuperar los puertos petroleros que en septiembre habían caído en manos del LNA de Haftar. Así, en diciembre de 2016 se lanzó una ofensiva supuestamente coordinada por el Ministro de Defensa del Gobierno de Acuerdo Nacional Mahdi al-Barghati (de la que se luego se desmarcó una vez había fracasado y de la que el Consejo Presidencial de al-Sarraj afirmó no haber sido informado), los hombres leales al líder cirenaico Ibrahim Jadhran y las Brigadas de Defensa de Bengasi del muftí al-Ghariani.[174]

Originalmente consiguieron hacerse con el control de las localidades de Ben Yauad y Naufaliya, pero rápidamente fueron expulsados por la nueva rama "oficialista" de la Guardia de Instalaciones Petrolíferas, creada por Haftar en septiembre y con el Coronel Muftah Al-Magariaf a la cabeza.[174]​ Como respuesta a los ataques, el LNA empezó a bombardear la Base Aérea de Al Jufrah, donde los hombres de las Brigadas de Defensa estaban acuartelados.[187]

El 9 de febrero de 2017 se anunció en Trípoli la creación de un nuevo grupo armado, la Guardia Nacional Libia (LNG por sus siglas en inglés). Días antes varios de sus efectivos se desplazaron desde Misurata, de donde la mayor parte de los combatientes provenían, y se establecieron en el distrito de Salahadin. Su líder, el coronel Mahmud al-Zigal, declaró que el objetivo del grupo era "combatir a los grupos terroristas como el ISIS". Pronto se desveló en realidad como una fuerza aliada con el Gobierno de Salvación de Jalifa al-Ghawil (aunque declaró estar desligada de cualquier asunto político). Tanto es así que sus funciones se solapaban frontalmente con las de la Guardia Presidencial del GNA,[188]​ razón por la cual este la declaró ilegal.[189]

Se componía en su mayor parte de miembros de la Brigada al-Marsa de Misurata,[190]​ la cual, si bien era parte al-Bunyan al-Marsous, se había opuesto al Gobierno de Acuerdo Nacional.[191]​ Uno de sus líderes era Salah Badi, figura importante del Amanecer Libio y actor clave en la batalla que resultó en la destrucción del Aeropuerto de Trípoli en 2014. Igualmente la integraban brigadas de otras ciudades de origen bereber como Khoms, Zliten, Msallata, Sabratha, Surman, Ubari, Jumayl, Zauiya y Gharyan, siendo estas dos últimas ciudades controladas por el grupo.[188]​ Fuerzas de la brigada de Salah al-Burki (vinculada al LIFG) también lucieron el estandarte de la Guardia Nacional.[188]

La llegada de la Guardia Nacional provocó el aumento de la tensión en Trípoli, y ese mismo día ocurrieron combates entre el Consejo Militar de Abu Salim y la brigada de Salah al-Burki en el barrio de Abu Salim.[190]​ El 11 de febrero los enfrentamientos se desplazaron a los barrios del Sur de Trípoli, incluido el distrito de Salahadin, donde la Guardia tenía su base. En esta ocasión los choques fueron entre el Batallón de los Revolucionarios de Trípoli y la milicia de Misurata Sherikhan, vinculada a la LNG.[192]

El 16 de febrero, en una demostración de poder, Jalifa al-Ghawil y efectivos de la LNG organizaron una ceremonia de reapertura del Aeropuerto Internacional de Trípoli, destruido en 2014. En el evento estuvieron también presentes el comandante de la Guardia, al-Zigal, y conocidas figuras de la esfera islamista vinculadas al difunto Congreso General y a los Hermanos Musulmanes. Khaled al-Sharif (miembro del LIFG) y Salah Badi, los principales responsables del estado ruinoso del aeropuerto, también fueron invitados. [193]

El 20 de febrero, Fayez al-Sarraj y Abdulrahman Sewehli sobrevivieron a un intento de asesinato cuando dos hombres armados en un Toyota abrieron fuego contra el automóvil en el que ambos políticos viajaban. Sewehli acusó al Gobierno de Salvación de estar detrás de los hechos. [194]

El 24 de febrero los enfrentamientos resurgieron en Abu Salim entre el Consejo y la brigada de Salah al-Burki. En esta ocasión el Batallón de los Revolucionarios desplegó 5 tanques en el barrio para apoyar al Consejo. Ante la escalada de la violencia, el Consejo Presidencial trató de negociar un alto al fuego. La propia LNG intervino contra su aliado y ordenó el cese de las hostilidades, asegurando que de lo contrario tomaría el distrito. [195]

En algún punto entre finales de 2016 e inicios de 2017 el LNA cedió el control del Aeropuerto Militar de al-Khadim, vecino a la localidad oriental de al-Marj, a la Fuerza Aérea de los Emiratos Árabes Unidos. Entre marzo y noviembre de ese mes comenzaron a llevarse a cabo obras para el desarrollo y la ampliación de la base con nuevos hangares, según demostró un equipo de expertos de Naciones Unidas a través del análisis de imágenes satelitales.[196]​ Por el tamaño de los hangares, éstos podían contener aviones F-16 o Mirage 2000, los mismos que Emiratos había usado en sus operaciones en Eritrea.[197]

Además, se avistaron en la base al menos seis aviones militares de propiedad emiratí, en violación del embargo militar impuesto sobre Libia por la ONU. Según unos analistas consultados por la revista Time, se trataban de aeronaves modelo Archangel, fabricadas por la empresa estadounidense Iomax. Se trata de aeronaves de cosecha equipadas con armas y equipos de vigilancia, una técnica militar que data de la guerra de Vietnam. El propio CEO de la empresa confirmó que los aviones en las imágenes pertenecían a su compañía, pero aseguró que los habían vendido legalmente a Emiratos Árabes y no al LNA.[198]

Anteriormente, en diciembre de 2016, la misma revista había avistado aviones de cargo rusos (Ilyushin Il-76 e Ilyushin Il-18), los cuales supuestamente habían transportado los materiales para la expansión de la base. Por otro lado, la revista JDW demostró la presencia de al menos dos drones Wing Loong de fabricación china.[198]​ Además, el panel de expertos de Naciones Unidas también confirmó la entrega de 93 transportes blindados y 549 vehículos armados y no armados, incluyendo modelos como el Panther T6 de fabricación emiratí. Según los expertos, la entrega de los vehículos se realizó por mar con el flete organizado y costeado por Arabia Saudí.[196]

Por otro lado, la agencia Reuters descubrió, en marzo de 2017, la presencia de fuerzas especiales rusas y drones en el Aeropuerto de Sidi Barrani, en Egipto, a escasos kilómetros de la frontera libia. Según los periodistas, su objetivo era el de apoyar a Haftar en sus ofensivas militares.[199]​ En enero de ese mismo año, Haftar fue invitado a bordo del navío ruso Admirante Kuznetsov, que navegaba por las costas libias rumbo a Siria para apoyar militarmente al régimen de Bashar al-Ásad. La reunión fue la tercera en meses entre las autoridades rusas y Haftar, que ya en julio y noviembre de 2016 se había reunido en Moscú con Serguéi Lavrov.[200]​ Algunos analistas sospecharon que el Kremlin estaba planeando la creación de una nueva base en el país para controlar el Mediterráneo.[201]

Tras el intento fallido en diciembre de 2016 de arrebatar al LNA el control del Golfo de Sirte, las Brigadas de Defensa de Bengasi avanzaron de nuevo desde Al-Jufra para tratar de tomar los puertos petrolíferos. Al igual que la vez anterior, los llamados "Guardias de las Instalaciones Petrolíferas" también participaron en los combates, aunque su líder, Ibrahim Jadhran, fue arrestado por una banda de criminales en la ciudad fronteriza de Nalut cuando trataba de entrar en el país desde el extranjero.[202]

Al contrario que en la anterior experiencia, en esta ocasión la ofensiva fue exitosa, haciéndose en un solo día (el 3 de marzo) con el control de los puertos de Ras Lanuf y Sidra. El asalto se lanzó al amanecer, con varias columnas de 2 o 3 vehículos viniendo de distintas direcciones, las cuales el LNA intentó sin éxito repeler con ataques aéreos.[203]

Al día siguiente los soldados trataron de lanzar una contraofensiva, pero fueron derrotados. Los militares se retiraron después a la localidad de El Agheila, mientras que amasaban refuerzos más al Este en Brega. Fuentes castrenses aseguraron haber congregado a más de 5.000 soldados, mientras que Haftar viajó a El Cairo para coordinar la contraofensiva con el gobierno de al-Sisi.[204]Emiratos Árabes Unidos también intervino para auxiliar al LNA, llevando a cabo varios bombardeos aéreos. Su intervención fue clave para cambiar las tornas de la batalla.[197]​ Las ciudades de Ras Lanuf y Sidra fueron golpeadas, y, en menor medida, Ben Yauad y Naufaliya. El LNA alertó a la coalición al-Bunyan al-Marsous de abandonar la zona si no quería ser atacada. Por último, además del apoyo internacional, una brigada de milicianos de la etnia Tebu se desplazó presuntamente a la zona para reforzar al LNA. Miembros de la tribu Warshefana también respaldaron a los militares.[205]

El portavoz de las fuerzas armadas, Ahmad al-Mismari, aseguró que varias brigadas de Misurata estaban respaldando la ofensiva. También se unieron al ataque milicianos cirenaicos leales a Jadhran en Ajdabiya, que abrieron fuego contra convoyes militares. De hecho, cabe destacar la participación del primo de Ibrahim Jadhran, el islamista Osama Jadhran.[206]​ El vocero militar también afirmó que Qatar y Turquía habían respaldado la ofensiva. En efecto, algunos analistas consideraron que dichos países habían respaldado el asalto como un castigo a Haftar por negarse a reunirse con Fayez al-Sarraj en repetidas ocasiones, imposibilitando una solución pacífica a la crisis.[203]​ Incluso se insinuó que Egipto también había permitido la ofensiva para forzar a Haftar a sentarse en la mesa de negociaciones.

El Consejo Presidencial emitió un comunicado condenando la violencia y negando cualquier relación con la ofensiva, si bien dos de sus miembros (Abdulsalam Kajman y Mohamed al-Amari) respaldaron a título personal a las Brigadas de Bengasi.[207]​ A pesar de esta declaración, de nuevo hubo indicios de la presencia de fuerzas fieles al Ministro de Defensa, Mahdi al-Barghati, en la ofensiva.[205]​ El 7 de marzo, al margen de la previa condena, el Consejo Presidencial ordenó a su propia rama de la Guardia de Instalaciones Petrolíferas (desvinculada de Jadhran) entrar en Ras Lanuf y Brega para proteger las plantas de obtención de crudo y garantizar que la producción no se detenía. Esta era dirigida por Idris Abu Khamada, quien ya ocupó el cargo en 2013 durante el mandato del Primer Ministro Alí Zeidan. El movimiento fue visto como una maniobra del Consejo Presidencial para hacerse con el control de los dos enclaves antes de que el Gobierno de Salvación las reclamara para sí. También fue entendido como un intento de ganar el apoyo de la tribu Maghariba (a la que Abu Khamada pertenecía), que previamente había respaldado el movimiento federalista dirigido por Jadhran. El propio Jadhran era considerado como cercano a Abu Khamada.

Las Brigadas de Defensa de Bengasi aceptaron la presencia de Abu Khamada en Ras Lanuf, asegurando que su única intención era avanzar hacia el Este y derrocar a Haftar, no teniendo ninguna pretensión sobre el control del petróleo.[208]​ Esta colaboración entre el Gobierno de Acuerdo Nacional y las Brigadas de Bengasi provocó la ira de la Cámara de Representantes, sirviendo además como motivo o pretexto para poner fin a su participación en las conferencias de paz y retiró su reconocimiento al Consejo Presidencial, abandonando la búsqueda de una solución negociada al conflicto. En la votación, que tuvo lugar el 7 de marzo, sólo participaron 56 diputados, 38 de los cuales votaron en contra de mantener el diálogo político con el GNA. La sesión no obstante tenía cuórum ya que cuando comenzó había 114 miembros presentes.[209]

Las tribus del Este de Libia, convocadas por la tribu al-Awaquir, se reunieron en Bengasi para condenar el ataque de las Brigadas de Defensa de Bengasi, acusándolas además de estar ligadas a Al-Qaeda. Unas filtraciones probaron además que el coronel al-Mismari había contactado con dueños de medios de comunicación para convecerles igualmente de referirse al grupo como parte de Al-Qaeda, con el objetivo de legitimar su lucha. [210][211]

En este nuevo escenario, 75 de los diputados de la Cámara de Representantes que estaba favor del proceso de diálogo político expresaron en una carta su apoyo al Gobierno de Acuerdo Nacional. Treinta de éstos se desplazaron a Trípoli, escindiéndose del grupo de Tobruk. Su primera reunión tuvo lugar en el hotel Bab al-Bahr.[212]

La segunda semana de marzo el LNA lanzó su segunda ofensiva para recuperar los puertos petrolíferos, respaldada de fuertes bombardeos aéreos. Abu Khamadah pidió sin éxito el establecimiento de una zona de exclusión aérea para proteger las instalaciones de obtención de crudo. El 14 de marzo las fuerzas leales a Haftar recuperaron el control de Sidra y Ras Lanuf. El Golfo de Sirte volvía así al statu quo anterior, si bien el panorama político quedaría gravemente deteriorado.[213]

Con el golfo de Sidra bajo su control, el LNA amenazaba ahora con expandir su control a la región sureña del Fezán. En abril de 2017, el Ministro de Defensa Consejo Presidencial del GNA, Al-Madi Al-Barghathi, trató de reforzar la presencia militar del Gobierno en la zona, lanzando la operación Al-Amal Al-Muad (“promesa de esperanza”) para contrarrestar la creciente presencia de fuerzas leales a Haftar, y también de combatientes del Estado Islámico.[214]​ Así, se planeó auxiliar con recursos y soldados a la Brigada 13º, compuesta principalmente por miembros de la localidad de Misurata y de la tribu Hasawna y acuartelada en el aeropuerto de Tamanhent, vecino a la localidad de Sebha.[215]​ Se ordenó además a los miembros de las Brigadas de Defensa de Bengasi (BDB), presentes en el aeoropuerto Jufra, que abandonaran la zona y cedieran el control de su base.[214]​ A pesar de que los miembros del BDB abandonaron la base, varios militantes vinculados al difunto Gobierno de Salvación y de carácter islamista permanecieron en la zona, e incluso se desplegaron miembros de la Guardia Nacional del Coronel Mahmud Al-Zaghel, la misma que paradójicamente en Trípoli se había enfrentado a las fuerzas leales al GNA unas semanas atrás[216]

En respuesta a estas maniobras, la Brigada 12º del LNA, comandada por el General Mohamed Ben Nayel, se desplegó en marzo asediando el aeropuerto de Tamanhent. A pesar de que se acordó un alto el fuego, el LNA exigió que las fuerzas de Misrata abandonaran la posición, o de lo contrario se retomarían las hostilidades.[217]​ Tras el fracaso de las negociaciones, la fuerza aérea del GNA bombardeó la base de Brak al-Shati,[218]​ principal posición del LNA en la zona, mientras que las fuerzas haftaritas atacaron por aire las bases de Tamamhent y Jufra.[215]

El 18 de mayo, las fuerzas de Misrata, en coordinación con los militantes islamistas del BDB, lanzaron una ofensiva terrestre contra Brak al-Shati,[219]​ que se saldó con varias decenas de soldados leales a Haftar muertos. Algunos de ellos se rindieron, pero fueron, según denuncia Human Rights Watch, sumariamente ejecutados.[220]​ El ataque fue condenado internacionalmente por la Liga Árabe, siendo descrito como "bárbaro".[221]​ Ante la presión internacional, el GNA decidió renunciar, a pesar de ser el gobierno legitímo según Naciones Unidas, de mantener ninguna presencia en la zona, rindiendo la base de Tamanhent el 25 de mayo.[222]​ Decidió además suspender, dos días después de los eventos, al Ministro de Defensa, al-Barghati, por su fallida coordinación de la ofensiva.[223]​ Su cese se hizo definitivo al año siguiente, en julio de 2018.[224]

En junio de 2017 el LNA retomó su ofensiva, arrebatando a las BDB las ciudades de Waddan y Sukna. Las fuerzas de Misrata ya habían abandonado completamente la región y no intervinieron en los combates.[225]​ Al día siguiente lograron hacerse con el control de la base aérea de Jufra, quedando la mayor parte de la región bajo su control.[226]​ A pesar de todo, su presencia militar en la zona seguiría siendo limitada, basándose en alianzas con los líderes tribales para mantener el control. La mayoría de la frontera con Níger y Chad estaba en manos de una fuerza autónoma de la etnia tebu, las llamadas Águilas del Desierto (Sukour Al-Sahra) con base en Qatrun. Lideradas por Barka Shedemi, éstas se hicieron cargo, desde septiembre de 2017, de controlar el flujo de armas, combustible y oro con los países vecinos. En la operación, Shedemi contó con el respaldo político del coronel Ahmed Barka, Ministro de Interior en el gobierno de al-Thinni y también de etnia tebu.[227]​ Más adelante, el grupo también tomó control del Aeropuerto de Sebha, la capital de la región.[228]​ La ciudad en cambio permaneció en manos de milicianos de la tribu árabe Awlad Suleiman, con presencia de algunas fuerzas aún asociadas con el GNA. Una facción de dicha tribu, no obstante, liderada por Massoud Jedi al-Slimani, sí era leal al LNA.[229]

A pesar de que en noviembre de 2016 el LNA aseguró haberse hecho con el control completo de Ganfouda (el último barrio al sur de Bengasi en manos del Consejo de la Shura), pronto se descubrió que un grupo de alrededor de 30 milicianos se había atrincherado en el llamado Complejo de los 12 Apartamentos, el cual había sido fortificado y previsto de comida y munición. Además, las familias de los combatientes, temiendo represalias de los militares, se habían refugiado con éstos. [230]​ Así pues, el LNA lanzó, a comienzos de 2017, una nueva ofensiva para eliminar todos los núcleos de resitencia, para la cual contó con apoyo logístico ruso.[231]

Tras meses de resistencia, el 18 de marzo de 2017 los hombres de la Shura intentaron escapar en dos convoyes del recinto acompañados de sus familias. El primer grupo logró alcanzar el barrio de As-Sabri al norte de la ciudad, aún bajo su control. La segunda comitiva fue, en cambio, interceptada, y sus 20 combatientes fueron eliminados por el LNA.[232]

A los pocos días empezaron a circular vídeos en la red que mostraban a militares ejecutando a 3 combatientes, los cuales fueron disparados en la cabeza frente a una pared. Por otro lado, el cuerpo de uno de los líderes de los milicianos, Jamal Makhzoum, (que había muerto con anterioridad y enterrado por sus compañeros en el complejo) fue exhumado y atado a un vehículo en el que desfiló mientras los soldados lo golpeaban y escupían. Un segundo cadáver fue crucificado. [233]​ Las familias de los milicianos también fueron blanco de la ira de los soldados; HRW aseguró que algunos de estos civiles, la mayoría mujeres, habían sido golpeados y asesinados.[234]​ En efecto, tanto HRW como Amnistía Internacional[235]​ acusaron al LNA de haber cometido crímenes de guerra en Ganfouda. El enviado de la UNSMIL, Martin Kobler, condenó los hechos como "inaceptables" y urgió al LNA a respetar el derecho internacional.[236]​ El propio LNA aseguró que llevaría a cabo investigaciones para procesar a los culpables,[233]​ que sin embargo pasados los meses no se materializaron.

Con Ganfouda bajo control, el LNA pudo centrar su atención en los dos últimos barrios controlados por los islamistas, Souq al-Hout y as-Sabri, lanzando el 8 de mayo la ofensiva definitiva.[237]​ A finales de mes se hizo pública la decisión de Ansar al-Sharia, el principal grupo miliciano en Bengasi, de disolverse tras meses de asedio y habiendo sido todos sus líderes eliminados.[238]​ El 13 de junio el LNA irrumpió en Souq al-Hout y tomó la icónica Plaza Tahrir, donde en 2011 comenzaron las protestas que acabaron en el derrocamiento de Gadafi.[239]​ El 19 de ese mismo mes las fuerzas de Haftar tomaron el mercado de pescado que da nombre al barrio, severamente dañado.[240]​ Sin esta posición estratégica, la captura definitiva del distrito se produjo solo cuatro días después.[241]

El 5 de julio el LNA entró finalmente en as-Sabri y se hizo con el control del Hospital de Gumhoriyah y del hotel de Hyatt Regency. Los milicianos islamistas se vieron obligados a retirarse de sus posiciones y atrincherarse en unos edificios de la zona de Sidi Akribesh, donde resistieron varios días antes de ser finalmente derrotados.[242]​ Se puso así punto y final a la batalla por Bengasi, tras más de tres años de enfrentamientos que se cobraron la vida de cientos de combatientes y civiles. La noticia fue recibida con celebraciones en toda la ciudad, pero era sin duda el mariscal Haftar el principal beneficiado de la victoria del Ejército, apuntalado políticamente y con el control efectivo del Este del país. Vestido de blanco y dorado, un uniforme con claras reminiscencias a Gadafi, el militar anunció su triunfo en un discurso televisado en el que felicitó al LNA y a los habitantes de la ciudad.[243]

En agosto de ese mismo año, la Fiscal General de la Corte Penal Internacional, Fatou Bensouda ordenó investigar los crímenes de guerra del LNA durante la captura de Bengasi. En concreto, se emitió una orden de arresto contra el comandante Mahmoud al-Werfalli por haber llevado a cabo siete ejecuciones en la ciudad y sus alrededores, matando un total de 33 personas de esta forma entre junio de 2016 y julio de 2017. El LNA se negó a rendir el militar a la jurisdicción internacional.[244]

El 14 de marzo resurgieron los combates entre milicias de Trípoli en el barrio de Hay al-Andalous, en el Oeste de Trípoli. Los enfrentamientos comenzaron con una insurrección ciudadana contra la presencia de milicianos amazigh de las Fuerzas Móviles en el vecindario. Rápidamente los hombres de Haithem al-Tajouri, Abdel Ghani al-Kikli y Abdel Raouf Kara (líderes de las tres principales milicias leales al GNA) se desplazaron a la zona para respaldar a los civiles.[245]

Esa misma noche la tensión se trasladó al céntrico barrio de Bab Ben Gashir, donde las fuerzas de Tajouri (el Batallón de los Revolucionarios de Trípoli) atacaron a los hombres leales al Gobierno de al-Ghawil. Se desveló así una ofensiva de gran escala por parte del grupo para expandir su control sobre la capital. Al amanecer, el Batallón había tomado el Hotel Rixos al-Nasr, forzando al Gobierno de Salvación de nuevo al exilio.[246]

El Consejo Presidencial reunió a las milicias que le eran leales en su cuartel en la Base Naval de Abu Sitta, proponiendo desplegar a la Guardia Presidencial en el hotel y sus alrededores y a la Brigada 301 del Ministerio de Defensa (compuesta a su vez por misuratíes de la brigada al-Halbous) en la cercana carretera del aeropuerto. La iniciativa, no obstante, fue un fracaso, ya que al-Tajouri, al-Kikli y Kara se negaron a parar la ofensiva hasta "garantizar la seguridad de los ciudadanos de Trípoli".[247][248]

El 17 de marzo tuvo lugar una manifestación masiva en la Plaza de los Mártires para exigir la expulsión de todas las milicias de la capital. Algunos de los presentes fueron más allá y pidieron la intervención del general Haftar, al tiempo que cantaban eslóganes contra Misurata y la describían como una ciudad de "judíos". Hombres armados sin determinar intervinieron entonces y abrieron fuego contra los civiles, dispersando la congregación. Horas más tarde eran varios de los líderes de las principales milicias los que se reunieron en la plaza, esta vez para condenar a Haftar y acusarle de tratar de imponer una dictadura.[249]

Al día siguiente el Consejo Presidencial emitió un comunicado en el que condenaba los hechos, tachándolos de una violación al derecho de libertad de expresión. Ello enfureció a los diputados de Misurata en la Cámara de Representantes, que respondió alegando que la libertad de expresión no amparaba lo que consideraban incitaciones al odio contra la ciudad. Así pues, decidieron congelar las relaciones con el Gobierno de Acuerdo Nacional. [250]

Tres días más tarde, una turba próxima al islamista Salah Badi se hizo con el control de la radio y decretó que el gobierno de la ciudad estaba bajo el control de los "Revolucionarios de Misurata", si bien este intento de derrocar al gobierno municipal fue frustrado.[251]​ Días después, el Consejo Militar de Misurata, comandado por el coronel Ibrahim Ben Rajab, protagonizaba un segundo intento de golpe, tomando las instalaciones de la ciudad y forzando al Consejo Municipal a disolverse.[252]

Otra reacción importante tendría lugar en Trípoli, donde miembros de la Brigada al-Buni del barrio del Souq al-Juma entraron por la fuerza en Abu Sitta y forzaron al Primer Ministro al-Sarraj a retirar sus palabras, criticando los insultos a Misurata y al LNA del general Haftar, al cual acusaría de intentar reinstaurar una dictadura y de cometer crímenes de guerra en Bengasi (estos hechos coinciden en el tiempo con la toma del barrio de Ganfouda en Bengasi, en manos del Consejo de la Shura de los Revolucionarios).[253]

La crisis política en Misurata alcanzó su plenitud dos meses más tarde, a raíz de unas declaraciones del Ministro de Asuntos Exteriores del GNA, Mohamed Tayer Siala, en los que consideró que el mariscal Haftar era el legítimo jefe de las Fuerzas Armadas al haber sido aprobado por la Cámara de Representantes, lo que fue recibido con protestas en el Oeste de Libia.[254]​ Dos semanas después, el Consejo Militar de Misurata declaró en el canal de televisión Tanaseh TV (propiedad de Sadiq al-Ghariani) que el GNA era un gobierno ilegítimo, traidor y títere de los intereses extranjeros. Acto seguido, el portavoz del grupo declaró que sólo responderían ante el Congreso General Nacional y el Gobierno de Salvación de Jalifa al-Ghawil. La ciudad quedó así gravemente fragmentada entre el Consejo Municipal, aliado de al-Sarraj, y el Consejo Militar, radicalmente opuesto a él.[255]

En mayo de 2017 resurgieron los combates en Trípoli. Algunos líderes milicianos de Misurata (Salah Badi, Sherikhan) y de ideología islamista (Salah Marghani -Tarhuna-, Said Kuwejil -tuareg-, Salah al-Burki, Khalif al-Sherif -LIFG-, Abu Obeida al-Zawi -Zawiya), así como las Fuerzas Móviles Nacionales de Janzour y la Brigada Kani de Tarhouna, unieron fuerzas de nuevo en una coalición, denominada Fakhr Libya (Orgullo Libio), para expulsar al Gobierno de Acuerdo Nacional. Su principal base de operaciones estaba al Sur de la ciudad, en los barrios de Khala Furjan, Salahadin y el Aeropuerto Internacional de Trípoli. Los primeros enfrentamientos tuvieron lugar el 12 de mayo.[256]

El 26 de mayo, Salah Badi de la brigada al-Marsa de Misurata intentó sin éxito tomar el Hotel Rixos al-Nasr y el cercano Campamento 77 (su antigua base en la ciudad, antes de ser expulsado por las fuerzas leales al GNA). Los combates después se desplazaron a los barrios de Abu Salim, Hadba y Hay Dimashq, donde la coalición se enfrentó al Consejo de los Mártires de Abu Salim y al Batallón de los Revolucionarios de Trípoli.[257]

Al día siguiente, el Batallón de los Revolucionarios lanzó la contraofensiva definitiva, ocupando los barrios de Salahadin y al-Hadba. El ataque se saldó con 50 muertos y decenas de heridos.[258]​ En este último distrito se encontraba una importante cárcel que albergaba a numerosos presos del depuesto régimen de Gadafi. La casa de uno de los comandantes de Fakhr Libya, Khalid al-Sharif (miembro del LIFG), que se encontraba en el distrito, fue además demolida en venganza por los hombres de Tajouri.[259]​ Tras esta derrota, el 28 de mayo las fuerzas de la coalición decidieron abandonar la capital. La brigada Kani intentó negociar con la Guardia Presidencial del GNA la presencia de algunos de sus hombres en el Aeropuerto Internacional, pero esto no fue aceptado por el Batallón de los Revolucionarios, que exigió su retirada definitiva Tarhuna. Así pues, la Guardia se hizo con el control absoluto de las instalaciones.[260]​ Respecto a los demás combatientes de Fakhr Libya, éstos se refugiaron en las localidades vecinas de Gharyan y Zawiya, a escasos kilómetros de la ciudad, planeando el momento de relanzar la ofensiva.[261]

En julio de ese mismo año se retomaron los combates, cuando un convoy de milicias leales al Gobierno de Salvación Nacional salió de Misurata rumbo a la capital. Después de que el Primer Ministro al-Sarraj anunciara de que recibirían apoyo internacional en caso de que sus combatientes fueran atacados en Trípoli, los hombres de Fakhr Libya decidieron atrincherarse a medio camino, en la localidad de Garabulli. Salieron a su encuentro las brigadas de Trípoli (TRB, Batallón de Seguridad de Tajoura, Fuerzas de Seguridad de Abu Salim), dando lugar a enfrentamientos en la localidad.[262][263]​ El 11 de julio, el Batallón de los Revolucionarios de Trípoli se hizo con el control de la ciudad.[264]

En octubre del mismo año tuvieron lugar nuevos enfrentamientos, si bien no quedaron claros los actores involucrados (posiblemente la Brigada Kani, el Batallón de los Revolucionarios de Trípoli, o la brigada Salah Marghani,[265]​ o enfrentamientos internos entre dos milicias del GNA).[266]​ Quizá de forma relacionada, miembros armados de la tribu warshefana se enfrentaron con efectivos de RADA en las afueras de la capital.[267]​ Ante la detención de uno de sus líderes (Mabrouk Ahnish), las fuerzas tribales cortaron el agua de la capital durante varias semanas.[268][269][270]

Un año después de la firma de los Acuerdos de Sjirat para la resolución política de la guerra en Libia, la situación distaba de haber mejorado. En este escenario las principales potencias regionales (Túnez, Argelia y Egipto) y mundiales impulsaron la reforma de dichos tratados para avanzar hacia el fin del conflicto.

Una de las primeras medidas fue la sustitución del Enviado Especial de la UNSMIL, Martin Kobler, que fue reemplazado por el político franco-libanés Ghassan Salamé.[271]​ Esto coincide en el tiempo con el nombramiento de António Guterres como Secretario General de Naciones Unidas y la consiguiente renovación de parte del personal administrativo de la organización internacional. Originalmente se barajó para el cargo de Kobler elegir al político palestino Salam Fayyad, propuesta que la Administración de Estados Unidos rechazó atentiendo a su nacionalidad. América propuso en cambio al americano Richard Wilcox, a lo cual Rusia se opuso frontalmente.[272]​ Según ciertos rumores, Salamé fue la vigemisonovena persona en ser ofrecida el cargo, todos los anteriores habiendo rechazado en virtud de su complejidad.[273]

La renegociación del acuerdo político se dio en un nuevo escenario en el que Haftar se había consagrado como el hombre más poderoso en el país. Esta nueva realidad política sobre el terreno estaba siendo propulsada por el nuevo gobierno de Emmanuel Macron, principal aliado europeo de militar. El 30 de junio el Ministro de Exteriores galo, Jean-Yves Le Drian, declaró que Libia era un Estado fallido y Haftar, parte necesaria de la solución.[274]

Aunque su apoyo internacional menguaba, el Gobierno de al-Sarraj intentó mejorar su posición sobre el terreno, nombrando a Mohamed Haddad (líder la Brigada al-Halbous de Misurata) Comandante Militar de la Región Central y a Osama al-Juweili (Consejo Militar de Zintán) Comandante Militar de la Región Oeste.[275]​ Zintan, que en 2014 estaba totalmente integrada en la Operación Dignidad, se había distanciado de Haftar conforme este integraba a más figuras del antiguo régimen de Gadafi, lo que fue considerado por los representantes de la localidad como una "traición a la revolución".[276]​ El punto de inflexión lo marcó en junio la liberación de Saif al Islam Gadafi, hijo del difunto dictador y perseguido por la Corte Penal Internacional por crímenes de guerra, en virtud de una ley de amnistía decretada por la Cámara de Representantes. Esto fue condenado tanto por el Consejo Militar como por el Consejo Municipal de Zintan.[277]

El 3 de mayo tuvo lugar una primera reunión privada entre al-Sarraj y Haftar, auspiciada por los Emiratos Árabes Unidos, la cual tuvo lugar en Abu Dabi. Según filtraciones a la prensa, ambos habían expresado su compromiso con una solución pacífica al conflicto y acordado la celebración de elecciones generales en marzo de 2018.[278]​Sin embargo, en ninguna forma el militar se comprometió a trabajar bajo el control de una autoridad civil. Una segunda negociación entre ambos líderes tuvo lugar en El Cairo durante el mes de mayo, si bien no queda claro si llegaron a estar físicamente en la misma sala.[279]



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