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Hanuka



Janucá (Speaker Icon.svg escuchar) (hebreo: חֲנֻכָּה y sin puntuación diacrítica חנוכה),[1]​ también conocida como la Fiesta de las Luces o Luminarias, es una festividad judía que conmemora la rededicación del Segundo Templo de Jerusalén y la rebelión de los macabeos contra el Imperio seléucida. Celebrada durante ocho días, la festividad de la Janucá data de la época de la hegemonía helénica en Israel, que comienza con las conquistas de Alejandro Magno el año 332 a. C., quien a su paso liberó al pueblo judío de la opresión de Persia, quedando Israel como reino-estado independiente. Tras su muerte, el vasto imperio quedó en manos de sus generales —que entraron en conflictos bélicos entre sí—, por lo que siglos después los griegos seléucidas pretendieron hacerse con el dominio de la región, como puede leerse en los libros de I y II Macabeos, donde esta festividad conmemora la derrota de los helenos y la recuperación de la independencia judía a manos de los macabeos sobre los griegos de la dinastía de Seleuco,[2]​ y la posterior purificación del Segundo Templo de Jerusalén de los íconos paganos, en el siglo II a. C.

La tradición judía habla de un milagro, en el que pudo encenderse el candelabro del templo durante ocho días consecutivos con una exigua cantidad de aceite, que alcanzaba solo para uno. Esto dio origen a la principal costumbre de la festividad, que es la de encender, de forma progresiva, un candelabro de nueve brazos llamado januquiá (uno por cada uno de los días más un brazo «piloto»).

La festividad se celebra el 25 de Kislev del calendario judío, fecha que cae entre finales de noviembre y principios de diciembre del calendario gregoriano, aunque en 2019 fue a final de diciembre (del día 22 al día 30).

Los Macabeos se rebelaron con éxito contra Antíoco IV Epífanes. Según el Talmud, el templo fue purificado y las mechas de la menorá ardieron milagrosamente durante ocho días a pesar de que sólo había aceite suficiente para la iluminación de un solo día.

Existe una canción referida a la Janucá, que dice: «La Janucá llega una vez al año, trayendo historias de días antiguos; contando la historia maravillosa de cómo la lámpara [del Templo] quedó encendida durante ocho días completos aunque contenía aceite para un solo día».[cita requerida]

Si bien es relatada en los libros de Macabeos, sobre la festividad de la Janucá no se hace mención en el Tanaj hebreo. Cuando se corona como rey de Siria a Antíoco IV Epífanes (175 y 164 a. C.), este decide helenizar al pueblo de Israel, prohibiéndole así a los judíos seguir sus tradiciones y costumbres. Un grupo de judíos conocido como los Macabeos (dado que su líder era Yehudá Macabi), provenientes de la zona de Modi'ín, comenzaron a rebelarse contra los soldados griegos, negándose a realizar actos que iban en contra de su propia religión. Tuvieron una lucha difícil, y eran minoría contra el ejército griego; sin embargo su estrategia, decisión y fe los condujeron al milagro de Janucá: ganar pocos contra muchos.[2]

Según el Talmud (Gemara, Shabbat 21), al terminar la guerra, los Macabeos regresan a Jerusalén y encuentran el Santo Templo profanado, con la menorá (un candelabro de siete brazos) apagada, y aceite ritualmente puro suficiente para encenderla un solo día. Tardaron ocho días en conseguir más aceite; y sin embargo, el poco que tenían mantuvo encendida la menorá durante todo ese tiempo.

En los libros I Macabeos y II Macabeos se puede leer sobre la institución de la Janucá. El primero narra: «Durante ocho días celebraron la dedicación del altar... Entonces Judas y sus hermanos y toda la asamblea de Israel, decidieron que la consagración del nuevo altar se debía celebrar cada año con gozo y alegría durante ocho días, a partir del día veinticinco del mes de kislev» (I Macabeos 4:56-59). De acuerdo con II Macabeos (10:6-8), «lo celebraron con mucha alegría durante ocho días, a la manera de la fiesta de los Tabernáculos... toda la asamblea aprobó y publicó un decreto en el que se ordenaba que todo el pueblo judío celebrara cada año estos días de fiesta».

El martirio de Hannah y sus siete hijos también ha sido relacionado con la Janucá. Según una historia del Talmud (Tratado de Gittin 57b) y II Macabeos 7, una mujer judía llamada Hannah y sus siete hijos fueron torturados y ejecutados por Antíoco por negarse a comer cerdo, lo que hubiera sido una violación de la ley judía.

El Talmud y el Midrash Raba sugieren también otro origen para la festividad. Según estas fuentes, la Janucá es una manifestación de la festividad del solsticio de invierno, que es el momento en que los días dejan de acortarse y comienzan a alargarse. El Talmud relata historias de Adán, el primer hombre, que vio ponerse al sol por primera vez en su vida y entró en pánico, y conectan esta historia con la festividad del solsticio de invierno. Según el relato, el primer año ayunó durante ocho días, y luego —al comenzar a alargarse los días nuevamente— festejó durante otros ocho; pero el segundo año, al comprender que este era el orden natural, solo festejó (Talmud, Tratado de Avodá Zará, 8a).

La Janucá acontece alrededor del 22 de diciembre, fecha del solsticio en el hemisferio norte. Este relato explicaría el motivo central de la festividad: el encendido de luminarias, que simboliza la expulsión del invierno.

El Midrash Breshit Raba menciona también el fuego, que Dios habría regalado al hombre, dado el temor de este último a la oscuridad, relato que podría estar conectado con el mito griego de Prometeo.

Según el rabino Yoel Ben Nun la festividad de la Janucá está relacionada con la finalización de la cosecha de aceitunas y su prensado para la obtención del aceite de oliva.[3]​ Según la Mishná (Bikurim 1:6) la Janucá marca el final de la ofrenda de las primicias del olivo. Según Ben Nun esta era una festividad agrícola en la que se encendían luminarias con aceite de oliva, ya desde la época del primer templo de Jerusalén. También el dr. Israel Rozenson opina que antes de la revolución de los hasmoneos existía una festividad del aceite, que fue reinterpretada luego de la victoria hasmonea.[4]

El nombre Janucá deriva del verbo hebreo חנך, que significa 'dedicar' o 'inaugurar'. En la Janucá, los judíos recobraron el control de Jerusalén y reinauguraron el Templo.[5]

El nombre de la festividad recibió también varias interpretaciones homiléticas:[6]

El nombre puede descomponerse en חנו כ"ה, 'ellos descansaron [el] veinticinco', refiriéndose al hecho de que los judíos detuvieron su lucha el 25 de Kislev, el día que comienza la festividad.[7]

חנוכה (Janucá) es también un acrónimo de ח נרות והלכה כבית הלל — 'Ocho velas, y la halajá según la Casa de Hilel'. Esta es una referencia a una diferencia de opinión entre dos importantes escuelas de pensamiento rabínico —la Casa de Hilel y la Casa de Shamai— sobre el orden en el que las velas de Janucá deben ser encendidas. Shamai opina que ocho velas deben ser encendidas la primera noche, siete la segunda y así sucesivamente, mientras que Hilel estaba a favor de encender una vela la primera noche y una vela más cada noche, hasta alcanzar las ocho. La Ley Judía adoptó la postura de Hilel.

Judea era parte del reino ptolemaico de Egipto hasta el año 200 a. C., cuando el rey Antíoco III el Grande de Siria derrotó a Ptolomeo V Epifanes de Egipto en la Batalla de Panio. Judea se convirtió entonces en parte del Imperio seléucida de Siria. El rey Antíoco III el Grande, en un intento por conciliar con sus nuevos súbditos judíos, les garantizó el derecho a «vivir de acuerdo a sus costumbres ancestrales» y continuar con la práctica de su religión en el Templo de Jerusalén. Sin embargo, en el año 175 a. C., Antíoco IV Epifanes, el hijo de Antíoco III, invadió Judea, aparentemente a pedido de los hijos de Tobías.[8]

Los tobíades, quienes lideraron la facción helenista judía en Jerusalén, fueron expulsados de Siria alrededor del 170 a. C., cuando el sumo sacerdote Onias y su facción proegipcia les arrebataron el control. Los tobíades exiliados cabildearon con Antíoco IV Epifanes y lo convencieron de recapturar Jerusalén. Según el testimonio del historiador judío Flavio Josefo, el rey «acordó con ellos, y vino sobre los judíos con un gran ejército, y tomó su ciudad por la fuerza, y asesinó a una gran multitud de aquellos que favorecían a Ptolomeo, y envió a sus soldados a saquear la ciudad sin piedad. También profanó el templo, y puso fin a la práctica constante de ofrecer un sacrificio de expiación diariamente por tres años y seis meses».[9]

Cuando el segundo templo de Jerusalén fue saqueado y los servicios interrumpidos, el judaísmo fue efectivamente convertido en ilegal. En el año 167 a. C., Antíoco Epifanes ordenó la construcción de un altar a Zeus en el Templo. También prohibió la circuncisión y ordenó el sacrificio de cerdos en el altar del Templo.[10]

Las acciones de Antíoco Epifanes probaron ser equivocadas, cuando fueron desobedecidas masivamente y provocaron una revuelta de gran escala. Matatías, un kohen (sacerdote judío) y sus cinco hijos —Yojanán, Simón, Eleazar, Jonatán y Judas— lideraron la rebelión contra Antíoco. Judah fue conocido por el nombre de Judah haMacabí ('Judah el Martillero'). En el año 166 a. C. Matatías fallece, y Judah toma su lugar como líder de la rebelión. En el año 164 a. C. la rebelión contra el monarca seléucida triunfa, y el templo es liberado y rededicado.

La festividad de Janucá es instituida por Judah el Macabeo y sus hermanos para celebrar este evento.[11]​ Después de recuperar Jerusalén y el Templo, Judah ordenó que el templo fuera limpiado, y que se construyese un nuevo altar en lugar del altar contaminado, y que nuevos utensilios fuesen preparados también. Según el Talmud, se necesitaba aceite de oliva para encender la Menorah del Templo, que debía permanecer encendida toda la noche, cada noche. Pero solo se encontró suficiente aceite para encenderla un día solo, y —milagrosamente— este aceite alcanzó para ocho días, el tiempo necesario para preparar nuevo aceite para la Menorah. Una festividad de ocho días fue instaurada por los Sabios para conmemorar este milagro.

La versión de la historia que figura en Macabeos I, por otro lado, indica que una celebración de ocho días con cánticos y sacrificios fue proclamada cuando se rededicó el altar, y no hace mención alguna al milagro del aceite.[12]​ Varios historiadores creen que la razón de esta celebración de ocho días fue, en realidad, una celebración tardía de las festividades de Sucot y Shemini Atzeret,[13]​ en esa época las festividades más importantes del año. Esto debido a que durante la guerra los judíos no pudieron celebrar apropiadamente estas festividades, y no solo que la duración combinada de ambas es de ocho días, sino que durante la festividad de Sucot se encendían lámparas en el templo.

Algunos académicos modernos opinan que el rey estaba interviniendo en una guerra civil interna entre los judíos tradicionalistas y los judíos helenistas en Jerusalén.[14][15][16][17]

Estas facciones competían violentamente por el cargo de Sumo Sacerdote, donde los tradicionalistas, quienes portaban nombres hebreos/arameos como Onias, se enfrentaban a sacerdotes con nombres helenistas, como Jasón y Menelao.[18]​ En particular, las reformas helenistas de Jasón podrían haber sido un factor decisivo que llevaron al eventual conflicto entre las facciones.[19]​ Otros autores señalan posibles factores socioeconómicos, que se sumarían a los factores religiosos detrás de la guerra civil.[20]

Lo que en muchos aspectos comenzó como una guerra civil, escaló cuando el Reino Helenista de Siria se alió con la facción helenista judía en su conflicto contra los tradicionalistas.[21]​ Cuando el conflicto escaló, Antíoco se puso del lado de los helenistas prohibiendo las prácticas religiosas que los tradicionalistas promovían. Esto podría explicar por qué el rey, en contra de la práctica seléucida registrada en otros lugares y momentos, prohibió la religión tradicional.[22]

La historia de Janucá, junto con sus leyes y costumbres, está prácticamente ausente de la Mishná, fuera de algunas menciones tangenciales (Bikurim 1:6, Rosh HaShanah 1:3, Megilah 3:6, Bava Kama 6:6). Rav Nissim Gaon sugiere, en su obra Hakdamah leMafteaj haTalmud que la información relacionada con la festividad era tan conocida que la Mishná no encontró motivo para incluirla. Reuvein Margolies[23]​ sugiere en cambio que dado que la Mishná fue redactada después de la revuelta de Bar Kojba, sus editores prefirieron no incluir una mención explícita a una festividad que celebraba otra revuelta —relativamente reciente— contra un dominante extranjero, por temor a enfrentarse a los romanos.

El milagro de Janucá está descrito en el Talmud. La Guemará, en el Tratado de Shabat, página 21 b, mientras habla sobre las velas de Shabat se refiere también al tema de las velas de Janucá y dice que después de que las fuerzas de Antíoco IV fueran expulsadas del Templo, los Macabeos descubrieron que casi todo el aceite ritual había sido profanado. Ellos encontraron una sola vasija con el sello del Sumo Sacerdote todavía intacto, con suficiente aceite como para mantener encendida la Menorá en el Templo durante un solo día. Los Macabeos utilizaron este aceite y, milagrósamente, el mismo ardió durante ocho días (el tiempo que tomaba preparar aceite nuevo).[24]

El Talmud presenta tres opciones:

Las luminarias deben ser ubicadas fuera de la puerta del hogar, en el lado opuesto al de la Mezuzá, o en la ventana más cercana a la calle, salvo en épocas en las que los judíos son víctimas de persecuciones. Rashi, en su comentario sobre la página 21b del Tratado de Shabat, dice que la intención de esta ubicación es la de hacer público el milagro ocurrido.

El historiador judío Flavio Josefo relata en su libro Antigüedades judías XII, como el victorioso Judah el Macabeo ordenó, luego de reconsagrar el Templo de Jerusalén que había sido profanado por Antíoco IV Epífanes, que todos los años se celebrase durante ocho días con pompas. Josefo nombra a estos festejos el «Festival de las Luminarias»:

La historia de Janucá se menciona en los libros Macabeos 1 y Macabeos 2, pero la festividad no es específicamente mencionada. En su lugar, una historia de similar contenido, pero de obvia posterior data, es mencionada en Macabeos 2 1:18, donde se habla del reencendido del fuego del altar por Nejemia, el cual fue posible por un milagro ocurrido el 25 de Kislev, y que parecería indicarse que fuera la razón por la cual la reconsagración del Templo por Judah el Macabeo ocurriese en esa fecha.

Otra fuente es la Meguilat Antiocus. Esta obra, también conocida como Meguilat haHashmonaim, Meguilat Janucá o Meguila Ievanit, fue escrita originalmente en arameo y luego traducida literalmente al hebreo. Académicos modernos datan el original en algún momento entre los siglos 2 y 5 E.C.,[26]​ y la traducción al habreo en el siglo 7 E.C.[27]​ El texto fue publicado por primera vez en Mantua en 1557. Saadia Gaon, quien la tradujo al árabe en el siglo IX, se la adjudica a los propios Macabeos.[28]

La festividad de Janucá se celebra durante ocho días, del 25 de kislev al 2 de tevet (o el 3 de tevet, cuando kislev cuenta con solo 29 días). Durante esta festividad se prende una januquiá o candelabro de ocho brazos (más uno mayor). En la primera noche únicamente se prende el brazo mayor y una vela, y cada noche se va aumentando una vela, hasta el último día en el que todo el candelabro se enciende completo. Este hecho conmemora el milagro de que el aceite duró ocho días.

La liturgia indica adiciones especiales al servicio diario de oraciones, así como un agregado especial a la bendición después de las comidas.

Según la Halajá (ley judía), Janucá no es una festividad como Shabat, en el sentido de que no existe prohibición de realizar los tipos de tareas prohibidas en Shabat.[29]​ Quienes observan la festividad trabajan normalmente, y no existe motivo religioso para que las escuelas cierren, aunque en Israel las mismas están cerradas desde el segundo día de la festividad y hasta su finalización.

Es costumbre reunirse con familiares o amigos para el encendido de la januquiá e intercambiar presentes. Es costumbre entre los asquenazí que los niños jueguen con un dreidel o sevivon, el cual es un tipo de perinola. También se acostumbra comer levivot o latkes y sufganiot, tortas de patata y bolitas de masa rellenas de mermelada, y otras preparaciones fritas.

Las luminarias de Janucá se encienden al atardecer, momento en el que —según la tradición judía— comienza el día. La tradición prevaleciente es la de encender progresivamente las luminarias, una la primera noche, dos la segunda, y así hasta completar las ocho.[30]​ Una luminaria extra, llamada shamash (lit. ‘servidor’ o ‘cuidador’) se enciende primero, y se utiliza como llama piloto para encender a las demás.[31]​ El shamash tiene una ubicación distinta al resto de las luminarias, usualmente más alta, más baja o al costado de las ocho luminarias de la festividad. El propósito de esta luminaria piloto es adherir a la prohibición indicada en el Talmud,[32]​ según la cual las luminarias de Janucá no pueden ser utilizadas para nada más que recordar la historia de Janucá y meditar sobre ella. En este sentido, las luminarias de Janucá difieren de las velas de Shabat, que son utilizadas para iluminar. De esta forma, si se necesitase iluminación en Janucá, el shamash cumpliría esta función y evitaría el uso de las luminarias de Janucá para iluminación, evitando infringir la prohibición.

El shamash no cuenta entonces entre las luminarias de Janucá, por lo que de hecho, la primera noche se encienden dos luminarias (el shamash y la primera luminaria), el segundo día se encienden tres, y así sucesivamente. En total, al finalizar los ocho días, se encendieron 44 luminarias (36 sin contar el shamash).

Las luminarias pueden ser velas o lámparas de aceite.[31]​ En casos en los que una llama abierta no está permitida, se puede —y a veces se hace— utilizar luminarias eléctricas. La mayoría de los hogares judíos tienen un candelabro especial para Janucá. Las intención de las luminarias de Janucá no es la de «iluminar adentro de la casa» sino «iluminar afuera de la casa», de forma que los transeúntes puedan ver las luminarias y recordar el milagro de la festividad. Por esto, las luminarias se ubican en una ventana prominente o cerca de la puerta que da a la calle.

Entre los ashkenazi se acostumbra a que cada miembro de la familia tenga su propia janukiá, mientras que los sefardíes tienen una para todo el hogar. En épocas y lugares donde los judíos son víctimas de persecuciones y antisemitismo, las luminarias se esconden de la vista del público. La mayoría de los grupos jasídicos encienden las lámparas en un pasillo o zaguán, no necesariamente a la vista del público. La tradición indica que las luminarias se ubican en el lado opuesto a la mezuzá, para que cuando la persona atraviese la puerta esté rodeado por la santidad de ambos preceptos.

Las luminarias de Janucá deben arder por lo menos media hora luego de que oscurezca. La costumbre del Gaón de Vilna, observada por muchos residentes de Jerusalén como la costumbre de la ciudad, es la de encender las luminarias con la caída del sol, mientras que la mayoría de los jasidim las encienden más tarde, incluyendo en Jerusalén. Muchos maestros jasídicos las encienden mucho más tarde, para cumplir con la obligación de difundir el milagro, al contar con la presencia de sus seguidores en el momento de su encendido.

Es común adquirir paquetes de 44 velas de Janucá, que arden aproximadamente media hora, por lo que en la mayoría de los casos el precepto se cumple encendiendo las luminarias cuando ya está oscuro.

La noche del viernes, sin embargo, representa un problema. Dado que las luminarias de Janucá no pueden encenderse en Shabat, las mismas deben ser encendidas antes de la caída del sol. Sin embargo, deben permanecer encendidas al menos media hora después de que oscurezca, por lo que las velas de Janucá comunes no alcanzan. Una solución simple es la de utilizar velas más largas o las tradicionales lámparas de aceite. A fin de no infringir con la prohibición de encender fuego en Shabat, las luminarias de Janucá se encienden antes que las de Shabat.

Al encender las luminarias, se recitan las siguientes bendiciones:

בָּרוּך אַתָּה ה', אֱ-לֹהֵינוּ מֶלֶךְ הָעוֹלָם, אֲשֶׁר קִדְּשָׁנוּ בְּמִצְוֹתָיו, וְצִוָּנוּ לְהַדְלִיק נֵר חֲנוּכָּה. (נוסח אחר: נֵר שֶׁל חֲנוּכָּה או שֶׁלַּחֲנוּכָּה).

Baruj Ata Adonai Eloheinu Melej haOlam Asher Kidshanu beMitzvotav veTzivanu Lehadlik Ner Janucá (otras versiones: Ner Shel Janucá o Shel Janucá).

Bendito eres tu Adonai, Dios nuestro, Rey del universo, que nos santificó con sus preceptos y nos ordenó el encendido de la vela de Janucá (otras versiones: el encendido de Janucá).

בָּרוּך אַתָּה ה', אֱ-לֹהֵינוּ מֶלֶךְ הָעוֹלָם, שֶׁעָשָׂה נִסִּים לַאֲבוֹתֵינוּ, בַּיָּמִים הָהֵם בַּזְּמַן הַזֶּה (נוסח אחר: וּבַזְּמַן הַזֶּה).

Baruj Ata Adonai Eloheinu Melej haOlam she'Asá Nisim laAvoteinu, baYamim haHem baZman haZé (otra versión: uBaZman haZé).

Bendito eres tu Adonai, Dios nuestro, Rey del universo, que hizo milagros a nuestros patriarcas, en aquellos días en este tiempo (otra versión: y en este tiempo).

Además, la primera noche que una persona enciende las velas debe recitar:

בָּרוּך אַתָּה ה', אֱ-לֹהֵינוּ מֶלֶךְ הָעוֹלָם, שֶׁהֶחֱיָנוּ וְקִיְמָנוּ וְהִגִּעָנוּ לַזְּמַן הַזֶּה

Baruj Ata Adonai Eloheinu Melej haOlam, sheHejeianu veKimanu veHiguianu laZman haZé

Bendito eres tu Adonai, Dios nuestro, Rey del universo,que nos mantuvo con vida, y nos sostuvo, y nos hizo llegar a este momento.

Esta bendición se recita para marcar ocasiones especiales, que tienen lugar por única vez en la vida, una vez al año, o con poca frecuencia, y no es específica de la festividad de Janucá.

Además de las bendiciones, se recita el himno Hanerot Halalu, del cual existen varias versiones. La siguiente es una de las más comunes entre las comunidades ashkenazies:[33]

Luego del encendido de las luminarias, mientras las mismas todavía están a la vista, es costumbre entre algunos ashkenazim (y, en décadas recientes, también entre algunos sefaradim y mizrajim en países occidentales), entonar el himno Maoz Tzur, escrito en la Alemania medieval. El himno contiene seis estrofas. La primera y la última tratan sobre temas generales de salvación divina, y las cuatro intermedias hablan de eventos de persecución de los que los judíos fueron víctimas, alabando a Dios por su supervivencia a pesar de esas tragedias: el éxodo de Egipto, el cautiverio babilónico, el milagro de Purim y la victoria Hasmonea.

El dreidel, o sevivon en hebreo es una perinola de cuatro lados con la que los niños acostumbran a jugar en Janucá. Esta perinola de Janucá tiene cuatro caras, cada una de ellas con una letra en hebreo:

Las cuatro letras son las siglas de Nes gadol haia sham, lo que quiere decir: 'Un gran milagro ocurrió allá'. En Israel la cuarta letra suele ser פ en vez de ש, y las siglas son de Nes gadol haia po, lo cual se traduce como 'Un gran milagro ocurrió aquí'.

Algunos comentaristas adjudican un significado simbólico a las letras del dreidel, por ejemplo, conectando las cuatro letras con los cuatro exilios sufridos por el pueblo judío: Babilonia, Persia, Grecia y Roma.[34]

En muchos hogares judíos se acostumbra a jugar con el dreidel después de encender la janukiá. Cada jugador comienza con unas 10 o 15 monedas (es común utilizar monedas de chocolate), nueces, pasas, caramelos u otras golosinas, y coloca una golosina en el «pozo». Se hace girar el dreidel, y se gana o se pierde según la letra que salga, según palabras en idish:

Según otra versión:

El juego continúa hasta que un jugador haya ganado todo.

Algunos indican que el juego conmemora un juego ideado por los judíos para esconder el hecho de que estaban reunidos estudiando Tora, algo prohibido por los griegos. Los judíos se reunían en cuevas para estudiar, y un centinela avisaba si se acercaban soldados griegos. Si estos eran avistados, los judíos escondían los rollos de la Tora y hacían girar trompos, para que los soldados pensasen que estaban apostando y no estudiando.

Guelt en idish significa dinero, y es costumbre en Janucá obsequiar a los niños un Janucá guelt como parte de la celebración. Usualmente se regalan monedas de pequeña denominación, aunque hay quienes obsequian cifras más importantes. En Israel, el guelt es conocido como dmei Janucá. Muchos maestros jasídicos distribuyen monedas a quienes los visitan en Janucá. Los judíos jasídicos consideran esto un auspicio de bendiciones por parte del maestro, y un amuleto para el éxito. El rabino Abraham P. Bloch escribió que «la tradición del Janucá guelt es muy antigua. La costumbre tiene su origen en la práctica de los judíos polacos del siglo XVII, en la que daban monedas a los niños para que las distribuyeran a sus maestros. Con el tiempo, los niños comenzaron a demandar su propio regalo, y se comenzó a dar monedas a los niños para que las conservasen para ellos. Muy pronto, los adolescentes también comenzaron a venir para recibir su parte. Según Maguen Avraham (siglo XVIII), era costumbre que los alumnos pobres de las yeshivot visitaran las casas de sus benefactores judíos, quienes distribuían dinero de Janucá (Oraj Jaim 670). Los rabinos aprobaron la costumbre de obsequiar dinero en Janucá porque de esta forma se difundía la historia del milagro del aceite».[35]

El judaísmo caraíta no reconoce la celebración de Janucá como una obligación religiosa, ya que fue instaurada en tiempo de los macabeos y no es de precepto. Algunos caraítas la reconocen como fiesta civil, y otros, por imitación, la siguen pero no de manera obligatoria y de guardar, como lo hacen la mayoría del judaísmo.[nota 1]

Además de las bendiciones y el entonado de Ma'oz Tzur, es costumbre cantar otras canciones de Janucá. Algunas tradiciones jasídicas y sefaradíes indican plegarias adicionales que deben ser recitadas antes y después del encendido de las luminarias. Esto incluye el recitado de varios salmos, particularmente los salmos 30, 67 y 91. Muchos jasídicos recitan este último siete veces luego del encendido, siguiendo las enseñanzas del Baal Shem Tov, fundador de dicho movimiento. También se acostumbra a intercambiar presentes o dar presentes a los niños. Muchas familias incentivan también a los niños a realizar donaciones.

Las fechas de la Janucá están determinadas por el calendario hebreo. Janucá comienza el 25 de Kislev y termina el 2 o 3 de Tevet (Kislev puede tener 29 o 30 días). Para el judaísmo, el día comienza con la puesta del sol, por lo que el primer día de Janucá comienza la noche anterior a la fecha indicada en el calendario gregoriano. Por ejemplo, en el 2012 Janucá comienza el 9 de diciembre, es decir, el 8 de diciembre al atardecer.




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