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Idioma extinto



Una lengua extinta o lengua muerta es aquella que no posee ningún hablante,[1]​ particularmente si la lengua no tiene descendientes,[2]​ incluso si sigue siendo usada en ciertos ámbitos (liturgias, nombres científicos, etc.).[3]

Algunas lenguas muertas continúan en ciertos usos, como segunda lengua, lengua clásica o lengua litúrgica, aunque la lengua ya no sea adquirida por nadie como lengua materna. Aún en esos casos, la lengua no sigue el camino normal de evolución y desarrollo que ocurren a lo largo del tiempo en las lenguas vivas.

El término extinción lingüística se reserva generalmente para describir el proceso de sustitución lingüística por el cual una lengua puede llegar a perder todos sus hablantes.

Existen muchas causas por las que una lengua puede desaparecer. Un ejemplo es la conquista española de América, en la que la hispanización y la fuerte influencia cultural europea, que se produjo en el transcurso del siglo xviii, hizo que el número de hablantes en lengua caribeña materna fuera disminuyendo paulatinamente hasta desaparecer definitivamente y ser catalogada como lengua muerta en 1920. Existen tres procesos principales por el cual una lengua muere:

El cambio de lengua históricamente ha respondido a las siguientes causas, causas que no tienen por qué ser excluyentes:

Otras veces una lengua no desaparece simplemente, sino que sufre una serie de cambios lingüísticos que afectan tanto a su fonología como a su gramática de tal manera que la lengua forma reflejada en los escritos difiere de la lengua hablada. Con el tiempo los nuevos hablantes que no han recibido entrenamiento formal en los textos más antiguos de la lengua no son capaces de entenderla y entonces se dice que la lengua reflejada en el escrito es una lengua muerta diferente de la lengua hablada sobre la cual los hablantes nativos tienen intuiciones sobre sus estructuras sin necesidad de haberlas estudiado formalmente. Este caso ha sido muy frecuente en la historia y es el modo en que se convirtieron en lenguas muertas el latín, el chino clásico, el sánscrito, el egipcio clásico, todos ellos evolucionaron dando lugar a lenguas diferentes.

Se estima que una lengua humana muere cada dos semanas con su último hablante. Los científicos estiman que hay unas 6000 lenguas vivas en el mundo, de las que se cree que aproximadamente el 90 % desaparecerá en los próximos dos o tres siglos. Solo en Norteamérica han desaparecido en las últimas décadas más de 50 lenguas nativas. En la Amazonía peruana a principios de siglo xviii existían alrededor de 150 lenguas, de las que actualmente sobrevive apenas una tercera parte.[7]

Obviamente, los efectos sociológicos de los procesos económicos que han reducido el aislamiento de comunidades remotas y han forzado a millones de personas a dejar sus pequeñas comunidades locales para emigrar a grandes ciudades han contribuido poderosamente al abandono o declive de lenguas de ámbito local en favor de otras de más amplia difusión, a una escala sin precedentes en la historia de la Humanidad.

Se considera que la supervivencia de una lengua está amenazada cuando los niños ya no la aprenden como lengua materna. Es decir, cuando los padres transmiten a sus hijos una lengua diferente de su propia lengua nativa. En esos casos demográficamente al envejecer y morir las generaciones que conocen la lengua, el número de hablantes de esta se reduce drásticamente.

Movimientos recientes tienden a la conservación de este patrimonio, bien intentando la restitución, bien fijando el contenido lingüístico. Sin embargo, la documentación de la variedad lingüística por sí misma es incapaz de detener los procesos socioeconómicos que conducen al abandono o declive de las lenguas amenazadas.

Para las lenguas de las que no quedan hablantes vivos, el análisis de documentos antiguos es la única posibilidad de reconstrucción que tienen los lingüistas. Para las lenguas amenazadas en vías de desaparición, las que tienen muy pocos hablantes suelen llamarse microlenguas, o con mucha documentación escrita, el esfuerzo se centra en la creación de diccionarios, gramáticas y grabaciones sonoras para conservar la mayor cantidad posible de información. El mayor problema lo representa la falta de dinero y personal capaz, la tarea desborda cualquier intento que se ha realizado hasta la fecha. Además la mayoría de trabajo lingüístico nuevo se elabora normalmente sobre la base de lenguas vivas, por lo que es discutible hasta cierto tiempo el valor de uso científico de los materiales sobre lenguas ya desaparecidas.

Por otra parte es dudoso, que una gramática pueda recoger todos los detalles relevantes de una lengua, que por otra parte un hablante nativo sí conoce de manera intuitiva. Así la literatura científica muestra trabajos de gramaticalidad de oraciones de lenguas muy difundidas (inglés o español) que habían pasado inadvertidos para las gramáticas estándar de la lengua. En ese sentido, Noam Chomsky llegó a decir que resulta totalmente imposible escribir una gramática que de cuenta de absolutamente todos los detalles del inglés, y que aunque fuera posible esa gramática sería tan extensa y tan prolija que no sería interesante. Para Chomsky y gran parte del generativismo el objeto de estudio de la lingüística son las i-lenguas o conocimiento tácito mental que un hablante tiene de su lengua, no los textos o manifestaciones de la misma (e-lenguas), en la que frecuentemente se basan las gramáticas.

Una lengua amenazada es una lengua para la que se identifican factores que dejan entrever la posibilidad de que la lengua se convierta en una lengua muerta a medio plazo. Usualmente el factor principal que se considera para considerar a una lengua amenazada es que los hijos de hablantes nativos estén adquiriendo como lengua materna otra lengua más ampliamente difundida o que pasada la infancia dejen de usar su lengua materna en favor de otras lenguas de uso más general.

Por otra parte existen evidencias lingüísticas de que una lengua que está perdiendo número de hablantes y ve su uso cada vez más restringido, hasta ser usada solo en un ámbito estrictamente familiar pierde algunas de sus estructuras lingüísticas más complejas. Se han observado tanto la pérdida de las áreas menos productivas de la gramática, como la substitución de las estructuras nativas por estructuras de las lenguas en favor de las cuales se está perdiendo la lengua amenazada. En un estadio avanzado de extinción, las lengua amenazadas son habladas solo por ancianos que hablan la lengua con razonable fluencia, y generaciones más jóvenes que solo son semihablantes que tienen una fluencia muy limitada o solo una comprensión pasiva de la lengua.

La UNESCO posee un Atlas Interactivo UNESCO de las Lenguas en Peligro en el Mundo que proporciona información sobre la ubicación y situación de las lenguas amenazadas. También es de utilidad el Libro Rojo de las Lenguas Amenazadas de Tapani Salminen y también publicado por la UNESCO.

Por lo menos existe un caso, el hebreo, en el que una lengua muerta ha sido «revivida» para su uso diario. El hebreo había sido suplantado ya en la antigüedad por el arameo, aunque se había conservado como lengua litúrgica y era empleado en el siglo xix por los movimientos sionistas. La decisión de dar al estado de Israel una lengua «neutral» como lengua oficial, es lo que ha dado el impulso para revivir el idioma. Naturalmente la lengua ha tenido que modificarse y se han creado un gran número de neologismos para adaptarla al uso moderno.

Otros casos, como el córnico, no están claros, ya que no reciben el apoyo de estamentos políticos como lenguas oficiales y el número de hablantes es más bien modesto.

En cuanto a lenguas en peligro, se han realizado diversos intentos de preservar lenguas menores, con mayor o menor éxito.

Como éxitos señalar por ejemplo el finlandés en Finlandia, que fue instaurado y promocionado como lengua oficial por el gobierno tras la independencia. La lengua estaba amenazada por el prestigio del sueco, que actualmente también es lengua oficial del país. Éxitos menores son el vasco y el irlandés, que en el 2004 contaban con más hablantes que en 1954, aunque su futuro no está asegurado. En ambos casos se ha decretado la cooficialidad de las lenguas (el irlandés incluso es oficial en la Unión Europea y se ha promovido la escolarización pública no universitaria.

Lenguas en las que las medidas no parecen haber tenido éxito son el bretón y el occitano. El gobierno francés no ha reconocido oficialmente estas lenguas. Su presencia en los medios de comunicación es anecdótica, y las escuelas maternales monolingües (Calandretas para el occitano y Diwan para el bretón) son iniciativas privadas de carácter marginal (menos de un 2 % de los alumnos asisten a estas escuelas). Se cree que las lenguas desaparecerán en una generación.

Los ejemplos se han tomado de lenguas europeas, cuyos hablantes poseen los medios materiales para defender sus lenguas maternas. En el caso de lenguas en países pobres, o cuyos hablantes son marginados, la conservación se complica mucho. Simplemente no se dispone del dinero necesario para ofrecer las mismas posibilidades que tienen los hablantes de lenguas prestigiosas: escolarización, televisión, periódicos, libros, Internet, trabajo, etc.

Algunas de las lenguas muertas más importantes se listan a continuación.

El latín, el griego clásico y el sánscrito son lenguas que se consideran habitualmente lenguas muertas. Sin embargo, hay también quien argumenta que no lo son si se tiene en cuenta que determinadas ciencias todavía utilizan una gran cantidad de su léxico y que existen todavía muchas personas que son capaces de hablarlas como segunda lengua, aunque es totalmente dudoso que existan hablantes con la misma intuición para juzgar la gramaticalidad de ciertas sentencias.

Por ejemplo, el latín es la lengua oficial de la iglesia católica. Según un artículo de Pierre Georges en su crónica de Le Monde, el latín se habría enriquecido con unas 60.000 palabras y locuciones nuevas en los últimos siglos. Como ejemplos nombra vis atomica para «poder nuclear», res inexplicata volans para «ovni», etc. El latín continuó en uso en textos científicos y filosóficos mucho tiempo después de su muerte, costumbre que se mantuvo por lo menos hasta el siglo xix.

Según Paul Valéry, no fue hasta después de la Primera Guerra Mundial que el conocimiento del griego clásico dejó de ser habitual en Francia en personas formadas. En su juventud no era nada extraño ver a un hombre instruido leer a Tucídides en el texto original.

Este tipo de «vida» es posible para un pequeño número de lenguas que están asociadas a una cultura con el suficiente prestigio y que permita el mantenimiento de la lengua para el uso científico, legal o eclesiástico. Por sus usos litúrgicos se han conservado por ejemplo el eslavónico, el avéstico, el copto, el sánscrito, el ge'ez, etc.

Determinadas organizaciones emplean lenguas muertas o raras para ayudar a producir un cierto ambiente o dar prestigio. Un ejemplo de este uso es la Wikipedia: existen versiones en sánscrito, latín, anglosajón y gótico.

Numerosas lenguas americanas indígenas han desaparecido desde el siglo xvi, pero la tendencia se ha acelerado alarmantemente en el siglo xx. Prácticamente no hay país de América en el que no haya lenguas indígenas amenazadas.

Entre las lenguas amerindias y las vernáculas americanas existen al menos unas 170 que se hallan severamente amenazadas. Algunas de ellas se hallan probablemente extintas en 2005, pues los últimos registros de contacto con hablantes se remontan a veces a 20 años.



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