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Ignosticismo



El ignosticismo o igteísmo es la posición, respecto a la creencia de Dios, en que primero se cuestiona la definición de Dios. El ignóstico se pregunta: ¿Qué se entiende por Dios?, para que una vez conocida la respuesta se pueda comprobar si eso existe o no existe.

Esta postura filosófica asume considerable importancia sobre el concepto de Dios y otros conceptos teológicos antes de argumentar sobre la probabilidad de su existencia como en otras posiciones teológicas o metafísicas (incluyendo el agnosticismo). El término ignosticismo fue acuñado por el rabino Sherwin Wine, fundador del judaísmo humanista.

El ignosticismo se puede definir como algo que abarca dos puntos de vista acerca de la existencia de Dios:

Algunos filósofos han visto el ignosticismo como una variación del ateísmo o agnosticismo,[1]​ mientras que otros han considerado que es distinto (Ignosticismo Puro o Fuerte). Un ignóstico no puede decir si es teísta o ateo, hasta que sea presentada una mejor definición del teísmo.[cita requerida]

El ignosticismo y no-cognitivismo teológico generalmente se consideran sinónimos,,[2]​ pero la relación del ignosticismo con otros puntos de vista no-teístas es menos clara. Mientras que Paul Kurtz considera este punto de vista compatible con el ateísmo débil y el agnosticismo,[3]​ otros filósofos lo consideran distinto.

En un capítulo de su libro de 1936 Lenguaje, Verdad y Lógica, A. J. Ayer sostuvo que no se puede hablar de la existencia de Dios, o incluso la probabilidad de la existencia de Dios, ya que el concepto es en sí no verificable y, por tanto, carente de sentido.[4]​ Ayer escribió que está descartado el ateísmo y el agnosticismo, así como teísmo, porque las tres posiciones que asumen la frase "Dios existe" le atribuyen algún significado.[5]​ Dado el sinsentido de las reclamaciones teístas, Ayer opinó que "no había motivo lógico para el antagonismo entre la religión y la ciencia natural",[6]​ el teísmo por sí solo no implica ninguna propuesta que el método científico pueda falsar.

Al igual que Ayer, Theodore Drange considera que el ateísmo y el agnosticismo son posiciones que aceptan la frase "Dios existe" como una propuesta con significación; los ateos juzgan que sea "falsa o probablemente falsa" y los agnósticos consideran que tal propuesta se encuentra inconclusa hasta que más pruebas se cumplan.

Según las definiciones de Theodore Drange los ignósticos no son ni ateos ni agnósticos. Una simplificación máxima en la materia establece que un ateo diría, "No creo que Dios exista", un agnóstico diría, "No sé si Dios existe o no", y un ignóstico diría "No sé qué se quiere decir cuando se dice Dios existe".

El ignosticismo no debe confundirse con apateísmo, que aunque ambas posturas asumen nula importancia al papel de Dios o deidades en el mundo experimentable o sensible, el apateísmo puede asumir su existencia dándole solo nula importancia mientras que el ignosticismo no le ve sentido a los argumentos en favor o en contra de su existencia sobre la base de que tales conceptos están mal definidos o son infalsables. Es decir, en el apateísmo se puede asumir su existencia o no existencia, mientras que en el ignosticismo primero se debe refinar o cambiar totalmente el concepto de Dios o deidades antes de asumir alguna postura sobre la probabilidad de sus existencias.[7]

Drange hace hincapié en que cualquier posición sobre el tema "¿Existe Dios?" se hace con respecto a una forma particular de lo que uno pretende estudiar y representar como "Dios".

El significado de Dios es muy diferente para diferentes personas; cuando se habla de la palabra, un ignóstico puede tratar de determinar si algo como la definición de Dios de un niño se entiende o si el concepto de un teólogo tiene lugar.

Un niño en general tiene un concepto simple y coherente de significado, sobre la base de una concepción antropomórfica de Dios: un gran hombre poderoso en el cielo responsable de ciertos asuntos.[9]​ Esta concepción antropomórfica fue rechazada por Spinoza, así como de Ludwig Feuerbach en "La esencia del cristianismo" (1841).

El concepto en un teólogo es más complejo y abstracto, a menudo refiere a conceptos tales como primera causa, sustentador, impasible, y reclama atributos tales como omnipotente, omnisciente y omnibenevolente. Para el ignóstico, de estas abstracciones, tomadas por separado o en combinación, no se puede decir si son falsables, solo que son confusas, auto-contradictorias, lingüísticamente vacías, o tal vez poéticas. Por lo tanto, no se puede exponer un punto de vista de manera significativa sobre la existencia o inexistencia de Dios.[cita requerida]

El ignóstico coherente, por lo tanto, espera una definición coherente de la palabra Dios (o de cualquier otra expresión metafísica que se someta a discusión) antes de exponer y participar en argumentos a favor o en contra de la existencia de Dios.



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