Ildefonso Schuster cumple los años el 18 de enero.
Ildefonso Schuster nació el día 18 de enero de 1880.
La edad actual es 144 años. Ildefonso Schuster cumplió 144 años el 18 de enero de este año.
Ildefonso Schuster es del signo de Capricornio.
Ildefonso Schuster nació en Roma.
Alfredo Ildefonso Schuster (Roma, 18 de enero de 1880-Venegono Inferiore, 30 de agosto de 1954) fue un religioso católico italiano beatificado el 12 de mayo de 1996 en Roma. Fue monje benedictino, teólogo, Arzobispo de Milán y cardenal de la Iglesia católica. Bautizado como Alfredo Ludovico Schuster, es especialmente conocido por sus trabajos sobre liturgia católica. Además fue también caballero de la Orden del Santo Sepulcro.
Hijo de Giovanni (en alemán: Johann), un sastre bávaro, y María Anna Tutzer, de origen trentino. Su padre trabajaba en la corte pontificia y era el sastre jefe de la guardia Zuava. Muy pronto quedó huérfano de padre y entró por sus estudios en la Abadía de San Pablo Extramuros; vuelto monje, profesó en 1900; tras sus estudios de filosofía en el Colegio Pontifical de San Anselmo en Roma, fue ordenado sacerdote el 19 de marzo de 1904 en la Basílica de San Juan de Letrán. Enseguida asumió los cargos de procurador general de la Congregación Benedictina de Montecassino, prior claustral y, en 1918, abad ordinario de San Pablo Extramuros. Se destaca como maestro de novicios, así como por su pasión por el arte sacro, la arqueología, la historia de la Iglesia, la liturgia y la vida monástica.
Nada más firmado el concordato con el estado fascista, fue nombrado arzobispo de la Arquidiócesis de Milán el 26 de junio de 1929 y cardenal el 15 de julio de ese mismo año y gobernó su diócesis en tiempos difíciles para Milán y para Italia. Tomó por modelo a su predecesor del siglo XVI, San Carlos Borromeo e hizo frecuentes visitas pastorales por toda su inmensa archidiócesis: cinco en sus veinticinco años de episcopado. Escribió numerosas cartas a sus clérigos y fieles y suministró instrucciones minuciosas especialmente en orden al ornamento del culto divino; organizó frecuentes sínodos diocesanos y dos congresos eucarísticos.
Fue presidente del Pontificio Instituto Oriental de 1919 a 1922, así como profesor en varios colegios e institutos. Por mandato del papa Pío XII reorganizó los seminarios milaneses al construir el Seminario de Teología y el Pequeño seminario (Seminario Liceal) de Venegono Inferiore, inaugurados en 1935. Participó en el cónclave de 1939 que eligió por papa al cardenal Eugenio Pacelli (futuro papa Pío XII).
En 1931 lanzó una carta muy dura contra el régimen para protestar contra las agresiones a la Acción Católica, y se negó a bendecir solemnemente la Estación Central de Milán, obligando así a estar ausentes de la ceremonia de inauguración al rey Víctor Manuel III y a Benito Mussolini. En 1938, condenó con solemnidad las leyes raciales. El 13 de noviembre pronunció estas palabras en la catedral: «Ha nacido en el extranjero, pero se extiende por doquier una especie de herejía… Es el así llamado racismo». En esa misma homilía ponía en guardia ante las ideologías arias y el crecimiento de la industria bélica alemana (Schuster era hijo de un alemán), que pronto provocarían una guerra.
En 1939, pronunció un discurso que nadie se atrevió a publicar. Decía el cardenal: «Entre el cristianismo basado en el Decálogo y en el Credo, de origen divino, y este nuevo Estado hegeliano, totalitario, existe un antagonismo total». Durante la Segunda Guerra Mundial se convirtió en la última tabla de salvación para los perseguidos por el nazismo e hizo todo lo que pudo por salvar a los condenados a muerte: católicos activos, grandes intelectuales no cristianos y judíos. El 10 de agosto de 1944 las tropas alemanas fusilaron a quince partisanos y los abandonaron en el suelo como aviso a la población, y el cardenal protestó a la embajada alemana; por la tarde, al ver que su aviso no servía de nada, amenazó con ir a recogerlos en persona y los alemanes los recogieron, pero el comandante avisó que un día de estos lo arrestaría.
El 25 de abril de 1945, al final de la guerra, organizó la rendición de Benito Mussolini sin efusión de sangre por medio de un encuentro entre este y los partisanos en el arzobispado; propuso también a Mussolini permanecer en el arzobispado bajo su protección para rendirse a los Aliados, pero este rehusó, prefiriendo huir. Viejo y enfermo, el cardenal se retiró al seminario de Venegono, donde falleció el 30 de agosto de 1954. Sus restos reposan en la catedral de Milán y cuando su tumba fue abierta (28 de enero de 1985) su cuerpo se encontró intacto. Fue proclamado beato por Juan Pablo II el 12 de mayo de 1996.
Fundó una escuela de música: el Instituto de Canto Ambrosiano y Música Sacra, así como el Ambrosianeum y Didascaleion y diversos centros de cultura católica. Toda su vida recomendó altamente la participación de los laicos en la acción parroquial.
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