El nacionalismo vasco (en euskera, eusko abertzaletasuna) es un conjunto heterogéneo de ideologías políticas que tienen en común la defensa del carácter nacional de los vascos, de Euskal Herria o Euskadi como sujeto político titular del derecho de autodeterminación y, frecuentemente aunque no siempre, de su independencia de España y Francia. En general, defiende la unidad cultural y política de Euskal Herria y la identidad cultural vasca, especialmente en lo relacionado al euskera.
El nacionalismo vasco surgió a finales del siglo xix tras en la derrota de los partidarios de Carlos de Borbón en la tercera guerra carlista y la sustitución de los fueros y leyes de origen medieval por el concierto económico. En su origen católico, tradicionalista y racialista, se secularizó tras el final de la guerra civil española y la Segunda Guerra Mundial, abandonando el concepto de raza vasca por la protección de la lengua y la cultura.
En la actualidad, las dos grandes corrientes del nacionalismo vasco son, de un lado, la representada por el Partido Nacionalista Vasco y, de otro lado, la izquierda abertzale, siendo esta última abiertamente independentista y anticapitalista y la primera pactista y democristiana. Actualmente todas las fuerzas políticas nacionalistas son demócratas y concurren a las elecciones españolas y francesas. Históricamente, gran parte de la izquierda abertzale ha defendido la utilización de la violencia, especialmente en el entorno de Euskadi Ta Askatasuna (ETA) pero también por los Iparretarrak, los Comandos Autónomos Anticapitalistas, grupos de hooligans y otras organizaciones políticas y sindicales.
El nacionalismo vasco tiene una mayor implantación en las zonas rurales y entre la población vascófona, pero también tiene apoyo de otros sectores sociales. Sus apoyos electorales se concentran en Vizcaya, Guipúzcoa y la mitad norte de Navarra. Tiene un menor apoyo en Álava, en el centro y sur de Navarra y en el País Vasco francés.
Según una serie de encuestas del Euskobarómetro realizadas en 2016, el 46% de los habitantes de la Comunidad Autónoma Vasca se siente solo vasco o más vasco que español, mientras que el otro 54% se siente tan vasco como español, más español que vasco o solo español. La encuesta no incluye a los habitantes de Navarra o el País Vasco francés. Según el Euskobarómetro de 2016, un 46% de los vascos se considera nacionalista frente a un 50% que no se considera nacionalista.
El nacionalismo vasco moderno surge en el siglo XIX y llega hasta nuestros días. Debido a la extensión del tema, su trayectoria ha sido recogida en "Historia del nacionalismo vasco".
El nacionalismo vasco tiene sus antecedentes en los finales del siglo XVIII, en la filosofía de Herder y su concepto de Volksgeist, («la voluntad del pueblo»), idea que posteriormente fue seguida y desarrollada por autores como Fichte y Schelling (véase Antecedentes del nacionalismo vasco).
Algunos autores se remontan a la época del origen y esplendor del antiguo Reino de Navarra en el que ven los orígenes de este movimiento ideológico.
El alavés Landázuri habla en 1780 de país bascongado. En 1801, el investigador alemán Humboldt recorre la región y la reconoce expresamente como nación vasca.
Diez años más tarde, en 1811 el senador labortano Garat, que creía a los vascos descendientes de los fenicios, propone al Emperador Napoleón la formación de un "Estado Nacional Vasco" que se llamaría Nueva Fenicia con los territorios de ambos lados de los Pirineos, que se agruparían en dos departamentos, Nueva Tiro y Nueva Sidón, y cuya bandera y escudo serían los de Navarra, que considera eran los de las naves de Tiro. Precisamente será la Diputación de Navarra la institución que, en 1864, invita a las otras tres a participar en un proyecto mancomunado al que denomina "Laurac bat" (cuatro provincias unidas en una sola), en recuerdo de la unidad de los cuatro territorios de la Vasconia peninsular.
Entre los teóricos del nacionalismo vasco de comienzos del siglo XX se encontrarían Fray Evangelista de Ibero y Engracio de Aranzadi.
En 1892 Sabino Arana Goiri publicó el libro Bizkaya por su independencia, que representa el acta de nacimiento del nacionalismo vasco. Diez años antes, cuanto tenía 17 años, se produjo su «conversión» del carlismo al nacionalismo bizkaitarra gracias a que su hermano Luis Arana lo convenció —un hecho ocurrido el Domingo de Resurrección, que desde 1932, cincuentenario del acontecimiento, el PNV lo conmemoró como el Aberri Eguna o Día de la Patria Vasca.
Su doctrina política se concretó en junio del año siguiente en el discurso de Larrazábal, en el que explicó que el objetivo político del libro Bizcaya por su independencia era despertar la conciencia nacional de los vizcaínos, pues España no era su patria sino Vizcaya y adoptó el lema Jaun-Goikua eta Lagi-Zarra (JEL, 'Dios y Ley Vieja'), síntesis de su programa nacionalista. Ese mismo año de 1893 comenzó a publicar el periódico Bizkaitarra en el que se declaró «antiliberal» y «antiespañol» —por esto último, sobre lo que sustentaba ideas muy radicales, pasó medio año en la cárcel y el periódico fue suspendido—.
La propuesta nacionalista vasca de Sabino Arana se basaba en las siguientes ideas:
En 1894, Sabino Arana fundó el Euskeldun Batzokija, el primer batzoki, un centro nacionalista y católico integrista muy cerrado, pues solo contó con un centenar de socios por las rígidas condiciones de ingreso. También fue clausurado por el gobierno, pero fue el embrión del Partido Nacionalista Vasco (Eusko Alderdi JELtzalea, EAJ-PNV) fundado en la clandestinidad el 31 de julio de 1895 —festividad de san Ignacio de Loyola, a quien admiraba Arana—. Dos años después Arana adoptaba el neologismo Euskadi —país de los euzkos o vascos de raza—, pues no le gustaba el nombre tradicional de Euskalerria —pueblo que habla euskera—.
El EAJ-PNV, fundado en el contexto de la corriente del romanticismo, organizativamente resultó novedoso para su época en comparación con los partidos tradicionales, que resultaban muy poco participativos y tenían una férrea estructura de "partidos de cuadros", con la excepción del PSOE.
Los Arana se preocuparon de que su partido lo formara una base social teniendo como referencia los "batzokis", configurados como centros vasquistas que constituirían algo más que sedes de un partido. Estos se dotaron de un funcionamiento democrático interno y participativo entre sus miembros, quienes tenían en un principio restringida su afiliación, e incluso la entrada, en virtud de sus orígenes genuinamente vascos. Eran los propios miembros de estos centros los que designaban a los representantes y cargos del partido. En la actualidad existen casi doscientos.
Este partido contaba con más apoyo en el medio rural que en las grandes ciudades; ciertos autores señalan que, analizando los electos nacionalistas de esa época, se desprende que pertenecían en su mayoría a la clase media, en su mayor parte autónomos, del entorno rural.
Teniendo en cuenta la disparidad de posturas ideológicas existentes, estos son los principales partidos nacionalistas vascos:
Algunos partidos, sin reclamarse nacionalistas, defienden su carácter vasquista, siendo partidarios de la autodeterminación o, más moderadamente, de estrechar lazos entre el País Vasco y Navarra:
El nacionalismo vasco, al igual que otras ideologías, cuenta con una simbología propia:
El nacionalismo vasco se manifiesta en numerosos ámbitos culturales, sociales y deportivos.
Dentro de estos últimos, los grupos ultras de los equipos deportivos del norte pirenaico reivindican objetivos nacionalistas, en torno a Euskal Hintxak, que agruparía a grupos ultras de diversos equipos como los Indar Gorri de Osasuna de Pamplona, Peña Mújika de la Real Sociedad de San Sebastián, Herri Norte Taldea o Abertzale Sur del Athletic Club, Iraultza 1921 del Club Deportivo Alavés.
Además, para reivindicar la oficialidad de las selecciones deportivas vascas creó la Plataforma Pro Selecciones Vascas (ESAIT).
Los datos de noviembre de 2007 del Euskobarómetro, estudios sociológicos periódicos realizados por la Universidad del País Vasco (UPV-EHU) y dirigidos por Francisco José Llera Ramo, catedrático de Ciencia Política y de la Administración, arrojan resultados contradictorios: así, el 34 % muestra tener grandes deseos de independencia, un 22 % tiene pequeños deseos de independencia y un 32 % ninguno.
Según este estudio, un 39 % apuesta por la autonomía, un 30 % por el independentismo, un 27 % por el federalismo y solo el 1 % apoyaría el centralismo; un 42 % se considera nacionalista, frente a un 51 % que se considera no nacionalista - con un acusado descenso de las posiciones nacionalistas de los encuestados, que en mayo de 2006 solo estaban a un punto de los no nacionalistas, considerando a España como su nación el 3 % y como su país el 18 %.
Además en el 2007, el estudio refleja que un 31 % se considera tan vasco como español, un 33 % solo vasco, un 22 % más vasco que español, un 5 % solo español y un 4 % más español que vasco.
Por otro lado, los resultados que se desprenden del Sociómetro del Gobierno Vasco muestran, en una metodología distinta, otros resultados. Según el Gabinete de Prospección Sociológica en mayo de 2006, el 32 % estaba "de acuerdo con la independencia del País Vasco" frente a un 26 % que opinaba en ese sentido en enero de 2007. Este acusado descenso es debido a que, mientras en 2006 el 19 % "estaría de acuerdo o no según las circunstancias", en la edición de enero de 2007 el porcentaje se eleva hasta el 35 %. El 28 % está en desacuerdo en 2007 - frente a un 35 % que así respondía el año anterior - y aquellos que no saben o no contestan evolucionan del 15 % al 11 %.
No obstante, en ambos estudios el ámbito de la encuesta incluye únicamente al País Vasco, excluyendo tanto a la Comunidad Foral de Navarra como a las tres provincias del País Vasco francés.
En el estudio presentado por Eusko Ikaskuntza en marzo de 2007 Identidad y cultura vascas a comienzos del siglo XXI, sí se reflejan las opiniones de todas las regiones. Se trata de una extensa investigación que consta de 147 páginas en la misma, y sobre el total de encuestados, un 44 % asegura sentirse más vasco que español o francés, un 23 % tan vasco como español o francés, un 12 % más español o francés que vasco, un 7 % más navarro que vasco, un 4 % tan español como navarro, un 3 % tan vasco como navarro y un 7 % otros.
Durante la campaña de las elecciones al Parlamento Vasco de 2012 y al hilo del debate sobre la independencia surgido en Cataluña tras la manifestación del 11 de septiembre de 2012, el diario Gara publicó una encuesta sobre la independencia. Ante la pregunta de si los vascos apoyarían la independencia, el 51 % votaría en contra y el 49 % a favor. La mayoría de los vascos (56,4 %) no contestó a si esta independencia mejoraría o empeoraría las condiciones del País Vasco.
A fecha de 13 de diciembre de 2017, en mitad del proceso soberanista catalán, el Deustobarómetro publicó un estudio de opinión de la sociedad vasca en la que el apoyo a la independencia del País Vasco se situaba en «mínimo histórico» del 14,3 %, mientras que un 29,5 % se conformaba con la autonomía que tenían y un 39,7 % apostaba por una mayor autonomía. Un 42,6 % de la sociedad vasca se oponía a realizar un referéndum soberanista frente al 39,3 % que lo defendía. En el caso de que hubiese urnas, el 42 % votaría no, frente a un 23 % que votaría sí.
El 15 de diciembre de 2017, se publicaron los datos del Euskobarómetro, que indicaban que un 58 % de la población apoyaba un referéndum en la región, frente a un 33 % que no lo apoyaban, y que, en el caso de que lo hubiese, un 47 % votaría no, frente a un 33 % que votaría que sí. Según recoge el sondeo, más allá de cuál sea la fórmula política del autogobierno vasco, un 30 % de la ciudadanía manifiesta tener deseos grandes de independencia. Frente a estos, un 59 % de los vascos "tiene pocos o ningún deseo de independencia". Por otra parte, el 66 % rechaza iniciar un proceso similar al catalán en Euskadi y el 81 % cree que el referéndum del 1-O no podía considerarse "plenamente legal y válido".
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