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Indro Montanelli



¿Qué día cumple años Indro Montanelli?

Indro Montanelli cumple los años el 22 de abril.


¿Qué día nació Indro Montanelli?

Indro Montanelli nació el día 22 de abril de 1909.


¿Cuántos años tiene Indro Montanelli?

La edad actual es 115 años. Indro Montanelli cumplió 115 años el 22 de abril de este año.


¿De qué signo es Indro Montanelli?

Indro Montanelli es del signo de Tauro.


¿Dónde nació Indro Montanelli?

Indro Montanelli nació en Fucecchio.


Indro Montanelli (Fucecchio, Florencia, 22 de abril de 1909 - Milán, 22 de julio de 2001) fue un periodista, escritor e historiador italiano.

Periodista y escritor italiano, su talento fue reconocido y premiado también en el exterior (por ejemplo, en Finlandia, Estados Unidos, donde fue reconocido como mejor periodista internacional, y España, Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades 1996, ex-aequo con Julián Marías). Fue un autorizado cronista de la historia italiana y entrevistó a personajes como Winston Churchill, Charles de Gaulle, Luigi Einaudi y el papa Juan XXIII. Su filosofía periodística nació del aprendizaje que de joven hizo en los Estados Unidos de América: recordó siempre lo que le había dicho el director del diario para el que trabajaba: «hacer que cada artículo pueda ser leído y entendido por cualquiera, incluso por el lechero de Ohio».1C

Sencillo, directo, aunque refinado escritor, fue miembro de honor de L'Accademia della Crusca, por la que peleó desde las páginas de Il Giornale para que recibiera atención y fuera financiada por los lectores, siendo como era uno de los más antiguos e importantes centros de estudio sobre la lengua italiana, consiguiendo que no desapareciera. Escribió, entre sus más de sesenta libros, una Historia de Italia divulgativa, ayudado por Mario Cervi y Roberto Gervaso; Gli incontri (encuentros con personajes famosos) y una muy leída Historia de Roma, aunque su obra más conocida es la periodística, materializada en sus artículos de opinión.

Montanelli se licenció en Derecho en la Universidad de Florencia, con un año de adelanto, y con una tesis sobre la reforma electoral del fascismo en la que sostenía que no era más que la abolición de las elecciones; pudo realizarla gracias a la ayuda de los profesores antifascistas. Frecuentó también un grupo en Grenoble de ciencias políticas y sociales. Debutó en el periodismo en el Il Selvaggio de Maccari, un pequeño periódico de 500 ejemplares cuyos periodistas, aunque fascistas, fueron los primeros en romper con la unánime conformidad con el régimen. En 1932 entró en L'Universale, que tiraba unos 1.500 ejemplares. En 1934 recibe de Mussolini la enhorabuena por un artículo contra el racismo y es invitado a colaborar en Il Popolo d'Italia, tras ser cerrado por el régimen L'Universale.

Su actividad periodística empieza de forma efectiva con su trabajo como reportero de calle para Paris Soir en 1934, especializándose en la crónica negra. Fue luego enviado como corresponsal a Noruega y de allí a Canadá como corresponsal de la agencia United Press, aunque seguía colaborando con Paris Soir. Entrevistó al magnate Henry Ford, haciendo de él un retrato muy original. Con su agencia de noticias fue como vice-corresponsal a Abisinia, pero regresó pronto a América. Posteriormente, fue voluntario, fascinado por los ideales fascistas, como comandante de un batallón de Askari; pero viendo la incapacidad, la desorganización del ejército y la abundancia de medallas sin valor ninguno, comenzó a dudar del régimen.

Se involucró a continuación en la guerra civil española, posicionándose a favor del bando republicano, llegando a ayudar en su huida hasta la frontera a Valentín González, El Campesino, comandante comunista de la 46ª división, que lo recompensaría regalándole su carné del partido, que Montanelli conservaría durante toda su vida.

Su posición contraria al fascismo lo llevó a las primeras serias disidencias con él. Rechazó el carné del partido, por lo que, para evitar lo peor, Giuseppe Bottai le buscó, primero, un lectorado de italiano en la Universidad de Tartu, en Estonia, y luego lo hizo nombrar Director del Instituto Italiano de Cultura de Tallinn. De vuelta a Italia, su ruptura con el partido fascista se hizo efectiva en una manifestación; recibe el apoyo del Corriere della Sera, que lo contrata.

Hace de reportero por toda Europa: en Alemania, donde consigue un legendario encuentro con Hitler que narraría en su libro Il testimone; en Noruega, donde asiste a la invasión alemana; y en Finlandia, de donde saldrían una serie de relatos sobre la guerra entre Finlandia y Rusia que apasionarían a los lectores italianos y en los que demostraría predilección por Finlandia.

De nuevo en Italia, vivió el colapso del 8 de septiembre y se afilió a Giustizia e Libertà, un partido clandestino, pero descubierto por los alemanes es condenado a muerte y encarcelado. De esta experiencia sacó inspiración para uno de sus Incontri, pequeños retratos de personajes, en concreto su relato El general Della Rovere, que luego sirvió de base para que Roberto Rossellini realizara una película (Il generale Della Rovere) que obtuvo el León de Oro en Venecia y una nominación a los Óscar en la categoría de mejor guion adaptado. Salió de San Vittore por intercesión del cardenal de Milán Ildefonso Schuster, ayuda que sólo conocería muchos años después gracias a uno de sus lectores.

Se refugió en Suiza hasta el final de la guerra. Después de terminar ésta, su actividad de reportero lo llevó a Budapest, durante la invasión rusa con tanques de 1956, y que le inspiró la trama de una obra teatral, luego hecha película con su dirección artística, Los sueños mueren al alba (1960). Allí vive la revolución y asiste al derribo de la estatua de Stalin. Señala en sus crónicas que estos revolucionarios eran jóvenes comunistas antiestalinistas y no "reaccionarios burgueses" como pretendían los soviéticos y la izquierda internacional. Escribe también destacados reportajes sobre la Primavera de Praga de 1968.

Entre sus amistades, se cuentan personajes fundamentales de la cultura italiana de la época como Leo Longanesi y Dino Buzzati.

Declaradamente anticomunista, anarco-conservador (como gustaba definirse), sus actitudes intransigentes y contracorriente le valieron en los años 70-80 una etiqueta de "fascista" (aunque en los 90 fue llamado también "comunista") por parte de las izquierdas, en las que él veía, en aquellos años, un peligro importante como portavoces de la entonces superpotencia rusa.

Con el Corriere della Sera, bajo la dirección de Piero Ottone, Montanelli dijo haberse convertido en una especie de extraño, y dimitió antes de ser despedido: la línea del periódico, conformista y servil con los modelos políticos dominantes, era más de lo que podía asumir, por lo que terminó fundando su propio periódico, Il Giornale. Lo siguieron muchos colegas que, como él, no veían bien la nueva dirección del Corriere. El propio Ottone reconoció con pena que Montanelli se estaba llevando "la vajilla de plata de la familia", en referencia a los grandes periodistas que se fueron con él.

Con Il Giornale, que ya desde el principio concibió como un periódico de opinión, Montanelli tuvo la oportunidad de expresar con mayor fuerza sus posiciones, siempre poco conformistas y frecuentemente originales; a modo de interlocutor exterior a la política, orientado al debate sobre cuestiones de principios y partidario de una derecha idealista, se introdujo en el debate político, contribuyendo a la creación de la figura del analista político de procedencia periodística.

Ante el crecimiento, que él consideraba peligroso, del Partido Comunista Italiano, hizo famosa su petición electoral de taparse la nariz para votar a la Democracia Cristiana.

Fue víctima, en 1977, de un atentado de las Brigadas Rojas, que le dispararon 4 tiros, alcanzándole dos en las piernas, cuando se dirigía como todas las mañanas al periódico. Los terroristas justificaron el atentado por considerar a Montanelli un "esclavo de las multinacionales". Montanelli recibió pocos telegramas de pesar e, incluso, el Corriere le dedicó un simple suelto en donde sin nombrarlo directamente informa de que un periodista ha sido tiroteado: ("Milano [...] un giornalista è stato colpito [...]").

Il Giornale tuvo un público fiel durante años, sin embargo siempre limitado en relación con otros diarios. Las crisis económicas no tardaron en hacerse notar, hasta obligarle a aceptar la entrada como editor de Silvio Berlusconi. Su asociación duró hasta comienzos de los años 1990, cuando la entrada en política de su editor provocó las primeras disidencias entre los dos, llevando a Montanelli a abandonar el diario que había fundado por encaminarse este a una línea con la que en absoluto estaba de acuerdo. Rechaza la dirección del Corriere della Sera, ofertada por Paolo Mieli y Giovanni Agnelli, y decide fundar un nuevo periódico, La Voce, junto con cuarenta periodistas de su redacción anterior.

El diario se convirtió en una voz principal de la oposición al gobierno de Berlusconi. Montanelli organizó campañas para defender la libertad de prensa «amenazada: sentémonos en torno a la mesa, izquierda y derecha, para defender el bien común: la libertad de expresión», fue una de sus declaraciones más celebradas. La nueva empresa, sin embargo, no tuvo una larga vida, por no obtener un suficiente volumen de ventas; como él mismo tuvo que decir, La Voce proponía un fenómeno demasiado ambicioso; la página cultural resultó particularmente exitosa y fue la parte más leída.

Montanelli colaboró también con el pseudónimo Marmidone en el diario Il Tempo, donde respondía a los lectores y polemizaba con otro toscano, Curzio Malaparte.

Volvió, así, a trabajar para el Corriere, aceptando una colaboración que le permitió permanecer en contacto con sus verdaderos editores, como gustaba de llamar a los lectores. Creó la sección denominada "Stanza di Montanelli" (Habitación de Montanelli), precisamente una especie de diálogo con los lectores.

Su incomodidad frente a posibles influencias políticas se puso de manifiesto cuando rechazó en 1991 la propuesta de ser nombrado senador vitalicio de la República de Italia. En una carta al presidente Francesco Cossiga, señaló: "desafortunadamente, el ideal que tengo de ser un periodista absolutamente independiente me impide aceptar esta oferta tan halagadora". En materia religiosa, consideraba su falta de fe como una profunda injusticia.[1]

Montanelli, en los últimos años de su existencia, expresó una posición profundamente crítica respecto del líder de Forza Italia Silvio Berlusconi, su exeditor. A pocos días de las elecciones políticas de mayo de 2001, considerando a Berlusconi cerca de la victoria electoral, lo comparó con una enfermedad y dijo que Italia estaría curada, como ocurre con la acción de una vacuna, tras su paso por el poder.

Murió el 22 de julio de 2001 en una clínica de Milán (donde otro gran escritor y periodista del Corriere, con quien colaboró y tuvo una profunda amistad, Dino Buzzati, había muerto 29 años antes). Al día siguiente, el Corriere publicaba en primera página su carta de adiós a los lectores, en su perfecto estilo conciso y esencial, en la que les agradecía el afecto y la fidelidad con que le habían seguido a lo largo de tantos años.

Montanelli fue un gran aficionado y asiduo del teatro y, en particular, al teatro de revista. De joven aparecía en compañía de Nanda Primavera, durante algunas actuaciones de opereta Il Paese dei Campanelli. De 1937 a 1965 escribió una docena de obras que fueron representadas en los teatros de Milán, Roma y Turín:

Algunas de las obras publicadas en español son las siguientes:[2]



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