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Jacques-Yves Cousteau



Jacques-Yves Cousteau (pronunciación en francés: /ʒak iv kusto/; Saint-André-de-Cubzac, 11 de junio de 1910-París, 25 de junio de 1997)[1]​ fue un oficial naval francés, explorador e investigador que estudió el mar y varias formas de vida conocidas en el agua. Se recuerda sobre todo a Cousteau por haber sido en 1943, junto a Émile Gagnan, el coinventor de los reguladores utilizados todavía actualmente en el buceo autónomo (tanto profesional como recreativo) con independencia de cables y tubos de suministro de aire desde la superficie. Otros dispositivos de buceo autónomo ya habían sido experimentados anteriormente (regulador de Théodore Guillaumet de 1838,[2]​ regulador Rouquayrol-Denayrouze de 1864, manoregulador de Yves Le Prieur de 1926, regulador de René y Georges Commheines de 1937 y 1942, reciclador de aire SCUBA de Christian Lambertsen de 1940, 1944 y 1952)[3]​ pero ha sido el regulador de tipo Cousteau-Gagnan el que se ha impuesto hasta nuestros días, principalmente por la sencillez y fiabilidad de su mecanismo así como por su ligereza y facilidad de transporte durante las inmersiones.

Jacques-Yves Cousteau también era un fotógrafo y cinematógrafo subacuático, y fue el primero en popularizar las películas submarinas. Las películas y series documentales rodadas durante sus exploraciones a bordo de su buque Calypso han sido emitidas por televisión a través de su programa documental, El Mundo Submarino de Jacques Cousteau, que durante años fue transmitido en todo el mundo, haciendo de Cousteau el más célebre de los divulgadores del mundo submarino. Fue, además, una de las primeras personas en defender el ambiente marino de la contaminación, apasionado por encontrar y describir todas las especies que habitan los mares del globo terráqueo.[4]

En octubre de 1960 muchos residuos radioactivos iban a ser descargados en el mar por la Comunidad Europea de la Energía Atómica. Cousteau organizó una campaña publicitaria con la cual ganó amplio apoyo popular de la gente de ese entonces. El tren que llevaba los residuos fue detenido por mujeres y niños sentados en las líneas del tren y fue enviado de vuelta a su lugar de origen. En noviembre de 1960, en Mónaco, una visita oficial del presidente francés Charles de Gaulle se convirtió en un debate sobre las cosas que habían sucedido en octubre de ese mismo año y sobre los experimentos nucleares en general. El embajador francés ya le había sugerido al príncipe Raniero que evitara el tema, pero supuestamente el presidente le pidió a Cousteau, en una forma amigable, ser más comprensivo con las investigaciones nucleares, a lo cual Cousteau supuestamente le respondió: «No señor, son sus investigaciones las que deben ser más comprensivas con nosotros».[5]

En 1973, junto con sus dos hijos, Jean-Michel Cousteau y Philippe Cousteau, y Frederick Hyman, creó la Sociedad Cousteau para la protección de la vida oceánica, que llegó a tener más de 300 000 miembros.[1]

En 1975, Cousteau descubrió los restos del naufragio del HMHS Britannic.

En 1977, junto con sir Peter Scott, recibió el Premio Internacional sobre el Medio Ambiente, otorgado por las Naciones Unidas.

En 1985, se le concedió la Medalla Presidencial de la Libertad en los Estados Unidos, otorgada por Ronald Reagan.

En 1992, fue invitado a Río de Janeiro (Brasil), a la Conferencia Internacional de las Naciones Unidas por el Medio Ambiente y el Desarrollo, y desde entonces se convirtió en asesor para las Naciones Unidas y el Banco Mundial.

A Cousteau le gustaba definirse como un «técnico oceanográfico». Era en realidad un sofisticado director y amante de la naturaleza. Su trabajo le ha permitido a mucha gente explorar los recursos del «continente azul». Su trabajo también creó una nueva forma de comunicación científica, criticada en su momento por algunos científicos. El así llamado «divulgacionismo», una forma simple de compartir conceptos científicos con las masas de espectadores fue luego empleado en otras disciplinas y llegó a ser una de las características más importantes de la televisión moderna.

En 1975, el cantante de country-folk John Denver compuso la canción «Calypso» como un tributo a Cousteau y a su barco de investigación homónimo. La canción alcanzó la posición número uno del Billboard.

En 1992, y luego de casarse por segunda vez después de la muerte de su esposa Simone, compañera desde el comienzo de sus aventuras y quien le ofreciera todo su apoyo, se ve envuelto en una batalla legal con su hijo Jean-Michael sobre el uso del apellido Cousteau. Como resultado, la corte le ordenó a Jean-Michael Cousteau no crear confusión entre sus negocios con fines de lucro y las labores sin fines de lucro de su padre. Esta disputa familiar quedó resuelta poco antes de la muerte de Jacques Cousteau.

En 1990 el compositor francés Jean-Michel Jarre, produjo un disco titulado Waiting for Cousteau. De sus cuatro temas, tres se titulan «Calypso» (divididos como «parte 1», «parte 2» y «parte 3»), nombre del barco que Cousteau hizo célebre con sus documentales. El cuarto tema se titula como el disco mismo, «Waiting for Cousteau», con una duración aproximada de unos 40 minutos.

El 25 de junio de 1997 Jacques-Yves Cousteau falleció a los 87 años, de un ataque al corazón.[6]​ Su funeral, al que acudieron miles de personas, fue celebrado en la catedral de Notre-Dame en París. Sus cenizas fueron trasladadas al mausoleo familiar en Saint-André-de-Cubzac, su ciudad natal. La Sociedad Cousteau y su homólogo francés el Equipo Cousteau, los cuales fueron fundados por él, siguen activos en la actualidad.

Dentro del legado que Cousteau dejó al mundo, se cuentan:

El oceanógrafo Jacques-Yves Cousteau, conocido por ser un gran inventor y promotor ambiental, inició una cruzada ecológica ante diversos foros internacionales. Su propósito consistía en llamar la atención sobre los peligros a los que se enfrentarían las futuras generaciones ante el deterioro de nuestro planeta.

La preocupación del comandante Cousteau le llevó a publicar en 1979 un documento que tituló Carta de Derechos de las Generaciones Futuras (A Bill of Rights for Future Generations). Este documento contiene una serie de principios encaminados a la protección de los derechos de las futuras generaciones.

Como refiere el mismo Cousteau, el documento fue elaborado por la sociedad que lleva su nombre, con la ayuda de los profesores de Columbia E. Allan Farnsworth, reconocido turista estadounidense; Gabriel H. Nahas, médico de profesión; y el filósofo H. Standish Thayer, a quien el City College de Nueva York reconoció como profesor emérito. Con base en el trabajo producido por este grupo de profesionales de las más diversas ciencias, Cousteau pretendía que la Carta de Derechos de las Generaciones Futuras fuera adoptada por la AGNU.[aclaración requerida] Para lograr dicho fin, la Sociedad Cousteau recabó nueve millones de firmas para respaldar la presentación del proyecto ante dicha organización en octubre de 1994. Latinoamérica contribuyó con cinco millones de firmas, destacando Costa Rica con setecientas cincuenta mil firmas.

Si bien es cierto que el intento de Cousteau de establecer una Carta de Derechos de las Generaciones Futuras no estaba fundamentado sobre una base jurídica sólida, es importante mencionar que en el año en que publicó el documento ya existían una serie de instrumentos internacionales que hacían mención a la protección de las futuras generaciones. Las necesidades e intereses de las generaciones futuras ya se mencionaban además en diversos instrumentos normativos, entre ellos la Convención de la UNESCO para la Protección del Patrimonio Mundial, Cultural y Natural, cuya adopción en 1972, marcó un hito para el desarrollo del tema. La intención de abordar esta cuestión en dicho tratado internacional obedecía, entre otras cosas, al deseo de salvaguardar el patrimonio cultural mundial a fin de que pudiera transmitirse intacto a las generaciones futuras.

Se puede añadir que la Carta de Derechos de las Generaciones Futuras del “Capitán Planeta” tenía un giro eminentemente ambientalista y desde su primer artículo declaraba que nuestros sucesores tienen derecho a un planeta no contaminado y libre de daños. La solidaridad intergeneracional está plasmada en el artículo segundo del proyecto de Cousteau, en el cual se señala que cada generación tiene el deber de prevenir daños irreversibles e irreparables a la vida en la Tierra, así como a la vida y dignidad humana. Del tercer artículo de la Carta bien podría decirse que es un antecedente del principio precautorio en materia ambiental, ya que enfatiza que cada generación debe vigilar y evaluar los impactos desfavorables que las alteraciones y modificaciones tecnológicas pueden tener en la vida en la Tierra, el balance de la naturaleza y la evolución humana.

El deseo de Cousteau, consistente en la adopción de la Carta de Derechos de las Generaciones Futuras por la Asamblea General de las Naciones Unidas, no se cumplió. No obstante, la UNESCO prestó mayor atención a las demandas de Cousteau y para responder a ellas, en 1994, patrocinó una Reunión de Expertos organizada por el Instituto Triconental de la Democracia Parlamentaria y de los Derechos Humanos de la Universidad de La Laguna sobre los Derechos Humanos de las Generaciones Futuras. El 26 de febrero de ese año, la Reunión de Expertos, en la que participaron el Equipo Cousteau y un gran número de expertos de todo el mundo, culminó sus trabajos con la Declaración de los Derechos Humanos de las Generaciones Futuras o Declaración de La Laguna.





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