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La dama número trece



La dama número trece es la octava novela del escritor español José Carlos Somoza. Se trata de una novela fantástica de terror, cuya primera edición fue publicada en mayo de 2003 por la editorial Mondadori (colección Areté).[1]

La novela gira en torno a las situaciones y problemas en que se enfrenta el protagonista, Salomón Rulfo, al relacionarse de manera sobrenatural, por medio de una constante pesadilla, con un crimen real y una secta secreta y fantasmagórica de trece damas, quienes por medio de la poesía han desatado desde antaño innumerables tragedias y crímenes. Ha sido traducida al alemán, francés, holandés, inglés, italiano y polaco. En 2017 fue adaptada en la película Musa, dirigida por Jaume Balagueró.

El autor se basa para configurar la novela en la leyenda de las trece damas, recogida, entre otras obras, en el ensayo poético La diosa blanca del escritor inglés Robert Graves.[2][3]

Salomón Rulfo acude a la consulta del doctor Ballesteros para hablar de sus constantes pesadillas, en las que presencia el brutal asesinato de tres personas en una casa señorial. Una noche descubre por casualidad en el telediario que la casa es real y que en ella se cometió meses atrás un triple asesinato. Entonces decide visitar la casa; por la noche al intentar entrar, una muchacha da con él y sin preguntarse nada, como si ambos supieran que lo mismo (la pesadilla) los hubiera llevado hasta allí deciden entrar.

Adentro ven las habitaciones, los pasillos, hasta el mobiliario como en sus pesadillas, a excepción de un gran acuario. En la habitación superior, la de Lidia Garetti, la dueña de la casa, encuentran un retrato antiguo y Rulfo tiene el impulso de guardárselo. Por una puerta camuflada encuentran un pasillo secreto, al final una cámara oscura y en ella el acuario iluminado a pesar de estar la casa deshabitada desde hace meses... Del acuario extraen un saquito de tela, en él hay un verso escrito y una figurilla de plástico con forma humana y con la palabra 'Akelos'.

Rulfo decide visitar a su viejo profesor de Literatura, César Sauceda, para comentarle el tema. Curiosamente, éste reconoce el retrato y les cuenta, a Rulfo y a Susana, su esposa, la historia de su abuelo y una dama de una secta extraña. De entre sus lecturas recuerda un libro, Los poetas y sus damas, que se lo dio un catedrático austriaco, el profesor Rauschen, tiempo atrás. En él se describe una secta de trece damas, trece musas, que tienen el poder por medio de versos de inspirar, controlar o hasta destruir a los hombres. Se menciona que cada dama tiene que estar en posesión de su respectiva figurilla o imago para poder utilizar sus poderes. Posteriormente Rulfo se le aparecen dos seres: una niña de cabellos dorados que le ordena devolver la imago en un día y un lugar determinados, y la misma Lidia Garetti, quien le pide ayuda.

Mientras tanto Raquel recibe la visita de dos personajes ingratos. Primero se presenta en su piso un antiguo cliente sádico que, después de humillarla, le pide la imago. Raquel le miente y, después de que él se marchó amenazándola, esconde la figura en un zócalo de una de las paredes de su piso. Después llama a Patricio, su chulo, y le informa que lo va a dejar; éste se presenta inmediatamente en el piso y le convence para que se quede, diciéndole que desde ahora él va a cuidar de su “secreto”. Raquel no puede permitir que el tipo se quede con su hijo secreto y mata a Patricio. Después se encuentra nuevamente con Rulfo, se cuentan lo pasado y él se la lleva con su hijo a un motel en la carretera a Toledo. Rulfo nota que Raquel es otra mujer, más segura y consciente de sí misma. Ella le dice que no tienen que devolver la imago a las damas, que es su única posibilidad de seguir con vida y que ellas no pueden quitársela, ellos tienen que entregarla personalmente.

César llama a Rulfo y le informa que ha encontrado el paradero de Rauschen. Juntos viajan a Barcelona y visitan la casa del profesor Rauschen, quien se encuentra en “estado de coma” conectado a una múltiples aparatos médicos. Por la noche, entran clandestinamente en la casa y descubren que Rauschen había sido cruelmente torturado y que alrededor de su ombligo había escrito un verso, una “filacteria”; éste se levanta, se dirige como un zombi a un cuarto especial y se arranca todos los instrumentos de tortura, desangrándose. Comprenden que su cruz era ser cada noche torturado, muerto y cada mañana renacido, así eternamente. De vuelta a Madrid, deciden mantener a Susana al margen del asunto. Rulfo vuelve a soñar con Lidia Garetti, esta vez ella le pide que busque al “paciente de la habitación número trece”.

El día de la cita Rulfo se presenta ebrio, con la imago en su chaqueta. Minutos antes de la hora establecida oye ruidos: es Susana que lo ha seguido intrigada. Sorprendido, intenta echarla, pero las damas se aparecen y le piden la imago. Éste hace la entrega, pero una llama de la boca de Susana poseída derrite la figurilla y se observa que no es la verdadera imago, sino un soldadito de plástico del hijo de Raquel: ¡ésta lo había engañado, cambiando la figura! Rulfo cae desmayado.

Al despertar se encuentra en la mansión donde las damas celebran su aquelarre, “coven”, en la Provenza. Una dama, la andrógina Maleficiae, le enseña la casa y le invita a la gran fiesta a celebrarse esa misma noche, en su honor. Al final lo encierra en una celda donde descubre a Susana comiéndose hasta la raíz sus dedos. Rulfo cree enloquecer y un destello cegador lo adormece. Despierta esta vez vestido de gala en medio de una fiesta señorial y después de ser tratado como un invitado especial, la misma Maleficiae, personificada en el cuerpo de César le cuenta la historia de las dos Sagas: la antigua Saga tuvo un hijo sin el consentimiento del grupo y Akelos le ayudó a ocultarlo, por eso fue expulsada de la secta y eliminada. Rulfo comprende que la primera Saga era Raquel. Entonces Malificiae le aplica un verso de poder y, retorciéndose de dolor, es trasladado al cenador al aire libre donde se encuentra Raquel.

Es el momento del interrogatorio: las doce damas hacen acto de presencia engalanadas. Jacqueline, la nueva y cruenta Saga, se encara con Raquel, la Saga antigua, le pide que le diga dónde tiene escondida la imago de Akelos. Raquel accede y le confiesa el escondite (el zócalo en su piso), pero le pide a cambio que no le haga daño a su hijo. Jacqueline dice que sí, pero miente: termina matándolo.

Rulfo despierta en un hospital de Madrid. Se acuerda vagamente de lo sucedido, pero reúne fuerzas y se acuerda del teléfono del doctor Ballesteros, quien acude inmediatamente ya que últimamente había estado soñando con su esposa, Julia, que le dice que tenga cuidado con “Saga” y le pide que ayude a Rulfo y a su amiga. Rulfo trata de disuadirle, pensando en lo que las damas son capaces de hacer con los que saben algo de su existencia, pero el doctor insiste y le asegura también estar adentro. Cuando Rulfo y Raquel se encuentran en mejores condiciones, el doctor se los lleva a su piso. Raquel está muy deprimida e intenta suicidarse, lanzándose desde la ventana, pero no muere: la filacteria que le habían aplicado la mantenía con vida, para hacer su sufrimiento largo. Se arma de coraje por lo hecho a su hijo y, junto con Rulfo y Ballesteros, planea la venganza: cómo atacar a la nueva Saga. Cuentan con poco tiempo hasta el nuevo “coven” y juntando fuerzas logran descifrar dónde se esconde la dama número trece: en el cuerpo de Rulfo.

Convocan a la dama número trece, la encierran en un círculo pintado en el salón, del que no puede salir, y la obligan a que les diga cuándo se celebrará y que les dé acceso al coven. Una vez hecho esto, Rulfo se encarga de matarla, desintegrándola. En el tiempo que falta para la reunión de la secta, Raquel se dedica a estudiar los libros de poesía de la biblioteca de Rulfo, buscando algún verso que le pueda servir como arma para herir a la nueva Saga. Tras un par de noches en vela, descubre un verso de Dámaso Alonso que le da la sensación de tratarse de la hoja afilada de un cuchillo. Lo practica en diferentes tonos hasta lograr encontrar su poder oculto. Ahora ya está lista para presentarse en el coven de improvisto y utilizar el verso en contra de Saga. Mientras tanto Saga está al tanto de lo que Raquel y sus amigos planean, los deja hacer y se concentra en cómo acabar finalmente con ella.

El día de la reunión de la secta viajan al sitio previsto, un descampado en la carretera de Burgos, y esperan la aparición de las damas. Estas aparecen e inician la conjunción para eliminar la imago de Akelos. Primero recitan al revés la filacteria para activar nuevamente la imago, momento que aprovecha Raquel para lanzar su verso-arma contra Saga, pero no hace efecto; comprende que ha caído en una trampa. Saga lanza un verso del mismo poeta como contragolpe y tortura a Raquel, manda paralizar con otro verso a Ballesteros y a Rulfo y prosigue con la conjunción: es en ese momento que Rulfo se da cuenta de que la imago no es la de Akelos. Las damas pronuncian la filacteria al revés y activan la figurilla, pero ésta no corresponde a Akelos, sino es la imago de la Saga antigua, Raquel, camuflada en la de Akelos. Así que lo que hacen es devolverle los poderes a Raquel. Ésta acaba con Jacqueline y rehace su posición en el grupo. Rulfo y Ballesteros despiertan en Madrid y no se acuerdan de nada. Pero permanecen unidos a través de una amistad profunda y secreta...

La dama número trece está escrita en tercera persona y de forma lineal, es decir, la trama sucede de forma cronológica ordenada, aunque en un par de episodios el narrador retrocede (“flashback”) en los pensamientos de los personajes para mostrar algún punto importante de su vida pasada (como la muerta de la última compañera sentimental de Rulfo).

El estilo de redacción es claro y natural, con numerosos diálogos y descripciones. Los diálogos del profesor Saucedo son más elaborados, ya que es este personaje es el encargado de transmitir a Rulfo lo que sabe o ha investigado con respecto a la secta de las trece damas; utiliza un lenguaje más culto y cargado de referencias literarias. Por medio de pausas, cambios bruscos en la narración o la intercalación de pensamientos, el autor logra una verdadero clima de suspense.

Característico de esta novela son las constantes interrupciones del texto con frases sueltas y repetitivas en momentos claves en los que Rulfo o Raquel sufren un “choque mental” (podría interpretarse como una especie de sueño despierto, una ensoñación).

En la novela se mezclan la realidad con la fantasía. Una buena muestra de ello se da al inicio: el protagonista sueña con un crimen, pero descubre posteriormente que se trata de un hecho real y que la mujer asesinada es la que le pide ayuda en la pesadilla. El escritor utiliza una serie de elementos fantásticos relacionados con la leyenda de las trece damas:

La trama se desarrolla en un otoño (mes de octubre y noviembre) de algún año de la actualidad en la ciudad de Madrid, en la provincia de Toledo, en Barcelona y en la Provenza francesa. Entre otros sitios y calles que se mencionan están:

La obra está dividida en 14 capítulos, que a su vez se dividen en varios episodios:

Al utilizar la poesía como uno de los pilares de la trama (las Damas utilizan “versos de poder” como armas para controlar o herir a sus víctimas), en el libro se hace referencia a muchos escritores y poetas de diversos periodos literarios, así como a sus obras o poemas, por ejemplo:




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