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Leyenda de la Encantada



La Leyenda castellana de la Encantada es un nombre genérico que hace referencia a un conjunto de tradiciones orales y leyendas mitológicas narradas en numerosas localidades españolas. A pesar de que existen múltiples variantes locales, son comunes una serie de elementos: la protagonista (una joven de larga cabellera), el momento temporal (Noche de San Juan), manifestación (peinándose) y otros elementos (espejo, peine —generalmente de oro—, boda).

La Encantada está íntimamente relacionada (supuestamente) con seres mitológicos como las Lamias,[1]Mouras (mitología gallega),[2][3]Mari y Mairu (mitología vasca), las Anjanas (mitología cántabra) y las Xanas (mitología asturiana),[4]​ De hecho una y otras, en esencia, son versiones diferentes de la misma narración pero adaptadas a entornos culturales particulares.[4]​ Asimismo, su relación con la figura mexicana Xtabay sugiere una presencia antiquísima y casi universal del mito o una posible difusión transatlántica, bien a través de los procesos de conquista de América, en el proceso inverso mediante la importación de leyendas de los pueblos americanos originarios, o bien tratándose de una tradición de ida y vuelta.

El término encantada es bastante habitual en la toponimia y microtoponimia española y, normalmente, designa la aparición.[5]​ Gálmez de Fuentes considera dicho topónimo como una explicación o adaptación a posteriori del término prerromano *kanto ('piedra, orilla pedregosa').[6]​ Otro paralelismo es que, en dichos lugares, suelen existir yacimientos arqueológicos, por lo que se considera un indicador bastante fiable en la prospección previa.

Muchas veces el topónimo se presenta bajo la forma mora encantada, lo que puede inducir a creer que los yacimientos son de la época de la dominación musulmana. No es cierto, pues muchos de ellos son anteriores[7]​ y ponen de manifiesto una pervivencia de substratos culturales que reflejan la antigüedad y el recuerdo histórico del lugar.[5]​ La explicación a esas supuestas moras (que se trata de una adaptación al castellano del gallego mouras, que designa a las encantadas de Galicia y Portugal) puede estar relacionado con el término prerromano *mor ('túmulo, montón de piedras')[6]​ y, a su vez, con las morras, poblados típicos del Bronce Manchego. Tampoco está muy lejos, etimológicamente, de estas moras y mouras el nombre de la diosa vasca Mari.

En esencia, la leyenda narra la aparición de una bellísima joven peinando su larga cabellera con un peine de oro, en torno a la Noche de San Juan y en las cercanías de un castillo, cueva u otro paraje natural cargado de fuerte simbolismo. El encuentro con ella puede suscitar un encantamiento del espectador que, generalmente, es un pastor o agricultor. Algunas de las distintas versiones del mito son:

En la noche de San Juan una princesa mora vestida de blanco y con largo cabello sale de la cueva de la Encantá a peinarse y lavarse la cara en el manantial de la Fuente. Antaño la gente no salía a la calle esa noche por el temor a quedar encantado. La cueva se encuentra en el Cabezo de la Encantá, donde existen restos de una antigua torre de vigilancia de la época medieval que, junto al castillo de Coy, formaba parte de construcciones defensivas de Campo Coy.

La Cueva de la Mora en la Pedriza, Manzanares el Real (Madrid), recuerda a historias que se repiten a lo largo de la geografía española debido quizás a la larga ocupación musulmana. Existe otra leyenda con este título, recogida por Gustavo Adolfo Bécquer en sus Leyendas, situado en la localidad navarra de Fitero.

La cueva, de difícil acceso, se halla cerca del refugio Giner de los Ríos, concretamente enfrente de su fachada principal y al este de la Peña Sirio. Parece ser que la hija de un rico árabe quedóse prendada de un joven cristiano. Ante esta situación fue secuestrada y retenida por sus familiares musulmanes en el interior de esta cueva. Pasaron los años y el caballero cristiano no regresó jamás, a pesar de la ansiada espera por parte de la joven, por lo cual, según las creencias de la gente, de cuando en cuando, el alma de la despechada joven se desliza vagando entre las formaciones rocosas y canchales tratando de buscar a su amor perdido.[9]

La Encantá es una leyenda tradicional de Rojales, un pueblo de la Vega Baja del Segura en la provincia de Alicante. La historia cuenta que hace ya bastantes siglos, en el Medievo, una princesa árabe llamada Zulaida o Zoraida se enamora de un príncipe cristiano, provocando las iras de su padre, el rey moro, que la maldice a vivir por siempre encantada dentro del monte redondo llamado Cabezo Soler, al lado del río Segura, en el camino que va del pueblo de Rojales a Guardamar. Todos los años, y sólo en la Noche de San Juan, la Encantá se aparece en el Cabecico Soler para que alguien la libere. Si algún hombre valiente se encuentra con ella, la Encantá le pedirá que la lleve en brazos hasta el río Segura para bañar sus pies y así poder romper el maleficio. Pero para el hombre que la lleva, la Encantá se hace cada vez más pesada, por no mencionar a los monstruos que salen a su encuentro, provocando que el pobre valiente caiga desfallecido al suelo soltando a la princesa, condenándola a volver así a su encierro en el monte, y cargando él a su vez con una maldición formulada por ella, al no lograr su objetivo: la de morir con la lengua fuera.

Esta leyenda ha sido recordada gracias a la tradición oral y a la novelización del escritor Fausto Cartagena. También existe una obra teatral escrita por Salvador García Aguilar, que fue dirigida con gran éxito por el afamado director Alberto González Vergel, y un mediometraje con título La leyenda de la Encantá, dirigido por Francisco Jorge Mora García y Joaquín Manuel Murcia Meseguer en el año 2002 y que obtuvo la Mención Especial en su categoría en el Festival Internacional de Cine Cinema Jove de Valencia. Años después, el compositor Francisco Jorge Mora García compone varias piezas instrumentales y corales inspiradas en la leyenda de la Encantá («Noche de San Juan», «Tema de Zulaida», «Batalla en el Cabezo Soler»,…).

La Encantada de Usanos es una leyenda tradicional de Usanos, provincia de Guadalajara. La leyenda ha pasado de generación en generación y habla de una lamia o mujer embrujadada y bellísima que en el cerro del Castillejo, según se va desde Usanos al término de Galápagos, tiene su guarida en una cueva, de la que mana un riachuelo.

Los días de San Juan de cada año, es visible la lamia, la cual peina sus cabellos largos y de oro con un peine en una mano y una daga en la otra, intentando cambiar su lugar con cualquier transeúnte que por allí se acerque en esa fecha. Para que el hechizo ocurra basta con que el transeúnte sostenga la mirada a la lamia, o entable conversación con ella, momento en que el cambio de persona embrujada se produciría.

Esta leyenda ha sido recordada gracias a la tradición oral y a haber sido poetizada y recogida en el libro Castilla, este canto es tu canto (Parte II) del escritor Juan Pablo Mañueco, en el año 2014.

En esta versión aparecen los elementos fundamentales: bellísima joven, la maldición (o encantamiento), el peine de oro o la Noche de San Juan. Sin embargo, lo peculiar es que une la leyenda con la realidad puesto que, efectivamente, en la zona hay un castillo y otros cercanos y crecen flores raras que no se pueden encontrar en otro lugar.[10]

La «historia» de la encantada, en sí misma, hunde sus raíces en un tiempo en que los conocimientos y la propia historia de las sociedades humanas se trasmitía de manera oral y reflejan manifestaciones del pasado de difícil explicación hoy en día. La Encantada recuerda a las ninfas de la mitología clásica (figuras femeninas jóvenes de gran belleza que se aparecen junto al agua). En muchas de ellas también se pueden intuir los precedentes de los cuentos infantiles (jóvenes de gran belleza física y espiritual son encantadas por algún poder maligno y quedan en espera de algún héroe valeroso que rompa su hechizo con una bella acción). Las similitudes entre los relatos sugieren un contacto cultural, quizá desde la prehistoria.[4]

Los encuentros con Mari, las mouras y las encantadas, en general, no son positivos para el espectador; aunque existe una cierta graduación entre el terrible carácter de Mari y la posibilidad de quedar hechizado o hechizada de las encantadas.[4]​ Muchas de estas últimas dan la posibilidad de la salvación para las personas que se encuentran con ellas eligiendo uno, entre varios objetos;[4]​ si bien es reseñable el carácter de alguna de ellas, como la de Villarrobledo, cuya sola mirada (en clara alusión a las Lamias y la Santa Compaña) le puede servir para liberarse y dejar al infeliz espectador ocupando su lugar.

Asociadas con la tierra y el mundo subterráneo, el significado simbólico de las cuevas tradicionalmente se ha relacionado con los misterios del nacimiento y de la muerte. Como entrada a los infiernos o al mundo de los muertos, fueron utilizadas desde el Paleolítico como sitios de enterramiento. Pero las grutas son también representaciones del vientre generador de la Madre Tierra, lo que las convertía en lugares de nacimiento de los dioses, héroes, espíritus y otros seres mitológicos. A su vez, esta confluencia de la vida y la muerte las supone como ubicaciones idóneas para la realización de los ritos de muerte iniciática. Su importancia simbólica intercultural e intertemporal es notable, ya que el propio Jesucristo es sepultado en una cueva y Orfeo busca a su amada Eurídice recorriendo una cueva (el Hades).[11]

Está relacionado con la luna, otro símbolo femenino, y aparece en numerosas leyendas y cuentos folclóricos de carácter mágico y mitológico. Suscita aparición bien sea del pasado o visiones del futuro. Genéricamente el espejo es considerado como una puerta del alma a través de la que, por disociación, puede entrar en otra dimensión.[1]​ Aparece y tiene un gran protagonismo en la obra de Lewis Carroll, A través del espejo y lo que Alicia encontró allí. No aparece en todas las versiones de la Leyenda de la Encantada.[4]

Fecha mágica española por excelencia pues, se dice que las hadas españolas suelen tener especial predilección por la Madrugada de San Juan.[4]​ Son un gran número las leyendas, romances, tradiciones y mitos relacionados con el 24 de junio, ante la llegada del solsticio de verano en el hemisferio norte (solsticio de invierno en el hemisferio sur). Es considerada la gran noche del amor, los oráculos, la adivinación y la fertilidad.[2]​ Coincidiendo aproximadamente con la festividad de San Juan, desde tiempos prerromanos se han realizado en España diversas celebraciones en las que el fuego, en forma de hogueras o luminarias, juega un importante papel.[2]​ Se ha interpretado que con esta acción se pretendía «dar más fuerza al sol» que, a partir de esos días, iba haciéndose más «débil» (los días se van haciendo más cortos hasta el solsticio de invierno). El hecho de adscribirse bajo la advocación del Bautista es la muestra de la cristianización última de un rito pagano que parece haber resistido sucesivamente influencias de la religión romana, paleocristiana, musulmana y, nuevamente, cristiana.

Antropológicamente, el símbolo del peine está emparentado con el del barco (de remos). Es muy grande el parentesco lineal entre ambos y representan la penetración mutua de los elementos agua y fuego. El peine es un atributo de seres fabulosos de naturaleza femenina, como lamias y sirenas, cabe la relación del peine con la cola descarnada del pez y el consecuente significado mortuorio.[1]

Al trasmitirse de generación en generación y al estar ubicada en parajes muy conocidos y queridos para los lugareños, se suele pensar que la leyenda es exclusiva y privativa de cada localidad donde se presenta; sin embargo son múltiples los pueblos de España (especialmente del sureste) donde, con mayor o menor riqueza de detalles y variantes, existieron presuntas doncellas encantadas. Esta es una lista, no exhaustiva, de lugares de la geografía española donde se ha recogido.

En el mapa adjunto se advierte como la presencia de la leyenda se concentra, fundamentalmente, en localidades de tres zonas concretas de la península: Galicia, La Mancha–Sureste (Murcia y provincias de Albacete y Cuenca principalmente) y País Vasco. Aunque no existen estudios que vinculen la leyenda a una cultura o conjunto de creencias concretas; es bastante notable el hecho de que coinciden, grosso modo, con lugares de antiquísima tradición cultural: Zona argárica, Bronce Manchego, Cultura castreña, Pueblos vascos.

Así mismo, bastantes de estas encantadas se presentan en localidades limítrofes o muy cercanas entre sí, (Hellín–Isso, Barchín del Hoyo–El Picazo–Villarrobledo–Munera, Illana–Santa Cruz de la Zarza–Torrejoncillo del Rey–Carrascosa del Campo–Uclés, Baza–Granada, Aramayona–Cegama, etc.), configurando al sureste un clarísimo eje ideal entre el este de Madrid y Cartagena.




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