Rut, también llamado Libro de Rut, es uno de los libros bíblicos del Tanaj y del Antiguo Testamento, precedido por el Libro de los Jueces y seguido por I Samuel. En el Tanaj hebreo se lo cuenta entre los Ketuvim ("escritos").
El autor del libro de Rut es desconocido; algunos detalles de su estilo y argumento ubican la fecha de su composición en la época posterior al Exilio en Babilonia.
Otros por su parte argumentan la posibilidad de que el escrito data de fechas posteriores a la coronación de David, pues al final del libro se encuentra su genealogía. El hecho de que no se mencione a Salomón convence a muchos estudiosos de que debe ser fechado antes del reinado de este.
El libro ha sido bautizado con el nombre de una de sus protagonistas, mujer moabita llamada Rut, viuda y sin hijos. Por su bondad y piedad para con su suegra fue aceptada y bendecida por Dios.
Rut, una moabita que, después de la muerte de su esposo Mahlon, se dirigió a Belén con su también enviudada suegra Noemi, ocupa un lugar importante en la historia israelita, ya que llegó a ser antecesora de David (rut 4:18-22) y de Jesús (Mateo 1:1-5).
El libro narra la historia de Elimelec, un hombre de Belén de Judá que emigró con su familia al país de Moab. Su esposa se llamaba Noemí y sus hijos, Quelión y Mahlón. Al morir Elimelec, sus dos hijos se casaron con Orfa y Rut de Moab, respectivamente.
Unos diez años más tarde, murieron también los dos hijos sin dejar descendencia, y entonces Noemí, acompañada de su nuera Rut, regresó a Belén, mientras que Orfa decidió regresar con su familia. Al llegar a Belén, Rut y Noemí no tenían nada, por lo que Rut se puso a trabajar en el campo de Booz, uno de los primos de la familia de Elimelec. Como otro familiar no estuvo dispuesto a casarse con Rut, ese deber le correspondió a Booz, que ya se había sentido atraído por la moabita. De este matrimonio nació un hijo, Obed, que más tarde sería abuelo del rey David. Así, Rut ingresa por sus propias virtudes en la religión judía.
Las intenciones principales del libro son :
a) Demostrar que había bondad y fidelidad de Dios en Israel durante el período cruel y desenfrenado de los jueces. No todos los hebreos se dieron a la idolatría, la concupiscencia y el derramamiento de sangre en aquel entonces. Ross comenta: “esta hermosa órbita nos pinta un cuadro de las santas bendiciones que descienden sobre la vida social y doméstica de cualquier época, cuando prevalecen una fe sencilla en Dios y un amor sincero al prójimo.
b) Revelar la providencia divina. Dios en sus inescrutables designios, permite grandes males para traer bien a los suyos, y se interesa en las cosas más ordinarias de la vida diaria. Incluso para las personas menos importantes. Aunque la tragedia de la familia de Elimelec fue dolorosa y numerosas sus desgracias, Dios recompensó ampliamente la piedad de Noemí y la bondad de Rut.
c) Proporcionar una lección misionera, demostrando de qué manera una mujer gentil se convirtió en la seguidora del verdadero Dios y como se incorporó a la vida del pueblo de Dios. En Dios no hay excepción de razas; Él toma bajo sus alas de protección a los extranjeros que confían en Él.
d) Demostrar de qué manera David descendió de una mujer cuya fe –no su raza- fue lo que la salvó.
Casi todos los comentaristas consideran el libro de Rut como un ensayo sobre la soberanía de Dios que destaca su misericordia y relata el final feliz de una historia que comienza con una escena de hambre, muerte y desconsuelo. Desafortunadamente, esas observaciones se hacen a menudo invocando los reiterados lamentos de Noemí, quien se quejaba amargamente de que la mano de Dios se había levantado contra ella (1.13, 20, 21). Dos veces, en sus lamentaciones, Noemí usa el término «Todopoderoso» para referirse a Dios, haciendo énfasis en que su irresistible poder se había vuelto contra ella. Sin embargo, no es necesario presumir que el punto de vista de Noemí deba ser aceptado como una revelación espiritual llamada a convertirse en doctrina. Por el contrario, se comprenden mejor sus palabras como una expresión de humana perplejidad recogida por la historia.
Esta aclaración, a la hora de considerar las palabras de Noemí, parece imprescindible para una interpretación ortodoxa del texto. Atribuir a la intención o a la mano de Dios los desastres que aparecen en este libro no concuerda con la revelación que ofrece la Escritura, en su conjunto, sobre la naturaleza divina. La hambruna (1.1) era un subproducto natural del pecado, un castigo que el pueblo se impuso a sí mismo por su desobediencia. En varios pasajes de la Biblia se anotaron advertencias hechas por Dios, en el sentido de que la propia tierra se volvería en su contra si le eran infieles (Dt 28.15, 16, 23, 24, 38–40). Aún más, la decisión de Elimelec de mudarse con su familia a los campos de Moab (1.2) no se presenta como fruto de indicación divina alguna, sino de su propia elección. ¿Por qué sugerir que los acontecimientos que ocurrieron a continuación (su muerte y la de sus hijos) se debieron a la providencia divina?
Existe otra razón para afirmar que estos infortunados acontecimientos, aunque no escapaban a la omnisciencia divina, no constituyeron un castigo de Dios, sino que son el resultado natural de circunstancias ajenas a la promesa divina. La protección de Dios es para aquellos que se mantienen obedientes en la heredad que de Él han recibido. Por lo tanto, Noemí representa algo más que una teología folclórica. Aunque obviamente era una mujer sincera y creyente, se revela vulnerable a la práctica común de culpar a Dios por aquellos acontecimientos que alejan, causan la muerte o perjudican a su gente, y frente a los cuales la humanidad indefensa no puede hacer nada. Pero la Escritura revela, a través de la integridad de su mensaje, que tales infortunios no proceden directamente de Dios, sino son el resultado del castigo que pesa sobre los seres humanos por el pecado original o el fruto de las acciones en la carne cuando decide seguir sus propios caminos, no importa lo malicioso o inocente del intento, o consecuencia del asalto directo del gran adversario del pueblo israelita y el cristiano, el diablo (Jn 10.10).
Rut es un libro que demuestra que la soberanía de Dios no está minimizada por esas observaciones. Por el contrario, subraya que el objetivo de Él es su soberana gracia y poder. Como Todopoderoso deja en libertad al hombre y no se opone a las decisiones de este, pero transforma las restricciones, los daños, las dificultades y los consejos que llevan al fracaso y que son el resultado del pecado, la carne o el diablo.
Es uno de los libros más breves del Antiguo Testamento, y supone algunas características especiales que lo diferencian de los demás.
Al volver de la cautividad, los judíos en general y el autor del libro en particular se encuentran con Israel dividida ideológicamente en dos tendencias: una de ellas cerrada y exclusivista, que quería mantener la pureza del judaísmo a toda costa, y otra más abierta y universalista que deseaba ampliar el espectro a las naciones vecinas y de ser posible al mundo entero.
El primer grupo quería prohibir los matrimonios mixtos, y los últimos profetas se adscribieron a esta teoría y preconizan severamente contra las leyes más flexibles de Esdras y Nehemías. Pero el cambio de los tiempos es inexorable y la apertura no puede evitarse: el judaísmo ya no volverá a estar aislado nunca más. A esta corriente pertenece el libro de Rut, al igual que Job y Jonás.
El autor de Rut se preocupa por mostrar la gloria de Dios a través de Rut como modelo de piedad, amabilidad, fidelidad, obediencia, sumisión y coraje; es un ejemplo concreto de todas y cada una de las virtudes del judaísmo. Su suegra Noemí recibirá las bendiciones de Yahvéh a través de ella.
Si bien el libro es bastante liberal y universalista, su sentido último es de equilibrio y compromiso entre las dos corrientes contrapuestas. Pero, si bien es cierto que el judaísmo debe conservar su unidad y pureza doctrinaria, los analistas cristianos afirman que esto está equilibrado por la aproximación del Evangelio que viene, en el sentido de que, a partir de aquí, será también misión esencial del pueblo judío preparar la difusión de la verdad entre las demás naciones.
Rut es, como otros libros históricos de la Biblia, una narración histórica cuya finalidad es trazar una parábola moral. Los fines que pretende lograr el autor son éticos y literarios además de históricos.
Los nombres de los personajes encierran significados profundos: Noemí ("mi graciosa"), Mahlón ("languidez"), Quelión ("consunción"), Orfa ("la que vuelve la espalda") y finalmente Rut ("la compañera"). Todo esto apoya y ayuda a la narración, aunque es posible que algunos sentidos ocultos escapen hoy en día al lector moderno.
Es definitivamente un relato de fe, amor y evidentemente con una gran tipología mesiánica.
El Libro especifica la generación de Farés: Farés, Hezrón, Aram o Ram, Aminadab, Naasón, Salmon o Salma, Boaz o Booz, Obed, Isaí o Jesé, David.
Dice el Libro que era antigua costumbre en el Israel de aquella época que cuando alguien renunciaba a heredar un bien o a ejercer su derecho preferente a comprarlo, se quitaba ante testigos su sandalia y se la daba al que, tras su renuncia, había de heredar o ser comprador. (Rut 4,7).
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