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Literatura artística



Según la Real Academia Española (RAE), literatura es el «arte de la expresión verbal»[1]​ (entendiéndose como verbal aquello «que se refiere a la palabra, o se sirve de ella»[2]​) y, por lo tanto, abarca tanto textos escritos (literatura escrita) como hablados o cantados (literatura oral). En un sentido más restringido y 'neotradicional' (ya que las primeras obras literarias fueron compuestas para ser cantadas y/o recitadas), es la escritura que posee mérito artístico y que privilegia la literariedad, en oposición al lenguaje ordinario de intención menos estética y más práctica. El término literatura designa también al conjunto de producciones literarias de una lengua, de una nación, de una época o incluso de un género (la literatura griega, la literatura del siglo XVIII, la literatura fantástica, etc.) y al conjunto de obras que versan sobre un arte o una ciencia (literatura médica, jurídica, etc.). Es estudiada por la teoría literaria.

El concepto de literatura ha cambiado con el tiempo por ser parcialmente subjetivo; en su sentido genérico es el conjunto de cualquier producción escrita u oral de una nación, época o género y, en su sentido restrictivo, se considera que debe tener un valor estético o intelectual.[3][1][4]

Hasta el siglo XVII, lo que actualmente denominamos «literatura» se designaba como poesía o elocuencia. Durante el Siglo de Oro español, por poesía se entendía cualquier invención literaria, perteneciente a cualquier género y no necesariamente en verso, entendiéndose por tal tres tipos fundamentales de "poesía / literatura": la lírica (propia del canto, en verso), la épica (propia de la narración, en verso largo o prosa) y la dramática (en diálogo).[5]​ A comienzos del siglo XVIII se comenzó a emplear la palabra «literatura» para referirse a un conjunto de actividades que utilizaban la escritura como medio de expresión. A mediados de la misma centuria, Lessing publica Briefe die neueste Literatur betreffend, donde se utiliza «literatura» para referirse a un conjunto de obras literarias. A finales del siglo XVIII, el significado del término literatura se especializa, restringiéndose a las obras literarias de reconocida calidad estética. Este concepto se puede encontrar en la obra de Marmontel, Eléments de littérature (1787), y en la obra de Madame de Staël, De la literatura considerada en relación con las instituciones sociales.

En Inglaterra, en el siglo XVIII, la palabra «literatura» no se refería solamente a los escritos de carácter creativo e imaginativo, sino abarcaba el conjunto de escritos producidos por las clases instruidas: cabían en ella desde la filosofía a los ensayos, pasando por las cartas y la poesía. Se trataba de una sociedad en la que la novela tenía mala reputación, y se cuestionaba si debía pertenecer a la literatura. Por eso Eagleton sugiere que los criterios para definir el corpus literario en la Inglaterra del siglo XVIII eran ideológicos, circunscritos a los valores y a los gustos de una clase instruida. No se admitían las baladas callejeras ni los romances, ni las obras dramáticas. En las últimas décadas del siglo XVIII apareció una nueva demarcación del discurso de la sociedad inglesa. Eagleton nos cuenta que surge la palabra «poesía» como un producto de la creatividad humana en oposición a la ideología utilitaria del inicio de la era industrial. Tal definición la encontramos en la obra A Defence of poetry (1821) de Shelley. En la Inglaterra del Romanticismo, el término «literato» era sinónimo de «visionario» o «creativo». Pero no dejaba de tener tintes ideológicos, como en el caso de Blake y Shelley, para quienes se transformó en ideario político, cuya misión era transformar la sociedad mediante los valores que encarnaban en el arte. En cuanto a los escritos en prosa, no tenían la fuerza o el arraigo de la poesía; la sociedad los consideraba como una producción vulgar carente de inspiración.

En busca de la definición de los conceptos «literatura» y «literario», surgió la disciplina de la teoría de la Literatura, que empieza por delimitar su objeto de estudio: la literatura. No hay una definición unívoca del término, ya que dependerá del crítico literario que la defina, como así también de la época y del contexto que la define. Sin embargo, los primeros estudiosos que se preocuparon por el estudio de esta disciplina son los llamados formalistas rusos.

A comienzos del siglo XX, el Formalismo ruso se interesa por el fenómeno literario, e indaga sobre los rasgos que definen y caracterizan dichos textos literarios, es decir, sobre la literaturidad de la obra. Roman Jakobson plantea que la literatura, entendida como mensaje literario, tiene particularidades de tal forma que la hacen diferente de otros discursos; ese interés especial por la forma es lo que Jakobson llama «función poética», por la que la atención del emisor recae sobre la forma del mensaje (o, lo que es lo mismo, hay una «voluntad de estilo» o de estilizar el lenguaje por parte del escritor). En efecto, hay determinadas producciones lingüísticas cuya función primordial es proporcionar placer literario, un deleite de naturaleza estética, producido por la belleza, en relación con el pensamiento aristotélico. El lenguaje combinaría en sus elementos más simples dos tipos de elementos: redundancias, recurrencias o repeticiones rítmicas formales y de contenido semántico, esto es, analogías, por un lado, y por el otro, desvíos de la norma, para alejarse del lenguaje común, causar extrañeza, renovar: la llamada anomalía; de ese modo se impresiona la imaginación y la memoria y se llama la atención sobre la forma del mensaje, su peculiar forma expresiva. De ambas tendencias, la rítmica o repetitiva es popularizante, y la segunda, por el contrario de sesgo aristocratizante.

El lenguaje literario sería uno estilizado y con una trascendencia particular, destinado a la perdurabilidad; muy diferente de las expresiones de la lengua de uso común, destinada a su consumo inmediato. La literatura, por otra parte, exige por tradición un respaldo sustentable: El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de La Mancha no habría podido escribirse si no hubieran existido antes los libros de caballerías.

Wolfgang Kayser, a mediados del siglo XX, plantea cambiar el término «Literatura» por el de Belles Lettres, diferenciándolas del habla y de los textos extraliterarios, en el sentido de que los textos literario–poéticos son un conjunto estructurado de frases portadoras de un conjunto estructurado de significados, en el que los significados se refieren a realidades independientes del que habla, creándose así objetividad y unidad propias.

Raúl H. Castagnino, en su libro ¿Qué es la literatura?, indaga sobre el concepto y cómo se extiende a realidades como la escritura, la historia, la didáctica, la oratoria y la crítica. Según Castagnino, la palabra literatura adquiere a veces el valor de nombre colectivo cuando denomina el conjunto de producciones de una nación, época o corriente; o bien es una teoría o una reflexión sobre la obra literaria; o es la suma de conocimientos adquiridos mediante el estudio de las producciones literarias. Otros conceptos, como el de Verlaine, apuntan a la literatura como algo superfluo y acartonado, necesario para la creación estética pura. Posteriormente, Claude Mauriac propuso el término "aliteratura" en contraposición a «literatura» en el sentido despectivo que le daba Verlaine. Todas estas especificaciones hacen de la literatura una propuesta que depende de la perspectiva desde la que se enfoque. Así, Castagnino concluye que los intentos de delimitar el significado de «literatura», más que una definición, constituyen una suma de adjetivaciones limitadoras y específicas.

Si se considera la literatura de acuerdo con su «extensión y su contenido», la literatura podría ser universal, si abarca la obra de todos los tiempos y lugares; si se limita a las obras literarias de una nación en particular, es Literatura nacional. Las producciones, generalmente escritas, de un autor individual, que, por tener conciencia de autor, de creador de un texto literario, suele firmar su obra, forman parte de la literatura culta, mientras que las producciones anónimas fruto de la colectividad y de transmisión oral, en ocasiones recogidas posteriormente por escrito, conforman el corpus de la literatura popular o tradicional.

Según el «objeto», la literatura será preceptiva si busca normas y principios generales; «histórico-crítica» si el enfoque de su estudio es genealógico; «comparada», si se atiende simultáneamente al examen de obras de diferentes autores, épocas, temáticas o contextos históricos, geográficos y culturales; «comprometida» si adopta posiciones militantes frente a la sociedad o el estado; «pura» si sólo se propone como un objeto estético; «ancilar», si su finalidad no es el placer estético sino que está al servicio de intereses extraliterarios.

Según los «medios expresivos y procedimientos», Castagnino propone que la literatura tiene como formas de expresión el verso y la prosa y sus realizaciones se manifiestan en géneros literarios universales, que se encuentran, más o menos desarrollados, en cualquier cultura; «lírico», «épico» y «dramático». Manifestaciones líricas son aquellas que expresan sentimientos personales; épicas, las que se constituyen en expresión de un sentimiento colectivo manifestado mediante modos narrativos, y dramáticas, las que objetivan los sentimientos y los problemas individuales comunicándose a través de un diálogo directo. A estos géneros literarios clásicos habría que añadir además el didáctico.

El teórico Juan José Saer postula que la literatura es ficción; es decir que todo lo que leemos como literatura no tiene referencia directa en el mundo real.[7]​ Lo literario sólo existe en relación con el texto en el cual aparece. Pero la literatura, aunque resulte paradójico, es profundamente verdadera: su autenticidad pasa por reconocerse como ficción y hablar de lo real desde allí. Saer afirma, además, «que la verdad no es necesariamente lo contrario de la ficción», y que cuando optamos por la práctica de la ficción no lo hacemos con el propósito turbio de tergiversar la verdad. En cuanto a la dependencia jerárquica entre verdad y ficción, según la cual la primera poseería una positividad mayor que la segunda, es, desde luego, en el plano que nos interesa, «una mera fantasía moral».

El fenómeno literario ha estado siempre en constante evolución y transformación, de tal modo que el criterio de pertenencia de una obra a la literatura puede variar a lo largo de la historia, según varía el concepto de «arte literario».

Desde este punto de vista, la literatura es un arte. Una actividad de raíz artística que aprovecha como medio el lenguaje, la palabra que se convierte en viva por medio de escritos. Por lo tanto, es una actividad que no discrimina género, ni motivos, ni temáticas.

Para Barthes la literatura no es un corpus de obras, ni tampoco una categoría intelectual, sino una práctica de escritura. Como escritura o como texto, la literatura se encuentra fuera del poder porque en ella se está produciendo un desplazamiento de la lengua, en la cual surten efecto tres potencias: mathesis, mímesis, semiosis.[8]​ Como la literatura es una suma de saberes, cada saber tiene un lugar indirecto que hace posible un diálogo con su tiempo. Como en la ciencia, en cuyos intersticios trabaja la literatura, siempre retrasada o adelantada con respecto a ella: «La ciencia es vasta, la vida es sutil, y para corregir esta distancia es que nos interesa la literatura».

Por otra parte, el saber que moviliza la literatura no es completo ni final. La literatura solo dice que sabe de algo, es la gran argamasa del lenguaje, donde se reproduce la diversidad de sociolectos constituyendo un lenguaje límite o grado cero, logrando de la literatura, del ejercicio de escritura, una reflexión infinita, un actuar de signos.

Estudiar la literariedad y no la literatura, señaló la aparición de la primera tendencia moderna en los estudios literarios: llamado el formalismo ruso. Este grupo de intelectuales, redefinió el objeto de investigación, este no apuntaba a sustituir el enfoque trascendente. En cambio, se estudiaría, no la obra, sino las virtualidades del discurso literario que la han hecho posible. De esta forma, los estudios literarios podrían un día llegar a ser una ciencia de la literatura, algo a lo que aspira la teoría literaria.

Sentido e interpretación: Para acceder al discurso literario debemos aprenderlo en las obras concretas. ¿Cómo aislar entonces en campo de análisis? Se definen entonces dos aspectos: el sentido y la interpretación. El sentido es la posibilidad de entrar en correlación con otros elementos de esa misma obra y en su totalidad. Por otra parte, la interpretación es diferente, según la personalidad del crítico y su posición ideológica, también varía de acuerdo a la época y contexto de producción de la obra, en otras palabras, el elemento es incluido en un sistema, que no es el de la obra, sino del crítico-lector.

En la estela de Barthes y Todorov, Garrido Gallardo actualiza la definición del término:[9]Arte de la palabra por oposición a las otras artes (la pintura, la música, etc.). Actualmente, es su sentido fuerte, que nació a finales del Siglo XVIII y se consagra en la obra de Mme. De Staël, De la Littérature (1800). 2. Arte de la palabra por oposición a los usos funcionales del lenguaje. Corresponde al deslinde entre los escritos de creación (“poesía” en el sentido etimológico) y los otros escritos que reclaman un estatuto aparte como científicos. En sentido estricto, de obra de creación con el lenguaje, el término literatura es la palabra de los siglos XIX y XX para significar dicha realidad. Antes se llamaba poesía. Su continuación en el mundo cíber del siglo XXI se llama ciberliteratura y ya no es literatura: tiene unas condiciones comunicativas distintas. En todo caso, hoy por hoy, la literatura sigue siendo un fenómeno cultural muy importante, pues mantiene en estado de vigilia los materiales de la “poesía” y sobrevive y continúa, codo con codo con la “ciberliteratura”, en estado de buena salud.

Una cuestión fundamental de la teoría literaria es "¿qué es la literatura?" - aunque muchos teóricos y estudiosos literarios contemporáneos creen, o que "literatura" no se puede definir, o que puede referirse a cualquier uso del lenguaje.[10]

La ficción literaria es un término utilizado para describir la ficción que explora cualquier faceta de la condición humana y puede involucrar comentarios sociales. A menudo se considera que tiene más mérito artístico que la ficción de género, especialmente los tipos más orientados al comercio, pero esto ha sido cuestionado en los últimos años, con el estudio serio de la ficción de género dentro de las universidades.[11]

Lo siguiente, del galardonado autor británico William Boyd sobre el cuento, podría aplicarse a toda la ficción en prosa:

[los cuentos] parecen responder a algo muy profundo en nuestra naturaleza como si, mientras dure su narración, se hubiera creado algo especial, se hubiera extrapolado alguna esencia de nuestra experiencia, se hubiera hecho algún sentido temporal de nuestro viaje común y turbulento hacia el tumba y olvido.[12]

Lo mejor en literatura es reconocido anualmente por el Premio Nobel de Literatura, que se otorga a un autor de cualquier país que, en palabras de la voluntad del industrial sueco Alfred Nobel, haya producido "en el campo de la literatura la obra más destacada en una dirección ideal "(sueco original: den som inom litteraturen har producerat det mest framstående verket i en idealisk riktning).[13][14]

Algunos investigadores sugieren que la ficción literaria puede desempeñar un papel en el desarrollo psicológico de un individuo.[15]​ Los psicólogos también han estado utilizando la literatura como herramienta terapéutica. [16][17]​ El psicólogo Hogan defiende el valor del tiempo y la emoción que una persona dedica a comprender la situación de un personaje en la literatura; [18]​ que puede unir a una gran comunidad provocando emociones universales, además de permitir que los lectores accedan a diferentes culturas y nuevas experiencias emocionales. [19]​ Un estudio, por ejemplo, sugirió que la presencia de valores culturales familiares en los textos literarios tuvo un impacto importante en el desempeño de los estudiantes de minorías.[20]

Las ideas del psicólogo Maslow ayudan a los críticos literarios a comprender cómo los personajes de la literatura reflejan su cultura personal y la historia. [21]​ La teoría sugiere que la literatura ayuda a un individuo a luchar por la realización personal.[22][23]

Los géneros literarios han ido cambiando según la época y la zona cultural. Ya se ha comentado en la introducción que tradicionalmente fueron establecidos como básicos tres géneros, que partían de la imitación y de la descripción de la naturaleza. De la primera surge el género dramático ( tragedia , drama , comedia ), de la segunda el lírico (poesía) y de su fusión, el épico. Benedetto Croce (1886-1952) representó el cambio de perspectiva: cada obra es una visión del mundo, singular e individual; pertenece a un género por aspectos externos. Hoy es admitida, en general, la división clásica, pero como expresión de tres actitudes fundamentales humanas y como una ayuda -con el añadido de subdivisions- para la clasificación de las obras.[24]

Según los medios expresivos y procedimientos, Castagnino propone que la literatura tiene como formas de expresión el verso y la prosa y sus realizaciones se manifiestan en géneros literarios, universales, que se encuentran más o menos desarrollados en cualquier cultura: el lírico, el épico y el dramático. Las manifestaciones líricas son aquellas que expresan sentimientos personales; las épicas se constituyen en expresión de un sentimiento colectivo manifestado mediante diferentes maneras narrativas; y las dramáticas, las que objetivan los sentimientos y los problemas individuales comunicando con un diálogo directo. A estos géneros literarios clásicos habría que añadir, además, el género didáctico. El fenómeno literario ha sido siempre en constante evolución y transformación, de tal manera que el criterio de pertenencia o no de una obra a la literatura puede variar a lo largo de la historia, al variar el concepto de "arte literario". [25]

La mayoría de clasificaciones tradicionales, por tanto, también atienden a la forma de escritura (la literatura oral asimila al género correspondiente). El primer gran género es la poesía, que engloba todas las obras escritas en verso. Fue el primer tipo de literatura, ya que justamente los recursos retóricos del verso lo alejaban del lenguaje ordinario. Por oposición, está la prosa , que recoge el lenguaje sin métrica, y el teatro, bajo la forma de diálogo que se representa para un público. El teatro tiene dos subgéneros principales según el tema y el estilo de la obra: la tragedia y la comedia (si es triste y elevado, o si trata de hacer reír).

En paralelo, se mantiene la llamada literatura oral , de tradición popular, compuesta de leyendas, relatos, mitos , canciones y cuentos de hadas. La literatura infantil y la literatura juvenil son divisiones en función de la edad de los destinatarios, pero mantienen todos los géneros de la literatura para adultos.

Atendiendo al tipo de texto , el género principal es la narrativa, que incluye todas las obras que tienen como propósito principal contar una historia. Dentro de este género destacan la novela, el cuento, la fábula, la epopeya, entre otros. Los textos de la lírica, por el contrario, intentan sobre todo transmitir emociones.

Si el texto no trata un asunto de ficción sino una reflexión sobre el mundo real, se denomina ensayo. El sermón es una variante dirigida oralmente a un público. Dentro de este grupo, también se encuentran los escritos destinados a consignar la vida de una persona o hechos históricos, como la crónica, la biografía o el diario personal.

El cómic es un género que mezcla texto e ilustraciones y puede tratar cualquier tema. La trama suele estar desglosada en viñetas, que hacen la función de párrafos. Es uno de los géneros más modernos en la historia de la literatura.

En una definición breve, la poesía hace referencia al género de obras escritas en verso. En sentido "tradicional", la poesía es «el arte de expresar, de traducir en forma concreta, el contenido espiritual propio, mediante palabras dispuestas según unas determinadas leyes métricas». [26]​ En este sentido, la poesía se contrapone a la prosa y se identifica con el arte de componer versos. Sin embargo, modernamente, la composición métrica no se considera indispensable para la creación de poesía. La concepción moderna de la poesía pone énfasis en su subjetividad, en particular, la subjetividad de cada poeta que sabe infundir en su mundo, con conmoción y energía, las vibraciones de su ánimo. Así pues, la poesía persigue la finalidad de conmover el ánimo del lector, de exaltar la fantasía, y de plasmar emociones y sentimientos.

Por contraposición, la prosa es «lo que se contrapone a poesía».[27]​ Modernamente, la obra en prosa es aquella que no alcanza la plenitud de la expresión artística o que responde sólo a unas finalidades prácticas. Tradicionalmente, la narrativa se asocia a la prosa, pero puede haber poemas narrativos y textos en prosa de carácter no narrativo, como el ensayo, la descripción, etc. Las palabras se agrupan sin seguir las leyes de la métrica, Ya que imitan la fluidez del discurso oral. Es la manera más natural de escribir y, por ello, además de la literatura, aparece en los medios de comunicación, avisos, leyes y otros documentos. A pesar de este carácter más cercano al habla, fue el último estilo literario a aparecer, ya que los primeros escritos literarios utilizaban el verso justamente para marcar el carácter artístico y facilitar su memorización.

El teatro es el género literario que comprende las obras concebidas en un escenario y ante un público. Así pues, el género literario corresponde al texto escrito del arte escénica. El teatro constituye un todo orgánico del que sus diferentes elementos forman una parte indivisible. Estos elementos, sin embargo, tienen cada uno características y normas propias y, en función de la época, de la personalidad del director o de otras circunstancias, es habitual que se conceda a unos u otros mayor relevancia dentro del conjunto. Estos elementos son:

Otros elementos como los decorados -el ambiente en que se desarrolla una representación dramática, la escenografía, la iluminación o el vestuario.



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