Lola Flores cumple los años el 21 de enero.
Lola Flores nació el día 21 de enero de 1923.
La edad actual es 101 años. Lola Flores cumplió 101 años el 21 de enero de este año.
Lola Flores es del signo de Acuario.
Lola Flores nació en Jerez de la Frontera.
María Dolores Flores Ruiz, conocida artísticamente como Lola Flores y apodada la FaraonaJerez de la Frontera, Cádiz, 21 de enero de 1923 - Alcobendas, Madrid, 16 de mayo de 1995), fue una artista española polifacética, cantante, bailaora de flamenco y actriz. Fue una figura de extraordinaria popularidad durante decenios en España y en Latinoamérica.
(Fue cantante de copla, aunque también interpretó rumbas y rancheras, con cientos de grabaciones y canciones que han quedado en el recuerdo popular. Como bailaora enardeció a varias generaciones de distintos continentes. Como actriz interpretó más de 35 películas, muchas de ellas ambientadas en el folclorismo andaluz. Fue una artista que se convirtió en un símbolo y un tópico de una época de España.
Fue una de las primeras mujeres en la España de la posguerra en hablar libremente de temas considerados tabú como la violencia contra las mujeres, las relaciones extramatrimoniales o la prostitución.
Según las crónicas periodísticas, entre el 16 y el 17 de mayo de 1995, pasaron por su capilla ardiente, situada en el Centro Cultural de la Villa de Madrid, más de 150 000 personas.
María Dolores Flores Ruiz nació el 21 de enero de 1923 en Jerez de la Frontera (Cádiz), en el número 45 de la calle Sol, en el barrio de gran tradición flamenca de San Miguel y a pocos metros de donde nació el gran cantaor Antonio Chacón. Era la mayor de los tres hijos del matrimonio formado por Pedro Flores Pinto (1897-1973), natural de La Palma del Condado (Huelva), y María del Rosario Ruiz Rodríguez (1901-1989), originaria de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz). Su hermana Carmen Flores (1936) también se ha dedicado al mundo del espectáculo, y su hermano Manuel (1933) falleció con quince años de una peritonitis. Aunque profesionalmente cultivó la imagen de flamenca gitana con la que se sentía identificada, Lola reconoció que solo tenía ascendencia calé (gitana) por parte de su abuelo materno, Manuel, que era vendedor ambulante.
En su familia, aunque no sobraba el dinero, no se puede decir que pasaran grandes necesidades. Su padre regentaba en Jerez una taberna y su madre trabajaba como costurera. Cuando ella tenía cinco años, se trasladó junto a su familia a vivir a Sevilla, donde su padre trabajó en varios bares y restaurantes y emprendió algunos negocios. Allí acudió ella al colegio de las monjas de Santa Teresita y allí nació su hermano Manuel. Algunos años después, alrededor de 1934, regresaron todos a Jerez donde continuaban viviendo sus abuelos.
Estudió en Jerez baile con la artista María Pantoja, en cuyo estudio también conoció al guitarrista Sebastián Núñez, y posteriormente asistió a la academia del maestro Realito en Sevilla, en la que también se formaron bailarines de prestigio como Antonio y Rosario. Sus referencias de aquella época, a las que trataba de emular, eran Imperio Argentina y Estrellita Castro, en el cine, y Pastora Imperio en el baile.
Desde muy joven, empezó a cantar en bautizos, fiestas privadas y en algunos espectáculos menores.Guerra Civil, el 10 de octubre de 1939, cuando tenía dieciséis años, en el espectáculo Luces de España con la compañía de Custodia Romero, en el teatro Villamarta de Jerez de la Frontera. En la publicidad oficial aparecía como "Lolita Flores Imperio de Jerez: joven canzonetista y bailarina".
Su debut oficial se produjo, después de finalizada laAl poco tiempo de su presentación en el Villamarta, el director de cine Fernando Mignoni, que se hallaba en Jerez buscando una actriz joven para su película Martingala, la contrató después de un pequeño casting, en el que la actriz recitó un monólogo de la película Morena Clara. Viajó a Madrid para el rodaje por el que cobró 12 000 pesetas, cantidad bastante considerable para la época para una actriz debutante. A primeros de los cuarenta, después de algunos espectáculos por Andalucía, toda la familia marchó definitivamente hacia Madrid en busca del éxito de la artista.
Llegada a Madrid, acudió a la academia del maestro Quiroga y realizó una gira por el norte de España. En 1942, fue contratada como telonera por la Compañía de Canciones y Bailes Españoles de Mari Paz, en el teatro Fontalba de Madrid. Allí cantaba El Lerele, que supuso un éxito que le permitió encabezar el reparto y cantar cinco números en un espectáculo derivado de este que se montó posteriormente.
En 1943, con el amparo del empresario Adolfo Arenaza, emprendió el espectáculo Zambra, junto a Manolo Caracol, que entonces era ya un cantaor de prestigio, al que el empresario había contratado por 500 pesetas diarias. Se estrenó en Valencia a finales de ese año y en Madrid se presentó el 18 de febrero de 1944, en el teatro de la Zarzuela. Con pequeñas variaciones el espectáculo se mantendría varios años con gran éxito. Zambra fue decisivo para la carrera de Lola Flores, un gran acontecimiento teatral y musical -copla y flamenco, fundamentalmente- muy cuidado en todos sus elementos, para el que escogieron al trío de compositores y poetas Quintero, León y Quiroga, y que tenía su número culminante en La niña de Fuego, y del que salió también La zarzamora, una de las canciones más asociadas a Lola. El éxito y la originalidad de este espectáculo venía de la combinación y superposición de diferentes mundos teatrales. El modelo técnico de producción se basaba en las representaciones de Concha Piquer al estilo estadounidense de Broadway, los contenidos musicales eran heredados de la ópera flamenca aportados por el propio Caracol, una escenografía creada por el pintor onubense José Caballero, relativamente inspirada en la pintura simbolista de Julio Romero de Torres, y sobre todo, la garra teatral de sus protagonistas, que destacaba toda la crítica.
La colaboración de la pareja, que mantenían una relación más allá de lo profesional, hecho que se veía reflejado sobre los escenarios, fue muy exitosa, lo que les llevó a convertirse en sus propios empresarios. Hicieron juntos también dos películas Embrujo (1947) y La niña de venta (1951). En 1951, se inició la separación artística y sentimental de la pareja, que comenzaron a trabajar por separado.
En 1951, la productora española Suevia Films deseaba consolidar un star-system propio del cine español, que tuviera su expansión hacia América. Para ello, su propietario Cesáreo González, decidió a finales de 1951 contratar a Lola Flores. Firmó un acuerdo en exclusiva con Lola por tres años y cinco películas, por un importe de seis millones de pesetas; contrato que comprendía: cine, televisión, teatro y también la realización de una gira por América.
La rúbrica del contrato, que se llevó a cabo en el Bar Chicote de Madrid delante de las cámaras del NO-DO, supuso un gran evento publicitario.
Ese contrato le impuso a Lola un gran ritmo de trabajo con el rodaje de las nuevas películas y sus campañas de promoción. Entre esas películas se encuentran La niña de la venta, con Ramón Torrado, (1951) y ¡Ay, pena, penita, pena!, con Miguel Morayta, (1953). En total durante esa década rodó 18 películas.
El 23 de abril de 1952, partía hacia México junto a su familia,
donde obtuvo un gran recibimiento. Allí, el dueño de la Sala Capri, inventó para ella el apodo de La Faraona. De México fue a La Habana, Río de Janeiro, Ecuador, Buenos Aires y Nueva York.Los años 50 supusieron el periodo definitivo de construcción del mito que supuso Lola Flores en la sociedad española y a nivel internacional, con una actividad artística muy intensa, con múltiples viajes por América y de gran agitación en lo sentimental. En 1954, presentó en Madrid un nuevo espectáculo titulado Copla y Bandera, en el que colaboraba entre otros como cantaor destacado Beni de Cádiz. En 1955, viaja de nuevo a México, donde rodó tres películas en un año y realizó además una gira que la llevó a Perú, Colombia, Ecuador, Cuba y Chile. A su vuelta a España, estrenó en 1957 su siguiente espectáculo Arte Español con Rafael Farina como cantaor. Tras mantener algunos romances muy sonados con algunos destacados futbolistas españoles, como Gustavo Biosca o Gerardo Coque, Lola contrajo matrimonio el 27 de octubre de 1957 en el Real Monasterio de El Escorial, con el guitarrista y compositor gitano Antonio González El Pescaílla (1925-1999) constituyendo la cabeza visible de una larga saga de artistas. Sus tres hijos, cantantes los tres: Lolita Flores (Dolores González Flores) (1958), Antonio Flores (Antonio González Flores) (1961-1995) y Rosario Flores (Rosario González Flores) (1963), una de las familias de artistas más famosas en España. Además de hermana de Carmen Flores, Lola era tía del exfutbolista y entrenador Quique Sánchez Flores (1965), abuela de la actriz Elena Furiase y Guillermo Furiase (hijos de Lolita), la actriz Alba Flores (hija de Antonio) y Lola Orellana y Pedro Antonio Lazaga (hijos de Rosario).
En febrero de 1960, cantó en el teatro Olympia de París. Durante esa década siguió presentando nuevos espectáculos y frecuentando los platós cinematográficos con varias producciones como El balcón de la luna (1962), donde compartía cartel con las otras grandes divas de la escena española Carmen Sevilla y Paquita Rico. Pero ya se empezaba a notar que las preferencias del público por las denominadas folclóricas en el cine no era igual que antes. Los años sesenta supusieron para Lola, la consolidación como figura popular, con presencia abundante en televisión, revistas y galas. En 1966, presentó en el teatro Calderón de Madrid, el que sería el último de sus grandes espectáculos con Quintero, León y Quiroga.
Después de la muerte de Franco, durante la transición, el género de la copla atravesó un bache y Lola Flores fue capaz de reinventarse y adaptarse a ese periodo cambiante en las preferencias del público. En el cine y la televisión tuvo algunas interpretaciones destacadas en papeles alejados del encuadre folclórico que siempre le había acompañado, como en las películas Truhanes (1983), Los invitados (1987) o la serie Juncal (1989).
En marzo de 1987, la Fiscalía presentó una querella contra la artista y su marido por delito fiscal por no haber presentado las declaraciones del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas entre los años 1982 y 1985, exigiéndosele una fianza de 145 millones de pesetas (871 561 €). En 1989, la Audiencia Provincial de Madrid decretó su absolución por un vacío legal motivado por una sentencia del Tribunal Constitucional que había anulado parcialmente la Ley del impuesto. Pero tras el recurso de la Fiscalía, fue condenada por el Tribunal Supremo en 1991 como autora de cuatro delitos contra la Hacienda Pública a dos penas de un mes y un día de arresto y otras dos de siete meses de prisión, que no llegó a cumplir de forma efectiva. El proceso tuvo una gran trascendencia social al tratarse de un personaje muy popular y fue utilizado por el Ministerio de Hacienda como caso ejemplarizante en su lucha contra el fraude fiscal.
En 1972, le diagnosticaron un cáncer de mama, que arrastró desde entonces, entre operaciones y tratamientos, pero negándose a que le amputaran un seno, para no perjudicar su carrera y que en definitiva provocó su muerte el 16 de mayo de 1995 en su residencia de "El Lerele" en la urbanización de La Moraleja, situado en el municipio de Alcobendas, a los setenta y dos años de edad. Su capilla ardiente quedó instalada en el Centro Cultural de la Villa (actual Teatro Fernán Gómez) de Madrid, en la plaza de Colón. En un ataúd abierto y amortajada con una mantilla blanca, todos sus admiradores pudieron pasar a verla. Fue sepultada en el cementerio de la Almudena. Fue uno de los entierros más recordados por la gran concurrencia de público y retransmitido en directo por televisión.
Quince días después de su muerte, el 31 de mayo de 1995, su hijo Antonio Flores (de treinta y tres años) fue encontrado muerto en la residencia familiar de "El Lerele".
Lola Flores intervino en treinta y ocho películas, su debut se produjo en 1940 en la película Martingala del director Fernando Mignoni, donde encarnaba un pequeño papel, en el que interpretaba a una joven gitana y donde ponía de manifiesto sus bailes, con el cante de Pepe Marchena.
Entre las más destacadas se encuentra un clásico de la década de 1940: Embrujo (1947, Carlos Serrano de Osma), drama musical donde acompaña a su pareja sentimental y artística de aquel momento, Manolo Caracol.
En 1951 firmó un contrato con Cesáreo González, fruto de esta unión rodó películas como La niña de la venta, con Ramón Torrado, (1951) y ¡Ay pena, penita, pena!, con Miguel Morayta, (1953). De la mano de Suevia Films contribuyó a impulsar el cine folclórico español, siguiendo la línea que ya habían marcado Imperio Argentina y Estrellita Castro en los años treinta. Se trataba de cintas cuyo elemento principal eran las canciones y el baile de Lola. A menudo eran coproducciones con México, donde supusieron también una éxito.
En total durante la década de los años cincuenta rodó 18 películas. Otras de sus cintas destacadas de ese periodo son Morena Clara (1954, Luis Lucia) versionando el célebre film de 1934, y en compañía de Fernando Fernán Gómez, El duende de Jerez (1953) y María de la O (1958), que supuso su primera película con Antonio González "El Pescaílla". Otras películas recordadas son, La hermana Alegría en 1954, y El balcón de la luna en 1962, La hermana San Sulpicio (1962), nueva versión de la que había rodado Imperio Argentina, y los dramas mexicanos La faraona (1955) y Sueños de oro (1958).
Casa Flora (1972, Ramón Fernández) y Una señora estupenda (1972, Julio Coll) son sus dos cintas más salvables en plena época de la comedia española predestape; posteriormente protagonizaría la comedia Juana la loca... de vez en cuando (1983), dando vida a Isabel la católica, Truhanes (1983, Miguel Hermoso). Su última participación en el cine fue en 1992 con Sevillanas, con el director Carlos Saura, en la que compartió reparto junto a algunos de los grandes nombres del flamenco como Camarón de la Isla o Rocío Jurado. De entre su profesión, es muy conocida su amistad con dos artistas folclóricas y actrices cinematográficas, con las que compartió giras musicales por Hispanoamérica: Carmen Sevilla y Paquita Rico. Con ellas actuó en la película El balcón de la luna (1962, Luis Saslavsky).
Al igual que las españolas Sara Montiel, Carmen Sevilla y Amparo Rivelles filmó películas en México cuando dicho país estaba en la época dorada de su cinematografía, actuando al lado de grandes como Jorge Negrete, Pedro Infante, Antonio Badú, Luis Aguilar "El Gallo Giro" o Miguel Aceves Mejía teniendo amistad con personalidades como el reconocido actor Mario Moreno "Cantinflas", Lola Beltrán "La Grande" y con las divas mexicanas Silvia Pinal y "la doña" María Félix o Dolores del Río.
Lola Flores tiene cientos de grabaciones y canciones que han quedado en el recuerdo del público. Su primera canción grabada en disco fue Pescaero, pescaero, de ese mismo periodo destacan Pepa Banderas (1946), La Sebastiana y sobre todo La Zarzamora (1948), que la acompañó en su entierro por petición propia.
Entre sus discos se encuentran: Ay Lola, España mía, Juerga flamenca, Mi mundial 82 (1982) La inimitable Lola (1990). Las canciones más recordadas son: "La zarzamora", "A tu vera", "Torbellino de colores", "¡Ay pena, penita, pena!".
Aunque técnicamente no era calificada como una cantante perfecta, ello lo suplía con gran expresividad y carácter. Se recuerdan igualmente sus canciones humorísticas de rápidos recitados, como «¿Quién tiró la bomba?» o «Cómo me las maravillaría yo».
Lola participó a lo largo de su vida en diversos programas de televisión cantando, bailando, concursando o siendo entrevistada.
No fue hasta la década de los noventa, coincidiendo con el nacimiento de las cadenas privadas de televisión en España, cuando se pone al frente de su primer programa, iniciándose así su faceta como presentadora de televisión que finalizó pronto debido a su fallecimiento.
Estos son los programas de televisión que presentó:
Su último programa en TVE tuvo que suspenderse por el agravamiento de la enfermedad de Lola en la entrega número 9; allí hizo su última aparición cantando en público. Al principio su actuación se iba a realizar de pie, pero Lola tuvo que pedir una silla y apenas movió el brazo derecho porque lo tenía hinchado como secuela del cáncer que padecía.
Sus programas se caracterizaban porque sus presentadoras formaban parte del espectáculo bailando y cantando. Toda esta etapa por televisión demostró que no dejó de cantar ni de bailar hasta sus últimos días.
Lola Flores nunca hizo ninguna serie de televisión con ella como protagonista, no obstante, uno de sus últimos trabajos que realizó fue El coraje de vivir, serie donde narraba ella misma su propia vida. También destacó su papel en la serie Juncal de 1988.
No obstante, estas son algunas de las series a las que acudió como invitada y donde realizó papeles episódicos:
En su ciudad natal no pudo llegar a inaugurar una avenida en su honor, pero sí tuvo la oportunidad de presenciar como se le otorgaba, en 1965, la medalla de plata de Jerez de la Frontera, en agradecimiento por llevar el nombre de su ciudad a todos los rincones del mundo.
Le brindaron diversos homenajes durante su vida, pero el que más destaca es el que le hicieron en Miami en 1990, con la participación de artistas como José Luis Rodríguez "El Puma", su compatriota Rocío Jurado y su amiga Celia Cruz. También compartió escenario con Raphael (quién presentó el show) y con Julio Iglesias, con la canción «Somos dos Caminantes». Las canciones grabadas a dúo con estas estrellas procedían del álbum Homenaje, publicado en esas fechas.
Su último homenaje en vida fue ese mismo año, se lo brindó Antena 3, al que Lola fue invitada, pero no actuó; solo disfrutó de las actuaciones de sus amigos y familia, y con motivo de aquel acto dijo su mítica frase: «Ya puedo morir tranquila».
Las hermanas Salazar, más conocidas como Azúcar Moreno, le rindieron homenaje con la canción titulada «Bailando con Lola».
Desde hace años está en proyecto la construcción de un museo en su memoria en el Palacio de Villapanés (junto a su monumento), que albergará bibliografía, multimedia y objetos personales (vestidos y enseres) de la artista. En 2019 se anuncia un acuerdo para la cesión de los fondos para el museo.
En 2016 las Fundaciones Lara y Cajasol otorgan al ensayo Lola Flores: otra historia del espectáculo en la España contemporánea de Alberto Romero Ferrer el Premio Manuel Alvar de Estudios Humanísticos 2016.
En 2017 el Ayuntamiento de Jerez publicó un disco homenaje y le dedicó la edición de ese año de la Feria del Caballo, además de anunciar un lugar destacado para ella en el nuevo proyecto de Ciudad del Flamenco.
En 2020 la serie Estoy vivo le dedica un capítulo.
Algunos de los calificativos que durante décadas se han utilizado para definir la personalidad de Lola Flores han sido los de racial,
temperamental, genuina, pasional, arrolladora, o genial. Se ha llegado a decir que «Lola Flores es casi una religión». Algunas de sus peripecias y declaraciones a lo largo de su vida han quedado grabadas en el imaginario colectivo de los españoles de varias generaciones, así lo confirman varias reacciones espontáneas a lo largo de su trayectoria vital. Una de sus anécdotas más recordadas tuvo lugar en 1977 durante la emisión en directo y ante el público de una de sus actuaciones para el programa de Televisión española Esta noche, fiesta, conducido por José María Íñigo. En un giro brusco del baile, Lola Flores perdió un pendiente, detuvo la actuación para, mientras se ponía a buscar por el suelo de todo el escenario, clamar ante el micrófono: «Perdón, pero se me ha caído un pendiente en oro. [...] Bueno, ustedes me lo vais a devolver porque mi trabajito me costó. [...] Muchas gracias de todo corazón pero el pendiente, Íñigo, no lo quiero perder, eh, por favor».
Años más tarde, con motivo de la boda de su hija Lolita el 25 de agosto de 1983, un gentío de en torno a cinco mil personas abarrotaron la iglesia y su contorno para seguir en directo el enlace. La desaforada concentración de personas impedía la celebración de la ceremonia y ante la desesperada situación, Lola Flores, micrófono en mano, imploró a los congregados: «Si me queréis, irse». La expresión pasó como frase hecha al lenguaje popular y décadas más tarde seguía utilizándose.
Finalmente, otro episodio que da muestra del peculiar carácter de la artista jerezana, fue el acaecido en 1989 cuando fue llamada a declarar judicialmente acusada de fraude fiscal durante cinco años consecutivos. Tras excusarse alegando su desconocimiento de la obligación de tributar y reconocer que no sabía que no hacerlo tenía «tanto castigo», imploró ante las cámaras: «Si una peseta me diera cada español, podría pagar», momento que igualmente pasó a la posteridad en la historia de la televisión.
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