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Luis VII de Francia



Luis VII de Francia,[1]​ llamado Luis el Joven (París, 1120 - Melun, 18 de septiembre de 1180), fue rey de Francia de 1137 a 1180, el sexto en línea directa de la dinastía de los Capetos. Era hijo de Luis VI de Francia y de Adela de Saboya. Se casó con Leonor de Aquitania, Constanza de Castilla, y Adela de Champaña. Su hijo, Felipe Augusto, fue su sucesor.

Fue consagrado rex designatus en Reims el 25 de octubre de 1131 por el papa Inocencio II tras la muerte accidental de su hermano mayor, Felipe (1116-1131). Después de morir su padre, Luis el Gordo, fue coronado en Bourges el 25 de diciembre de 1137.

Antes de morir, su padre había concertado su matrimonio con Leonor de Aquitania (11221204), hija de Guillermo X de Poitiers, duque de Aquitania, y de Leonor de Châtellerault, matrimonio que tuvo lugar en Burdeos el 25 de julio de 1137. Este ventajoso matrimonio le proporcionó un dominio real casi triplicado ya que la joven esposa aportó con su dote la Guyena, Gascuña, Poitou, Limosín, Angoumois, Saintonge y Périgord, es decir, una parte del Midi y del oeste de Francia, equivalente a 19 ciudades actuales. El carácter del rey, devoto, ascético (quería ser monje) ingenuo y torpe, poco enérgico e indeciso, se aviene mal con el carácter fuerte de Leonor; sin embargo, los diez primeros años parecen discurrir sin problemas.

Luis VII apartó a su madre de la corte, pero conservó a los consejeros de su padre, entre ellos al abad de Saint-Denis, Suger. Continuó con la misma política llevada por su padre y revalorizó el dominio real. En 1140 empiezan los trabajos de construcción de la basílica de Saint-Denis. Hizo múltiples concesiones a las comunidades rurales, fomentó la agricultura y favoreció la emancipación de los siervos. Propició el favor de las ciudades concediendo cartas de burguesía (mediante esta concesión los burgueses obtenían una serie de beneficios y los municipios se administraban de un modo independiente al señor feudal) (Étampes, Bourges), (Reims, Sens, Compiègne, Auxerre), agrupándolos alrededor de sus dominios. Y mantuvo la elección de los obispos consagrados al poder real.

En mayo de 1141, Luis VII se enfrenta al conde Teobaldo II de Champaña y al papa Inocencio II, con motivo de la toma de posesión del obispado de Langres, ya que él quería que fuera elegido un monje de Cluny, el candidato Bernardo de Claraval. De nuevo vuelve, a oponerse al papa en 1141, intentando imponer su candidato para la sede de Bourgues contra Pierre de la Châtre (apoyado por el sumo pontífice). El papa excomulga a Luis y Pierre de la Châtre se refugia en Champaña. El rey invade el condado y a su paso incendia, durante el verano de 1142, Vitry-en-Perthois y su iglesia, en la cual se hallaban refugiados los habitantes de la villa.

Para zanjar definitivamente el problema, el rey firma el tratado de Vitry con el conde Teobaldo II en el otoño de 1143, aceptando la elección de Pierre de La Châtre y consiguiendo que se anule el veto que pesa sobre el reino; el 22 de abril participa en la conferencia de Saint-Denis para solucionar el conflicto surgido entre la Santa Sede y él.

Para sellar el acuerdo, el rey acepta tomar parte en la Segunda Cruzada alentada por Bernardo de Claraval y, cerca de la Navidad de 1145, Luis VII anuncia su decisión de unirse a ella para socorrer a los Estados cristianos de Palestina, amenazados por los turcos que acababan de invadir el condado de Edesa en 1144 y perpetraron la masacre de centenares de cristianos. En 1146 el rey toma la cruz, a la vez que numerosos barones, durante la asamblea de Vézelay.

El 11 de junio, el rey Luis VII y Leonor parten para la Segunda Cruzada al mando de 300 caballeros y una cuantiosa armada, seguidos por decenas de millares de peregrinos. Salen de Metz y pasan por el valle del Danubio, donde son recibidos por la armada del emperador que ya los aguardaba en el reino de Hungría. El rey Geza II de Hungría recibió a los reyes cruzados y veló porque estuviesen provistos de alimentos y refugio. Si bien el rey húngaro no tenía relaciones estrechas con el emperador germánico, sí las tenía con Luis VII, y a su llegada, Geza II en 1147 le pidió al rey francés que fuese el padrino de bautismo de su hijo, Esteban. Luego de hacer escala, en Hungría, los ejércitos cruzados continuaron a través de Asia menor para ir a Constantinopla, donde llegaron el 4 de octubre de 1147.

La Segunda Cruzada parecía que tenía un buen comienzo, ya que estaba dirigida por los dos soberanos más poderosos de Occidente, que además, al estar instruidos por la experiencia de la Primera Cruzada, la organizaron de forma muy estricta. Pero las relaciones se envenenaron rápidamente entre franceses y alemanes, y sobre todo entre cruzados y bizantinos. Conrado III y Luis VII perdieron las cuatro quintas partes de sus efectivos militares intentando atravesar Anatolia, en donde fueron diezmados por los turcos, la carestía y la enfermedad. Por último, después de desembarcar con el resto de sus tropas cerca de Antioquía, que estaba en manos de Raimundo de Poitiers, joven tío de Leonor de Aquitania, quien les recibió con muchas atenciones, los dos soberanos se estrellaron ante Damasco. Conrado y los alemanes reembarcaron el 8 de septiembre de 1148.

Raimundo esperaba que Luis VII le ayudara a combatir al enemigo que le había despojado de algunos de sus territorios, pero el rey sólo pensaba en ir a Jerusalén. Leonor intenta, en vano, convencer a su marido para que ayude a su tío Raimundo, pero el rey prefiere los consejos del templario eunuco Thierry de Galeran. Después los cronistas de la época se enfurecen y la culpan de adulterio: Guillermo de Tiro la acusa también de un incesto con su propio tío.

Luis VII obliga a Leonor a seguirle y deja Antioquía, llegando a Jerusalén en cumplimiento del peregrinaje que se había impuesto. En junio de 1148, intenta tomar Damasco, ante la que su armada está esperando. La pareja real permanece un año en Tierra Santa antes de volver por mar, y por separado, a Francia. El rey es, allí mismo, apresado por los bizantinos, siendo liberado por el normando Roger II de Sicilia. En la primavera de 1149, Luis VII, muy afectado por el exceso de sus desgracias conyugales, abandona Jerusalén. La decepción en Occidente fue muy grande.

Al final, la participación de Luis VII en esta segunda cruzada resultó muy perjudicial para el futuro del reino, porque la expedición repercutió de manera negativa sobre todos sus planes:

Durante el viaje de vuelta a Francia, en noviembre de 1149, Luis VII pensó en separarse de Leonor. Pero el papa Eugenio III, tras una parada en la Abadía de Montecasino, y después el abad Suger consiguieron reconciliarlos y, en 1150, nació su segunda hija, Alix (1150-1195).

Sin embargo, tras el fallecimiento de Suger en 1151 por cuanto este desaconsejaba la separación al considerar las valiosas posesiones de Leonor (mayores que las de Luis) y lo peligroso que sería sacarlas del gobierno del rey, éste, deseando llevarla a cabo, encuentra en el concilio de Beaugency el motivo para la misma: la última abuela de Leonor, Eduarda de Borgoña, era la nieta de Roberto el Piadoso, abuelo del rey (en noveno grado civil, pero en quinto grado canónico), y este hecho propicia la anulación del matrimonio el 18 de marzo de 1152. Leonor recobra la dote y el 18 de mayo de 1152 se casa, en segundas nupcias, con el conde de Anjou, Enrique Plantagenet, que será el rey de Inglaterra en 1154. Él tenía 19 años y ella 30.

En la primavera de 1154, Luis VII se casa en segundas nupcias con Constanza de Castilla, hija de Alfonso VII, con la que tiene dos hijas: Margarita y Adela. La reina Constanza muere el 4 de octubre de 1160 durante el parto de Adela.

La anulación del matrimonio de Luis VII y Leonor fue el principio de una rivalidad continua entre los reinos de Francia e Inglaterra, que duró hasta mediados del siglo XIII. Luis VII apoya las revueltas de Bretaña y de Poitou contra Inglaterra, así como las de los hijos de Enrique II contra su padre. Contribuye a esta situación:

En 1158, Luis VII y Enrique II se reconcilian y conciertan el matrimonio entre Margarita de Francia y Enrique el Joven. Sosiego de corta duración, pues en marzo de 1159, Enrique II ataca al conde de Toulouse y, durante el verano, Luis VII obliga al rey de Inglaterra a levantar el asedio de Toulouse.

En 1160, Enrique II rinde homenaje al rey Luis VII en Normandía en nombre de su hijo, Enrique el Joven. Luis VII se alía con los condes de Flandes y de Champaña y se casa, el 13 de noviembre, en terceras nupcias, con Adela de Champaña (o Adela de Blois).

Ante el enfrentamiento entre Enrique II y Tomás Becket, arzobispo de Canterbury, el rey de Francia apoyó al arzobispo. Finalmente cuatro caballeros fieles a Enrique II asesinan al arzobispo.

En 1172 y 1173, Luis VII incita a Enrique y Ricardo, los hijos de Enrique II, a rebelarse contra su padre. A finales del 1173, Luis VII y Enrique II firman una tregua provisional y deciden, hacia la primavera de 1174, casar a sus hijos Alix de Francia y Ricardo Corazón de León.

En 1177, el papa impone a Enrique II la conclusión del tratado de Ivry, firmado el 21 de septiembre, por medio del cual los dos reyes se juran amistad; a este tratado le siguió, el 22 de junio de 1180, la firma de un pacto de no agresión.

El 1 de noviembre de 1179, Luis VII hizo consagrar a su hijo Felipe Augusto y, consumido por una enfermedad, abandona el poder al año siguiente. El 18 de septiembre de 1180, Luis VII muere en Melun a causa de una caquexia paralítica. Al día siguiente, es inhumado en la abadía real de Saint-Port en Barbeau que él fundó cerca de Fontaine el Port, a orillas del Sena, entre Melun y Fontainebleau. Su hijo Felipe Augusto le sucedió, aunque ya ejercía el poder desde el 28 de junio de 1180, día en que su padre lo dejó en sus manos.

Aunque educado para ser monje o fraile antes que rey, Luis VII jugó un papel importante en la historia de Francia:

Sin embargo, la segunda cruzada fue calamitosa y la separación de Leonor de Aquitania fue un tremendo error, ya que procuró a un vasallo menor el medio de imponerse, situando al rey de Francia en inferioridad territorial por más de medio siglo. Necesitó la colaboración de tres grandes reyes: Felipe Augusto, Luis VIII el León y San Luis, para enderezar la situación y llegar a minimizar las consecuencias de aquella equivocada decisión.

Con Leonor de Aquitania:

Con Constanza de Castilla (1140-1160), hija de Alfonso VII:

Con Adela de Champaña (o Adela de Blois):

Tuvo el rey además un hijo ilegítimo:




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