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Macizo de Ayllón



La sierra de Ayllón o macizo de Ayllón es una cadena montañosa de la península ibérica, perteneciente al Sistema Central, del que constituye una de sus estribaciones más orientales. Está situada entre las provincias españolas de Guadalajara, Segovia y Madrid.

Linda al oeste con las sierras de Somosierra y del Rincón, al este con las de Pela y Alto Rey, al norte con la meseta Norte y al sur con la Campiña de Guadalajara.

De sus montañas nacen los ríos Jarama y Sorbe, así como otros menores como el Jaramilla, Berbellido, Sonsaz o del Ermito. En sus valles crecen los hayedos más meridionales de Europa —Tejera Negra, La Pedrosa y Montejo—, sin faltar en su flora el chaparro, roble y el pino silvestre. Entre su fauna se encuentran lobos, buitres y pequeños mamíferos. La parte de la sierra en la provincia de Guadalajara se encuentra dentro del parque natural de la Sierra Norte de Guadalajara[1]​ y en buena parte de su territorio se extiende la Reserva de Caza de Sonsaz.[2]

La evolución geológica de la sierra viene marcada por dos grandes plegamientos: por un lado, la orogenia herciniana, hacia el Silúrico, cuando se forman cordilleras en toda la Europa occidental mediante enormes masas magmáticas que dan lugar a rocas graníticas, gneises y pizarras, principalmente, y la erosión del agua marina que por entonces ocupaba gran parte de la península ibérica; por otro lado, la orogenia alpina desde el período Terciario que volvió a elevar las cordilleras del Sistema Central y cuando se establece la red hidrográfica actual formando los valles y las siluetas de las montañas. La última glaciación afectó en parte al macizo de Ayllón formando algunos circos glaciares como los que se encuentran en la fuente del río Berbellido, junto al pico del Lobo, y en la peña Cebollera Vieja.

La sierra de Ayllón queda dividida en tres grandes zonas litológicas dependiendo del tipo de roca que predomina en cada una:

De oeste a este, desde el puerto de Somosierra hasta el Cervunal, y de norte a sur, desde Riaza hasta el puerto del Cardoso, siguiendo la orilla derecha del río del Ermito, abunda el granito entre las rocas que forman las montañas de esa zona de la sierra de Ayllón.

El gneis es, sin embargo, la roca menos extendida de las tres predominantes en la sierra de Ayllón. Forma sobre todo en la zona de El Cardoso de la Sierra hacia el sur hasta que el río Jarama hace de linde natural entre la sierra de Ayllón y la Campiña.

La pizarra es la roca más vista en el macizo de Ayllón, además de ser la típicamente usada en las construcciones de los pueblos de la zona. Igualmente las zonas pizarrosas se pueden clasificar según es el tipo de pizarra que da forma:

Se distinguen tres unidades de relieve que forma el macizo de Ayllón: la penillanura, unas zonas de superficie ondulada situadas en los extremos del macizo, principalmente al norte y al sur; los valles, en el norte cortos y en el sur muy largos y estrechos, dejando poco lugar a las vegas, y la sierra propiamente dicha. La sierra se distribuye en un cordal principal, que recorre de oeste a este todo el norte de la sierra, y tres cordales secundarios, que salen del principal de norte a sur.[4]

En el seno de la sierra de Ayllón se levantan los últimos picos de más de 2000 metros del Sistema Central.[5]

El clima de montaña de la sierra de Ayllón está marcado por dos factores fundamentales: por un lado, la latitud, marcando el carácter mediterráneo con veranos calurosos y escasos en precipitaciones; por otro lado, la orientación del macizo provoca la intercepción de las borrascas de origen atlántico trayendo consigo una mayor pluviosidad en las laderas septentrionales que en las meridionales. Este segundo factor, unido a que las laderas norte reciben menor cantidad de luz solar y, por tanto, mantienen menor temperatura, da lugar a que se acumule mayor cantidad de nieve en invierno en éstas que en las meridionales.

Las mayores precipitaciones se producen en invierno, normalmente en forma de nieve, coincidiendo con el verano una larga época de sequía. Anualmente se llega a recoger entre unos 800 y 1000 mm de media.

Los meses más fríos corresponden con los centrales del invierno, diciembre y enero, y en aquellas épocas en las que se acercan olas de frío de Europa Central que provocan intensas nevadas hasta alturas relativamente bajas. La temperatura media mínima alcanzada en invierno se sitúa en torno a los 2 o 3 °C en los valles; la temperatura media máxima es alcanzada en los meses de julio y agosto en torno a los 15 °C. La amplitud térmica en épocas otoñales y primaverales puede llegar a ser muy amplia, con días agradables y noches extremadamente frías en algunos casos, agudizándose en el fondo de los valles. El número de días con helada varía entre los 50 y 150 según se encuentre en la ladera meridional o septentrional.[6]

Desde la sierra de Ayllón se vierten aguas a dos grandes cuencas: la del Duero, al norte, y la del Tajo, al sur.

Son las últimas estribaciones de la sierra la que vierte aguas hacia la vertiente septentrional. Los ríos y arroyos vierten sus aguas directamente de la montaña al valle, por lo que son, por lo general, cortos y poco caudalosos. Dos ríos destacan sobre los demás, el Duratón y el Riaza, los cuales ambos desembocan en el río Duero tras un largo recorrido. Son excepción. El resto de las corrientes fluviales vierten sus aguas en estos dos ríos principales.

Pese a que no empieza a tomar forma hasta que por Sepúlveda se une con los ríos Caslilla y de la Hoz, el río Duratón, que nace en las faldas meridionales por el lado de Madrid de la Cebollera Vieja, va recibiendo aguas por su orilla derecha de pequeños arroyuelos que nacen en la sierra de Ayllón. Desde la falda norte de la Cebollera Vieja recibe aguas de dos riachuelos que suelen secar en verano en buena parte de sus tramos, el Cerezuelo y el Serrano, nacientes los dos en las faldas del pico del Lobo.

El Riaza nace cerca del puerto de la Quesera y recibe aguas de la sierra de Ayllón principalmente también por su orilla derecha. Sus afluentes son más largos, aunque igualmente de poco caudalosos. Destacan entre todos el río Aguisejo, que nace en las cercanías de Villacadima y recibe a su vez aguas de otros arroyos menores entre los que se encuentran el arroyo Vadillo, por un lado, que tras nacer en el hayedo de la Pedrosa bajo la Mesa Peñota va a verter sus aguas en la orilla izquierda del río Aguisejo, y el río Cobos, que tiene su fuente en la Majada de la Sierra, una de las últimas estribaciones norteñas del macizo de Ayllón.

Son, así, el río Duratón y el río Aguisejo los que limitan de oeste a este por el norte el macizo de Ayllón.

La vertiente meridional de la sierra de Ayllón, la que vierte aguas a la cuenca del Tajo, nace en las faldas de los septentrionales norteños del macizo, evidentemente, por mediodía. Es bastante más complicada que la vertiente septentrional y los ríos y arroyos, mucho más largos, recorren tortuosamente encajonados entre montañas, dando lugar a barrancos y hoces, hasta desembocar en los dos principales ríos de la zona: el Jarama y el Sorbe.

Nace a pies de la Cebollera Vieja y los mayores afluentes los recibe por su orilla izquierda, extendiéndose su cuenca desde la loma de la Cebollera hasta la sierra del Ocejón. Muchos de ellos, incluido el propio Jarama, erosionan la roca hasta crear profundos barrancos, permitiendo que sean algunos de ellos propicios para el levantamiento de presas como son la del Vado o la proyectada pero ni siquiera iniciada de Matallana. Los principales afluentes del Jarama por la sierra de Ayllón son el río del Ermito, que tiene su fuente bajo el Cervunal; el río Berbellido, que nace en el pico del Lobo y pasa por Bocígano; el río Jaramilla, que tras surgir bajo el puerto de la Quesera deja una profunda y hermosa hoz hasta su desembocadura; el arroyo Vallosera, que nace en el pico de la Tornera y que tras horadar un desfiladero en la zona de La Vereda desemboca en el pantano de El Vado, junto a las ruinas de El Vado, y el arroyo del Soto, unión de varios arroyos menores que bajan del Ocejón y dejan entre este y el Cabeza de Ranas un vallejo donde se asientan Majaelrayo, Robleluengo, Campillo, El Espinar y Roblelacasa.

El río Sorbe es linde natural entre las sierras de Ayllón, a su orilla derecha, y de Alto Rey, a su orilla izquierda. Es el resultado de la unión de dos ríos menores en el paraje denominado Junta de los ríos, entre barrancos surgidos en las faldas del alto de las Cabras y de la peña del Osar, en el lado de Alto Rey, y de la peña de Pinarejo, en el lado de Ayllón. Desde la sierra de Pela, al norte, con fuentes entre el Ribalópez y El Portillo, el arroyo de la Dehesa o río Sorbe de Galve, que deja un amplio vallejo donde se asientan Cantalojas y Galve de Sorbe. Desde el hayedo de la Tejera Negra, al oeste, baja el río Lillas que nace bajo el pico de la Buitrera y que a su vez recibe aguas de otro afluente con caudal durante todo el año, el río Zarza o arroyo de la Hoz, que atraviesa igualmente Tejera Negra tras nacer bajo el alto del Parrejón. Tras unirse ambos ríos y surgir así el Sorbe, río con bastante caudal en épocas lluviosas y de deshielo, atraviesa entre profundos cortados hasta el embalse de Beleña y dejando entre los montes el azud Pozo de los Ramos. El Sorbe desemboca entre Alarilla y Humanes, bajo la Muela de Alarilla, en el Henares.

Junto con el Lillas y el arroyo de la Dehesa, el Sorbe recibe aguas desde la sierra de Ayllón de otros tres afluentes con caudal permanente, que siguen igualmente caminos sinuosos y dejan profundos cortados en sus recorridos. Más al norte, el río Sonsaz, que da nombre a la extensa reserva de caza que se engloba a gran parte de los valles y montañas de la sierra de Ayllón. Nace bajo el Atalaya y sigue un sinuoso camino entre montañas hasta desembocar en el Sorbe entre la peña del Pinarejo y la loma de las Piquerinas. Al norte del Ocejón nace el arroyo de la Chorrera, que pasa por Valverde y deja en su camino las chorreras de Despeñalagua antes de desembocar. Y bajo la falda sur del Ocejón el río Seco o barranco del Covachón, que pasa por Palancares.

La caza ha sido incesante en la sierra de Ayllón desde tiempos ancestrales, lo que ha provocado la desaparición en la zona de varias especies como el oso, que estuvo presente seguramente hasta el siglo XVIII, o el lobo, presente hasta los años sesenta del siglo XX y que en los años 2000 parece que vuelve a tener presencia en el macizo.[7]​ Hoy la Reserva Nacional de Caza de Sonsaz, que extiende sus 68.106 ha. por gran parte de la sierra, y los hayedos de Tejera Negra y de Montejo son perfecto refugio de la fauna salvaje de la zona. Según la situación en el macizo se pueden encontrar distintas especies animales:

Entre los insectos cabe destacar la gran diversidad que de los mismos existe en el macizo de Ayllón. Numerosas especies de lepidópteros, coleópteros, himenópteros y dípteros se pueden observar en toda la sierra, algunos de ellos autóctonos y exclusivos de la zona.

Muchos son los ejemplos de vegetación que se pueden encontrar en la sierra de Ayllón, si bien los bosques no son muy extensos por la incesante mano del hombre que durante siglos ha ido obteniendo leña y carbón vegetal y ha ido abriendo pastos para la ganadería, en su mayoría trashumante.

Se pueden encontrar distintas vegetaciones establecidos en tres pisos bioclimáticos: uno mesomediterráneo por debajo de los 1000 m y que domina la encina; otro supramediterráneo entre los 1000 y los 2000 m donde predominan los robles y, según qué zonas, las hayas, y otro oromediterráneo por encima de los 2000 cubierto por piornos, brezos, jaras, estepas y enebros, principalmente. Las laderas septentrionales, al gozar de más precipitaciones, muestra mayor extensión de robledales y hayedos, mientras que en las laderas meridionales se extienden mayormente los encinares. A su vez, durante la segunda mitad del siglo XX se han realizado numerosas repoblaciones forestales, más o menos afortunadas en el paisaje, mediante pinos silvestres y pinos negros.

Por tanto, el roble, la haya, el abedul, el pino y, en menor medida, la encina y la sabina, son los árboles que más frecuentemente se pueden encontrar en el macizo.

Pese a la gran explotación que han sufrido los robledales en la sierra de Ayllón por su valor maderero, la extensión de pastos y el carboneo, sigue siendo el roble el árbol más extendido del macizo. Se encuentran en la zona dos tipos de robles:

Pese a que la haya[9]​ no es el árbol más extendido en el macizo de Ayllón, los hayedos de la zona si representan el hecho singular de ser de los más meridionales de Europa, lo que ha provocado que estén protegidos. Los hayedos de la zona se enclavan en tres bosquejos:

El abedul tiene una presencia ciertamente pequeña en la sierra de Ayllón. Por su resistencia al frío y porque puede crecer en suelos pobres se pueden encontrar en las zonas altas de algunos ríos. Destaca como buen ejemplo el abedular de Somosierra.[10]

La extensión del pino en la zona corresponde principalmente a unas políticas de repoblaciones en la segunda mitad del siglo XX por su rápido crecimiento, el alto valor de su madera y su gran amplitud geológica. Tres son las clases de pinos que repueblan la sierra: el pino silvestre, principalmente, el pino negro y el pino laricio. También la humedad del otoño hace propicio en los pinares la proliferación de gran cantidad de hongos, destacando por encima de todos el níscalo.

Los encinares ocupan las zonas de solana de los valles, destacando los ejemplos de Tamajón, Valverde y Umbralejo. La sabina, pese a ser una árbol mediterráneo, se adapta a condiciones climáticas continentales. En los alrededores de Tamajón y de Galve de Sorbe se pueden apreciar buenos ejemplos de sabinares.

La degradación de los bosques, los cultivos abandonados y los incendios forestales que tiempo se dieron favorecieron a la extensión de matorrales y pastos, buenos éstos para la alimentación del ganado. Dependiendo de la altitud y la exposición de la ladera puede encontrarse piornos, enebros, brezos, codesos, hiniestas o jaras.

Como ya se indicó líneas más arriba, las montañas de la sierra de Ayllón están pobladas desde tiempos ancestrales. Arévacos por el este, vacceos por el norte y carpetanos por el sur, a los que siguieron celtas y celtíberos poblaron los valles de la sierra atraídos por la caza y las posibilidades ganaderas así como por el aislamiento que proporcionaban sus montañas permitiéndoles una mejor supervivencia ante los pueblos vecinos.[11]

Desde los siglos III o II a. C. permanecieron en la zona los romanos. La crisis del Imperio en el siglo III provoca que la población de la zona se concentre en las grandes villas latifundistas localizadas en las zonas de Riaza, Atienza y Cogolludo en régimen de autarquía. Sin embargo, los pobladores del macizo de Ayllón, debido al aislamiento de la zona, prácticamente continuaron con su vida invariable. El asentamiento de los visigodos en el siglo VI en la península ibérica, que continúan con las estructuras feudales del Bajo Imperio romano, no afectaría a la forma de vida ni al asentamiento poblacional en la sierra de Ayllón, permaneciendo así hasta la llegada de los musulmanes a la península ibérica en el siglo VIII.

Durante los primeros siglos de dominio musulmán se mantuvieron las prácticas pastoriles y ganaderas de la zona hasta el siglo XI, fecha de la llegada de la conquista cristiana al Sistema Central, convirtiéndose así la sierra de Ayllón en frontera entre el reino cristiano de Castilla al norte y el musulmán Taifa de Toledo al sur. Este hecho conlleva una creciente inestabilidad en todo el Sistema Central lo que provoca la despoblación de la zona y la emigración de la población a las mesetas del norte y del sur de las montañas de Ayllón.

Con la conquista en el año 1085 por parte de Alfonso VI de lo que a partir de entonces se llamaría la Extremadura Castellana y el consecuente traslado de la frontera de lucha a las riberas del río Tajo, se volverían a repoblar desde entonces y hasta finales del siglo XIII con castellanos, leoneses y gallegos los valles del macizo de Ayllón con gente nuevamente ganadera. Muchas de las antiguas tinadas fueron reconvirtiéndose en pequeñas aldeas con población permanente que mantuvieron las formas de vida de antes de la despoblación. La repoblación monástica fue concedida por Alfonso VIII en 1164 y corrió a cargo de los caballeros Templarios de la casas de Albendiego y Bonaval, que fundaron pequeños monasterios como el de Santuy.

La creación en 1214 de un convento y una fábrica en Ayllón por parte de Francisco de Asís daría fuero a la villa y concediéndole como Común de Tierra lo que hoy se conoce como Tierras de Ayllón, de ahí el nombre que recibe toda la sierra que nos ocupa por ser gran parte de esta perteneciente a la Comunidad de Villa y Tierra de Ayllón. Así pues con la creación de las Comunidades de Villa y Tierra los distintos pueblos que volvían a reflorecer por sierra de Ayllón quedarían repartidos en varias de éstas: los términos de El Cardoso de la Sierra, Colmenar de la Sierra, El Vado, la zona de las Cebolleras Vieja y Nueva, Somosierra, Santo Tomé del Puerto y los Cerezos quedaron bajo la jurisdicción del Común de Villa y Tierra de Sepúlveda, que pasaron durante el siglo XIV en buena parte a la familia de los Mendoza, dentro del marquesado de Montesclaros desde el siglo XV, de cuyo hecho aún perdura una casa entre El Cardoso y Colmenar; la zona entre la sierra del Ocejón y los ríos Jaramilla y Berbedillo llegando al sur hasta Almiruete quedaron incluidos dentro del Común de Villa y Tierra de Ayllón, en manos del marqués de Villena; Riofrío y Hontanares bajo la jurisdicción de la de Fresno de Cantespino; desde la sierra del Ocejón y el río Sorbe hacia el este, incluyendo el término de Valverde de los Arroyos, queda en la jurisdicción del Común de Villa y Tierra de Atienza, y más tarde, hacia el siglo XIV, se incluirían en el recién creado condado de Galve, en mano de los Zúñiga y, después, de los Mendoza y de los duques de Alba; el sur del macizo en los términos de Valdepeñas, Tortuero y Valdesotos quedó bajo la jurisdicción del Común de Villa y Tierra de Uceda, controlado desde 1249 por Sancho de Castilla, arzobispo de Toledo e hijo del rey Fernando III; Tamajón quedaría como tierra de realengo formando jurisdicción propia.

Bajo esta organización señorial permanecería la organización política de la zona, con sus perceptibles variables que se dan con el tiempo, hasta la abolición de los señoríos en el siglo XIX en favor de la visión provincialista que empezaba a imponerse. Mientras tanto, la vida en las montañas de Ayllón seguía el mismo curso que desde tiempos ancestrales. La paz de estas tierras sólo se vio salpicada por la guerra contra el Imperio Napoleónico francés entre 1808 y 1810 cuando el macizo de Ayllón fue escenario de batallas por el dominio de los pasos de sierra.

Durante la Ley de Desamortización impulsada por Juan Álvarez Mendizábal en 1836 se pusieron en venta los bienes comunales, que eran muchos en la zona, y comienza con ello la primera decadencia económica y demográfica de la sierra de Ayllón en la Edad Contemporánea. Es en esta época cuando se despueblan aldeas como Pedehuste, La Mata de Robledo, El Bustar, Pinarejo o Catar de Pie Mediano, de las cuales tan sólo quedan algunos vestigios o tainas aisladas en medio de la montaña.

El Plan Nacional de Estabilización Económica de 1959 y su consecuente desarrollo industrial hace que durante la década de los 60 la comarca pierda casi la mitad de su población por la emigración de esta a las grandes áreas metropolitanas en crecimiento, principalmente las de Madrid, Barcelona y Bilbao. En los años 70 se produce una segunda oleada de emigración a Madrid, Guadalajara y Segovia, principalmente, que deja muchos de los pueblos deshabitados. En estas nuevas oleadas de despoblación la construcción de los embalses de El Vado y Matallana (las obras este último nunca llegaron a ejecutarse) hizo desaparecer del mapa los dos pueblos que le dan nombre, mientras que las difíciles condiciones de vida, la falta de prosperidad económica por la condición de aislamiento de la zona y las obligadas expropiaciones forzosas por las repoblaciones forestales, son las causas de que otros como Umbralejo, La Vereda o La Vihuela también perdiesen su población. En cuanto al resto de los pueblos de la zona la pérdida de habitantes es continuada, aunque bien es cierto que se produce en algunas zonas una estabilización poblacional debido principalmente al turismo rural en algunos de sus municipios, que da cierto aire, aunque escaso, de prosperidad económica en la sierra de Ayllón.

Por las condiciones de vida en un clima de alta montaña la población en la zona siempre ha sido escasa, si bien hoy en día, y desde hace décadas, sufre, además, el problema de la despoblación. Tanto es que el 0,8 hab/km² de densidad de población aproximada de la zona es de los más bajos de Europa, repartiéndose en el corazón de la sierra casi 900 km² entre menos de 800 habitantes.

La sierra de Ayllón se extiende por los siguientes municipios englobando a sus diversas poblaciones y despoblados:[12]

En los pueblos situados en el corazón la sierra de Ayllón, así como en los de las vertientes este y sur, se desarrolla la llamada arquitectura negra, un tipo de construcción a base de pizarra negra, abundante en toda la sierra de Ayllón, que le da un tono negruzco a los pueblos de la zona. En la vertiente norte es más común la arquitectura roja, llamada así por el tono rojizo de sus construcciones a base de mezclar arcilla y pizarra.

Existe población, aunque escasa, en esta zona desde tiempos ancestrales y siempre dedicada a las labores de caza. De hecho, el origen de muchos de pueblos tales como El Cardoso de la Sierra, El Bustar o Catar de Pie Mediano (hoy desaparecido) está en el asentamiento de los llamados gentes de armas, es decir, cazadores, en distintos lugares que les permitiese dar caza a la presa en batida.[13]

La ganadería caprina, bovina y vacuna ha sido otro de los sectores económicos importantes de la zona. Este fenómeno dio lugar a la aparición de un tipo de construcción propia de la zona, la taina, muchas veces agrupadas en teinadas, dando lugar, en algunas ocasiones, al origen de poblaciones tales como Roblelacasa, Majaelrayo o Valverde de los Arroyos.

Hoy en día son dos los motores económicos principales en la zona. Por un lado las jubilaciones, debido a la alta edad media de sus habitantes. Por otro lado se encuentra el turismo, sobre todo en los pueblos que circundan el pico Ocejón y en la zona de Riaza. Numerosos alojamientos rurales, rutas senderistas y montañistas por montañas y bosques y la estación de esquí de La Pinilla son sus principales atractivos turísticos. Si bien, esto no es generalizado, y en las zonas donde escasea el turismo, bien por su aislamiento, bien por su deficiente comunicación, como es el caso del término de El Cardoso de la Sierra, la despoblación es todavía más acusada que en las zonas más turísticas.

La sierra de Ayllón es una de las zonas peor comunicadas del centro de España, incluso dentro de sí. Tradicionalmente los caminos y sendas entre las montañas han sido el medio principal de comunicación entre los pueblos del macizo y de éstos con los valles que lo rodean. Hoy, la abrupta orografía da lugar a estrechas carreteras y pistas forestales, sin otros medios de transporte posibles.

Según a la zona de la sierra a la que se quiera llegar existen cuatro formas de llegar al corazón del macizo de Ayllón:

Por otra parte, las comunicaciones entre las distintas zonas de la sierra se basan en estrechas y angostas vías de comunicación:



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