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Miguel Hernández Gilabert



¿Qué día cumple años Miguel Hernández Gilabert?

Miguel Hernández Gilabert cumple los años el 30 de octubre.


¿Qué día nació Miguel Hernández Gilabert?

Miguel Hernández Gilabert nació el día 30 de octubre de 1910.


¿Cuántos años tiene Miguel Hernández Gilabert?

La edad actual es 114 años. Miguel Hernández Gilabert cumplió 114 años el 30 de octubre de este año.


¿De qué signo es Miguel Hernández Gilabert?

Miguel Hernández Gilabert es del signo de Escorpio.


¿Dónde nació Miguel Hernández Gilabert?

Miguel Hernández Gilabert nació en Orihuela.


Miguel Hernández Gilabert (Orihuela, 30 de octubre de 1910-Alicante, 28 de marzo de 1942) fue un poeta y dramaturgo de especial relevancia en la literatura española del siglo XX. Aunque tradicionalmente se le ha encuadrado en la generación del 36, Miguel Hernández mantuvo una mayor proximidad con la generación anterior hasta el punto de ser considerado por Dámaso Alonso como «genial epígono» de la generación del 27.[3][4]​ Actualmente —y tras las interesantes aportaciones de A. Sánchez Vidal— se le asocia a la Escuela de Vallecas.[5]

Miguel Hernández nació el 30 de octubre de 1910 en Orihuela. Era el tercer hijo de los cuatro que tuvieron Miguel Hernández Sánchez y Concepción Gilabert, y el segundo varón. Su familia se dedicaba a la cría de ganado caprino, lo que motivó que se trasladaran de la casa donde Miguel nació (calle San Juan, n.º 82) a una más grande y acorde con el negocio familiar (calle de Arriba, n.º 73), ubicada en las afueras. Su padre aspiraba a ascender socialmente, logrando ser nombrado «alcalde de barrio»; su madre, por su parte, era una mujer enfermiza (padecía bronquitis crónica) y a menudo debía guardar cama.

Miguel fue pastor de cabras desde muy temprana edad. Fue escolarizado desde 1915 hasta 1916 en el centro de enseñanza «Nuestra Señora de Monserrat» y de 1918 a 1923 recibió educación primaria en las escuelas del Amor de Dios. En 1923 pasa a estudiar el bachillerato en el colegio de Santo Domingo de Orihuela, regentado por los jesuitas, que le proponen para una beca con la que continuar sus estudios, que su padre rechaza. En 1925 abandonó los estudios por orden paterna para dedicarse en exclusiva al pastoreo. Mientras cuidaba el rebaño, Hernández leía con avidez y escribía sus primeros poemas.

Por entonces, el canónigo Luis Almarcha Hernández inició una amistad con Hernández y puso a disposición del joven poeta libros de San Juan de la Cruz, Gabriel Miró, Paul Verlaine y Virgilio entre otros. Sus visitas a la biblioteca pública eran cada vez más frecuentes y empezó a formar un improvisado grupo literario junto a otros jóvenes de Orihuela en torno a la tahona de su amigo Carlos Fenoll. Los principales participantes en aquellas reuniones eran, además de Hernández y del propio Carlos Fenoll, su hermano Efrén Fenoll, Manuel Molina y José Marín Gutiérrez, futuro abogado y ensayista que posteriormente adoptaría el seudónimo de «Ramón Sijé» y a quien Hernández dedicó su célebre Elegía. Desde ese momento, Ramón Sijé se convirtió no solo en su amigo, sino también en su compañero de inquietudes literarias.

Los libros fueron su principal fuente de educación, convirtiéndose en una persona totalmente autodidacta. Los grandes autores del Siglo de Oro: Miguel de Cervantes, Lope de Vega, Pedro Calderón de la Barca, Garcilaso de la Vega y, sobre todo, Luis de Góngora, oficiaron como sus principales maestros.

Su pasión creciente por la escritura le lleva a pensar en comprar una máquina de escribir y dejar de molestar así al vicario, que era quien le pasaba a limpio sus versos. Eladio Belda, administrador del semanario social y agrario El Pueblo de Orihuela, le aconseja comprar una de segunda mano, portátil, de la marca Corona, cuyo precio es de 300 pesetas. Miguel Hernández estrena su máquina de escribir el 20 de marzo de 1931. A partir de entonces, subirá cada mañana al monte, hasta la Cruz de la Muela, con el hatillo al hombro y la máquina de escribir para componer poemas hasta altas horas de la tarde.[7]

El 25 de marzo de 1931, con tan solo veinte años, obtuvo el primer y único premio literario de su vida concedido por la Sociedad Artística del Orfeón Ilicitano con un poema de 138 versos llamado Canto a Valencia, bajo el lema Luz..., Pájaros..., Sol... El tema principal del poema era el paisaje y las gentes del litoral levantino, en el que destacaba el mar Mediterráneo, el río Segura y las ciudades de Valencia, Alicante y Murcia . Cuando Hernández recibió la notificación de la consecución del premio, se apresuró a viajar a la ciudad ilicitana creyendo que recibiría un premio económico, pero fue acreedor tan sólo de una escribanía de plata.

Debido a la reputación que logró gracias a las publicaciones en varias revistas y diarios, el 31 de diciembre de 1931 viajó a Madrid, buscando consolidarse en la escena, acompañado de unos pocos poemas y recomendaciones. Introducido por Francisco Martínez Corbalán, las revistas literarias La Gaceta Literaria y Estampa lo ayudaron a buscar empleo, pero el intento no fructificó y se vio obligado a volver a Orihuela el 15 de mayo de 1932. No obstante, dicho viaje tuvo gran importancia, al permitirle conocer de primera mano la obra de la generación del 27, así como la teoría necesaria para la composición de su obra Perito en lunas.

En 1933 se publicó Perito en Lunas, su primer libro. Hernández fue invitado a hacer lecturas de su obra en la Universidad de Cartagena y en el Ateneo de Alicante el 29 de abril de 1933.

Tras aquel prometedor comienzo, marchó a Madrid por segunda vez para obtener trabajo, esa vez con mejor fortuna, pues logró ser nombrado colaborador en las Misiones Pedagógicas. Más tarde le escogió como secretario y redactor de la enciclopedia Los toros su director y principal redactor, José María de Cossío, que se convirtió en su protector y más ferviente sostenedor de su obra. Colaboró además con asiduidad en Revista de Occidente y mantuvo una relación con la pintora Maruja Mallo, que le inspiró parte de los sonetos de El rayo que no cesa.[9]​ Se presentó a Vicente Aleixandre e hizo amistad con él y con Pablo Neruda; este fue el origen de su breve etapa dentro del surrealismo, con aliento torrencial e inspiración telúrica. Su poesía por entonces se hace más social y manifestó a las claras un compromiso político con los más pobres y desheredados. En diciembre de 1935 murió su fraternal amigo de toda la vida, Ramón Sijé, y Hernández le dedicó su extraordinaria Elegía, que provocó el difícil entusiasmo de Juan Ramón Jiménez en una crónica del diario El Sol.

Al estallar la Guerra Civil, Miguel Hernández estaba en Orihuela. A su amigo José María de Cossío, con el que tenía tanto trato en Espasa-Calpe por la redacción conjunta de la enciclopedia Los Toros, le pide en carta del 25 de agosto que le gestione el poder cobrar la mitad de su sueldo mensual al ser asesinado el padre de su novia, Josefina Manresa, en Elda, por ser guardia civil. Es "enorme desgracia, por equivocación", y dejar a su mujer y a varios hijos, le afirma en esa carta. Hernández se alistó por entonces en el bando republicano. En el verano de 1936 también se afilió al Partido Comunista de España y desde comienzos de 1937 es comisario político militar.[10]​ Hernández figuró en el 5.º Regimiento, ejerciendo en él de comisario político y pasó a otras unidades en los frentes de la batalla de Teruel, Andalucía y Extremadura. Su actividad de comisario político comunista en el Ejército le valdría la pena capital tras la guerra, luego conmutada. En plena guerra, logró escapar brevemente a Orihuela para casarse el 9 de marzo de 1937 con Josefina Manresa. A los pocos días tuvo que marchar al frente de Jaén. En el verano de 1937 asistió al II Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura celebrado en Madrid y Valencia, donde conoció al peruano César Vallejo. Más tarde viajó a la Unión Soviética en representación del gobierno de la República, de donde regresó en octubre para escribir el drama Pastor de la muerte y numerosos poemas recogidos más tarde en su obra El hombre acecha. El 19 de diciembre de 1937 nació su primer hijo, Manuel Ramón, que murió a los pocos meses de nacer, el 19 de octubre de 1938, y a quien dedicó el poema Hijo de la luz y de la sombra y otros recogidos en el Cancionero y romancero de ausencias. El 4 de enero de 1939 nació su segundo hijo, Manuel Miguel, a quien dedicó las famosas Nanas de la cebolla.[11][12][13]​ Escribió un nuevo libro: Viento del pueblo. Destinado a la 6ª división, pasó a Madrid.

En abril de 1939, recién concluida la guerra, se había terminado de imprimir en Valencia El hombre acecha. Aún sin encuadernar, una comisión depuradora franquista[14]​ presidida por el filólogo Joaquín de Entrambasaguas, ordenó la destrucción completa de la edición. Sin embargo, dos ejemplares que se salvaron permitieron reeditar el libro en 1981.

Su gran amigo Cossío se ofreció a acoger al poeta en Tudanca, pero este decidió volver a Orihuela. Pero en Orihuela corría mucho riesgo, por lo que decidió irse a Sevilla pasando por Córdoba, con la intención de cruzar la frontera de Portugal por Rosal de la Frontera (Huelva). La policía de Salazar, dictador portugués, lo entregó a la Guardia Civil.[15][16]

Cuando estaba en prisión, su mujer Josefina Manresa le envió una carta en la que mencionaba que sólo tenían pan y cebolla para comer; el poeta compuso en respuesta las Nanas de la cebolla.[11][12]​ Durante los nueve días que estuvo en la cárcel de Huelva fue sacado varias veces de ella por grupos de falangistas y «gente de orden» que lo golpearon brutalmente. Querían que confesara que él había matado a José Antonio Primo de Rivera, líder de Falange.[17]

Desde la cárcel de Huelva lo trasladaron a Sevilla y posteriormente al penal de la calle Torrijos en Madrid (hoy calle del Conde de Peñalver), de donde, gracias a las gestiones que realizó Pablo Neruda ante un cardenal, salió en libertad inesperadamente, sin ser procesado, en septiembre de 1939, aunque asimismo influyeron las gestiones paralelas de Cossío. Estando preso en la prisión de la calle Torrijos le escribe una dramática tarjeta postal: «Querido primo José María: [...] tú puedes ayudarme a salir rápidamente y no debes dejar de hacerlo. No llevaba la documentación necesaria y me detuvieron en Portugal, y me condujeron aquí». Al recto de la postal, sobre la dirección de Cossío, consciente de la extrema gravedad personal de su situación, llega a poner incluso, de su mano: «¡Arriba España!¡Viva Franco!» (reproducción fotográfica de la postal en Ignacio de Cossío, Cossío y los toros. [S.l.], Consejería de Cultura de Cantabria, 2008, entre pp. 232-233).

Pero vuelto a Orihuela, fue delatado y detenido y ya en la prisión de la plaza del Conde de Toreno en Madrid, fue juzgado y condenado a muerte en marzo de 1940 por un consejo de guerra presidido por el juez Manuel Martínez Margallo y en el que actuó como secretario el alférez Antonio Luis Baena Tocón.[18]José María de Cossío[19]​ y otros intelectuales amigos, entre ellos Luis Almarcha Hernández,[20]​ amigo de la juventud y vicario general de la diócesis de Orihuela (posteriormente obispo de León en 1944), intercedieron por él y se le conmutó la pena de muerte por la de treinta años de cárcel. También entonces influyó mucho la gestión del propio Cossío, que acude al secretario de la Junta Política de FET y de las JONS, Carlos Sentís, y a Rafael Sánchez Mazas, vicesecretario de la misma, pero que tenía relación con el general José Enrique Varela, ministro del Ejército, que en carta le contestó a Sánchez Mazas a mitad de 1940: "Tengo el gusto de participarle que la pena capital que pesaba sobre Don Miguel Hernández Gilabert, por quien se interesa, ha sido conmutada por la inmediata inferior, esperando que este acto de generosidad del Caudillo, obligará al agraciado a seguir una conducta que sea rectificación del pasado" (estos documentos se reproducen fotográficamente en Ignacio de Cossío, op. cit., entre pp. 232-233).

Pasó luego a la prisión de Palencia, donde decía que no podía llorar, porque las lágrimas se congelaban por el frío; en septiembre de 1940 y en noviembre, al penal de Ocaña (Toledo). En 1941, fue trasladado al Reformatorio de Adultos de Alicante, donde compartió celda con Buero Vallejo. Allí enfermó. Padeció primero bronquitis y luego tifus, que se le complicó con tuberculosis. La intervención del pintor Miguel Abad Miró, amigo desde antes de la prisión, fue decisiva[21]​ para recibir una atención médica especializada del director del Dispensario Antituberculoso de Alicante, Antonio Barbero Carnicero, quien pudo mejorar la situación del poeta[22]​ con dos intervenciones, pero desgraciadamente el permiso de traslado al Hospital Antituberculoso «Porta Coeli» de la provincia de Valencia llegó demasiado tarde.[23]​ Falleció en la enfermería de la prisión alicantina a las 5:32 de la mañana del 28 de marzo de 1942, con tan sólo treinta y un años de edad. Se cuenta que no pudieron cerrarle los ojos, hecho sobre el que su amigo Vicente Aleixandre compuso un poema.[24]​ Abad Miró formó parte del reducido séquito fúnebre que, con la viuda, acompañó los restos mortales del poeta hasta el cementerio y corrió con los gastos del enterramiento.[25]​Fue enterrado el 30 de marzo, en el nicho número mil nueve del cementerio de Nuestra Señora del Remedio de Alicante.

Sus restos fueron exhumados en 1984 debido a la muerte de su hijo Manuel Miguel Hernández Manresa el mismo año. Aquella exhumación causó gran revuelo entre un grupo reducido de seguidores de Hernández, que se agolparon el día del entierro del hijo, llegando a besar su calavera o intentar robar un hueso. El ataúd fue preservado para exponerlo en la Casa-Museo de Miguel Hernández de Orihuela.[26]

En diciembre de 1986, los restos de ambos fueron trasladados a un terreno cedido por el Ayuntamiento de Alicante ubicado en el mismo cementerio y en febrero de 1987 fue enterrada junto a ellos la que fuera esposa de Miguel Hernández, Josefina Manresa.[27]

La fundación que lleva el nombre del poeta se creó el 13 de julio de 1994, para preservar y difundir el patrimonio y memoria del poeta. Además de sus sucesores la conformaron la Generalitat Valenciana, la Diputación Provincial de Alicante, los Ayuntamientos de Alicante, Elche y Orihuela. Posteriormente, al ayuntamiento de Elche le sustituyó el Ayuntamiento de Cox, y se le sumó Caja Mediterráneo, y las universidades de Alicante y la universidad Miguel Hernández.[28]

En febrero de 2011, la Sala de lo Militar del Tribunal Supremo de España denegó la posibilidad de un recurso extraordinario de revisión de la condena solicitado por la familia, al considerar que la misma fue impuesta por motivos ideológicos o políticos y que ya quedó anulada con la ley de Memoria Histórica aprobada durante el Gobierno de J. L. Rodríguez Zapatero, que declaró este tipo de condenas como radicalmente injustas e ilegítimas.[29]

En 2018, coincidiendo con la conmemoración de los setenta y cinco años de la muerte de poeta, se celebraron varias actividades. Entre otras la celebración en Orihuela, Alicante y Elche del IV Congreso Internacional “Miguel Hernández, poeta del mundo” los días 15, 16, 17 y 18 de noviembre. El segundo eje temático del congreso aborda la obra de Miguel Hernández en otros idiomas. Así como una exposición para dar a conocer la experiencia vivida por el poeta en la cárcel de Alicante.[30][31]

En junio de 2019 la Universidad de Alicante, a solicitud del hijo de Antonio Luis Baena Tocón, que se basaba en la Ley de Protección de Datos, borró de sus archivos digitales las referencias que el profesor Juan Antonio Ríos Carratalá había incluido en algunos de sus artículos referidos a la actuación de Baena Tocón como secretario judicial en los juicios contra el poeta.[32]​ ​ Rápidamente se generó un efecto Streisand, convirtiendo el nombre de Baena Tocón en trending topic.[33]

En 2002 se estrenó en La 1 de RTVE la miniserie biográfica Viento del pueblo. Miguel Hernández, dirigida por José Ramón Larraz y protagonizada por Liberto Rabal, en el papel de Hernández, y Silvia Abascal, como Josefina Manresa.[40][41]



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