Molino es todo ingenio, artefacto o maquinaria que sirve para moler utilizando una energía, sea la fuerza del viento o del agua, o un motor, sea térmico o eléctrico.
Los molinos más antiguos eran de mano y se usaban para moler muchos tipos de tubérculos, pero su expansión es característica del Neolítico, la fase económica caracterizada por la extensión de la agricultura. Aunque siguieron moliéndose semillas de recolección, como bellotas o castañas, el producto principal pasaron a ser los cereales, diversas gramíneas cultivadas en distintas partes del mundo. Los trigos se desarrollaron en Anatolia y Oriente Próximo entre dieciocho milenios a.C.
Es muy probable que la molienda del trigo para producir harina se hiciera primitivamente por medio de majaderos y de morteros, o machacándolo entre dos piedras planas: las mejoras de este último procedimiento han debido llevar a la invención de los molinos de tracción a sangre (animales), que alcanza hasta la más remota antigüedad y de ella se habla con frecuencia en la Biblia: Sansón hizo girar la muela entre los filisteos, etc. Homero habla también de ella en la Odisea. Más tarde aplicaron también a él algunos animales. En este trabajo también empleaban a los esclavos y a los penados.
En el tratado Neumática de Filón de Bizancio se incluye la primera descripción del molino de agua de la historia, situando su invención a mediados del siglo III a. C.
Si bien la fecha de su invención no ha sido determinada, los romanos conocieron los molinos hidráulicos antes del siglo I a. C., pues en esa época Vitruvio hizo la descripción de una rueda hidráulica aplicada a un ingenio de molienda. Plinio el Viejo, sesenta años después, habla de ellos como de una máquina cuyo empleo no es común. Queda noticia de molinos hidráulicos de eje horizontal en los ríos durante el mandato de Arcadio y Honorio. En tiempos de Justiniano, gobernando en Roma el general bizantino Belisario, y ante el sitio de la ciudad por el godo Vitigio, desarrolló el uso de los que se consideran primeros molinos flotantes en el Tíber, ingenios que luego pasaron a Europa Central.
El mecanismo de molienda de los molinos más corrientes, que molían granos a gran escala, desde los romanos hasta época recientes y con independencia de donde obtenían la energía, generalmente constaba de una piedra circular fija, llamada solera, que podía llegar a tener un diámetro superior a 8,50 metros y 80 a 120 cm de espesor[cita requerida], sobre la que se movía otra de forma semejante (volandera). En otros casos, la piedra móvil podía ser más pequeña, de forma troncocónica que al girar seguía la forma de la solera; en este caso se llama muela. Podía haber dos o más muelas sobre la solera y se movían mejor que la volandera porque tenía menos rozamiento, pero a cambio se perdía más harina.
Para mover la piedra móvil (volandera o muela), se utilizaba la energía eólica (molino de viento), la hidráulica (molino hidráulico o molino de agua), animales (molino de sangre) y, en molinos pequeños, con mecanismos de molienda más sencillos, la manual (un ejemplo doméstico de ellos son los molinillos de café, aunque actualmente son eléctricos en su mayoría).
El grano se vertía por un agujero central de la volandera y el polvo molido salía por los bordes, donde se recogía. Una vez molido el grano (de cualquier cereal) y reducido a harina, se utilizaba el cernedor. Era un cilindro inclinado con varias secciones de malla de cedazo, cada una con un tamaño de paso distinto, que se hacía girar mientras la harina pasaba por su interior, dejando pasar cada sección harina de mejor calidad (la más fina, harina de flor) a peor (más gruesa cada vez) y finalmente el salvado o afrecho, que es la cascarilla del grano molida.
La calidad (grosor) de la harina se regulaba mediante un tornillo sin fin que levantaba o bajaba el eje de la volandera para aumentar o disminuir el rozamiento con la solera.
Según lo que se fuese a moler en la región donde se instalaba el molino, se tallaban las piedras con un dibujo diferente. Así, existe un tallado determinado y diferente para moler trigo y cebada, o maíz, o centeno.
Un sistema de molienda más primitivo, usado en Europa desde el siglo XI, consistía en hacer lo mismo que se hacía con la mano del mortero sobre el almirez, machacando el grano para pulverizarlo, pero con mazos, que se movían con las mismas energías que los anteriores (aire o agua), pasando del movimiento rotativo al alternativo mediante un árbol de levas. Este mecanismo también se usa en los batanes.
También pueden considerarse molinos los que obtienen una sustancia líquida, como el caso del aceite de aceituna, aunque en este caso se suele llamar almazara.
En España, el molino de viento suele ser una estructura de piedra de forma cilíndrica o troncocónica, de base circular, en la que se apoya una parte superior independiente, que sostiene las aspas que transforman la energía del viento en energía mecánica (movimiento) y que además sirve de cubierta. Esta parte superior es un entramado de madera que puede girar sobre el tambor de piedra para orientar las aspas según la dirección del viento, mediante un largo madero (gobierno; a la derecha de los molinos de la imagen) fijo a la cubierta y exterior al edificio, que se puede amarrar a unos hitos anclados al suelo.
En la parte superior del edificio, bajo la cubierta, hay unos ventanucos (que también se ven en la imagen) que servían para que el molinero supiera los cambios de dirección del viento y en consecuencia pudiera cambiar, con el gobierno, la orientación de las aspas como mejor convenía.
En otros países, a veces, la estructura era de madera, mucho más ligera y se movía completa para orientar las aspas. Lógicamente la solera permanecía quieta respecto al suelo.
Las aspas mueven un engranaje (linterna), que engrana con una rueda horizontal (catalina), y trasmiten el movimiento del eje de las aspas a un eje vertical, que mueve la volandera.
Sobre las aspas se disponían unas lonas para recibir el viento, que se retiraban cuando no era necesario el movimiento, con lo que se evitaba el uso de los mecanismos, que eran generalmente de madera y por lo tanto muy propensos al desgaste. En otros molinos, como en los de Cartagena, no hay aspas propiamente, sino solamente lonas, en forma de vela triangular, que se enrollaban en el palo del aspa, cuando no eran necesarias.
El molino de viento, todavía existente, datado como el más antiguo en Castilla y León es el molino del Cubo, ubicado en la villa segoviana de Cuéllar, fechado en el siglo XV. Madoz mencionaba, a mediados del siglo XIX, los de Villalón de Campos, Cabreros del Monte y Villafrechós.
La utilidad de los mecanismos de los molinos de viento para generar energía mecánica se ha aprovechado para otros usos, como sacar agua, de lo que son un ejemplo los empleados en los pólders de Holanda o los clásicos molinos de granja, con estructura metálica. Actualmente se están extendiendo por todos los países los que sirven para producir energía eléctrica.
Por su forma, todos estos artefactos han mantenido el nombre de molino, lo que a veces puede dar la impresión equivocada que la palabra molino designa a cualquiera de estos o específicamente los de viento. Concretamente, el nombre correcto de los que producen energía eléctrica es aerogeneradores o turbinas eólicas, y las bombas podrían llamarse bombas de agua eólicas.
Entre las bombas de agua eólicas, las más económicas (que se llaman molinos de granja, aunque no muelen) se desarrollaron en Estados Unidos a fines del siglo XIX y fueron perdiendo vigencia con los nuevos sistemas eléctricos de bombeo más eficientes una vez el suministro de esa corriente se hizo generalizado. Los molineros de Marchigüe no inventaron algo, sino que aprendieron a hacerlos con rústicas herramientas. Las estructuras son generalmente de madera de la zona tensadas con alambres enroscados, las aspas y veletas son de láminas de cinc recortadas, los soportes de los ejes son de acero dulce forjado y los ejes templados tras un proceso de forja. Todo un sistema de lubricación reemplazó las originales grasera y cárteres de aceite de sebo de caballo, usado para lubricar ejes de carreta.
Las aceñas eran molinos harineros de agua, que se hacían en el mismo cauce de un río, de modo que la fuerza de la corriente movía directamente una rueda hidráulica vertical de paletas (ruedas vitrubianas), que mediante un sistema de engranajes (catalina y linterna), y de embragues, transmitían el movimiento de giro del eje horizontal de la rueda al eje vertical de una piedra de moler.
Posteriormente, se idearon ingenios molineros de canal o "de caz", separados o a la vera de los ríos, para lo cual se construía una presa o azud para embalsar el agua y conseguir una diferencia de altura para lograr una mayor presión y volumen suficiente en los lugares donde las corrientes de los ríos eran pequeñas y/o caudal estacional, de modo que se conducía el agua desde el azud por un canal (que se llamaba caz o "cauce"), para hacer precipitar el agua al final, en caída libre, según tres modalidades hidrodinámicas:
Una variante de este tipo de molinos es el molino de nave o flotante, semejante en todo a los descritos de rueda vitrubiana, pero instalados en una barcaza o en una especie de catamarán, que en tiempo de molienda recorría el río buscando trabajo a lo largo de sus orillas.
Aceñas y batanes, ingenios de energía mecánica mencionados en el Quijote, fueron asimismo usados en las serrerías.
Un sistema semejante proporcionaba energía mecánica al llamado artificio de Juanelo, que construyó Juanelo Turriano para subir el agua del río Tajo a la ciudad de Toledo.
Algunos molinos y sus azudes se conservan para producir energía eléctrica (minihidráulica), pero llevando el agua por un conducto cerrado desde el fondo del embalse hasta una turbina, con mucho mayor rendimiento que con la antigua rueda hidráulica.
En lugares sin vientos ni ríos aprovechables, se construyeron molinos llamados “de tracción a sangre”. El molino propiamente dicho estaba en una primera planta y el eje que movía la volandera seguía hasta la baja, donde le cruzaban unos maderos a los que se enganchaban mulas o bueyes, que caminaban en círculo, para mover la piedra.
Los procesos antiguos de molienda se hacían con artefactos manuales, de varios tipos:
Similares a los “molinos de tracción a sangre” y con elementos de los de tracción hidráulica, hay que catalogar las norias para sacar agua de pozos someros y regar campos, mediante una rueda de cangilones movida por una caballería que gira en círculo con los ojos tapados. Este tipo puede documentarse en los cuatro grandes continentes con variantes endémicas y elementos comunes.
Un tipo de molino singular, movido manualmente y usado en siglos pasados en el norte de España, típico de Asturias y Cantabria, es el «rabil», «ravil», «rapín», también conocido como «molino de pisar» o «rabilucu» o «rabilón» en la montaña de Santander, Se empleaba para la separación del “trigo chamorro”, también conocido como «rapín» o «escanda», de la paja.
Otro medio de proporcionar energía a los molinos es aprovechar la energía del agua del mar, en las mareas. Los molinos de marea se sitúan a orillas del mar, y la energía para moverlos se conseguía gracias a la subida y bajada del agua del mar debida a las mareas. A partir del siglo XII se utilizaron en las costas de Inglaterra, Países Bajos, norte de España y Portugal. Se conserva, entre otros, uno de estos molinos en la localidad de Isla en Cantabria.
Desde la aparición de las máquinas movidas por energía química (energía procedente de la combustión de ciertas sustancias) se aplicaron estos artefactos a la molienda. En los primeros tiempos tomaron el nombre de molinos de fuego puesto que su fuerza motriz dependía de la combustión. Primero fue la máquina de vapor y luego las de combustión interna.
En la actualidad, los cereales se muelen mediante energía eléctrica o energía química (motores de explosión), mientras que los mecanismos consisten en una serie de rodillos apretados mediante muelles (molino de barras) que van desmenuzando el grano y depositando el resultado en un sistema de cernido que, generalmente, funciona por centrifugación. Una de las ventajas de estos molinos modernos, es que todo el sistema está cerrado y el polvo de la molienda (harina) no se pierde, como ocurría con una parte importante en los antiguos.
Entre los estudios tanto clásicos como recientes,
pueden citarse los deY la Architecture Hydraulique, obra de Bernard Forest de Bélidor, publicada en 1739.
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