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Napoleón entronizado



Napoleón I en su trono imperial (en francés: Napoléon Ier sur le trône impérial) es un retrato de 1806 de Napoleón I de Francia en su traje de coronación, pintado por el pintor francés Jean-Auguste-Dominique Ingres.

La obra presenta a Napoleón como emperador, con el traje que llevó en su coronación, sentado en un trono de respaldo circular con los apoyabrazos adornados con bolas de marfil. En su mano derecha sostiene el cetro de Carlomagno y en la izquierda la mano de justicia. En su cabeza porta una corona de laurel de oro, imitando a los emperadores romanos. También lleva un capote de armiño bajo el collar de la Legión de Honor, una túnica de satén blanco con bordados en oro y un amplio manto de terciopelo rojo purpúreo tachonado con abejas de oro, también forrado de armiño. La espada de coronación está en su vaina y sostenida por una faja de seda. Los zapatos blancos bordados con oro descansan sobre un suntuoso cojín azul y oro. La alfombra bajo el trono muestra el águila imperial. La firma INGRES P xit está en la parte inferior izquierda, y ANNO 1806 a la derecha abajo.

La pintura no fue un encargo del estado, sino iniciativa propia del artista. Fue exhibida con el número de trabajo 272 en el Salón de París de 1806 como Su Majestad el Emperador en su trono, cuando fue registrado como propiedad del Cuerpo Legislativo. En el mismo Salón Robert Lefèvre exhibió su Retrato de Napoleón en su traje de coronación. En 1815 la pintura de Ingres fue transferida al Museo del Louvre, donde primero fue inventariada como MR 2069 y ahora como INV. 5420. En 1832 el conde de Forbin la puso en exhibición en el Hotel de los Inválidos, primero en la capilla y desde 1860 en la biblioteca. Actualmente se exhibe en el Musée de l'Armée.

Detrás del trono, en la parte superior derecha (y mucho más visiblemente en el dibujo preparatorio), recortado a la mitad de su ancho, se puede apreciar un escudo con las armas de los Estados Pontificios, Este, Lombardía, Venecia y Saboya, todo bajo la corona de Italia. De ello Sébastien Allard plantea la hipótesis de que la pintura fue encargada por una institución italiana para mostrar a Napoleón como rey de Italia no como emperador, pero, debido a su iconografía innovadora, los comitentes originales lo rechazaron y es por ello que fue adquirido por el Cuerpo Legislativo.[1]

La frontalidad del retrato se remite a la estatua colosal de Zeus en Olimpia de Fidias, cuya pose sirvió como modelo no solo para muchas representaciones de soberanos grecorromanos sino que se perpetuó en la iconografía cristiana. Ingres también utilizó esta pose para su Júpiter y Tetis. El Museo de Montauban tiene un cáliz con una imagen extraída de una tabla bizantina que muestra al emperador sentado, que puede haber sido el modelo directo para Ingres.[2]

Para Robert Rosenblum, el modelo de Ingres era la figura de Dios Padre en el Políptico de Gante de Jan van Eyck, que se encontraba en el Louvre cuando Ingres pintó el retrato.[3]​ El crítico contemporáneo Pierre-Jean-Baptiste Chaussard comparó el estilo de Ingres con el de Jan van Eyck (entonces conocido como Juan de Brujas):

  Sin embargo, Ingres declaró:

 

En el borde izquierdo de la alfombra, entre medallones zodiacales, hay un medallón con una versión de la Madonna de la silla de Rafael, el artista que Ingres más admiraba. Otros tributos al maestro renacentista pueden verse en los fondos de otras obras de Ingres, como Enrique IV jugando con sus hijos, Rafael y La Fornarina o una reproducción en la mesa de su Retrato de Monsieur Rivière.

En el Salón, produjo una impresión perturbadora en el público, no solo debido al particular estilo de Ingres sino también a su representación de la imaginería carolingia portada por Napoleón en su coronación.[4]David (que terminaría su propia La consagración de Napoleón al año siguiente) emitió un juicio severo, y los críticos fueron uniformemente hostiles, encontrando extrañas discordancias de color, acusando la planitud, la fría precisión del contorno, y la cualidad conscientemente arcaica.[5]​ Como se ve arriba, Chaussard (Le Pausanias Français, 1806) condenó el estilo de Ingres como gótico (el denominado estilo trovador, revalorizando lo medieval, empezaba en este momento). Como la historiadora del arte Marjorie Cohn ha escrito: "En la época, la historia del arte como investigación erudita era completamente nueva. Artistas y críticos se superaron entre sí en sus intentos de identificar, interpretar, y explotar lo que justo empezaban a percibir como desarrollos estilísticos históricos."[6]​ El Louvre, recién llenado con el botín incautado por Napoleón en sus campañas en Bélgica, los Países Bajos, e Italia, brindó a los artistas franceses de principios del siglo XIX una oportunidad sin precedentes para estudiar, comparar, y copiar obras maestras de la antigüedad y de toda la historia de la pintura europea.[7]​ Desde el principio de su carrera, Ingres tomó prestado libremente del arte anterior, adoptando el estilo histórico apropiado para su tema, lo que llevó a los críticos a acusarlo de saquear el pasado.



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