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New age (religión)



El término Nueva era o New age —utilizado desde la segunda mitad del siglo XX— se refiere a la era astrológica de Acuario y nace de la creencia de que cuando el Sol «pasa» de un signo del zodíaco al siguiente, el ser atribuido a la constelación que le sirve de fondo —un toro, una cabra, un escorpión, etc.— influye en los seres humanos. Nombra un conjunto heterogéneo de creencias religiosas o mitológicas y prácticas pseudocientíficas.

Sostiene que con la llegada de la llamada era de Acuario —La Nueva Era — ha empezado una época de paz, bienestar y armonía mundial, quedando atrás la era de Capricornio que habría supuesto 2000 años de conflictos y guerras. Promueve una mezcla inconsistente y heterogénea de distintos cultos, corrientes filosóficas, doctrinas, ideologías, terapias, etc. Entre dichas creencias y prácticas están el orientalismo, el esoterismo, la medicina alternativa, el ocultismo, el relativismo, el sincretismo religioso, etc.

Los astrólogos no se ponen de acuerdo acerca de la fecha de inicio de la Era de Acuario, ya que mientras unos afirman que empezó el 4 de febrero de 1962,[1]​ otros se oponen y afirman que el Sol no saldrá de la constelación de Piscis para entrar en la de Acuario hasta el siglo XXVII.[2][3]

Diversos estudiosos de este fenómeno han rechazado el uso de etiquetas terminológicas tradicionales para definir una corriente como la Nueva Era. Según Vicente Merlo, el término «movimiento» sería el más adecuado, ya que carece de las connotaciones de carácter institucional, dogmático o cultural que comúnmente se asocian a otros términos como «iglesia», «secta» o «culto».[4]​ Dada la dificultad de delimitar el concepto de «religión», sería preferible calificar la Nueva Era como uno entre diversos «nuevos movimientos espirituales» surgidos en fechas recientes.[5]​ Por su parte, Paul Heelas sostiene que la palabra «movimiento» no es adecuada ya que implica una organización y administración de las que la Nueva Era carece.[6]

La Nueva Era promueve un retorno del ocultismo, la hechicería y las supersticiones, otorgando nuevos nombres a prácticas ancestrales.

Los propagandistas de la Nueva Era tratan de persuadir a participar en prácticas como la adivinación, la astrología, la telepatía y la comunicación con los espíritus.

Su sistema de creencias no está unificado sino que es un agregado de creencias —sincretismo— y de prácticas a veces mutuamente contradictorias. Las ideas reformuladas por sus partidarios suelen relacionarse con la exploración espiritual, el misticismo y el mantenimiento de la salud, el higienismo de principios del siglo XX, el chamanismo y corrientes místicas modernas como la antroposofía.

Algunas de estas creencias son reinterpretaciones de mitos y religiones, sin ser consistentes con ninguna de ellas. Así, hay individuos que emplean un enfoque del tipo «hágalo usted mismo», otros grupos con sistemas de creencias establecidas que recopilan religiones, y aún otros sistemas de creencias fijos, como los clubs u organizaciones fraternales. Por ejemplo, pueden compatibilizar el dogma cristiano de la divinidad de Jesucristo con el karma como mecanismo de justicia, y a la vez negar la existencia del infierno. Es frecuente que los conjuntos de creencias así adoptados rechacen los aspectos más negativos de las mitologías o religiones en que se basan, adoptando los más agradables. Debido a la variedad de creencias a la carta, cualquier categoría coherente puede parecer restrictiva o incompleta.

Algunos creyentes de sectas atribuidas a la Nueva Era, como los neopaganos, rechazan la etiqueta por difusa, y critican que puede ligarlos con otros credos y prácticas.

Otras prácticas comunes relacionadas con el movimiento nueva era son el reiki, yoga, cábala, veganismo, meditación trascendental, acupuntura, superstición, sesiones con supuestos ángeles, cartas o tarot de los ángeles, espiritismo, adivinación, ecologismo basado en panteísmo (madre tierra Gaia), ayurveda, esoterismo y ocultismo.

En la práctica, muchas personas se sumergen o están inmersas en el movimiento nueva era sin siquiera percatarse de ello, debido a la naturaleza del mismo: sincretismo, informalidad y descentralización; y debido a la falta de información y formación sólida en ciencia, historia y religión. Otros factores notables pueden ser la crisis personal y social.

Algunos seguidores de la Nueva Era afirman que sus creencias derivan de tradiciones religiosas y filosóficas judeocristianas o de Oriente Medio, como el ocultismo, y otras orientales, como el hinduismo y el budismo. Por ejemplo, la Sociedad Teosófica (de mediados del siglo XIX), o las obras de Helena Blavatsky (1831-1891) y Alice Bailey (1880-1949), exponían principios que pueden considerarse como precedentes de algunas de las ideas actuales de la Nueva Era:


A lo largo del tiempo ha cambiado el grado de aceptación en la sociedad de estos credos y prácticas.

En los Estados Unidos de América existen los primeros antecedentes de este fenómeno socio cultural, pues la Sociedad Teosófica, la cual se le puede considerar como la iniciadora de este movimiento, surge en ese país fundada, en su mayoría, por miembros masones.[9]

La expresión Nueva Era se atribuye a una ocultista inglesa de nombre Alice Anne Bailey (1880-1949), que lo utilizó en algunas de sus obras como Discipulado en la Nueva Era o La Educación en la Nueva Era y que en 1932 fundó una asociación llamada Buena Voluntad Mundial con el fin de preparar a la humanidad para un cambio radical[9]

Geográficamente hablando, hay dos centros que sobresalen desde el inicio del movimiento New Age, la “Comunidad Jardín de Findhorn”, ubicada en Big Sur en el noreste de Escocia y el “Centro para el Desarrollo del Potencial Humano de Esalen”, en California, Estados Unidos de América.[9]

Los historiadores de la religión James Lewis y J. Gordon Melton (1992) definen a la Nueva Era como una subcultura religiosa descentralizada que tiene origen en la contracultura de la década del sesenta y cuya inspiración proviene de fuentes diferentes de la tradición Judeo-Cristiana[10]

El movimiento nueva era comenzó en la década de los '60 en Estados Unidos y Europa por motivaciones políticas, y hoy está muy vigente en cientos de naciones, incluido México.[11]

...en Estados Unidos, en la década del setenta, quienes concentraban la atención era los maestros espirituales orientales, en la década de los ochenta el interés se centraba en la canalización de entidades espirituales, y en la de los noventa son el chamanismo y la espiritualidad de los indígenas norteamericanos los que parecen estar de moda[10]

Figuras que destacaron como maestros espirituales, la mayoría migrados de oriente hacia occidente son Maharishi Mahesh Yogi (por un tiempo gurú de los Beatles y también relacionado con Deepak Chopra), Sathya Sai Baba, Osho, Paramahansa Yogananda, Sri Sri Ravishankar, Swami Chidvilasananda, Bhaktivedanta Swami Prabhupada etc. Algunos de ellos han tenido problemas legales, incluyendo los de abuso sexual. Después de una etapa de fascinación por los gurús, principalmente en Estados Unidos entre personas del medio artístico y político, en occidente se ha expandido la práctica del yoga y hay voces que señalan algunos posibles beneficios a la salud que genera dicha práctica,[12]​ sin embargo, el yoga practicado en Occidente no tiene siempre un matiz de espiritualidad, y hay quienes destacan las influencias occidentales que ha sufrido esta práctica a través de su historia desde su introducción a la cultura occidental.[13]​, al día de hoy son más visibles los locales donde se realiza esta práctica, llegando incluso a promocionarse o practicarse dentro de centros escolares, televisión y gimnasios. Se han expandido también centros de reiki, medicina alternativa, acupuntura, adivinación, meditación trascendental, homeopatía, etc. El fenómeno en general de la nueva era se ha filtrado ya en varios países de Latinoamérica y también en España.

El avance del fenómeno nueva era tiene como uno de sus factores la crisis de la posmodernidad y del posmaterialismo, además de la crisis personal; así como la falta de información y formación sólida en ciencias, historia y religión por parte de la población.

Debido a que el fenómeno se ha difundido en esferas de las Iglesias tradicionales, la jerarquía de la Iglesia católica en México alertó a sus fieles acerca de algunos de los supuestos riesgos que implica el fenómeno nueva era. [14]

El fenómeno también se ha filtrado en la literatura, siendo la editorial Sirio y Hay House Inc. algunas de las editoriales que publican literatura relacionada, mezclada o propiamente de la nueva era. La fundadora de Hay House Inc. Louise Hay, ha sido considerada por la New York Times Magazine como la reina de la nueva era, en su artículo The Queen of the New Age. La editorial Hay House es una de las principales publicadoras para autores nueva era; propagando así el fenómeno y la pseudociencia en general.

Empresas como IBM, AT&T y General Motors llegaron a adoptar seminarios nueva era para intentar incrementar la productividad y eficiencia de sus empleados, lo cual en varios casos tuvo como consecuencia que los empleados demandaran a sus empleadores alegando que estos seminarios dañaban la salud psicológica o infringían en sus credos religiosos.[15]​ Esta práctica se ha infiltrado en algunas organizaciones de mercadeo en red.

Varios gurús orientales que han tenido auge con el movimiento nueva era han tenido incidentes por cuestiones sexuales o enfrentado cargos por delitos sexuales, fiscales, homicidio, drogas o prostitución.

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Sanniasins occidentales financiaban estadías en el ashram de Osho a través de la prostitución y tráfico de drogas.[18][19]

En México, la mayoría de los lugares donde se enseña yoga no están certificados por el Instituto Mexicano de Yoga. Todas estas irregularidades en la operación de los lugares donde se llevan a cabo prácticas varias relacionadas con la nueva era, sumadas a las características de descentralización, sincretismo e informalidad del fenómeno, ponen en riesgo a las personas de sufrir estafa, fraude, o algún otro tipo de problema o situación desfavorable.

Los partidarios de la Nueva Era tienden a redefinir el vocabulario prestado por varios sistemas de creencias. Al haber adoptado términos tomados de varias ramas de la ciencia, como la física cuántica y la psicología, adaptándolos o redefiniéndolos para tratar de dar respaldo a sus hipótesis sobre la curación sobrenatural la Nueva Era ha acabado por ser considerada una pseudociencia.

Como los movimientos ocultistas de siglos pasados, muchos grupos que se identifican con los postulados de la Nueva Era tienden a utilizar una jerga particular, que resulta críptica a quienes no conocen la doctrina. El significado de un término en el ámbito de la Nueva Era suele diferir bastante del uso común, y se describe frecuentemente como «intencionadamente inaccesible». El lenguaje puede servir para escuchar que no se debe dar información en exceso al que presumiblemente no la entendería. Como ya se ha comentado antes, este comportamiento no es intrínseco de la doctrina básica de la Nueva Era.

Otros opinan que aunque en el pasado pudo haber necesidad de vocabulario intencionadamente inaccesible y secretismo por las persecuciones, inquisición, etc. actualmente, debido a la libertad de expresión, los conocimientos están accesibles a todos, seguidores o no, de cada movimiento, ideología o corriente. Por ejemplo, técnicas de yoga que fueron secretas o confidenciales durante milenios aparecen ahora descritas en numerosos libros escritos por yoguis y no yoguis, y, naturalmente, en Internet.

Entre la variedad de credos y prácticas, ciertos modos de pensamiento son recurrentes:

Este relativismo no es meramente un relativismo espiritual, sino que también se extiende a las teorías físicas. La realidad es considerada de un modo experimental y subjetivo. No se pretende que muchos fenómenos sean repetibles en el sentido científico, ya que se presume que son aparentes solo para la mente receptora; por ejemplo, se afirma que una mente escéptica no puede lograr la telepatía, ya que está condicionada para cerrarse en banda al fenómeno. Este es otro punto de crítica al New Age: su incapacidad para producir resultados falsables, a pesar de hacer afirmaciones que intersecan en el campo de la ciencia y no solamente de la espiritualidad.

A diferencia del método científico, la falta de resultados de algunas prácticas para lograr la respuesta esperada no se considera como un fracaso de la teoría subyacente, sino que se atribuye a la interferencia de factores sutiles, difíciles de tener en cuenta y que aún se desconocen.

En este contexto de relativismo, se pueden encontrar varios conceptos comunes:

De forma adicional, muchas prácticas y creencias del ámbito de la Nueva Era recurren a lo que puede ser calificado de pensamiento mágico, tal como lo define James Frazer en su monumental obra The golden bough (La rama dorada). Ejemplos comunes son el principio de que los objetos una vez que entran en contacto, mantienen un enlace práctico, o que los objetos que tienen propiedades similares ejercen efectos unos sobre otros; y la ley de la atracción.

Los seguidores de la Nueva Era creen que no contradicen muchos de los sistemas de creencias tradicionales, sino que completan las verdades últimas contenidas en ellos, separando estas verdades de la falsa tradición y el dogma.

De otro lado, los miembros de otras religiones suelen señalar que el movimiento de la Nueva Era comprende mal estos conceptos religiosos, y que sus intentos de sincretismo religioso son vagos y contradictorios, punto en el cual están de acuerdo los escépticos y ateos, quienes sugieren que toda religión es la malinterpretación que el hombre da a causas naturales, agregándole elementos sobrenaturales de su propia superstición.

Muchos individuos son responsables de la reciente popularidad de la espiritualidad de la Nueva Era, especialmente en Estados Unidos. James Redfield, autor de The Celestine Prophecy (Las nueve revelaciones) y otros libros afines a la Nueva Era presentan un sistema de vida abierto, basado en el espíritu y derivado de su propia doctrina macrocósmica referente al estado de la evolución de la conciencia de la humanidad. Marianne Williamson escribió su A return to love cuando terminó de trabajar personalmente sobre Un curso de milagros. La espiritualidad de la Nueva Era coexiste y se correlaciona con el cambio de paradigma fundamental de cada individuo.

La aproximación gnóstica de la mirada interior experimental y la revelación de la verdad puede estar cercana a las metodologías de la oración y la espiritualidad que utilizan los seguidores de la Nueva Era. Debido a la naturaleza personal individualista de la verdad revelada, algunos autores críticos identifican la Nueva Era como un movimiento neognóstico emparentado con la antigua gnosis con elementos de eclecticismo moderno. En Experiential spirituality and contemporary gnosis, Diane Brandon escribe:

Muchos han teorizado que el interés actual en la espiritualidad puede ser en parte visto como una reacción contra el racionalismo y el excesivo énfasis sobre lo estrictamente material y empírico: hay un deseo de trascendencia espiritual, en vez de sentirse atascado en una inmersión estricta en lo físico. Por ejemplo, tras un par de siglos de énfasis en lo empíricamente probable y concreto, existe un deseo por lo espiritual como antídoto o antítesis.

Sorprende, pues, que los partidarios de la Nueva Era deseen experimentar su espiritualidad, de manera que puedan sentirla, más que simplemente pensar en ella, y que quieran tener cierto control sobre su práctica o manifestación, más que ir estrictamente a través de un intermediario externo. Este cambio a un sentimiento de control sobre la propia expresión espiritual también refleja la tendencia hacia la responsabilidad personal, así como el fortalecimiento personal.



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