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Odorico de Pordenone



Odorico de Pordenone (también conocido como Odorico Mattiussi; Villanova di Pordenone (actual Italia) c. 1265 - Udine, 1331) fue un viajero y misionero franciscano de la Edad Media en el siglo XIII, que viajó por Asia iniciando en la ahora Turquía, donde se cree que atravesó Irán, el sur de India, Sri Lanka, Sumatra, Java, Borneo, Vietnam y la costa este de China hasta Pekín; de donde se cree retornó a Europa. De acuerdo a sus propios reportes dicho viaje le tomó 12 años 1318-1330. Sus relatos fueron junto con las obras de otros populares exploradores como Marco Polo las primeras descripciones documentadas y oficializadas de Asia por Occidente. Dichas crónicas junto con la de Odorico fueron la bibliografía básica por varios siglos acerca de Oriente. Sin embargo sus escritos y así como todos los demás reportes de la época, eran altamente fantásticos y con profundas convicciones religiosas, por lo que muchas cualidades culturales o geográficas de Asia fueron descritas con exageraciones e invenciones.

Su viaje se conoce a partir de documentos eclesiásticos como el Relatio o el Chronica XXIV Generalium Ordinis Minorum, traducidas al italiano, francés y alemán. Su obra consiste en la descripción de las tierras que afirmó visitar, añadiendo descripciones físicas fantásticas y etnocéntricas de los habitantes, costumbres, y la religión de los mismos. En sus crónicas separa a los pobladores no católicos por su afición religiosa: sarracenos (musulmanes), judíos, cristianos nestorios (secta temprana judeocristiana) e idólatras (hinduistas, budistas, politeístas, etc); describiendo a todos estos de manera invariable con cualidades primitivas, malignas y/o aberrantes.

También incluye la primera narración de cuatro frailes franciscanos, los cuales afirma fueron ejecutados en el sur de India debido a que los frailes ofendieron las creencias musulmanas de la región. Esto también se considera improbable ya que las región era hinduista y el Sultanato de Delhi abarcaría el sur de india solo hasta 100 años más tarde. De acuerdo a sus reportes, recuperó fragmentos óseos de los mártires los cuales tenían poderes sobrenaturales, utilizándolos para convocar vientos favorables para su viaje de retorno, ya que su embarcación se encontraba varada en el mar Índico.

Finalmente narra que el Khan del Imperio mongol se había ya subordinado a la religión cristiana al afirmar que el emperador besó la cruz que portaba Odorico en su báculo. La obra incluye descripciones de muchas culturas asiáticas las cuales únicamente las tierras controladas por el Khan las describe como civilizadas, mientras que todas las demás presentan sacrificios humanos y antropofagia, además de actividades ofensivas para las ideologías católicas de la época como adoración de cualquier otro dios, tradiciones, vestimentas desnudez, danzas, cantos, etc. La mayoría de las costumbres, animales y hombres míticos documentados no se observaron en el futuro con las pocas excepciones como el Vendado de pies en China y la adoración de los bovinos en India.

Posiblemente de origen checo,[1]​ ingresó siendo adolescente al convento de San Francisco, en Udine, donde fue ordenado sacerdote en 1290.

Inició su viaje, alrededor de 1318, en Venecia y fue a Constantinopla; desde allí a Trebisonda, Erzurum, Tabriz y Soltaniyeh, todas ciudades donde los franciscanos tenían sedes.[2]​ Pasó luego a Kashan y Yazd, para posteriormente volver a Persépolis, Shiraz y Bagdad, hasta llegar al Golfo Pérsico. En la isla de Ormuz embarcó hacia la India y llegó a Thana cerca de Bombai, donde se afirma que ahí los tres franciscanos italianos y un georgiano fueron ejecutados por herejía; fray Jordanus Catalanus (Jordá Catalán), un dominico de la India, primer obispo del país en la diócesis de Quilon, cogió sus huesos y los llevó a Supera, cerca de Vasai, a menos de 50 kilómetros al norte de Bombai, donde los enterró. Oderico desenterró los restos óseos y los llevó consigo a partir de ese momento. Visitó Malabar, Pandarani (20 km. al norte de Calicut), Cranganore y Kulam o Quilon. Desde allí fue a Ceilán y después al santuario de Santo Tomás Apóstol en Maylapur, cerca de Madras.

De la India zarpó en barco hacia Sumatra, y visitó algunos puertos del norte de la isla para pasar a Java, Borneo, y Champa (sur de Vietnam), hasta llegar a Cantón o Guangzhou, que en ese tiempo se llamaba Chin-Kalan. De Guangzhou viajó a los puertos de Fujian, y en uno de dichos puertos, Zayton (actual Xiamen o Amoy), fundó dos casas de los franciscanos, donde fueron depositados los huesos de los frailes que llevaba.

Más tarde, fue a Fuzhou y Zhejiang, pasando por Hangzhou, entonces conocida como Cansay, Khanzai o Quinsai (Residencia Real). A esta, Odorico la describe como la ciudad más grande del mundo. Siguió a Nanjing cruzando el río Yangtsé, y por el Gran Canal de China llegó a la sede del Gran Khan, la ciudad de Kambalik o Cambaluc, (la moderna Pekín), donde estuvo tres años (entre 1324 a 1327).

Emprendió su regreso a Europa atravesando las tierras de un reino imaginario perteneciente a Preste Juan (presuntamente entre Mongolia) y el Tíbet, donde pudo visitar Lhasa, donde se cree que fue el primer europeo en hacerlo. Desde allí, volvió a Persia cruzando la tierra de los asesinos en los montes Elburz. La siguiente indicación en sus reportes es que ya se encontraba en Venecia y solo se sabe que pasó por Tabriz. La vaguedad en la parte final de su viaje contrasta con los detalles y la claridad de la primera parte.

En 1330 en Padua dictó a Guillermo de Solagna la historia de sus viajes. Deseando reunirse con el papa, que residía en Aviñón, para informarle sobre la situación de las misiones en el Oriente, Odorico partió para esta ciudad, pero se dice cayó enfermo en el camino, cerca de Pisa; volvió entonces a Udine, donde se cree murió diez días después de su llegada.

Los rumores sobre sus viajes llenos de fantasía y los supuestos milagros póstumos que se le atribuyeron se volvieron muy populares en Europa; fueron traducidos al francés, alemán e italiano.

El viaje de Odorico se da en el contexto de las iniciativas diplomáticas iniciadas por el papa Inocencio IV que envió embajadores franciscanos al Imperio mongol en 1254, fundándose en los años siguiente algunos conventos en Asia. El primer intento misionero, el de Juan de Plano Carpini, compañero de San Francisco, no había tenido el éxito esperado; más tarde, otro franciscano italiano, Juan de Montecorvino, llegó a China fundando la sede de Kambalik, en la capital del Imperio mongol y sede del Gran Khan. También otros viajeros europeos como Niccolò, Marfeo, y Marco Polo realizaron viajes a Oriente en 1260, 1271 y 1291.

Existen, en varias bibliotecas del mundo, alrededor de 73 manuscritos y muchos volúmenes impresos del relato de Odorico, ya sea en latín o en diversas lenguas modernas. En la Biblioteca Nacional de Francia de París se conserva un manuscrito que data de 1350 y la primera versión publicada en francés, del año 1529[cita requerida]. La edición más reciente proviene de la traducción de Henry Yule, quien la tradujo al inglés en 1866.

En este relato narra lo que afirma sucederle a misioneros católicos en la región de Tana, ahora Kollam, donde se cree que sucedió alrededor de 1321. Odorico afirma que el suceso empezó con la disputa personal del matrimonio dueño del hogar donde estaban hospedados, al ir la esposa a reclamar al religioso local (Cadi) sobre el conflicto. La esposa entonces afirmó que los frailes fueron testigos del problema y fueron llamados a testificar. Los frailes no participaron en la resolución del problema matrimonial sino que disputaron las creencias religiosas del Cadi, así como argumentando superioridad de la religión de ellos por encima de la local. La discusión culminó con un insulto a la religión musulmana.[3]

Después de este acontecimiento, fueron condenados a morir en la hoguera, por lo que fueron arrojados al fuego, pero de acuerdo con los reportes de Odorico, los frailes no sufrieron heridas, acto seguido se dice que se les agregó aceite y aun así no se incendiaban. Finalmente fallecieron por la vía de la ejecución manual con espadas, hasta que los frailes se compadecieron de los verdugos, ya que estos últimos temían por sus vidas y las de sus familias al no poder ejecutar a los condenados. Al fallecer Odorico afirma que el cielo brilló y la Luna cambió de color y brillo, después sucedieron tormentas, rayos y bolas de fuego. Sus restos se dice que fueron recuperados por cristianos locales y utilizados por Odorico años más tarde para usarlos como instrumentos de invocación de vientos marinos entre otras cualidades ficticias.[5]

Los acontecimientos fueron la base de la santificación de estos frailes para la iglesia católica, sin embargo, el conflicto entre religiosos cristianos y musulmanes es improbable ya que India en ese tiempo era regida en su mayoría por religiosos locales y no musulmanes.



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