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Padres de la Iglesia de Rito Latino



Los Padres de la Iglesia (o simplemente los Santos Padres) son un grupo de sacerdotes, teólogos y escritores eclesiásticos cristianos, obispos en su mayoría, que van desde el siglo I hasta el siglo VIII, y cuyo conjunto de doctrina es considerado testimonio de la fe y de la ortodoxia en el cristianismo. Para varias ramas del protestantismo, los escritos emanados de la patrística son eminentemente testimoniales, corroborativos en la medida en que se sometan a una sólida exégesis de la Biblia.

Los Padres de la Iglesia son un grupo de escritores cuyas enseñanzas tuvieron gran peso en el desarrollo del pensamiento y la teología cristiana según su interpretación de la Biblia, la incorporación de la Tradición y la consolidación de la Liturgia, por lo que fueron dejando una doctrina en conjunto. Son sus puntos en común los que se toman en cuenta.

A menudo los Padres de la Iglesia tuvieron que dar respuesta a cuestiones y dificultades emergentes, planteadas por la moral y la teología, en medio de un ambiente convulsionado por persecuciones externas y conflictos internos producidos por herejías y cismas de la Iglesia postapostólica.

Por eso, se les considera como los continuadores inmediatos de la obra que los apóstoles habían iniciado, y a los que con ella pasaron a sustituir ventajosamente, pues dejaron un amplio testimonio de sus trabajos y enseñanzas, escritos respaldados muchas veces directamente por la jerarquía eclesiástica encabezada por el papa.

El título de «padres» para este grupo apareció desde el siglo IV, tal como puede observarse en las palabras de Basilio de Cesarea: "Lo que nosotros enseñamos no es el resultado de nuestras reflexiones personales, sino lo que hemos aprendido de los Padres".

El papa Gelasio I confeccionó una primera lista oficial de los Padres de la Iglesia. A partir de allí han surgido dos nuevas ciencias en relación a su estudio, íntimamente relacionadas entre sí:

Estas dos ciencias han establecido una clasificación por generaciones y procedencias culturales, con objeto de facilitar una comprensión más exacta del desarrollo de la teología cristiana por ellos expuesta.

Los Padres Apostólicos es la denominación que desde el siglo XVII reciben aquellos primeros Padres de la Iglesia que tuvieron una cercanía inmediata con los apóstoles de Jesucristo, por lo que cronológicamente se ubican en el siglo I y primera mitad del siglo II. Sus escritos son respuestas específicas a comunidades eclesiales, la mayoría de contenido moral antes que doctrinal, en forma de cartas, documentos o recomendaciones, por lo que su estilo es sencillo y directo.

Entre estos escritores contamos a Clemente de Roma, Ignacio de Antioquía, Papías de Hierápolis, Policarpo de Esmirna y, a los autores (hasta ahora desconocidos) de la Didaché, la Carta a Diogneto y el Pastor de Hermas.

Como Padres Apologistas, se les conoce a aquellos Padres de la Iglesia que surgieron a partir de finales del siglo II d.C., cuando con la muerte de los discípulos de los apóstoles se extinguían las referencias más directas a la vida de Jesús y de los orígenes de la época apostólica. En esta etapa, los cristianos solo tenían como referencia las Escrituras y la Tradición Apostólica, y por ello lucharon para hacer frente a los peligros que amenazaban la existencia misma de la Iglesia naciente. Los Padres Apologistas se encargaron de defender el cristianismo en un momento en que, además de las persecuciones de las autoridades civiles, surgieron nuevos planteamientos teológicos por parte de gentiles, y miembros de la propia Iglesia.

Los escritores sagrados, desde la muerte de esta generación, solo tuvieron el testimonio de las Sagradas Escrituras, de la Liturgia y de la Tradición mantenida en cada una de las Iglesias particulares.

Estas primeras generaciones de escritores cristianos aún vivieron en la persecución y se les conoce como Apologistas por la defensa que hacían del cristianismo frente a los paganos o gentiles y otras doctrinas de la época. Entre ellos destacan Justino Mártir, Ireneo de Lyon, Hipólito de Roma, Novaciano, Tertuliano; formando la Escuela de Alejandría, Orígenes —el padre de la Teología—, Panteno, Cipriano de Cartago y Clemente de Alejandría; y, de la Escuela de Antioquía, Luciano de Antioquía.

La inclusión de unos autores, bien como apologistas, bien como padres de la Iglesia, depende más bien de criterios de estudio, que por razones generacionales.

En principio, la denominación de Padres de la Iglesia se guardó para cuatro padres de la Iglesia oriental; posteriormente se agregaron otros cuatro de la Iglesia latina o de Occidente. Estos fueron llamados también padres griegos o latinos según el idioma en el que escribieron sus obras.

Los cuatro Padres de la Iglesia griegos son:

Y los cuatro Padres de la Iglesia latinos son:

Sin embargo, también se conoce como Padres de la Iglesia a una serie más amplia de escritores cristianos, que vivieron del siglo III hasta el siglo VIII, y que se caracterizan por la ortodoxia de su doctrina, santidad de vida y reconocimiento por parte de la Iglesia. Su edad de oro fueron los siglos IV y V y florecieron tanto en Occidente, donde escribieron en latín, como en Oriente, en donde lo hicieron en griego, siriaco, copto, armenio, georgiano y árabe. En sus obras se sirven de la cultura griega y latina para explicar los misterios cristianos.

Los cuatro Padres Orientales son también conocidos indistintamente como los cuatro Padres Griegos o como los cuatro Padres de la Iglesia de rito griego (es decir, de la Iglesia oriental o de las Iglesias católicas orientales).

El más antiguo de ellos es Atanasio de Alejandría (295–373), obispo de Alejandría, que tuvo un papel relevante en el Concilio de Nicea I; luego destacan los «grandes capadocios», título común de los hermanos Basilio el Grande (329–389) y Gregorio de Nisa (335–394), así como su amigo Gregorio de Nacianzo (†389), quienes escribieron abundantemente contra la herejía arriana.

En la parte oriental del Imperio romano se desarrollan posteriormente dos escuelas teológicas muy importantes alrededor del Patriarcado de Antioquía —cuyo principal representante es Juan Crisóstomo (344–407), patriarca de Constantinopla, célebre por sus homilías—; y del Patriarcado de Alejandría, con Cirilo de Alejandría (380–444), defensor de la maternidad divina de María en el Concilio de Éfeso.

El ciclo de los cuatro padres orientales lo cerró Juan Damasceno (675–749), agudo teólogo que, además de luchar contra el maniqueísmo y la superstición, anunció casi cinco siglos antes la incorporación del pensamiento de Aristóteles a la filosofía cristiana.

Los cuatro Padres Occidentales son también conocidos como los cuatro Padres Latinos o cuatro Padres de la Iglesia de rito latino (es decir de la Iglesia occidental o de la Iglesia católica). Entre ellos se cuenta a Ambrosio de Milán (333–397), compositor de grandes himnos y persona muy influyente; bautizó al que iba a ser el mayor de todos ellos, Agustín de Hipona (354–430), figura cumbre de la historia cristiana y uno de los pensadores más importantes de la historia universal; Jerónimo (342–420), insigne cultivador de la historia y de la Sagrada Escritura, nos dejó su célebre Vulgata, la Biblia traducida directamente del hebreo y del griego al latín; y al papa: Gregorio Magno (540–604).

En la Iglesia de Occidente figuran el papa León I el Magno (†461); el padre del monacato occidental Benito de Nursia; varios obispos de las Galias, como Cesáreo de Arlés (470–543), quien formuló el Dogma de la Gracia; Gregorio de Tours; Hilario de Poitiers; el grupo de los padres hispánicos, en el que destacan Osio de Córdoba; Martín de Braga; y los hermanos Leandro de Sevilla (†600) e Isidoro de Sevilla (560–636), autor de la primera enciclopedia cristiana, titulada las Etimologías; y, cerrando el ciclo, el inglés Beda el Venerable (673–735), continuador de la obra sapiencial de Isidoro de Sevilla.

Además de los Padres de la Iglesia, tanto del rito oriental como del occidental, la patrística estudia la obra de otros muchos escritores cristianos que han recibido igualmente el título de «Padres de la Iglesia». La abundante obra de estos escritores sigue siendo a través de los siglos referencia segura en el planteamiento de las ideas y enseñanzas de la Iglesia.

En la siguiente tabla aparecen los principales Padres de la Iglesia ordenados alfabéticamente y con su fecha de muerte entre paréntesis.



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