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Pedro Santana



Pedro Santana Familias, Marqués de Las Carreras (Hincha, Saint-Domingue, 29 de junio de 1801- Ciudad de Santo Domingo, Provincia de Santo Domingo, 14 de junio de 1864), fue un militar y caudillo dominicano. Fue el primer presidente constitucional de la República Dominicana y fue gobernador de la Provincia de Santo Domingo; en 1862, la reina Isabel II de España le otorgó el título de marqués de Las Carreras.

Santana parece, por sus retratos, haber sido de ascendencia mixta caucásica, africana e indígena. Infligió varias derrotas decisivas a las fuerzas haitianas.[1]

Pedro Santana nació en la región fronteriza, en la ciudad de Hincha (que para entonces era la tercera mayor Ciudad de la Colonia de Santo Domingo, actualmente pertenece a Haití), el 29 de junio de 1801. Sus padres eran propietarios de tierras en el valle de Guaba.

Era hijo de Pedro Santana, de origen canario, y de Petronila Familia, una indígena oriunda de México.[2]​ Santana tuvo un hermano gemelo llamado Ramón (1801–1844),[3]​ y otro hermano llamado Florencio, que era discapacitado (mudo, demente y paralítico).[2]

Debido a la invasión haitiana de 1805, la familia Santana-Familia se desplaza al Cibao y luego a El Seibo, en la parte oriental del país, donde finalmente se dedican a la ganadería. En esa región se hizo notar su padre cuando, luego del suicidio del gobernador francés Jean-Louis Ferrand durante la batalla de Palo Hincado, le cercenó la cabeza y la llevó como trofeo a la ciudad de Santo Domingo.

Pedro Santana padre salió de la región este y llegó a Azua. La primera visita que realizó fue al cónsul francés, Eustache Juchereau de Saint-Denys. Este confesó en una ocasión que Pedro Santana le habló con el más vivo entusiasmo de su devoción y admiración por los franceses. Participó en la firma del manifiesto del 16 de enero de 1844.[4]​ El 7 de marzo de 1844, la Junta Central Gubernativa, presidida por Tomás Bobadilla y Briones, lo nombró Jefe de la Armada Expedicionaria de la Frontera Sur, dándole el derecho de reclutar hombres en edad de integrarse a la milicia.[5][enlace roto]

A pesar de su ayuda militar a la República Dominicana en aquellos días, se convirtió en caudillo militar y luego en dictador. Pedro y su hermano gemelo Ramón Santana tomaron la comandancia de Armas de El Seibo a las 3 a.m. del 27 de febrero de 1844, que se encontraba en manos de los haitianos, y se proclamaron ante la República, frente a la vieja Iglesia del pueblo.[6]

El 9 de junio, cuando los trinitarios pasaron a presidir la Junta de Gobierno, Pedro Santana fue destituido del mando del ejército del Sur.

Seis días más tarde, falleció su hermano Ramón.[6]

En julio de 1844, Pedro Santana se presentó con su ejército en Santo Domingo y se hizo proclamar Presidente de la Junta Central Gubernativa.[7]​ En el mes siguiente, Santana deportó a los Padres de la Patria. El 14 de noviembre del mismo año tomó el cargo de primer Presidente Constitucional de la República Dominicana.

Mantuvo la presidencia durante tres períodos. Su primer gobierno tuvo carácter dictatorial. Agregó a la Constitución de la República Dominicana el famoso artículo 210 que le dio poderes para realizar acciones dictatoriales en contra de los ciudadanos.[8]

El 27 de febrero de 1845, al conmemorarse el primer aniversario de la Independencia Nacional Dominicana, Pedro Santana ordenó el fusilamiento de María Trinidad Sánchez y de Andrés Sánchez, tía y hermano respectivamente del patricio Francisco del Rosario Sánchez, y de José del Carmen Figueroa, acusados de conspirar contra el gobierno. En 1847 fusiló a los hermanos Puello.

Las ideas anexionistas de Pedro Santana le procuraron muchos enemigos políticos, ya que llegó a anexar su patria a España el 18 de marzo de 1861, lo cual fue considerado como la muerte de la nacionalidad. Ocupó el cargo de Gobernador con el rango de Capitán General del territorio. Como premio a su lealtad a España, la reina Isabel II de España le concedió el título de Marqués de Las Carreras[9]

Uno de los actos que más desacreditó a su gobierno fue el fusilamiento de Francisco del Rosario Sánchez, en 1861, al iniciarse las luchas por la Guerra de la Restauración (República Dominicana).[10]

Se retiró de la vida militar y política en el año 1864. Murió con la edad de 62 años en la ciudad de Santo Domingo, el 14 de junio de 1864, y fue sepultado en la Fortaleza junto a la Torre del Homenaje. Sus restos descansan en el Panteón Nacional.

Sin la participación militar y política de Pedro Santana, la separación de la parte oriental de la isla, no hubiera sido posible ya que este poseía un contingente de hombres armados que trabajaban en sus fincas y eso fue un apoyo decisivo para la llamada separación de Haití.

El 14 de marzo de 1844, el General Pedro Santana salió hacia la frontera con un ejército de 2000 hombres, entre los que contaba hateros y monteros de El Seybo, Hato Mayor e Higüey.

Pedro Santana y sus hombres se unieron a las tropas de la región Sur que estaban comandadas por Manuel de Regla Mota, Antonio Duvergé, Vicente Noble y José María Cabral, reunidos todos en Azua.

El 16 de marzo, los dominicanos recibían la noticia de que el general haitiano Souffront llegaba a Neyba con 10 000 soldados. Un mensajero enviado al general Pedro Santana, desde El Maniel, informaba que el ejército haitiano “invade ya el territorio”. Pedro Santana se entera así de que las tropas de Souffront han sido retrasadas por las emboscadas, pero las tropas de Charles Rivière-Hérard ya se encontraban cerca de Azua.

A las tropas que ya estaban al principio en el campo de combate, se unieron más refuerzos recibidos desde la ciudad de Jacmel, que era la zona que más soldados había “aportado al ejército haitiano en esta campaña”. La llegada de estos refuerzos indicaba que los haitianos sabían la disposición de ser enfrentados por parte de los dominicanos.

Las operaciones del ejército dominicano estaban bajo el control superior del general Pedro Santana. Se hizo acompañar del general Antonio Duvergé, quien estaba encargado de velar por los diferentes flancos durante la batalla. Antonio Duvergé contó con refuerzos llegados desde Baní y de la misma Azua. El ejército dominicano combatió con dos cañones, uno manejado por Francisco Soñé y el otro por el teniente José del Carmen García.

Otros militares que combatieron fueron los fusileros Vicente Noble, Valentín Alcántara, Marcos Trinidad, Hipólito Garabito y un contingente de macheteros entrenados por Francisco Soñé, colocados en el lado derecho. En la retaguardia estaba Nicolás Mañón con 200 hombres en el Fuerte Resolí.

Al centro de la defensa dominicana, una pieza de artillería y el grueso de las tropas de hateros y monteros, comandados por Juan Esteban Ceara, Lucas Díaz, Luis Álvarez, en donde también se encontraba el general Pedro Guillermo.

A la izquierda, otra pieza de artillería y los fusileros Feliciano Martínez, José Leger y Matías de Vargas.

Los haitianos atacaron por los caminos de los Conucos, en el ala izquierda dominicana. Allí fueron enfrentados por Matías de Vargas, Feliciano Martínez y José Leger.

El ala norte del ejército haitiano, que iba avanzando por el camino de El Barro, se tropieza con las tropas fusileras de Antonio Duvergé y Vicente Noble. Los macheteros de Nicolás Mañón, que se encontraban en la retaguardia de esta posición, los rechazan en el Fuerte Risolí. El ataque provocó la huida de los invasores en desbandada y una mortandad mayúscula.

El éxito fundamental de la batalla, ideada por Antonio Duvergé y Francisco Soñé, (recordemos que Santana llegó a Azua el día 18 cuando ya el campo de batalla estaba dispuesto y cuando habían tenido lugar las refriegas de la Fuente del Rodeo, Las Hicoteas y el Paso del Jura), se basó en la estrategia de hostigar hasta lograr retrasar al enemigo y alejarlo de los lugares donde pudieran encontrar provisiones para mantenerse en el campo de batalla.

El 19 de marzo por la tarde las tropas dominicanas, tras una acelerada reunión, se retiran a Sabana Buey y dejan sin defensa el campo de batalla en Azua. La retirada de Pedro Santana, provocó que el Gobierno Dominicano convocara una junta de guerra, en la cual se entrevistaron con Pedro Santana el presidente de la junta Tomás Bobadilla y Briones, y los generales Antonio Duvergé, Buenaventura Báez y Francisco Soñé.

Discutieron sobre la retirada de Pedro Santana y explicaron los inconvenientes que esto originaba, debido a que las fuerzas militares a partir de este momento, se reducirían. Pedro Santana argumentó que era una retirada estratégica para preservar la existencia de su ejército. Mientras se encontraban reunidos, llegó la desagradable noticia de que el general haitiano Souffront se acercaba desde Neyba con un ejército poderoso. Esta situación, provocó el primer enfrentamiento de Juan Pablo Duarte con Pedro Santana, quien era partidario de combatir en contra de los haitianos. Otra amenaza era la partida de Pierrot, quien había ocupado a Dajabón y de allí se organizaba para llegar a Santiago.

El 21 de marzo de 1844 en Talanquera, Pierrot fue enfrentado por el general Tito Salcedo y el 24 de marzo en Escalante.

Ya Pedro Santana exhibía sus rasgos de dictador, oponiéndose en un momento de tanto peligro para la Nación a participar con sus tropas en el combate. Algunas personas para defenderlo, han argumentado que lo hizo, para preservar sus hombres. Juan Pablo Duarte, indignado con la actitud de Pedro Santana, reaccionó solicitando permiso a la Junta de Gobierno encabezado por Tomás Bobadilla y Briones para atacar al ejército invasor.

Se vio claro que la Junta de Gobierno, sentía un gran temor de desautorizar a Pedro Santana. Además el grupo de Buenaventura Báez continuaba con su plan de protectorado o anexión a Francia, atemorizados también por la amenaza de una nueva invasión. No tenían fe en que los dominicanos podían enfrentar y ganar la batalla en contra del ejército invasor.

Estas ideas, eran contrarias totalmente a lo que Juan Pablo Duarte creía. Juan Pablo Duarte era partidario de defender el honor de la patria, sin contar con ninguna potencia extranjera. Confiaba en el valor de los dominicanos para construir su nacionalidad.

Al enterarse los haitianos de la retirada de Pedro Santana, Charles Hérard mostró una gran arrogancia. Las intervenciones del general Juan Pablo Duarte y Buenaventura Báez, trajeron como consecuencia, que Tomás Bobadilla y Briones acusara a estos generales de insubordinación y de no querer acatar las órdenes de Pedro Santana.

A su regreso a Santo Domingo, el 9 de abril de 1844, la Junta encabezada por Tomás Bobadilla y Briones, fue derrocada por los trinitarios y Francisco del Rosario Sánchez, se convirtió en el nuevo Presidente de la Junta.

Matías Ramón Mella fue designado gobernador de Santiago y desde allí procedió a organizar la defensa de la ciudad de Santiago de los Caballeros, frente a la amenaza de una nueva invasión.

De finales de mayo del 1844, Juan Pablo Duarte junto a José Joaquín Puello, llevaron a cabo un golpe de estado, deponiendo a la mayoría conservadora de la Junta Central Gubernativa. La nueva Junta Central Gubernativa estuvo presidida por Francisco del Rosario Sánchez. A principio de junio de ese mismo año, Pedro Santana marchó con sus tropas hacia Santo Domingo logrando destituir a Francisco del Rosario Sánchez.

El general Pedro Santana pasó a ocupar la presidencia de la Junta Central Gubernativa, siendo su primera decisión declarar a Juan Pablo Duarte, Matías Ramón Mella y Francisco del Rosario Sánchez, junto a otros trinitarios, traidores de la patria, siendo enviados al destierro. A partir de ese momento, los trinitarios quedaron separados del poder. En esta situación se inició la organización del Estado, nombrándose los primeros ministros y gobernadores, y organizándose los ejércitos e instaurándose el servicio militar obligatorio.

Al redactarse la primera Constitución de 1844, Pedro Santana ejerció presión sobre los constituyentes para que incluyeran el artículo 210 el cual establecía:

Durante la guerra actual y mientras no esté firmada la paz, el Presidente de la República puede libremente organizar el ejército y armada, movilizar las guardias de la nación; pudiendo, en consecuencia, dar las órdenes, providencias y decretos que convengan, sin estar sujeto a responsabilidad alguna.

El 27 de febrero de 1845, al conmemorarse el primer aniversario de la Independencia Nacional, Pedro Santana ordenó el fusilamiento de María Trinidad Sánchez y Andrés Sánchez, tía y hermano respectivamente del patricio Francisco del Rosario Sánchez, y a José del Carmen Figueroa, acusados de conspirar contra el gobierno dominicano.

Conforme a la Constitución de 1844, el presidente Pedro Santana había sido proclamado por dos períodos consecutivos de cuatro años, por lo que debía gobernar hasta el 15 de febrero de 1852. Pero al término de su primer período la situación de crisis política y económica que vivía el país hizo que su gobierno perdiera popularidad por lo cual este argumentó quebrantos de salud, renunciando el 4 de agosto de 1848, siendo sucedido por el Consejo de Secretarios de Estado, encargado provisionalmente del poder ejecutivo entre el 4 de agosto al 8 de septiembre de 1848.

Luego de su renuncia en 1848, fue sustituido por Manuel Jimenes. El gobierno de Jiménez tuvo desde sus inicios la amenaza de nuevas invasiones. Tras la negatividad de estas amenazas por parte de Jiménez González, el Congreso Nacional llamó a Pedro Santana para que se hiciera a cargo de la situación militar, permitiéndose después de sus triunfos recobrar su prestigio político.

Esto llevó a cabo que Pedro Santana diera un golpe de estado contra Manuel Jiménez, el 29 de mayo de 1849. Gobernó provisionalmente el país como Jefe Supremo de la República desde el 30 de mayo al 23 de septiembre de 1849, como proceso de transición de las elecciones convocadas ese mismo año, las cuales fueron ganadas por el candidato sugerido por Santana, Buenaventura Báez. A final de cuentas resultó ser un gobierno que controló la administración pública de una forma desproporcionada.

La batalla de "El Número" fue escenificada camino a Azua cuando el ejército encabezado por Duvergé logró derrotar a los haitianos quebrando la seguridad psico-militar del ejército invasor. En memoria a esta batalla hoy se encuentra un monumento que lleva como nombre "El Número".

La batalla de El Número, fue una batalla importante durante los años posteriores a la independencia dominicana y fue librada el 17 de abril de 1849, cerca de Azua de Compostela. Una fuerza de tropas dominicanas, una parte del ejército del sur, dirigida por el general Antonio Duvergé, encontró una fuerza que excedía en número a las tropas dominicanas con 15 000 hombres del ejército haitiano dirigida por el general Jean François Jeannot.[11]

Uno de los combates más grandes dominicano-haitianos, fue efectuado apenas dos días después de la batalla de El Número, tras la invasión del enemigo Soulouque. “Las Carreras” fue librada en el lugar del mismo nombre, cercado a la margen oriental del río Ocoa, entre el 19 y el 22 de abril de 1849.

El ejército dominicano fue comandado por Pedro Santana quien invictamente obtuvo la victoria, luego de días de combates durante los cuales se destacaron Antonio Duvergé, Antonio Abad Alfau, Marcos Evangelista, el Comandante Aniceto Martínez y los capitanes Bruno Arquino y Bruno del Rosario, y aumentó enormemente, por ende, su prestigio.[12]

El 15 de febrero de 1853 se llevaron a cabo elecciones en las que Pedro Santana ganó la presidencia para el período 1853-1857. Su nuevo gobierno no fue muy diferente al anterior, caracterizándose por ser despótico y arbitrario. En un gesto conciliador, Pedro Santana decretó una absolución para gran número de exiliados políticos, aunque entre estos no se incluyó a Juan Pablo Duarte, que vivía en Venezuela.

Pedro Santana, al igual que Buenaventura Báez, se dedicó a hacer gestiones para lograr un protectorado de Estados Unidos. España, que hasta entonces no había mostrado gran interés en República Dominicana, se preocupó por el espacio que Estados Unidos podía ganar en el país. Esto motivó que España se apresurara a firmar varios reconocimientos.

Antonio María Segovia, cónsul español, se dedicó a entorpecer las negociaciones de Pedro Santana con Estados Unidos, apoyó a los sectores enemigos del gobierno. Además, en 1856 ofreció la nacionalidad española a todos los dominicanos que la solicitaran. Una avalancha de opositores se beneficiaron de la llamada Matrícula de Segovia, pasando a actuar libremente bajo el amparo español.

Los problemas diplomáticos con España, la crisis financiera y el descenso de la popularidad de Pedro Santana hicieron que este renunciara el 26 de marzo de 1856. El vicepresidente Manuel de Regla Mota, ocupó la presidencia de la República y por un acuerdo político, Báez fue nombrado nuevo vicepresidente, para luego proceder a la renuncia del presidente, y Báez asumir el poder. Báez estaba fuera del país desde 1853 por órdenes de Pedro Santana. Buenaventura Báez retornó al país para asumir el cargo gracias a las gestiones realizadas por el cónsul Antonio María Segovia.

En agosto de 1858 Pedro Santana dio un golpe de estado al gobierno del Presidente José Desiderio Valverde, en Santiago. Bajo este gobierno de facto que se extendió hasta enero de 1859, el general Pedro Santana procedió a reubicar la sede del gobierno en Santo Domingo y luego a legitimar su mandato, convocando a unas elecciones en las que resultaron elegidos como Presidente Pedro Santana y Vicepresidente Antonio Abad Alfau, iniciando su nuevo mandato constitucional el 31 de enero de 1859.

Durante este gobierno, el país enfrentó una grave crisis económica como resultado de la Revolución de 1857. Los cortes de madera, que eran el principal renglón de exportación, se redujeron considerablemente. La explotación era la principal forma de recaudación del pueblo dominicano, por lo que el gobierno estaba sin recursos.

Políticamente, los continuos rumores de las intenciones de una nueva invasión haitiana por parte de Faustin Soulouque mantenían en tensión al país. Las intenciones de Faustin Soulouque no se concretaron debido a un movimiento de oposición interna, encabezado por el general Fabre Geffrard, que lo derrocó en diciembre de 1858. El general Geffrard tenía una actitud diferente y ofreció garantías al gobierno de que los haitianos deseaban un entendimiento con República Dominicana.

Un problema económico, heredado por Pedro Santana de la gestión de Buenaventura Báez, era la gran cantidad de papel moneda devaluada circulante. Este dinero había sido emitido por Buenaventura Báez para estafar a los tabaqueros de El Cibao, en 1857.

Pedro Santana siguió haciendo en secreto grandes cantidades de emisiones monetarias sin respaldo, perjudicando las finanzas nacionales. La justificación para estas emisiones era la necesidad de prepararse militarmente para resistir una posible invasión haitiana.

A pesar de las garantías ofrecidas por el Presidente Geffrard, Pedro Santana retornó sus intentos de búsqueda de un protectorado con España bajo la premisa de la inminencia de un ataque haitiano. En 1859 el general Felipe Alfau viajó a España para gestionar un protectorado con la Reina de España Isabel II. El mismo Pedro Santana escribió una carta a la reina en la que le expresaba su interés, no en un simple protectorado, sino en la anexión.

Pedro Santana y los sectores de poder interesados en la anexión esperaban que con esta pudieran beneficiarse de diferentes maneras, principalmente garantizar sus puestos y sus privilegios sociales. España deseaba que la anexión pareciera en todo momento como la voluntad del pueblo dominicano. Para tales fines, Pedro Santana procedió a reunirse con los jefes militares y sectores políticos más importantes a lo que informó y convenció de que apoyaran la Anexión. Cada uno de ellos debía garantizar la adhesión de la población. Aquellos que manifestaron desacuerdo fueron enviados al exilio.

El 18 de marzo de 1861, cuando se proclamó la anexión a España, el pueblo dominicano confirmó los rumores que habían corrido durante meses. Inmediatamente empezaron a salir los manifiestos de apoyo, tal y como había sido acordado por los seguidores de Pedro Santana. Santana fue nombrado gobernador de Santo Domingo, pero pronto descubrió que las cosas no serían como él había planeado, ya que las directrices españolas tomaban todas las decisiones.

El descontento alcanzó incluso a los sectores anexionistas que no lograron conseguir los beneficios que esperaban. El mismo Pedro Santana se sentía incómodo con la pérdida de su influencia y autoridad. Alegando quebrantos de salud, renunció a su cargo el 20 de julio de 1862.

La primera novia de Santana fue la doncella María del Carmen Ruiz descrita como muy hermosa y simpática. Antes del casamiento, Ruiz viajó hacia Higüey por motivos religiosos y cuando regresaba al Seibo, su caballo se asustó y ella se estrelló contra una roca y murió. La muerte de su prometida le causó una profunda depresión a Pedro Santana, por lo que su hermano gemelo Ramón decidió llevarlo consigo a visitar su novia Froilana Febles Rivera, que residía en la ciudad de El Seybo. Pedro se enamoró de la suegra de su hermano, doña Micaela Antonia del Rivero de Soto, la rica viuda del hacendado Miguel Febles Valenilla (quien fuera uno de los hombres más ricos del territorio dominicano, nacido en Hincha de padres españoles y que debido a la invasiones haitianas se establece en El Seibo, fue prócer de la Reconquista y combatió en la batalla de Palo Hincado), y se casó con ella. Este matrimonio fue muy infeliz pero le otorgó a Santana poder e influencia en el Sureste dominicano. Años más tarde, Santana enviuda. En 1858, casa con Ana Zorrilla Laureano (n. 1798), también viuda y mayor que él.[2][13]

Santana falleció el 14 de junio de 1864 tras haber enfermado. Según su acta de defunción, falleció de inflamación cerebral; fue sepultado el día siguiente.[13]​ No tuvo hijos legítimos con sus esposas, muy posiblemente porque ambas eran maduras.[2]

En su testamento, Santana legó sus bienes a su viuda Ana Zorilla, su hermano demente y paralítico Florencio Santana, su tía Dominga, sus hijastros Miguel y Loriana Febles, y su cuñada e hijastra Froilana Febles. También a sus sobrinos: Manuel, Francisco y Rafael Santana; y sus ahijados: Pedro García, Francisco Robiou, Socorro de la Cruz Zorrilla y María de los Santos Núñez; los ahijados de sus sobrinos: Gerardo de la Cruz Zorrilla y Juan José de la Cruz Zorrilla; y el señor Valentín Familia.[14][15]

Desde 1978, sus restos yacen en el Panteón de la Patria por disposición del presidente Joaquín Balaguer.[14][16]



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