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Pintura de España



Con el nombre de pintura de España se alude a toda la producción pictórica de este país desde las representaciones de las pinturas rupestres del paleolítico, cuya máxima expresión es la cueva de Altamira, de gran realismo en la representación de bisontes y otros animales del Paleolítico superior (hacia el 14 000 a. C.), hasta el arte pictórico contemporáneo, que tiene uno de sus grandes referentes en la figura de Pablo Picasso, que revolucionó en el siglo XX la pintura internacional.

Pintura rupestre de Altamira.

El realismo de sus escenas provocó, al principio, un debate en torno a su autenticidad. Su reconocimiento como una obra artística realizada por hombres del Paleolítico supone un largo proceso en el que, también, se van a ir definiendo los estudios sobre la Prehistoria.

Actualmente forman parte en el Archivo Histórico Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.

España contiene una de las mejores muestras de la Edad Media de toda Europa. La Edad Media abarca dos grandes corrientes, el románico y el gótico.

En España no se conocen vidrieras pintadas con anterioridad al siglo XIII, pero sí notables pinturas murales de estilo románico y otras sobre tabla desde el siglo XI aparte de las miniaturas de códices de anteriores fechas. Siguió el estilo de tales miniaturas con poca diferenciación aunque mejorando un tanto el dibujo desde el siglo XII y disminuyendo la ornamentación fantástico como se puede observar en el libro de los Testamentos de la catedral de Oviedo y en algunos otros códices de dicha centuria. Como ejemplares de pintura mural románica se citan entre otros los siguientes:

Las pinturas sobre tabla se admiran en varios antipendios o frontales de altar (quizá, retablos) pertenecientes a los siglos XI, XII y XIII que se guardan en los museos de Vich, Barcelona y Lérida. Suelen tener en el centro un medallón o compartimiento con la imagen de Jesucristo en majestad, o sea, sentado de frente y en actitud de bendecir (o de la Virgen con el Niño) y a sus lados, otros compartimentos con varias escenas de la vida del santo titular de la iglesia o figuras de apóstoles. Se conservan también algunas arquetas (o fragmentos de ellas) con pinturas, como el antigua arca-sepulcro de San Isidro, hechas de madera y forrada de cuero pintado que se guarda en el palacio episcopal de Madrid y cuyas pinturas alusivas al santo datan de finales del siglo XIII y pueden considerarse todavía como románico-góticas de transición.

La pintura gótica en España se divide en cuatro fases.

Del estilo gótico lineal o francogótico destacan algunas vidrieras, como las de la catedral de León. Perviven algunos frescos en muros de las iglesias, así como pintura sobre tabla. Destacada es la labor de los miniaturistas, cuya obra maestra son las que ilustran el códice de El Escorial de Las Cantigas.

Durante el estilo italogótico o trecentista (segunda mitad del siglo XIV) influye la escuela sienesa en la Corona de Aragón y la escuela florentina en el reino castellano y leonés. En esta fase es particularmente destacada la pintura catalana: Ferrer Basa, Ramón Destorrents y los hermanos Serra: Jaume, Joan y Pere.

Ya en el siglo XV España se adscribe al estilo internacional, con autores como los catalanes Lluís Borrassà y Bernat Martorell. En Castilla destacan Dello Delli y Nicolás Francés.

El estilo flamenco llega a España a mediados del siglo XV, con diversas escuelas regionales: Lluís Dalmau y Jaume Huguet en Cataluña; Jacomart y Joan Rexach en Valencia; B. Bermejo, en Aragón, así como Jorge Inglés y Fernando Gallego en Castilla.

Se inicia en Valencia, con los pintores Fernando Yáñez de la Almedina y Fernando de los Llanos, de influencia leonardesca. De influencia rafaelesca es Juan de Juanes.

En Castilla, Juan de Flandes y Pedro Berruguete. Su hijo, Alonso Berruguete, es ya manierista. A esta corriente manierista se adscribe el pintor extremeño Luis de Morales (1509-1586), llamado «el Divino».

En Toledo, Juan Correa de Vivar (h. 1510-1566).

En Andalucía, las principales figuras son Alejo Fernández (m. 1545) y el toledano Pedro Machuca (m. 1550)

En tiempos de Felipe II destaca la influencia de la pintura veneciana con pintores como Juan Fernández de Navarrete (1526-1579), el Mudo. En su corte, además, destacaron los retratistas Alonso Sánchez Coello (1531-1588) y su discípulo Juan Pantoja de la Cruz (1553-1608).

La maestría del Renacimiento se divide en dos pintores:

El barroco supone el momento culminante tanto de la actividad pictórica como en todas las otras artes, conocido también como el Siglo de Oro. La pintura Barroca de España se caracteriza por los bodegones o los retratos, teniendo un magnífico plantel de pintores. Su máximo exponente fue el maestro Diego de Silva y Velázquez un genio de la luz y la oscuridad y el máximo retratista del Barroco actualmente considerado uno de los mejores pintores tanto de su época como de todos los tiempos.

También cabe destacar otros pintores contemporáneos a Velázquez, como por ejemplo a Bartolomé Esteban Murillo gran realista e impresionista, destacado por pintar la realidad del momento.

Dentro de la pintura religiosa, el máximo exponente es sin duda Francisco de Zurbarán junto con José de Ribera, autores de un tenebrismo típicos del Barroco y una religiosidad en sus obras.

Dentro de los retratistas, los más importantes son:

Sin embargo, hay que nombrar a dos pintores con gran renombre y estilo propio:

El primero fue padre del segundo y maestro de Alonso Cano y Velázquez, fue uno de los pintores de transición desde el Manierismo hasta el Barroco e impulsor de este último. El segundo se marchó muy temprano a estudiar a Italia, pero al volver se convirtió en el copresidente de la Academia de Sevilla, presidida por Murillo.

Otros autores que cabe destacar son:

Casi todo el siglo XVIII español está dominado por la presencia de artistas extranjeros, muchos de ellos cultivando aún un estilo barroco: Corrado Giaquinto, Louis Michel Van Loo, Jacopo Amiconi, Tiépolo y Rafael Mengs, con quien llega el pleno Neoclasicismo.

Bajo la influencia de Mengs trabajan pintores como Mariano Salvador Maella (1739-1819), Francisco Bayeu y Subías y sus hermanos, Manuel y Ramón, así como José del Castillo.

Luis Egidio Meléndez nacido en Nápoles hizo casi toda su carrera en Madrid y se le considera uno de los mejores pintores de naturalezas muertas del siglo XVIII. A pesar de su reputación, conoció una gran miseria.

Luis Paret, de estilo muy personal, estuvo desterrado unos años en Puerto Rico, donde creó escuela. Trató tanto el paisajismo como las escenas de interior.

A finales de siglo, comienza a trabajar uno de los genios de la pintura española, Francisco de Goya y Lucientes, que se sitúa a caballo entre los siglos XVIII y XIX formado principalmente en el movimiento artístico rococó, experimentó todas las corrientes artísticas de su tiempo (rococó, neoclasicismo, prerromanticismo), para finalmente utilizar en un estilo personal, inclasificable en ninguna de ellas.

El comienzo de siglo está dominado por Goya y sus obras influidas por la Guerra de la Independencia. De sus seguidores, destaca Eugenio Lucas Velázquez.

La pintura oficial de todo el siglo XIX y XX se identifica con el academicismo, por lo que las convenciones neoclásicas serán las predominantes durante todo el periodo. El rupturismo que caracterizó al romanticismo francés de Delacroix no es tan evidente en España, donde no se podía ser más rupturista que el propio Goya, plenamente aceptado. Aun así, pueden identificarse rasgos más propios del neoclasicismo, con criterios casi más cronológicos que estilísticos, en los pintores de la primera generación del siglo XIX, como José de Madrazo (1781-1859), que se suelen etiquetar como neoclásicos; mientras que la generación siguiente, a la que pertenece su hijo Federico Madrazo (1815-1894) suele ser etiquetada como romántica o incluso como realista. Se pueden identificar con el romanticismo pintores como Jenaro Pérez Villamil, Antonio María Esquivel y Valeriano Domínguez Bécquer, hermano del poeta Gustavo Adolfo Bécquer.

Además de Federico de Madrazo y las siguientes generaciones de esta familia, con la que se relacionó estrechamente Mariano Fortuny (1838-1874), pintor que representa la elegancia artística típica de academia y recupera el género de pintura de batallas que tuvo gran desarrollo en el Barroco), se identifican con la etiqueta realismo a los pintores de la segunda mitad del siglo XIX, como Eduardo Rosales (1836-1873) cultiva la pintura de historia. Este género, cultivado por muchos otros pintores, fue especialmente protegido por los encargos de instituciones y los concursos académicos, con lo que es sin duda el más destacado a lo largo de todo el siglo XIX. Con su difusión pública se quería construir una visión de historia nacional española (véase La construcción de la historia nacional)[1]​ Otros pintores identificados con el realismo son Ramón Martí Alsina o el paisajista Carlos de Haes (1826-1898).

El impresionismo español es una etiqueta de definición problemática. Se identifican con ella pintores como Agustín Riancho (1841-1929), Aureliano de Beruete (1825-1912) y Darío de Regoyos (1857-1913).

A finales de siglo, se produce una pintura regionalista con:

Los andaluces Manuel Gómez-Moreno González y su amigo Francisco Muros Ubeda representantes de este período, reproducen la vida íntima de la clase media y artesana y algunos paisajes románticos como la Alhambra de Granada.

En esta época aparecen muchos de los artistas españoles de más proyección internacional de todos los tiempos. Dentro del siglo XX aparecen cuatro movimientos con gran repercusión en España:

La pintura de entreguerras durante la Guerra Civil Española o las Guerras Mundiales tienen un buen ejemplo en la pintura española.

En el paso del XIX al XX destacan en España una serie de pintores muy ligados al mundo cultural barcelonés, destacando entre los otros pintores catalanes agrupados en distintos bares y ferias modernistas, destacando en concreto al grupo que se reunía en el local de Els Quatre Gats, situado en los bajos de la Casa Martí, obra del arquitecto Josep Puig i Cadafalch.

Hay que recordar también a figuras como Isidro Nonell (1873-1911), Joaquim Mir (1873-1940) o Néstor Martín Fernández de la Torre (1887-1938).

El Novecentismo surge a principios del siglo XX como una derivación del Modernismo. Fue acuñado por el escritor Eugenio D'Ors, y tuvo muchísima importancia en Cataluña. Al igual que el Modernismo, el Novecentismo intenta poner la cultura catalana a un nivel más amplio. Contiene muchas características del Modernismo, como el que un artista debe cultivar más de una expresión artística. Es difícil distinguir los pintores del Novecentismo y del Modernismo, ya que muchas de las obras son muy parecidas.

Destacan entre muchos:

Entre otros podríamos mencionar a Joan Llimona.

Este nuevo movimiento sale en Francia de la mano de tres artistas, dos de ellos españoles: Pablo Picasso (español), Braque (francés) y por último otro español Juan Gris.

El cubismo trata las formas de la naturaleza por medio de figuras geométricas, representando todas las partes de un objeto en un mismo plano. Es considerada la primera vanguardia ya que rompe con el último estatuto renacentista vigente a principios del siglo XX, la perspectiva.

Por sobre de todos los cubistas destacan dos muy importantes:

En España el surrealismo aparece en torno a los años veinte no en su vertiente puramente vanguardista sino mezclado con acentos simbolistas y de la pintura popular. Durante las primeras décadas de este siglo se desarrolla la obra de dos de los tres pintores españoles más universales de la centuria, el tercero siendo Picasso con su máximo surrealismo neocubista.

Pertenecientes asimismo a este movimiento fueron los pintores canarios; Óscar Domínguez inventor de la técnica de la decalcomanía y Juan Ismael.

También cabe mencionar a Maruja Mallo, Moreno Villa y Aurelio Suárez. Otros pintores como José Caballero y Benjamín Palencia tuvieron una época surrealista.

Siglo XX

En esta época aparecen muchos de los artistas españoles de más proyección internacional de todos los tiempos. Dentro del siglo XX aparecen cuatro movimientos con gran repercusión en España: Son Moragues, por Rusiñol.

Niños en la playa2 (1910), Sorolla. Modernismo

En el paso del XIX al XX destacan en España una serie de pintores muy ligados al mundo cultural barcelonés, destacando entre los otros pintores catalanes agrupados en distintos bares y ferias modernistas, destacando en concreto al grupo que se reunía en el local de Els Quatre Gats, situado en los bajos de la Casa Martí, obra del arquitecto Josep Puig i Cadafalch.

Hay que recordar también a figuras como Isidro Nonell (1873-1911), Joaquim Mir (1873-1940) o Néstor Martín Fernández de la Torre (1887-1938). Novecentismo Noia estirant-se [Chica estirándose] (1916), óleo de Joan Llimona.

El Novecentismo surge a principios del siglo XX como una derivación del Modernismo. Fue acuñado por el escritor Eugenio D'Ors, y tuvo muchísima importancia en Cataluña. Al igual que el Modernismo, el Novecentismo intenta poner la cultura catalana a un nivel más amplio. Contiene muchas características del Modernismo, como el que un artista debe cultivar más de una expresión artística. Es difícil distinguir los pintores del Novecentismo y del Modernismo, ya que muchas de las obras son muy parecidas.

Destacan entre muchos:

Entre otros podríamos mencionar a Joan Llimona. Cubismo Retrato de Picasso por Juan Gris.

Este nuevo movimiento sale en Francia de la mano de tres artistas, dos de ellos españoles: Pablo Picasso (español), Braque (francés) y por último otro español Juan Gris.

El cubismo trata las formas de la naturaleza por medio de figuras geométricas, representando todas las partes de un objeto en un mismo plano. Es considerada la primera vanguardia ya que rompe con el último estatuto renacentista vigente a principios del siglo XX, la perspectiva.

Por sobre de todos los cubistas destacan dos muy importantes:

Surrealismo Salvador Dalí.

En España el surrealismo aparece en torno a los años veinte no en su vertiente puramente vanguardista sino mezclado con acentos simbolistas y de la pintura popular. Durante las primeras décadas de este siglo se desarrolla la obra de dos de los tres pintores españoles más universales de la centuria, el tercero siendo Picasso con su máximo surrealismo neocubista.

Pertenecientes asimismo a este movimiento fueron los pintores canarios; Óscar Domínguez inventor de la técnica de la decalcomanía y Juan Ismael.

También cabe mencionar a Maruja Mallo, Moreno Villa y Aurelio Suárez. Otros pintores como José Caballero y Benjamín Palencia tuvieron una época surrealista.

En España, el arte pop se estudia asociado a la nueva figuración surgida a raíz de la crisis del informalismo. Eduardo Arroyo podría encuadrarse en esta tendencia por su interés en el entorno y su crítica de nuestro medio cultural, utilizando iconos de los medios de comunicación de masas y de la historia de la pintura, y por su desprecio manifiesto por cualquier estilo establecido. El que se puede considerar como más auténticamente Pop es Alfredo Alcaín, por el uso que hace de las imágenes populares y por el vacío que confiere a sus composiciones.

También el Equipo Crónica formado en Valencia por Manolo Valdés, Juan Antonio Toledo , por su utilización de historietas y de imágenes publicitarias, por la simplificación de las imágenes y las composiciones fotográficas, pueden considerarse de tendencia pop.

Conviviendo con el Pop y la abstracción se da en España el hiperrealismo, sobre todo en Madrid y Sevilla. En la capital destaca Antonio López, pero también hay que nombrar a pintores como José Hernández, Matías Quetglas, Isabel Quintanilla y Amalia Avia. En Sevilla sobresalen las figuras de Cristóbal Toral y Eduardo Naranjo. El realismo de Antonio López García crea escuela en Madrid denominada "realismo madrileño", y representada en los años 90 por un grupo de pintores entre los que figuran los nombres de Roberto González Fernández y Consuelo Hernández. Dentro del posmodernismo español son significativas las obras de Miquel Barceló. También son populares, en cierta medida, las del andaluz Guillermo Pérez Villalta.

Durante los años 80 y 90 del siglo pasado se produce en la pintura española la aparición de varias corrientes estéticas, que en ocasiones resultan contradictorias, pero que conviven perfectamente en la trayectoria artística de algunos pintores dando lugar a una suerte de postmodernismo ajeno a la preocupación de unicidad estilística. En la línea de pintura abstracta de contenido lírico, abierta a una iconografía de signos suaves y orgánicos, estaría situada la obra de Juan Uslé y Antonio Murado. En un terreno pictórico neofigurativo emparentado con imágenes neo pop y espacios próximos al mundo onírico surrealista, tendríamos las obras de Ángel Mateo Charris, Juan Ugalde, Dis Berlín y Joel Mestre. Otra característica que define la pintura española de los años 90 es la puesta en duda de los materiales tradicionalmente pictóricos, introduciéndose una pintura que se extiende por todo el espacio expositivo y borra sus fronteras con la escultura. En esta última tendencia estarían situadas las obras del artista leonés Daniel Verbis. En el nuevo siglo se produce la aparición de nuevas abstracciones como las de Pablo Rey, la pintura llevada al extremo de su propio cuestionamiento en artistas como Perejaume.



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