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Propaganda negra



La propaganda negra es información y material o fuente falsa que pretende ser originaria de una parte ajena con respecto a un conflicto, pero que, en realidad, proviene de la parte contraria. Suele utilizarse para difamar, avergonzar o tergiversar la naturaleza real del enemigo o el conflicto.[1]

La propaganda negra debe ser analizada contextualmente junto a la propaganda gris, cuyas fuentes no suelen ser identificadas, y la propaganda blanca, en la que se declara la fuente originaria real y en la que se suele dar información más precisa, aunque sesgada, distorsionada y omisiva.

La propaganda negra tiende a ser encubierta por su propia naturaleza. Sus objetivos, identidad, significado y las fuentes de origen suelen estar ocultos. La principal característica de la propaganda negra es que la audiencia no es consciente de que alguien está tratando de influir sobre ellos, y no sienten que están siendo empujados o seducidos a actuar en una dirección o forma determinada.[2]

La propaganda negra pretende provenir de una fuente distinta a la verdadera. Este tipo de propaganda está asociada con la guerra psicológica y las operaciones psicológicas encubiertas y muchas veces utiliza las operaciones de bandera falsa como fuente primaria indirecta, a través de su diseminación y presentación en los medios de comunicación.[3]

A veces la fuente se oculta o se atribuye a una autoridad falsa para difundir mentiras, montajes y engaños, recurriendo a todo tipo de ingeniería creativa. En 1925, Adolf Hitler explicaba en Mi Lucha el uso de la gran mentira por parte del judaísmo internacional, sobre una mentira tan "imposible" o colosal, que nadie creería que se "pudiera tener la desvergüenza de distorsionar la verdad tan infamemente".[4]

El éxito de la propaganda negra reside en que está diseñada para influir sobre las capas sociales más sofisticadas, mejor informadas y capaces de la estructura social. Se basa en la buena voluntad del receptor para aceptar la credibilidad de la fuente. De esta forma se consigue que el receptor, gracias a su prestigio y calidad social, se convierta no sólo en el repetidor y amplificador cualificado de la mentira; sino en el generador de una corriente de opinión que con su acción política termina satisfaciendo los intereses primarios de la fuente de origen.[4]

Si los creadores o los remitentes del mensaje de propaganda negra no entienden adecuadamente a su audiencia, el mensaje puede ser malentendido, parecer sospechoso, o volverse en contra de la fuente.[4]

El Centro de Actividades Especiales (del inglés: Special Activities Center; o por sus siglas, SAC) es una división de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), responsable de llevar a cabo misiones encubiertas y operaciones paramilitares. Antes del 2016 la unidad se llamaba División de Actividades Especiales (Special Activities Division) Dentro del SAC existen dos grupos por separado: el Grupo de Operaciones Especiales (Special Operations Group, SOG) para las operaciones tácticas paramilitares y el Grupo de Acción Política (Political Action Group, PAG) para las operaciones políticas encubiertas.

El Grupo de Acción Política dentro del SAC realiza impugnables operaciones psicológicas, también conocidas como propaganda negra, así como "Influencias Encubiertas" para efectuar cambios políticos en otros países como parte de la política exterior de Estados Unidos.[2]​ La intervención encubierta en elecciones extranjeras es la forma más significativa de acción política del SAC. Esto consistiría en el apoyo financiero a los candidatos más propicios, el asesoramiento a los medios de comunicación, apoyo técnico para las relaciones públicas, campañas para incentivar el voto e iniciativas y esfuerzos en las organizaciones políticas, asesoramiento jurídico, campañas publicitarias, asistencia a los escrutadores electorales y otros medios de acción directa. Las decisiones políticas pueden verse influenciadas por agentes, como por ejemplo por los funcionarios subvertidos del país, para así poder tomar decisiones en su capacidad oficial, lo que conseguiría promover los objetivos de las políticas de Estados Unidos. Además, los mecanismos para crear y desarrollar dictámenes y puntos de vista requieren la utilización encubierta de propaganda.

La propaganda abarca desde: folletos, periódicos, revistas, libros, radio y televisión; todos ellos están orientados a transmitir el mensaje apropiado de Estados Unidos en la región. Pueden utilizar a oficiales para que trabajen como periodistas, reclutar a agentes de influencia, operar en las plataformas mediáticas, filtrar ciertas historias e información en lugares donde se espera que saldrán a la luz pública o tratar de negar y/o desacreditar la información que es de conocimiento público. En todas las actividades propagandísticas, las operaciones "negras" denotan aquellas en las que el público se mantiene desconocedor de la propia fuente; las iniciativas "blancas" son aquellos en los que el autor se reconoce a sí mismo abiertamente; y las operaciones "grises" son aquellas en las que la fuente está en parte pero no íntegramente reconocida.

Los gobiernos por lo general suelen llevar a cabo operaciones de propaganda negra principalmente por dos razones. Para disfrazar su participación directa como actor o iniciador de un conflicto. De esta forma resulta más fácil convencer al público de una línea de acción no contemplada previamente como factible o deseable. En segundo lugar, puede haber razones diplomáticas detrás del uso de la propaganda negra. Su uso puede ser necesario o conveniente para ocultar la participación de un gobierno en actividades que puedan ser perjudiciales para su política exterior.[5]



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