x
1

Pueblos jóvenes



Un asentamiento ilegal, barrio de invasión o infravivienda es un lugar donde se establece una persona o una comunidad que está fuera de las normas establecidas por las autoridades encargadas del ordenamiento urbano.[1]

Los establecimientos irregulares por lo general son asentamientos con altas densidades poblacionales que abarcan a comunidades o individuos albergados en viviendas autoconstruidas bajo condiciones de habitabilidad deficientes, especialmente en términos de acceso a servicios sanitarios. Se forman por ocupaciones espontáneas de terrenos, públicos o privados, sin reconocimiento legal, expandiendo los bordes de las ciudades en terrenos marginados que regularmente están en los límites de las zonas urbanas, o en terrenos con elevados riesgos para las viviendas allí asentadas (laderas de altas pendientes, terrenos poco estables, zonas inundables en las márgenes de ríos y quebradas).

Típicamente son el producto de la necesidad urgente de obtención de vivienda de las comunidades urbanas de escasos recursos económicos, o de migrantes llegados de zonas rurales, empujadas a abandonar sus tierras por múltiples motivos, y al no existir, generalmente, políticas que habiliten a estas personas a adquirir por medios legales viviendas dignas.

Los asentamientos ilegales se caracterizan por ciertas condiciones en común:

El surgimiento de los asentamientos ilegales tiene varias causas, uno de los principales es la poca fuerza que dedican al tema del ordenamiento territorial los gobiernos locales y regionales que generalmente no tiene propuestas válidas para ofrecer soluciones habitacionales a las poblaciones de baja renta y a los migrantes que continuamente llegan de las áreas rurales a agrandar los cordones periurbanos. Estas áreas se caracterizan por poseer un nivel muy rápido de desarrollo, no estructurado y no planeado.

A escala global, los asentamientos ilegales son un problema significativo, especialmente para los propios habitantes, quienes al no poseer su propiedad formalmente ven limitadas sus perspectivas de progreso futuro y a menudo conllevan, en la vida cotidiana, mayor presupuesto de mantenimiento que una vivienda de asentamiento formal.

Un informe de la Comisión de la Seguridad Social de las Naciones Unidas de 1986 indicó que entre un 30 y un 60 por ciento de los residentes de las ciudades más grandes de los países subdesarrollados viven en asentamientos irregulares, lo cual evidencia que los asentamientos ilegales, presentes en distintos países del mundo, ya no son conceptuados como lo han sido poco tiempo atrás, como guaridas de maleantes, ladrones o drogadictos y narcotraficantes, para ser hoy en día, poblaciones negadas de sus derechos elementales.

Normalmente los asentamientos ilegales tienen una estructura organizacional definida, que es encabezada por los líderes comunitarios. Esta organización es una medida que se da como resultado de crear un medio de protección ante las presiones de las autoridades locales, que por lo general están en contra de su situación irregular y puede llevar en muchos casos al desalojo. La organización de un asentamiento irregular se lleva a cabo mediante la generación de una relación de solidaridad entre sus vecinos.

Los establecimientos ilegales son sistemas sociales dinámicos complejos que experimentan un cambio continuo. Al ocupar la tierra irregularmente, los residentes están a menudo preparados para evadir la ley con la esperanza de mejorar su posición económica. Típicamente, la dinámica política y social interna está caracterizada por la solidaridad y/o la confrontación. Sin embargo, el conflicto interno es inherente en relación a la situación de la comunidad y los agentes externos, como las autoridades y los residentes circundantes. Una comunidad puede actuar en solidaridad al negociar con las autoridades o al invadir un terreno. Las autoridades, por lo general, adoptan una actitud pasiva respecto a estos barrios degradados,[2]​ interviniendo tan sólo cuando su crecimiento genera desórdenes sociales, disturbios o crimen organizado.

La solidaridad puede ocurrir durante las negociaciones con las autoridades, pero las disputas pueden ocurrir durante la implementación de los programas acordados con las autoridades y durante el funcionamiento pleno del mismo establecimiento.[3]

Para un agente externo, es muy difícil intervenir en los establecimientos ilegales con los objetivos de mejorarlos o procurar que las condiciones físicas, higiénicas, y la justicia social prevalezcan. Los líderes de la comunidad actúan como guardianes, las relaciones con las autoridades tienden a ser irregulares y en muchas ocasiones violentas. Debido a esto, es difícil que las instituciones formales de ordenamiento territorial puedan hacer repartos equitativos.

Los acuerdos se pueden elaborar sobre una base cotidiana. Debido a la complejidad de esta situación, muchos proyectos de mejoras no logran alcanzar los resultados deseados por las autoridades. En particular, muchos observadores critican a proyectos que entregan arrendamientos individuales, especialmente propiedad libre de impuestos. Sin embargo, también existen problemas asociados con el uso de formas comunales de arrendamiento (Fourie 1993).

El trazo de un asentamiento ilegal por lo general es de forma irregular. Normalmente este tipo de asentamientos carecen de la infraestructura y/o los servicios básicos tales como agua potable, drenaje, electricidad, y teléfono en sus inicios, con el transcurso del tiempo estos se van dotando de los servicios mediante la autoconstrucción y cooperación comunitaria.

Sus residentes existen en un estado permanente de seguridad ilegal y social ya que viven en terrenos sin el consentimiento de sus auténticos dueños y están sujetos a amenazas de desalojo y la negación de los servicios municipales tales como agua potable, recolección de basura, drenaje pluvial, pavimentación de calles y transporte público, e iluminación, entre otros.

Frecuentemente se localizan en zonas de riesgo sujetas a la degradación ambiental y peligros. Se complica la implementación de los servicios básicos por su carencia de planificación y diseño urbano, además de su acelerado crecimiento. Los residentes normalmente carecen de suficiente preparación educativa y por lo tanto no es común que estén dentro de las actividades económicas formales o al nivel del mercado laboral aledaño.

Sus habitantes tienen mayores riesgos de contraer enfermedades y a una mayor mortalidad debido a sus niveles de pobreza y la influencia negativa del medio ambiente donde residen. El acceso al equipamiento urbano tal como escuelas, clínicas, y atención social está muy limitado. El espacio público abierto puede ser inseguro e insuficiente para las necesidades de la comunidad. Finalmente, la disparidad visible entre los asentamientos irregulares y las áreas circundantes puede llevar a tensiones sociales y generar crimen. Estos mismos factores también pueden incrementar la exclusión social y económica.

Siendo que, este fenómeno es cada vez más frecuente y de rápido crecimiento en los países en desarrollo o subdesarrollo, es importante resaltar que pese a su denominación y lectura como "espontánea" estos asentamientos precarios lejos están de ser espontáneos. Obedecen a una lógica de producción de suelo para los pobres. No son espontáneos ni en su aparición, pues toman años en consolidarse, ni en su ocupación, pues en la inmensa mayoría de casos quién vive allí, quien logra ocupar un terreno ha pagado por él. Es decir, está dentro de un mercado, el mercado de suelo irregular, que deja grandes ganancias para propietarios de suelo y grupos o bandas de comerciantes de terrenos irregulares, quienes venden el acceso a los pobres a suelos sin ninguna condición para ser habitados en ciudades: acceso a agua, energía, transporte público de calidad, espacios para parques, para escuelas, para servicios de salud, vías, etc.[cita requerida]

De esta manera la ciudad irregular crece y crece dejando grandes ganancias para unos pocos, pésimas condiciones de habitabilidad para muchos —muchos que no tienen una opción de acceso al suelo en el mercado formal— y, la tolerancia y displicencia de los gobiernos que no realizan ningún tipo de actuación ni para evitar estos fenómenos ni menos aún para favorecer la oferta de suelo formal y con condiciones dignas a precios posibles para los pobres. Por el contrario, en la mayoría de los casos los gobiernos concentran la inversión en la ciudad formal y realizan programas curativos de poco alcance en la gran ciudad irregular. [cita requerida]

Las invasiones urbanas suelen desarrollar una identidad cultural propia frecuentemente marginada, aunque existen excepciones. En el caso del Perú, muchas de las jergas, costumbres y modo de vida peruanos se generaron durante y tras el periodo de masivas invasiones urbanas durante el siglo XX, que si bien empezó siendo discriminados, terminaron extendiéndose por gran parte del territorio nacional al punto de ser romantizados e incluso convertidos en el estereotipo clásico del peruano urbano. Un emblemático ejemplo es la cultura chicha, particularmente su música.

Muestras de aquella romantización son la aceptación y el ameno apego que muchos jóvenes peruanos les tienen a sus viviendas ubicadas en las faldas de los cerros, pero lejos de mostrarles una fanática devoción (al estilo de los andinos antiguos y los apus), aceptan un entorno generalmente insalubre, inseguro y desorganizado.

Debido al estado de anarquía social y abandono por parte del Gobierno, la mentalidad de un grupo amenazado por lo precario de su situación puede derivar en un estado de "degeneración" mental/cultural que desemboca en altos índices de delincuencia, corrupción de la cultura original de la que provenían sus ancestros, desconfianza de las autoridades y despreocupación por el orden urbano. Lugares que son ejemplos de ello incluyen Cerro El Pino o los barracones del Callao.

Los establecimientos irregulares requieren de la elaboración de modelos espaciales que apoyen los esfuerzos de mejorar las condiciones de vida más básicas, esto es un contraste con el mundo desarrollado, donde los progresos hacia las tecnologías para construir los modelos espaciales 3D de urbanización formal se consideran como un hecho garantizado. Los panoramas más comunes de este tipo de investigación incluyen, entre otros:

Un requisito crucial para una planificación urbana eficaz es tener listo el acceso a datos espaciales exactos y actualizados. Pues los establecimientos irregulares crecen muy rápidamente y las técnicas tradicionales del mapeo no son económicas ni prácticas. Por lo tanto, las imágenes aéreas y satelitales, son la mejor fuente de la información espacial sobre establecimientos irregulares.

La urbanización rápida parece ser uno de los factores claves en el crecimiento de la vulnerabilidad, en particular en familias de baja renta dentro de asentamientos irregulares de invasores.[4]​ El proceso de urbanización da como resultado una presión sobre la tierra cuando los migrantes rurales pasan a las ciudades ya superpobladas, donde el recién llegado tiene pocas alternativas distintas a ocupar tierras inseguras.[5]​ Pero los riesgos de las amenazas naturales son solo una parte de los peligros que afrontan estas comunidades; con frecuencia hay riesgos "normales" mayores y de mayor presión como son la mala nutrición, la salud deficiente, y la inseguridad ciudadana.

Las pocas oportunidades que poseen los habitantes para surgir suelen llevar a la gente al crimen, así por ejemplo, 10 000 personas son narco-guerrilleros del Comando Vermelho (la mitad niños) en las favelas de Río de Janeiro y 20 000 de Primer Comando Capital en São Paulo. Esto aumenta la violencia y discriminación en esas zonas.[6][7]

Se debe destacar que las definiciones conceptuales de una problemática social tan global como es la desigualdad, otorga en estos casos amplias interpretaciones a las responsabilidades competentes de origen. actualmente y en concordancia con nuestra era comunicacional entendemos en la irregularidad del vivir, no un aprovechamiento oportunista de situaciones, sino la consecuencia tangible y solidificada de un mundo comercio, cosificador y desalmado, premiante a quien obtenga logros y desplazante a quien otorgue su porción de espacio. un asentamiento irregular, es entonces y en conciencia del mundo en que vivimos, una consecuencia factiblemente reversible, de la desigualdad instaurada por lo económico sobre lo social. podría concluirse en el hecho de que todo habitante irregular debiera encontrar en ello la sola falta de formales documentos de propiedad, pero nunca justificar en tales casos la ausencia o la demora de ejercitar sus derechos.

Un aspecto poco comentado sobre las invasiones de asentamientos irregulares y pueblos jóvenes es lo destructivos que pueden llegar a ser sobre monumentos arqueológicos, históricos y áreas naturales. Perú, al ser uno de los países con más riquezas arqueológicas y naturales de Sudamérica, pero también ser uno de los más problemas ha tenido en los ámbitos económicos, políticos y sociales en su Historia se presenta como una gran oportunidad para ilustrar una gran variedad de ejemplos.

Gravemente afectado. Solo subsiste 1 de los 3 montículos arqueológicos originales; uno de ellos contaba con paredones de adobe que seguía el diseño de los aparejos ciclópeos de Sacsayhuamán. A pesar de la destrucción a raíz del auge de viviendas irregulares, el montículo principal de Anzapuquio todavía se conserva.

Enorme complejo ichma-inca que estaba compuesto por un grupo de caminos, plazas, terrazas, calles, grandes pirámides, frisos y relieves murales. Fue paulatinamente invadido por chabolas, destruyendo el grueso arquitectónico del yacimiento. Actualmente solo subsisten algunas pirámides sumamente deterioradas y aisladas entre grupos de asentamientos informales.

Aunque Garagay se conserva relativamente bien, muchos de sus frisos polícromos fueron apedreados por miembros de invasiones populares. Probablemente haya sido una forma de intentar destruir elementos arqueológicos de trascendencia para garantizar su estadía en el sitio y evitar ser expulsados por el estado peruano. [2]

Infantas consistía en un templo en U, silueta que tomaba gracias a un conjunto de montículos que secundaban a la pirámide principal. Actualmente solo quedan dos estructuras en pie: la propia pirámide principal (Huaca Infantas I) y uno de los susodichos montículos (Huaca Infantas II). El resto fueron destruidos por las invasiones.

El sitio de Pampa de Cueva estuvo ubicado en una quebrada árida, compuesto por un grupo de pirámides, plazas, murallas, recintos y plataformas. Su casi destrucción aconteció durante la llamada "toma de la Pampa de Cueva" por parte de invasores informales, evento que también fue la génesis del actual distrito de Independencia. Actualmente, lo único que queda es un considerable trozo de la pirámide principal, conservando restos visibles de algunas terrazas y escalinatas que se ubican dentro del colegio "Alberto Hurtado Abadilla N° 3050".[3]

A veces erróneamente denominado como "templo en U de Chuquitanta" (nombre que ya es ostentado por otro yacimiento), se trataba de un templo en U ubicado en el valle del Chillón compuesto por una serie de montículos y la pirámide principal. Actualmente, lo único que se conserva es esta última flanqueada por viviendas precarias.

Es el templo en U más grande de la ciudad de Lima. La plaza principal, delimitada por la pirámide principal y los dos "brazos", está totalmente invadida por asentamientos informales. Los brazos tampoco se libran, especialmente en lo concerniente al izquierdo. Se encuentra sumamente afectado por intentos de lotización y aplanamiento. [4]

Eran un conjunto de geoglifos conformado principalmente por siluetas rectilíneas diseminadas por la extensa quebrada desértica de Canto Grande. La mayoría de estos fueron totalmente destruidos para dar paso a las viviendas informales e invasores que darían lugar al actual distrito de San Juan de Lurigancho. El único superviviente de aquel grupo es el geoglifo de la Matamosca, que también está amenazado por la presencia de precarios asentamientos circundantes.

Se trataba de un tambo incaico que formaba parte del complejo arqueológico de Cerro Colorado, que también incluye un cementerio y una fortaleza (solo esta última subsiste). Fue arrasado por el avance de las viviendas informales que corresponden a los A.A.H.H. Alberto Fujimori y Los Pinos.

Por el este de la ciudad peruana de Trujillo, se encuentra una gran cantidad de acueductos, caminos y murallas de épocas moche y chimú inmersos entre un océano de viviendas informales que amenazan su conservación, sin contar que muchos ya habrían sido destruidos. Casi la mitad de esta ciudad corresponde a conglomerados de asentamientos irregulares que son un peligro no solo para su propia salubridad y el patrimonio arqueológico, sino a la flora y fauna de las lomas estacionales cercanas.

Se trata de una extensa muralla (o camino epimural) ubicado al norte de Trujillo, uniendo al Cerro Campana y el Cerro Cabras. Aunque también se halla vulnerado en algunos sectores por el proyecto Chavimochic e incluso es cortado por la carretera Panamericana, asentamientos informales dispersos en su lado este afectan la integridad de la estructura.

Llevando el nombre de la fecha en la que comenzaría la invasión informal que lo destruiría (actual A.A.H.H. 15 de Enero, en San Juan de Lurigancho), se trataba de una de las estructuras monumentales más antiguas de Lima. Estuvo compuesto por montículos y plazas, asociado con el sistema de lomas de Amancaes.

En el Cerro El Pino existían registros de paredones de tapiales prehispánicos que habrían sido parte de un emplazamiento incaico mayor [5]. Este sitio, antiguamente parte del imperio más extenso de América precolombina, hoy se ha reducido a un foco de delincuencia, enfermedades y polución.

Fue el templo en U más grande del valle del Rímac, cuyos titánicos "brazos" se extendían hasta aproximadamente medio kilómetro de longitud. Formaba parte del Complejo Amancaes, que también englobaba una gran cantidad de montículos, un templo en U adicional de menor tamaño e incluso cementerios prehispánicos. El detalle que lo caracterizaba era ubicarse en las inmediaciones de la pampa de Amancaes, anexo de las lomas que en épocas invernales se cubría de vegetación y alfombras de flores (particularmente el amancae).

Tanto la pampa de Amancaes como la inmensa mayoría del Complejo Amancaes fueron destruidos por el avance de los asentamientos irregulares. Lo único que queda es la pirámide principal de La Florida (ubicada dentro del predio deportivo La Florida y un modesto fragmento de uno de los brazos.

A lo largo del distrito de Comas existía una gran cantidad de concentraciones de montículos de diversos tamaños. Entre los más grandes se encontraba la Huaca Micaela Bastidas, destruido para la construcción de un parque. Todos fueron arrasados por las invasiones populares. Sin embargo, no fue el único conjunto de montículos eliminado por completo. Estos particulares yacimientos arqueológicos también se encontraban en Campoy, Naranjal, el Balneario de Santa Rosa, Aliaga (actual UNI y los asentamientos circundantes), etc.

Condevilla Señor era también un conglomerado de montículos, aunque se destacaba un grupo de 4 estructuras piramidales principales: las huacas Ama Kella, San Roque de Garagay, Huaca Condevilla Señor I y Huaca Condevilla Señor II. El complejo fue destruido por el avance de las viviendas informales; solo subsisten las dos últimas en un deplorable estado de conservación gracias a la presión que siguen ejerciendo los peligrosos y precarios asentamientos aledaños.

Las murallas de Chuquitanta son una serie de murallas/caminos epimurales construidas en enormes bloques de tapial, datando de las épocas collique e inca. Ya estaba amenazada por las actividades agrícolas de la primera mitad del siglo XX, pero el avance de viviendas precarias e irregulares las sumieron en un estado aún mayor de deterioro, destrucción y suciedad (estaban prácticamente convertidas en un basural). Aunque se concretaron avances en la limpieza, conservación y valorización del sitio, esto no evitó que el 18 de marzo de 2018, un fragmento de estas fueran destruidas mediante el uso de maquinaria pesada para ampliar una trocha. [6]

Chivateros ofrece las primeras huellas de ocupación humana en lo que hoy es Lima, con el hallazgo de abundantes artefactos líticos que datan de hace casi 9,000 años atrás. Sin embargo, los asentamientos irregulares se han encargado de saquearlo y ocuparlo hasta apenas quedar restos visibles en superficie.

Existen muchos más casos de importantes yacimientos arqueológicos dañados (como Huanchihuaylas, Felicia Gómez, Santa Raquel, Huaquerones o el templo en U de Las Salinas) y destruidos (como la Huaca Orbea, Huaca Oyague, Huaca del Fundo Desamparados o la Huaca Surco). Muchos sitios arqueológicos fueron destruidos sin haber sido estudiados o siquiera haber recibido algún nombre. Los más afectados son aquellos que no poseen muestras de arquitectura monumental, pues son incapaces de ofrecer resistencia física a los embates de los invasores (como los conchales o los yacimientos del Periodo Lítico andino).

A pesar de la destrucción de muchos de estos sitios, cada vez que se excava en las zonas donde alguna vez estuvieron, se suelen hallar materiales arqueológicos tales como cerámica, textilería y excepcionalmente, tumbas. Ello evidencia de que, aún por debajo del océano de asentamientos irregulares, innumerables tesoros arqueológicos supervivientes aún esperan ser descubiertos.

Existen otros casos celebérrimos como Makatampu, el templo en U de Ascarrunz o el complejo Limatambo, aunque estos (y como la mayoría de sitios prehispánicos andinos) fueron destruidos por el avance de zonas industriales o de campos agrícolas, exonerando de responsabilidad a los asentamientos informales.

Los asentamientos irregulares se denominan de distintas formas en distintos países:



Escribe un comentario o lo que quieras sobre Pueblos jóvenes (directo, no tienes que registrarte)


Comentarios
(de más nuevos a más antiguos)


Aún no hay comentarios, ¡deja el primero!