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Rebelión de las Germanías



La rebelión de las Germanías fue un conflicto que se produjo en los reinos de Mallorca y Valencia a comienzos del reinado de Carlos I, entre 1519 y 1523. Tuvo lugar paralelamente a la rebelión de las Comunidades de Castilla (1520-1522).[1]

Los artesanos del reino de Valencia adquirieron durante el reinado de Fernando el Católico el privilegio de formar unas milicias en caso de necesidad de lucha contra las flotas berberiscas. Esta posibilidad de armarse hizo más sangrienta la revuelta de las Germanías (hermandades gremiales).

Dado el longevo carácter y legislación predominantemente de burgueses de la sociedad valenciana, adoptó características propias de revuelta social contra la nobleza, huida de la ciudad ante la epidemia de peste de 1519. Esto se unió a una época difícil económicamente. Su inicio fue progresivo y jalonado de actos legales y de protesta, y fue determinante en ello el hecho de que el pueblo tenía ese permiso real para utilizar armas con las que enfrentarse a las incursiones de los piratas berberiscos. Tras la huida de la nobleza, las clases medias y gremiales de la ciudad se hicieron progresivamente cargo de un representante de cada gremio para regir la capital valenciana. El rey Carlos I estaba por aquel entonces (1520) en Aquisgrán concentrado en su coronación como emperador, y las únicas medidas que tomó ante la revuelta fue la prohibición del uso de armas, prohibición que nadie tuvo en cuenta.

La Junta de los 13 intentó instaurar un sistema en el que estuviera prohibido el trabajo libre no controlado por los gremios. La germanía (de germà, hermano en valenciano) era el sistema de reclutamiento que intentaron instalar para defenderse de las incursiones piratas. El líder moderado al principio fue Joan Llorenç, pero este murió en 1520, con lo que entraron en juego los grupos más radicales, liderados por el terciopelero Vicente Peris.

En consecuencia, el movimiento sufrió una radicalización progresiva, convirtiéndose en una guerra abierta y con episodios como el asalto e incendio de la morería de Valencia, a la que se acusaba de colaborar con los nobles. La rebelión antinobiliaria se extendió a la huerta, con saqueo de tierras y haciendas de los nobles, y a otras poblaciones y núcleos urbanos del reino, constituyéndose juntas revolucionarias. Se expulsó al virrey de Valencia, Diego Hurtado de Mendoza y Lemos, quien huyó a Denia, formando las tropas realistas dos focos de resistencia: uno, al norte, capitaneado por Alonso de Aragón, duque de Segorbe; otro, en la Gobernación de Orihuela Sur, dirigido por el propio virrey.

Hasta 1521 no cayó la ciudad de Orihuela, capital de la gobernación y tercera ciudad de la Corona de Aragón. Tras el largo asedio capituló la ciudad y el Gobernador y posteriormente se rindió el Alcaide del Castillo (jefe Militar de la Gobernación) al Ejército Real Mandado por el Marqués de los Vélez. Su capitulación abrió paso hacia Valencia por el sur, cayendo fácilmente la Baronía de Elche y la ciudad de Alicante que no opuso casi resistencia. Los agermanados, dirigidos por Jaime Ros, fueron vencidos el 18 de julio de 1521 por el duque de Segorbe en La Batalla d'Almenara, pero, pocos días después, el 23 de julio, Vicente Peris derrotó en Gandía al virrey y sus caballeros en la conocida como batalla del Vernissa. Tras la batalla, el virrey se refugiaría en el Castillo de la Atalaya de Villena, desde donde posteriormente se concentrarían las tropas para marchar sobre los burgueses rebeldes en Valencia.

Posteriormente, el movimiento perdió unidad, produciéndose discrepancias entre sus líderes, y las siguientes campañas militares concluyeron en derrotas de los agermanados. La noche del 18 de febrero de 1522, en una desesperada aventura, Vicente Peris se introduce en Valencia, instalándose en su propia casa y congregando a sus partidarios, lo que desembocó en un duro combate durante toda esa noche por las calles de Valencia, hasta que un grupo de soldados consiguió incendiar su casa. Vicente Peris se entregó al capitán Diego Ladrón de Guevara. El 3 de marzo de 1522 entran definitivamente las tropas reales en Valencia, realizándose la ejecución de Vicente Peris y sus más directos colaboradores. Únicamente Játiva y Alcira quedan bajo dominio agermanado, produciéndose un rebrote de la rebelión, esta vez acaudillada por un misterioso personaje conocido por "El Encubierto", un impostor que se hace pasar por el infante Juan, hijo de los Reyes Católicos.

Tras el asesinato en Burjasot de "El Encubierto" el 19 de mayo de 1522 por dos seguidores suyos para cobrar la recompensa ofrecida por el virrey, y la caída de Játiva y Alcira, se produce la derrota definitiva de los agermanados, nombrándose virreina de Valencia a Germana de Foix, la cual gobernó duramente hasta su muerte en 1538 organizando junto con su esposo, el duque de Calabria, una pequeña aunque brillante corte. Se mencionan 800 sentencias de muerte que debieron efectuarse de una forma intermitente a lo largo de varios años. Aunque, según otras fuentes, las represalias consistieron más bien en confiscaciones y multas, sobre todo a las organizaciones gremiales, produciéndose escasos casos de pena de muerte. El 23 de diciembre de 1524, la regente de Valencia concedió un indulto a los "perayres" en un documento oficial que es considerado uno de los primeros redactados en castellano en el Reino de Valencia. La pacificación efectiva del territorio parece ser que no se produjo hasta 1528, fecha en que el rey otorgó un perdón general.

El movimiento de las germanías tuvo resonancias en el Reino de Mallorca, estallando en 1521 como consecuencia del encarcelamiento de siete menestrales. Al igual que en Valencia, se constituyó una junta formada por trece personas (la Tretzena). Esta se hace con el control de la capital y destituye al gobernador general, Miguel de Gurrea, que huye a Ibiza. Los nobles que sobrevivieron a la matanza que se produjo en el Castillo de Bellver se refugian en Alcudia, única población que permanece fiel al rey durante el año y medio que los agermanados dominan la isla. En agosto de 1522, el emperador envía 800 hombres para ayudar a Gurrea, quien se desplaza a Alcudia para someter, junto con los nobles que ahí se le unen, la isla. En diciembre sitian la capital, y el 8 de marzo de 1523 los agermanados se rinden en Palma con la mediación del obispo. Pese a esta mediación, más de 200 agermanados fueron ejecutados, huyendo muchos a Cataluña.



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