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Reproducción asistida



La reproducción asistida o fecundación artificial es el conjunto de técnicas o métodos biomédicos que facilitan o pueden sustituir a los procesos naturales de fecundación. De esta forma, se ayuda a que el óvulo sea fecundado. Ya sea por un problema de fertilidad o por otra razón en el que sea requerido el método.

El 25 de julio de 1978 nació, en la ciudad inglesa de Oldham, el primer "bebé probeta" de la historia, una niña llamada Louise Brown.

Su concepción se había producido en un laboratorio nueve meses antes mediante la técnica de fecundación in vitro. Para ello, los especialistas extrajeron un óvulo de su madre (durante su ciclo fecundo-aproximadamente catorce días tras la menstruación-) y lo cultivaron junto a un espermatozoide en una placa de laboratorio. Se produjo, entonces, la unión de ambos gametos y, dos días y medio después, el óvulo fecundado se había dividido hasta formar una pequeña masa de ocho células (blastómero). Este blastómero fue implantado en el útero materno, dando comienzo al embarazo.

Exactamente, fue el 10 de noviembre de 1977 cuando Jean Purdy transfirió el embrión en el útero materno. Sin embargo, hicieron falta 10 años de investigación para que este hecho se llevase a cabo.

En estos diez años, Patrick Steptoe (ginecólogo) y Robert Edwards (fisiólogo) se asociaron para desarrollar la técnica de fecundación in vitro. Steptoe había descrito un método de extracción de óvulos y Edwards había desarrollado una manera de fertilizar óvulos en el laboratorio. Junto con Purdy, primera embrióloga de la historia, realizaron cientos de pruebas antes de la concepción y nacimiento de Louise Brown.

El nacimiento de Louise abrió una página totalmente nueva en el tratamiento de la esterilidad, que durante años había llevado a una enorme cantidad de parejas en todo el mundo a llegar a su vejez sin poder formar una familia de descendencia sanguínea propia.

El éxito de la fecundación in vitro dio impulso a las actuales técnicas de reproducción asistida, que comprenden todos los tratamientos de la esterilidad en los que se manipulan óvulos y espermatozoides. Así, en 1984 nació en California (EE. UU.) un niño concebido por donación ovocitaria, y, en Australia, una mujer dio a luz un bebé procedente de un embrión congelado. En 1994, una italiana de 62 años tuvo un hijo gracias a un óvulo donado fecundado con el esperma de su esposo.

La reproducción asistida puede ser llevada a cabo empleando diferentes técnicas. La técnica más adecuada dependerá de las circunstancias y problemas particulares de cada pareja o mujer. Sin embargo, la secuencia de técnicas a emplear, de menos a más compleja e invasiva, es la siguiente: coitos programados, inseminación intrauterina y fecundación in vitro. También tenemos que contemplar la donación de ovocitos y el diagnóstico genético preimplantacional (DGP), así como la preservación de la fertilidad.[1]

Se trata de sincronizar la ovulación con las relaciones íntimas de la pareja. Al paciente se le puede mantener su ciclo natural (no es sometido a estimulación) o ser inducida la ovulación de forma controlada mediante la administración de gonadotropinas.

Está indicado en parejas jóvenes (menores de 35 años), que lleven poco tiempo intentando quedarse embarazadas (menos de 6 meses), presenten poca ansiedad y la causa de la esterilidad sea de origen desconocido u otra cosa ya que todas las pruebas básicas a las que han sido sometidos han dado resultados normales.

Está indicado en parejas con alergia a medicamentos o convicciones éticas o religiosas que les llevan a rechazar cualquier otra técnica de reproducción asistida que no sea natural.

Para evitar el seguimiento del pico endógeno de LH necesario en la técnica anterior, los médicos se adelantan con la administración intravenosa de 5000 UI de hCG en el momento en que se constata mediante ecografía la existencia de un folículo maduro ovulatorio. Tras la administración de 5000 y 10000 UI hCG, el folículo ovulará entre 37 y 38 horas más tarde. La hCG y la LH son hormonas muy similares ya que provocan y mantienen la luteinización. La hCG se elimina más lentamente y su actividad biológica es mayor (se requiere menos unidades). La LH produce menos complicaciones (síndrome de hiperestimulación, SHO) pero la presentación comercial impide usar miles de UI (15 y 30000 UI). Esta técnica permite un mayor control sobre el momento de la ovulación, lo que permite programar el coito (0 y 48 horas), la inseminación (24 y 48 horas) o la aspiración folicular (36 horas). De esta forma se facilita la planificación de la clínica y sobre todo del laboratorio FIV.

La inseminación artificial permite que la fecundación se realice de forma natural. Al introducir el espermatozoide en el útero, este debe buscar su camino hacia el óvulo maduro y fecundar por su propia cuenta, tal como ocurría en un embarazo tradicional. La gran diferencia y ventaja de la inseminación artificial es que el recorrido del espermatozoide es más corto y con menos riesgos.

Se entiende, por tanto, como la introducción médica del semen o esperma en la vagina de la mujer con la finalidad de conseguir una gestación. Esta vía recibe el nombre de 'inseminación artificial'. Normalmente, con esta técnica, de cada 100 ciclos de inseminación 13 resultan en gestación, y de cada 100 parejas que completan 4 ciclos, 60 consiguen gestación. De todos los embarazos conseguidos, un 15-20% son gemelares y otro 15% se malogran.

Para poder someterse a un ciclo de inseminación artificial se han de cumplir una serie de requisitos:

Estos requisitos son esenciales para decidir si es conveniente realizar un nuevo ciclo de inseminación artificial o, por el contrario, sería más recomendable someterse a otra técnica más compleja como la fecundación in vitro o transferencia de embriones, la cual ofrecería más garantías de éxito.

Se distinguen dos situaciones según el origen del semen:

La inseminación intrauterina consta de tres fases:

La fecundación in vitro (FIV) consiste en la extracción del ovocito femenino para fecundarlo fuera del organismo de la mujer con espermatozoides obtenidos previamente del hombre. Tras la fecundación, el embrión es transferido al útero. La FIV consta de seis fases:

Cada vez son más las parejas homosexuales femeninas que se someten a una fecundación in vitro, mediante el llamado método ROPA (Recepción de Ovocitos de la Pareja). De este modo, un miembro de la pareja puede gestar un embrión formado con el ovocito de su pareja y el espermatozoide de un donante de semen anónimo. Así, la maternidad es compartida, ya que el tratamiento se comparte entre ambas integrantes de la pareja. Una de las mujeres se estimula y cede sus ovocitos para el embarazo, mientras que la otra se somete a la transferencia y hace frente a la gestación y el parto.

En la actualidad, la reproducción asistida (in útero o in vitro) es una práctica muy común, aunque dependiendo de los centros, los resultados pueden cambiar.

En ocasiones, las enfermedades mitocondriales como el síndrome de Leigh (déficit de complejos I, III y IV de la cadena respiratoria mitocondrial), son las responsables de abortos recurrentes. Por ello, en Ucrania y en México se ha llevado a cabo la llamada FIV de tres progenitores o “terapia de remplazo mitocondrial”. Dicha técnica de reproducción asistida consiste en llevar a término embriones con el ADN nuclear de la pareja sometida a FIV, pero con el ADN mitocondrial de una tercera donante sana.[4]​ Concretamente, solo el 0,18% del ADN de la donante pasa al embrión y, aunque se transmite a las generaciones posteriores, no afecta a las características esenciales del individuo. Este proceso ha sido aprobado en Reino Unido y sigue el siguiente esquema:

Pese a que tanto el bebé que nazca como su futura descendencia estarán libes de la enfermedad mitocondrial, la “terapia de remplazo mitocondrial” sigue estando prohibida o fuertemente restringida en muchas partes del mundo, incluida la mayor parte de Europa, Estados Unidos, Australia, Nueva Zelanda y Singapur, entre otros[4]​.

La reproducción asistida avanza considerablemente en el campo de la tecnología, una de las mejoras más importantes y notables que existe desde hace años pero que no se ha podido aplicar por complicaciones técnicas, financieras y conceptuales son las incubadoras con tecnología Time-Lapse.

El sistema Time-Lapse es una técnica que se basa en los incubadores habituales que se utilizan en los laboratorios de embriología clínica añadiéndoles un sistema que captura imágenes. Esas imágenes, permiten obtener una gran cantidad de información de cada embrión en los diferentes momentos de su desarrollo. Además, se recogerán en formato cinematográfico generando un vídeo desde el inicio de la nueva vida.

Lo novedoso de este sistema es que permite conocer nuevos aspectos del embrión sin necesidad de sacarlo del incubador, llevando a cabo un control continuo de la evolución del embrión más personalizada y en tiempo real. Asimismo, permite conocer cual es el mejor embrión para transferir a la paciente y cuando es el mejor momento para hacerlo.

Esta técnica esta recomendada para todo tipo de pacientes que hayan experimentado un tratamiento de reproducción asistida de forma previa, pero es necesario señalar que obtendrán mejores resultados aquellas pacientes que generen un mayor número de embriones.

El sistema Time-Lapse cuenta con una serie de ventajas con respecto a otros incubadores, entre ellas podemos destacar:

La gestación subrogada, subrogación gestacional o gestación en vientre de alquiler es una práctica de reproducción asistida por la que una mujer acepta gestar y dar a luz al hijo de otra pareja o persona soltera. Normalmente la gestante no tiene un vínculo genético con el niño que dará a luz, ya que este es fruto de una fecundación in vitro. Los padres pueden aportar el propio material genético (óvulo y esperma) o, en su defecto, se recurre a un donante de óvulos y/o esperma.

En España cualquier contrato de gestación por sustitución se considera nulo por ley.[5]​ Sin embargo, en países como, por ejemplo, Estados Unidos, Canadá, Australia, Reino Unido, Grecia, Portugal, Rusia, Ucrania o México, existe una legislación que regula esta técnica de reproducción asistida.

La betaespera es el tiempo que transcurre entre el último paso del tratamiento de reproducción asistida y el momento de hacer la prueba de embarazo. Se trata de un periodo de unos 12-15 días caracterizado por la inquietud ante la espera de conocer si existe embarazo o no. Para conocer el resultado, se mide la detección de la subunidad beta de la hormona hCG (Gonadotropina Coriónica humana), coloquialmente conocida como la hormona del embarazo, en la orina. Esta hormona es liberada por el embrión, en concreto, por las células del trofoectodermo, en estado de blastocisto tras su implantación en el endometrio. Ocurre independientemente de si la fecundación se produce en el organismo de la mujer (embarazo natural e inseminación artificial) o si tiene lugar in vitro. Su función es mantener la producción de la progesterona para que el embarazo progrese de manera correcta.

Durante el tiempo que pasa hasta poder hacer el test de embarazo, es posible que la mujer sienta una serie de síntomas. Los más comunes y habituales son:

Además, algunas mujeres comentan tener otros síntomas como notar la boca seca, tener mucha sed y hambre, retortijones y diarrea, temperatura corporal elevada, calambres en el útero, muchos gases, acné y granitos, malestar general, etc.

Estas sensaciones pueden aparecer de forma más o menos intensa y son independientes del embarazo, por lo que el hecho de notar estos síntomas no quiere decir que se esté embarazada ni su ausencia indica no embarazo. Además, algunos de los síntomas son muy similares a los premenstruales y pueden confundir, por tanto, no se puede confirmar ni descartar el embarazo según los síntomas que aparecen durante la betaespera.

Para la realización de un ciclo de reproducción asistida es necesario contactar con una clínica de reproducción especializada, puede ser tanto pública como privada, que tenga la correspondiente licencia para su actuación. Las técnicas utilizadas deben estar aprobadas por la Comisión Nacional de Reproducción Humana Asistida.

A la hora de engendrar preembriones actualmente no hay un límite establecido (en España) pero por sentido común no se puede sobrepasar el límite necesario para provocar el embarazo de la mujer. El fin único de la producción de preembriones es engendrar vida por medio de la reproducción asistida. Existe un límite para la transferencia de embriones al útero de la madre, que son 3 embriones por cada intento, razón por la cual es común que la mujer tenga embarazos múltiples.

Debe existir una estricta confidencialidad sobre todas aquellas personas que se someten a estos métodos, tanto los progenitores como los futuros hijos, y sobre los donantes de óvulos o espermatozoides. La persona que dona tiene derecho al secreto, excepto en los casos de peligro de salud grave para el menor, en los que se podrá conocer la localización del donante siempre sin generar derechos de filiación.

Los principales problemas asociados a la fecundación in vitro son los siguientes:

Existen tres tipos de infracciones relacionadas con la reproducción asistida, las cuales se pueden dividir en infracciones leves, graves o muy graves.

Las infracciones leves son todas aquellas que no sean ni graves ni muy graves. Las infracciones graves comprenden:

Las infracciones muy graves, que también pueden llegar a ser delito, comprenden:

Las sanciones de los delitos suelen ser multas y cierre de la clínica. La multa máxima será de un millón de euros, aunque esta puede ser mayor cuando el beneficio de la práctica sancionable sea superior al millón de euros.


En España en 2013 se aprobó la nueva cartera básica del Sistema Nacional de Salud en relación a la Reproducción asistida, financiando solo aquellas que fueran por "motivos terapéuticos o preventivos". Por ello, en este momento excluyeron así a todas las mujeres solteras o casadas con otra mujer que quisieran tener un hijo. Esto cambió en 2018 cuando finalmente se aprobó la posibilidad de acceder a estos tipos de tratamientos también para mujeres solteras o casadas con otra mujer. [12]

La religión puede entenderse como un sistema cultural constituido por un conjunto característico de comportamientos y prácticas, visiones del mundo y principios éticos que, con la ayuda de una organización social determinada, relaciona a la humanidad con un orden concreto de existencia.

A lo largo de la historia, las creencias religiosas han jugado un papel determinante en la evolución de la ciencia tal y como la conocemos. Desde su aparición a finales del siglo XX, la reproducción asistida ha sido atacada por muchos grupos religiosos, si bien es cierto que también ha sido bien recibida por otros. Concretamente, el nacimiento de Louise Brown (primera “bebé probeta”) por fecundación in vitro en 1978 abrumó a muchas personas, cuya reacción ante esta nueva realidad vino determinada principalmente por sus creencias religiosas.[13]

Actualmente, el judaísmo, el hinduismo y el budismo aceptan la reproducción asistida en casi todas sus formas, aunque un gran porcentaje de los judíos ortodoxos rechazan la participación de terceras personas en el proceso. No ocurre lo mismo con el catolicismo, cuyos seguidores defienden que la reproducción asistida es totalmente inaceptable. Asimismo, protestantes, anglicanos, cristianos coptos y musulmanes sunitas aceptan la mayoría de las prácticas que la reproducción asistida abarca, siempre y cuando éstas no involucren la donación de gametos o embriones.[13]

Además, dentro de una misma comunidad religiosa encontramos diferentes posturas; por ejemplo, los cristianos católicos son más estrictos que los cristianos ortodoxos, aunque éstos últimos aún siguen rechazando la participación de terceros. Otro dato que llama la atención es que, en contraste con el islam sunita, el islam chiita acepta la donación de gametos y ha iniciado los trámites para institucionalizarlo.[13]

Algunas culturas fuertemente influenciadas por doctrinas filosóficas como el confucianismo, como es el caso de la cultura china, que acepta todas las formas de reproducción asistida que no involucran a terceras personas. Otras comunidades siguen la ley de la tierra, dictada por el grupo o grupos religiosos que predominen en esa comunidad específica.[13]



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