x
1

Retoque lítico



El retoque de una pieza lítica[1]​ consiste en la modificación parcial, por medio de la talla, por percusión o por presión, de uno o varios bordes de una lasca u hoja, con la intención de fabricar o terminar útiles. No tiende necesariamente a la simetría, aunque en algunos casos se consigue. Se diferencia de la hechura en que no puede aplicarse más que a útiles sobre lasca y en que sólo modifica parcialmente el soporte (generalmente, uno o dos bordes). El objetivo del retoque es adaptar una parte de la pieza para que cumpla una determinada función (retoque de acomodación). También puede haber un retoque que embote el filo, para poder sujetar mejor la pieza, por medio de un mango o, directamente, con la mano (retoque de sujeción). Y puede haber, también, un retoque destinado a reafilar un borde deteriorado por el uso, con el objeto de que vuelva a ser útil (retoque de avivado). Así, pues, los términos retoque o retocado serán aplicados por definición a cualquier objeto que sea una presunta herramienta. Dado que el retoque es uno o varios levantamientos, dependiendo de las técnicas, sus características son las mismas que las de cualquier negativo de lascado.

En la panoplia prehistórica, el concepto de retoque se aplica sin dificultad a la mayor parte de las clases de raederas, a los raspadores, perforadores y buriles (aunque éstos tienen un forma específica de retoque que a veces consiste en un único levantamiento), a los cuchillos de dorso rebajado, a las piezas con muescas y a los denticulados, a las puntas, a los microlitos... Más complicado es aplicar el término retoque a las piezas foliáceas bifaciales (hojas de laurel, puntas de proyectil americanas, puntas de flecha...), ya que, en estos casos se modifica con mayor intensidad la silueta general de la lasca-soporte. Aquí, estaríamos, quizá, ante una auténtica hechura, si bien es factible hablar igualmente, de un retoque hipertrofiado, ya que el soporte se mantiene casi intacto, excepto por lo que se refiere a los bordes. Por último, parece evidentemente innecesario hablar de retoque en el caso de los productos predeterminados como las lascas Levallois en bruto, incluso ciertas hojas líticas, que no han sido modificadas.

Resulta primordial aprender a distinguir los retoques verdaderos de las cicatrices previas a la extracción de la lasca: se dan casos en los que un determinado tipo de preparación del soporte deja marcas que, cuando se extrae la lasca, pueden parecerse a los retoques; para poder discernirlo es necesario ser consciente de que el retoque se realiza siempre después de haber obtenido la lasca, lo que implica que los retoques deben conservar el contraconcoide y afectar, de alguna manera, a la cara inferior de la pieza.

Por otra parte, no debemos confundir el retoque intencional, producto de acciones destinadas a la fabricación del útil (preparación y acabado), con los seudorretoques espontáneos[2]​ que resultan de acciones posteriores, como el uso de la pieza o el deterioro natural. A veces, es extremadamente complicado distinguir entre ambos. En estos casos, la regla debe ser la precaución y la lógica elemental: los retoques o las huellas de uso sólo pueden ser definidos como tales cuando hay pruebas claras de ello y no por razones subjetivas.

La descripción será la misma en todos los casos, y se aplicará tanto a las descripciones de los lascados obtenidos por percusión como a los obtenidos por presión.

Los atributos utilizados para describir un retoque deberían poder abarcar todo tipo de posibilidades.[3]​ De este modo, en diferentes combinaciones permitirán la clasificación de los utensilios de cualquier cultura o etapa en la que se emplee piedra tallada. La profundidad del análisis depende de los medios de que se disponga y debe, además, tenerse en cuenta que algunas combinaciones de características son incompatibles, por ejemplo retoque invasor (extensión) y retoque abrupto (ángulo) nunca pueden ir juntos.

Para una perfecta descripción de la pieza es necesario tocar siete características diferentes (orientación, localización, distribución, delineación, extensión, ángulo y morfología), así como sus posibles variaciones:

Se refiere a la posición que ocupa el retoque respecto a las partes de la lasca, desde el punto de vista tecnológico, es decir, teniendo en cuenta sus caras:

Se refiere a la posición que ocupa el retoque respecto a las partes de la lasca, desde el punto de vista tecnológico, es decir, teniendo en cuenta sus bordes al estudiar la lasca con la cara dorsal hacia arriba y el talón hacia nosotros:

Se refiere a cómo se reparten los retoques a lo largo de un borde. Pueden combinarse varios tipos de delineación en una misma pieza, ya que los bordes pueden tener diferentes tipos de retoque.

Es una forma de describir el contorno de un borde retocado

Como se acaba de indicar, para diferenciar un retoque cóncavo de una muesca se emplea un convencionalismo tipológico y es que la muesca esté delimitada en sus dos extremos por sendos vértices o ángulos claros. La utilización combinada de muescas puede dar a variaciones muy concretas como el borde denticulado o festoneado típico del Paleolítico Inferior y Medio; también el borde en sierra propio de los dientes o elementos de una hoz del Neolítico, al enfrentar dos muescas en la base de un útil se puede crear un pedúnculo o lengüeta de enmangue, etc.

Se refiere a las proporciones de los lascados en relación a las caras de la pieza retocada. Lo más sencillo es referirse al retoque marginal, cuando los lascados apenas afectan al borde o filo de la lasca-soporte, y de retoque profundo, cuando el borde es alterado considerablemente. Aparte de esta simple distinción, la extensión del retoque puede ser:

Se mide el ángulo formado por el filo creado por el retoque, se puede proporcionar el dato en unidades angulares o separar los retoques en las siguientes categorías:[4]

Se refiere básicamente a la forma de los negativos de lascado, es un atributo que fue definido por François Bordes en los años 1960, proponiendo las siguientes variables:[5]

Algunas técnicas de retoque (en el sentido amplio del término) dejan cicatrices características y su correspondiente subproducto o desecho; este aspecto merece un tratamiento especial, aparte, dentro de la tecnología de la piedra tallada.

Ciertas lascas retocadas tienen una silueta particular que es, por sí misma, suficiente para caracterizar la técnica utilizada. Por ejemplo, como se explica más arriba, el negativo de lascado escaleriforme del retoque “tipo Quina” tiene, generalmente, forma de abanico, con un borde distal reflejado muy saliente y fácilmente reconocible.

Este no es el caso de la famosa técnica del microburil, conocida desde 1875 y sobre la que se han escrito miles de páginas. Esta técnica especial, muy extendida, consiste en colocar una lasca o una hoja sobre un yunque con una arista angulosa y, con un pequeño percutor, dar golpecitos en el borde para ir creando una muesca hasta que se produce una fractura espontánea. Así se trocea la lasca o la hoja, obteniendo fragmentos que servirán de soporte a diversos utensilios, generalmente microlitos geométricos.

Consiste en la extracción de un fragmento estrecho y alargado, llamado «viruta de buril», por presión o por percusión de un borde o de una línea de preparación (truncadura) que actúa como plataforma de percusión. Por este sistema se consiguen un o varios paños de buril. A pesar de la sencillez del concepto, la combinación de posibilidades es innumerable, ya que es factible dar el golpe en cualquier posición. Cuando un buril pierde el filo debido al uso, suele reavivarse con otro golpe de buril. El reavivado por uno o varios golpes de buril sólo puede ser comprobado por medio de reconstrucciones o por la presencia de huellas de uso.

Hay ciertos tipos especiales de buril, durante el Paleolítico Superior de Europa occidental, que aparecen y tienen una vida tan corta, que permiten caracterizar ciertos periodos (por ejemplo, «buril de busqué», «buril de Noailles», «buril en pico de loro»...).

La idea de que un buril no es más que un utensilio, y que las virutas son desechos, ha quedado obsoleta. El uso de esta técnica no implica, necesariamente, la manufactura de un útil, ya que se ha observado que, en ciertos casos, los buriles eran, en realidad, núcleos. Por otro lado, la viruta de un buril puede ser retocada para aprovecharla como utensilio, por ejemplo hojitas de dorso.

http://www.irit.fr/arkeotek/ebooks/TechnologiePierreTaillee.pdf (enlace roto disponible en Internet Archive; véase el historial, la primera versión y la última).



Escribe un comentario o lo que quieras sobre Retoque lítico (directo, no tienes que registrarte)


Comentarios
(de más nuevos a más antiguos)


Aún no hay comentarios, ¡deja el primero!