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Rock mexicano



Los términos rock mexicano, rock de México o rock hecho en México se refieren a una gran diversidad de ritmos, estilos, escuelas, generaciones y movimientos musicales que fusionan géneros diversos como rock and roll, punk, metal, ska, reggae, blues rock, rock progresivo, jazz rock, pop rock, punk rock, new wave, garage rock, ska punk, rock psicodélico, hard rock y heavy metal, entre otros estilos musicales. Existen artistas y agrupaciones en ese país que fusionan ritmos latinos como la cumbia o la salsa así como mexicanos tradicionales como el huapango, el mariachi y la norteña. Cronológicamente, el comienzo del rock mexicano se ubica a mediados de los años 50.[1][2]

El rock mexicano no solo se limita a lo musical, sino que también ha tenido expresiones transdisciplinarias, principalmente en el cine con directores como Sergio García Michel, Paul Leduc, Alberto Cortés y Alonso Ruiz-Palacios. En la literatura, escritores como José Agustín, Parménides García Saldaña, Carlos Monsiváis, Xavier Velasco y Juan Villoro, entre otros, han incluido el contexto del rock mexicano en sus obras. Por parte de la poesía, el movimiento rupestre fue cercano al infrarrealismo encabezado por Roberto Bolaño, Mario Santiago Papasquiaro y José Vicente Anaya, entre otros. De igual forma, el rock mexicano ha contado con expresión en el baile, por ejemplo, con en el baile trisolero.

Aunque la mayoría de composiciones musicales y grupos han sido creación de mexicanos de nacimiento, es indudable la aportación que han hecho músicos extranjeros que han realizado toda su carrera o parte de ella en el país latinoamericano. Como ejemplos se pueden mencionar al argentino-mexicano Alejandro Marcovich (exguitarrista de Caifanes), al estadounidense-mexicano Randy Ebright (baterista de Molotov), a la cantante chilena Mon Laferte, y los cubanos-mexicanos José Fors (vocalista de Cuca) y Porfirio Pendás Piro (vocalista de Ritmo Peligroso), entre muchos otros.

De igual forma, es importante mencionar a músicos mexicanos que han migrado a otros países y logrado reconocimiento fuera de México. Ejemplos son Carlos Santana, Fito de la Parra (baterista de Canned Heat), Rodrigo y Gabriela, Hocico y María Gara, mejor conocida en España como Alaska. Asimismo, en Estados Unidos han surgido diversas personalidades de ascendencia mexicana como Ritchie Valens, Lalo Guerrero, Sixto Rodríguez Sugarman, Zack de la Rocha (vocalista de Rage Against The Machine) y Cedric Bixler-Zavala (vocalista de The Mars Volta), además de agrupaciones como Los Lobos, Brujería o Chicano Batman, entre otras.

Tras la victoria de los Aliados en la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos se colocó como la principal potencia económica, militar y cultural en el mundo occidental, por lo que al compartir una frontera de más de tres mil kilómetros con este país, México se vio fuertemente influenciado por el estilo de vida americano,[3]​ especialmente entre las clases medias y altas de las urbes.

Los productos culturales estadounidenses, tales como películas, libros y canciones, se volvieron populares en un México que entonces tenía su propia industria cultural, encabezada principalmente por la época de oro del cine mexicano que lo mismo llevaba al estrellato a actores de la talla de Pedro Armendáriz y María Félix, así como músicos como Agustín Lara, José Alfredo Jiménez o Toña La Negra, entre muchos otros. Sin embargo, hacia finales de la década de los cuarenta, el cine realizado en México comenzó una decadencia,[4]​ tanto en número de producciones anuales como en la calidad de las mismas, que continuó durante los cincuenta.

En ese contexto se dio el arribo del rock a través del cine. El martes 2 de agosto de 1955, el Cine Roble (ubicado en Paseo de la Reforma, en la Ciudad de México) abrió sus puertas a Semilla de maldad de Richard Brooks.[5]​ La película fue un éxito y permitió la llegada de más filmes protagonizados por muchachos vestidos con chamarras de cuero y copetes engomados, y jovencitas con faldas a la pantorrilla y peinados de cola de caballo en historias sobre pandillas juveniles que bailaban a ritmo de rock and roll.

El punto culminante de este tipo de cinematografía llegó dos años después, cuando a mediados de julio de 1957 se estrenó Rebelde sin causa, del director Nicholas Ray y protagonizada por James Dean.[6]​ Inicialmente se proyectó en el Cine Alameda, pero el éxito fue tal que los cines Ópera, Bucareli y Ritz, entre otros recintos de la capital, también le dieron lugar en su cartelera.

La gran figura musical en México durante los cincuenta fue Pedro Infante. Así lo demuestran sus éxitos constantes en las listas de popularidad desde “La que se fue” en 1951 hasta “No me platiques” en 1956, un año antes de su muerte. En total colocó 17 canciones en los primeros diez lugares del hit parade entre 1949 y 1956.[7]

José Alfredo Jiménez fue la otra gran figura, tanto a nivel de interpretación como de composición. El músico oriundo de Guanajuato colocó 10 canciones entre las más gustadas del público entre 1950 y 1959.[7]

Otros músicos, tanto intérpretes como compositores, que gozaban de popularidad entonces eran: Lola Beltrán, Lucho Gatica, Chava Flores, Miguel Aceves Mejía, Beny Moré, Los Panchos, Consuelo Velásquez, Álvaro Carrillo, Los Tres Ases y Roberto Cantoral.

En cuanto a géneros musicales, los dominantes en el gusto del público eran el bolero, la balada ranchera, la ranchera y el mariachi. De igual forma, durante los cincuenta llegaron géneros nuevos como el mambo, impulsado por Dámaso Pérez Prado con una gran aceptación entre la juventud mexicana de principios de los años 50s, el chachachá e incluso el tango seguía siendo del gusto del público mexicano.

Si bien el rock and roll llegó a través del cine en 1955 y se arraigó entre los jóvenes de inmediato, esto no se vio reflejado en la lista de popularidad de ese año. Las diez canciones más gustadas entonces fueron:

La primera canción de rock and roll en colocarse en el hit parade mexicano fue «Rock around the clock» de Bill Halley and His Comets. A pesar de que fue estrenada en Estados Unidos en 1955, en México no logró popularidad sino hasta enero de 1957, en gran medida debido al estreno ese mismo mes de la película del mismo nombre dirigida por Fred F. Sears.[9]

Es imposible establecer quién fue el primer músico mexicano en interpretar y componer rock and roll en México. Las reversiones de éxitos estadounidenses en voz e instrumentos de músicos nóveles o aficionados pulularon en tardeadas (fiestas), festivales y pequeños conciertos improvisados por las principales ciudades del país.

En cuanto a músicos profesionales, los primeros de los que se tiene registro en componer piezas originales de rock son Pablo Beltrán Ruiz[cita requerida] y su orquesta con «Mexican rock and roll», «Rico rock and roll« y «A ritmo de rock and roll», las cuales fueron editadas a mediados de 1956 y contaban con la característica principal de que no tenían letra, a excepción del título que era cantado a coro. Si bien de estas canciones la única que alcanzó cierto éxito fue la primera, sirvieron de invitación para que otros músicos probaran con el nuevo ritmo: Juan García Esquivel, Luis Márquez, Chucho Hernández, Cuco Valtierra y Lupe López, entre otros.[10]

Aurora Román tuvo una presentación radiofónica en septiembre de 1956 donde cantó «Príncipe azul» y «Meciéndose todo el día». A diferencia de las composiciones de Pablo Beltrán y compañía, las de Román eran canciones con letra más desarrollada y además eran en español.[11]

Sin embargo, la que popular e históricamente se reconoce como pionera, incluso es conocida como la inquietante reina del rock and roll en México, es la chicana Gloria Ríos, quien grabó «El relojito» (versión de «Rock around the clock») y «La mecedora».[12]​ Además, llevó estos números musicales a la película La locura del rock and roll y a un espectáculo que presentaba en centros nocturnos como Mar y Cel, Río Rosa y el Teatro Iris, en la Ciudad de México.[13]

No pasó mucho tiempo para que distintas radiodifusoras aprovecharan el éxito del rock and roll. Por ejemplo, la XEQ comenzó a emitir un programa llamado Chachachá contra rock and roll. De igual forma, los productores de cine imitaron a sus colegas estadounidenses y en 1956 se estrenó la película Juventud desenfrenada. La euforia por el rock había estallado y los empresarios de la industria cultural mexicana no lo iban a desaprovechar.

Antes de que el rock and roll llegara oficialmente a México a través de las películas antes mencionadas, el cine mismo expuso esta música al público mexicano por medio de la comedia. En 1950, Cantinflas protagonizó la cinta El portero, en la que se incluye una escena en la que un grupo de mariachis interpreta un swing mientras Cantinflas baila con una joven estadounidense en el Salón Tenampa.[14]

En 1957 ocurrió otro hecho curioso. El productor de cine Guillermo Calderón invitó a Agustín Lara, Pedro Vargas y Luis Aguilar a protagonizar su nueva cinta, Los chiflados del rock and roll. La cinta se estrenó en medio del escándalo inventado por el periodista Federico de León sobre unas presuntas declaraciones de Elvis Presley en las que aseguraba prefería casarse con tres negras que con una mexicana, hecho que nunca ocurrió y fue desmentido por el propio Presley.[15][16]​ Sumado a esto, parte del público y críticos consideraron indigno que figuras de la talla del flaco de oro se “rebajaran” a bailar rock and roll, tal como sucedía en una escena de la cinta.[17]​ Una publicación incluso llegó a asegurar: “Razón de $$ tuvo Agustín Lara para descender al rock and roll”.[18]

Como demuestra lo anterior, el rock and roll era visto como una moda pasajera y como música carente de valor artístico. Así que una de las formas en las que el público mexicano se pudo acercar a este movimiento musical fue a través de los humoristas que interpretaban números rocanroleros.

El músico chicano Lalo Guerrero fue uno de los primeros músicos en componer canciones que mostraban con humor el choque cultural que el rock and roll causaba en un país como México con “Elvis Pérez”. Eulalio González El Piporro también siguió esta línea con «Ojos de Pancha». Gaspar Enaine Capulina y Los Trincas grabaron piezas como “Boogie de Beethoven”. En 1958, Manuel El Loco Valdés interpretó su famosa versión de «Médico brujo» original de Dave Seville para la película Dos fantasmas y una muchacha, mientras que su hermano, Tin Tan, hizo lo propio bailando swing en diversos filmes a la par que reversionó canciones de The Beatles como «Quiero rascarme aquí», cover a «I want to hold your hand»).

Un grupo que expuso la unión de humor y rock and roll fueron Los Xochimilcas. Lanzaron canciones como «Xochimilca’s rock», «Rock rollin rock» e incluso hicieron covers a The Beatles con canciones como «Chilorius» («She loves you»).

Todos los músicos mencionados hasta el momento compartían una característica: no eran adolescentes.[cita requerida] A pesar de que el rock and roll era un estilo que gustaba sobre todo a los más jóvenes de la población, no todos los pioneros en México eran músicos y artistas que ya tenían una trayectoria y estaban muy alejados de la adolescencia. También existieron incontables conjuntos amateur integrados por adolescentes que tocaban rock and roll en escuelas y fiestas. Solo faltaba que uno diera el salto a los grandes medios de comunicación para que los exponentes de este movimiento fueran realmente jóvenes. Dicho momento llegó una noche sabatina de mayo de 1958, cuando el programa La hora internacional del aficionado del Canal 2 presentó a Pepe y sus Locos del Ritmo,[19]​ grupo que posteriormente alcanzaría el segundo lugar en un concurso del programa Original Amateur Hour conducido por Ted Mack en Estados Unidos.[20]​ En 1956 ya se habían presentado Los Espontáneos (integrados por Sergio Martell, futuro pianista de Los Teen Tops, y Roberto Figueroa) en el programa Teleclub deportivo,[21]​ si bien Los Locos del Ritmo prosiguieron presentaciones con mayor constancia. Además gozaban del apoyo de Luis Rodríguez Palillo y sus famosos porristas universitarios.

La otra razón por la que el rock and roll interpretado por jóvenes despuntó fueron los contratos con las disqueras. Discos Orfeón apoyó a grupos recomendados por Paco de la Barrera y CBS contrató a los conjuntos en los que Jesús Hinojosa depositaba su confianza, entre los que se encontraban Los Teen Tops, quienes grabaron «La plaga» y «El rock de la cárcel», canciones que ascendieron rápidamente en las listas de popularidad en 1960.[22]​ El éxito de Los Teen Tops fue tal que llegaron a sonar en Sudamérica y España.

Ese mismo año, «Hiedra venenosa» de Los Rebeldes del Rock protagonizó las listas de popularidad. Con esto se abrió la puerta por completo a una generación de músicos jóvenes que integraban grupos como los mencionados Pepe y sus Locos del Ritmo, Los Teen Tops y Los Rebeldes del Rock. Otros grupos que se sumaron a la oleada fueron Los Black Jeans (posteriormente Los Camisas Negras), Los Sinners, Los Jockers, Los Hooligans, Los Spitfires y Los Crazy Boys, por mencionar algunos. A pesar de obstáculos como el machismo y los roles de género prevalecientes en la época, fueron exitosos diversos grupos formados por mujeres, siendo las pioneras Las Mary Jets así como Las 4YT, Las Chic's, Martha y Los Ventura, las Hermanas Jiménez y las Hermanas Navarro, estas últimas muy conocidas por aparecer en el programa de televisión Cómicos y Canciones de Viruta y Capulina. [12]

Entre las agrupaciones surgidas en otras ciudades mexicanas se pueden destacar: en Agua Prieta, Sonora Los Apson y Frankie y los Matadores; en Guadalajara, Los Gibson Boys y Los Frenéticos; en Monterrey, Los Rockets; en Morelia, La Gran Familia; en Puebla, Los Blue Jeans y Los Demonios; en Cuernavaca, Los Rollys Kings y Los Chicos del Rock; en Reynosa, Los Blue Angels (posteriormente rebautizados como Los Yaki) y Los Coopers; y en Tijuana, Los Rockin Devils y Los TJ’s.[23]​ A excepción de Los Gibson Boys, Los Yaki, Los Apson, Los Rockin Devils y Los TJ’s, las demás agrupaciones no alcanzaron reconocimiento nacional, pero demostraron el alcance que el rock and roll tenía fuera de la Ciudad de México.

Si bien gran parte de los éxitos de los conjuntos mexicanos eran reversiones de grupos estadounidenses, no tardaron en surgir piezas originales, tales como la balada «Tus ojos» de Rafael Acosta (Los Locos del Ritmo), «Yo no soy un rebelde» de Chucho González (Los Rebeldes del Rock) y «Vuelve primavera» de René Ferrer (Los Blue Caps). De igual forma, ante las críticas por tratarse de un estilo de música extranjero, pronto las agrupaciones comenzaron a mexicanizar el rock and roll realizando covers de canciones como «La cucaracha», tal es el caso de Los Locos del Ritmo. De estos últimos su compositor y cantante, Toño de la Villa, murió prematuramente el 5 de mayo de 1962 a la edad de 22 años a causa de un cáncer de garganta.[24]

Antes de finalizar la época dorada del rock and roll mexicano surgió una nueva generación de músicos que ya no solo se inspiraron en grupos internacionales como Bill Halley and His Comets o Elvis Presley, e incluso en nuevas propuestas como The Beatles o The Doors, sino que también vieron a Los Locos del Ritmo, Los Teen Tops y Los Rebeldes del Rock, entre otras bandas, en la televisión y los escucharon en las estaciones de radio.[25]​ Algunas agrupaciones que se pueden mencionar son Los Yaki (lidereados por un carismático vocalista llamado Benny Ibarra), Los Ovnis y Los Tepetatles. El caso de Los Tepetatles es único y dejaron una huella importante, pero su reconocimiento solo fue creciendo con el paso del tiempo. El grupo nació por encargo de la estrella del cine mexicano Ernesto Alonso, quien en 1965 también era dueño del centro nocturno llamado El Quid, en la colonia Condesa de la Ciudad de México. La persona encomendada para formar la banda fue el cineasta Alfonso Arau (también padre de Sergio Arau, futuro guitarrista de Botellita de Jerez) y alineó a un auténtico supergrupo: el propio Arau tomó el rol de vocalista, Marcos Lizama en la guitarra, Marco Polo Tena en el bajo (integrante de Los Rebeldes del Rock), Julián Bert en teclados y dirección musical y José Luis Martínez El Bayoye en la batería. Sin embargo, su novedad radicó en que se trataba de un grupo transdisciplinario que sumó a los pintores José Luis Cuevas y Vicente Rojo en la escenografía y vestuario y al escritor Carlos Monsiváis para las letras. El resultado fue un conjunto musical-teatral que parodiaba a The Beatles con música y letras originales influenciadas por el arte pop y con una dosis importante de humor. El espectáculo teatral tomó el nombre de Triunfo y aplastamiento del mundo moderno con un gran riesgo de Arau y mucho ruido (el cual, por cierto, no fue de agrado de Ernesto Alonso, pero sí del público) y también se grabó un LP con el nombre de Arau a go go, el cual actualmente es considerado un artículo de culto, que incluso puede superar los 10 mil pesos mexicanos (más de 700 USD). Los Tepetatles también tuvieron una participación en la película Jóvenes de la zona rosa de Alfredo Zacarías.[26][27][28]

Manolo Muñoz fue el primer vocalista en probar suerte en solitario al abandonar a Los Gibson Boys.[29]​ Para 1962, muchos de los grupos que habían ascendido se quedaron sin su vocalista original: Enrique Guzmán dejó Los Teen Tops, César Costa abandonó a Los Black Jeans, Ricardo Roca a Los Hooligans, Paco Cañedo a Los Boopers, Luis Vivi Hernández a Los Crazy Boys y Julissa a Los Spitfires.[30]​ Johnny Laboriel dejó a Los Rebeldes del Rock un año después.

Por su parte, también surgieron cantantes que ganaron reconocimiento sin haber sido parte de un grupo como Angélica María y Alberto Vázquez. De entre las mujeres solistas que destacaron en el rock and roll se encuentran Mayté Gaos, Ella Laboriel, Emily Cranz, Leda Moreno, Olivia Molina, María Eugenia Rubio, Nina Mar, Queta Garay, Pyly Gaos y Vianey Valdez.[12]

La suma de rock and roll y cine había demostrado su potencial comercial desde 1956. Así que las compañías disqueras y productoras de cine se beneficiaron de la salida de los vocalistas de grupos de rock and roll al llevar su fama también al medio fílmico.

Las películas a veces trataban temas atribuidos a la juventud, como peleas entre pandillas, rebeldía contra los padres o formación de grupos musicales. En otras ocasiones solo eran comedias o dramas protagonizados por cantantes como Enrique Guzmán, Angélica María, Julissa o César Costa e incluían números musicales dentro de las historias. Cabe destacar que en numerosas cintas, los cantantes de rock mexicano compartieron escenario con figuras encumbradas del cine como Arturo de Córdova, Marga López, Javier Solís, Fernando Soler y Germán Valdez Tin Tan, entre otros.

Los dos directores de cine que destacan por su trabajo detrás de la cámara en cintas relacionadas con rock mexicano son Julián Soler (Jóvenes y rebeldes, La juventud se impone y La edad de la violencia) y Miguel M. Delgado (Twist, locura de la juventud y Mi vida es una canción).

A continuación se presentan algunas cintas representativas de esta época:

El punto nodal que ayudó a definir la era dorada del rock and roll mexicano son los sencillos que encontraron difusión en las estaciones de radio, y es en los Top Ten anuales donde mejor se puede visualizar su popularidad. Tomando esto como base, dicha época dorada del rock and roll mexicano se ubica entre 1960 y 1967, siendo 1963 el año en que el rock and roll mexicano dominó el Top Ten anual con ocho canciones.

Destacan también los años de 1961, 1962 y 1963 por tener como canción más popular una de rock, "Agujetas de color de rosa" de Los Hooligans, "Multiplicando" de Fabricio y "Cosas" de Óscar Madrigal, respectivamente.[cita requerida]

En cuanto a número de canciones colocadas en estas listas de popularidad, cabe resaltar a Los Hermanos Carrión con cuatro: "Rosas rojas", "Magia blanca", "Las cerezas" y "Lanza tus penas al viento", y a Los Teen Tops, Los Hooligans, Los Locos del Ritmo y César Costa con tres.

A continuación se presenta una serie de cuadros con los éxitos más sobresalientes de rock mexicano entre 1960 y 1967 en estaciones de radio de la Ciudad de México.[38]

El éxito comercial del rock and roll fue tal que las compañías radiodifusoras no desaprovecharon el momento ni la oportunidad y surgieron estaciones especializadas en el género en el dial de la Ciudad de México. Entre ellas se encontraron:[cita requerida]

En cuanto a la televisión, es notable la aportación del programa Orfeón a go go transmitido por Telesistema Mexicano.

Al igual que en Estados Unidos, a mediados de la década de los sesenta el rock and roll dejó de lado los temas bailables y se apoyó en la psicodelia, el jazz, la revolución sexual, el movimiento hippie y el blues para conformarse como una expresión contracultural y dar origen a un rock mucho más experimental, en algunos casos, y de sonido más pesado, en otros. En México, uno de los primeros representantes de esta corriente es el guitarrista oriundo de Tijuana, Baja California, Javier Bátiz.[39]

Dentro de la carrera de Bátiz se encuentra un fugaz relevo a Johnny Laboriel en Los Rebeldes del Rock en 1963 y su paso por Los TJ’s. Sin embargo, es más conocido por su carrera como solista. En lo respectivo a su biografía, amplio ha sido el debate sobre si de verdad le enseñó a tocar la guitarra a Carlos Santana o solo fue una influencia más para el guitarrista jalisciense.[40][41]

Durante el segundo lustro de los sesenta, la Ciudad de México, Guadalajara, Monterrey y Tijuana se establecieron como las cunas de las principales bandas de rock. A este nuevo rock se le ha conocido como onda chicana, sin embargo, los músicos eran mexicanos que vivían en México, solo que muchas de las letras de sus canciones eran en inglés. El término onda chicana nace de la suma de dos palabras que tomaron importancia en aquella época.

Por onda, el escritor José Agustín define:

Mientras que por chicano el escritor Parménides García Saldaña apunta:

Esos [jóvenes] que oscilan entre el inglés y el español, you know, cuya afinidad con los jóvenes mexicanos es la falta de identificación con el español.[42]

Cabe resaltar que García Saldaña se refiere solo a jóvenes mexicanos que viven en México y adoptan formas de expresión estadounidenses. Ya que el movimiento chicano popularizado en la década de los sesenta en Estados Unidos por activistas como César Chávez, adoptó el término chicano con orgullo y como una forma de distinguirse de la sociedad estadounidense y conceptos impuestos por esta como el de mexico-americano.[43]

En cuanto a las agrupaciones que surgieron durante este periodo pueden destacarse las siguientes:

En Tijuana, Baja California:

no te vayan a rapar.

En la era del Acuario

nadie te entenderá.

Porque sé que si tú regresas

no vas a predicar.

Nomás de ver tus pelos

la gente se va a asustar

Esta letra causó tal revuelo que fue prohibida en la radio, pero solo su versión en español, ya que la versión en inglés, que decía lo mismo, se siguió emitiendo.[46]

En Monterrey, Nuevo León:

En Guadalajara, Jalisco:

En la Ciudad de México:

Parménides García Saldaña no se equivocó. Three Souls in My Mind se convirtió en una de las bandas más recurrentes en las tocadas de los hoyos funkies durante los setenta y a mediados de los ochenta. Después Alex Lora continuó su camino con El Tri y Charlie Hauptvogel con Three Souls in My Mind. Ambos músicos celebraron sus 50 años de trayectoria en 2018.[59][60]

Un caso curioso es el de Dug Dug’s, banda que inicialmente tenía el nombre de Xippos Rock. Este conjunto comandado por Armando Nava es oriundo de Durango, Durango (su nombre es una contracción de su localidad), pero después se trasladaron a Tijuana y en 1965 migraron a la Ciudad de México. Llegaron con el pie derecho a la capital, ya que en 1967 musicalizaron la película Cinco de chocolate y uno de fresa, protagonizada por Angélica María y con guion del escritor José Agustín, posteriormente participaron en el Festival de Rock y Ruedas de Avándaro, y durante la década de los setenta mantuvieron su carrera dentro del rock tocando en hoyos funkies. Su mayor éxito: Lost in my world.

Otro caso interesante es el de Kaleidoscope. Este quinteto formado en California, Estados Unidos, de mayoría de puertorriqueños grabó su único LP en Santo Domingo y después fue distribuido por Orfeón, sin embargo, su carrera musical (1967-1970) transcurrió en México. Vivieron en la Ciudad de México y Cuernavaca, Morelos. Son recordados por sus canciones influenciadas por la psicodelia.[61]

Al igual que en otros países del mundo, México no fue ajeno a los cambios políticos, sociales y culturales ocurridos durante los sesenta. Los artistas jóvenes mexicanos rompieron con estructuras impuestas por sus antecesores en diferentes disciplinas y de alguna u otra forma tuvieron roces con el rock.

Mientras México se preparaba para recibir las Olimpiadas de 1968, lo que inició como una pelea entre estudiantes de bachillerato en la Ciudad de México se terminó convirtiendo en un movimiento estudiantil y social que definió la segunda mitad del siglo XX en el país.[69][70][71]

Los gritos y las pancartas en las diferentes marchas, mítines y manifestaciones públicas rezaban Únete, pueblo y en general el movimiento obtuvo el apoyo de profesores (incluso una de las marchas fue encabezada por el rector de la UNAM, Javier Barros Sierra),[72]​ sectores obreros, intelectuales y población general. Los artistas no fueron indiferentes al movimiento. Los músicos antes mencionados, Judith Reyes, Amparo Ochoa, Los Nakos y Óscar Chávez jugaron un papel importante participando activamente en el movimiento. En cuanto a los músicos de rock mexicano, estos no jugaron un papel protagonista ni componiendo canciones ni participando en las movilizaciones. De hecho, la respuesta musical desde el rock fue discreta. El grupo Pop Music Team lidereadp por Jorge Berry, compuso la canción «Tlatelolco», incluida en el álbum Society is a shit de 1969, un año después de la matanza y desaparición forzada del 2 de octubre de 1968, pero la canción fue censurada. Antorcha fue otro grupo que compuso canciones a partir del movimiento estudiantil, en especial Sodomáquina, que le dio título a un EP editado de manera independiente por el grupo hasta 1973.

El distrito de Haight-Ashbury en San Francisco, California, pasó a la historia como el epicentro del movimiento hippie durante los sesenta. Como resultado de la evolución de los beatnik, los jóvenes hippies estadounidenses practicaban una ideología pacifista (en especial contra la guerra de Vietnam), impulsaron la revolución sexual y la experimentación con drogas, además de importar filosofías y prácticas orientales a Estados Unidos, tales como el yoga y la música india.[73]

Gracias a la cercanía geográfica, los jóvenes mexicanos no tardaron en adoptar y adaptar el movimiento hippie, en especial en las ciudades fronterizas como Tijuana. Sirva de ejemplo la música y moda de bandas como Peace and Love o Love Army, cuyos nombres están claramente influenciados por el flower power. Además, en México se dio un movimiento de resignificación de las culturas originarias mexicanas, sobre todo de sus tradiciones relacionadas con el consumo de hongos alucinógenos o peyote.

El autor peruano-estadounidense Carlos Castaneda publicó en 1968 uno de los libros que más impacto causó dentro del movimiento hippie mexicano: Las enseñanzas de don Juan. En él, el autor cuenta en primera persona sus experiencias con el consumo de peyote, toloache y hongos de la mano de un chamán yaqui llamado Juan Matus en Sonora.

Otra figura de gran relevancia durante esta época fue María Sabina, chamana y curandera mazateca de Oaxaca. Su gran conocimiento sobre el uso de hongos alucinógenos en ritos ancestrales atrajo la atención de mexicanos y extranjeros, especialmente después de la publicación del artículo Seeking the Magic Mushroom del banquero Robert Gordon Wasson en la revista Life[74]​ que después extendió en el libro El hongo maravilloso: Teonanácatl Micolatría en Mesoamérica publicado en 1968. Albert Hoffman, creador del LSD, también visitó a la chamana el 11 de octubre de 1962.[75]​ Existen historias de otros artistas y figuras internacionales que visitaron a la chamana, sin embargo, no hay información fidedigna de que Aldous Huxley (autor de The Doors of Perception, libro del que The Doors tomó su nombre), John Lennon, Walt Disney, Alejandro Jodorowsky y Carlos Castaneda la hayan visitado, por lo que se consideran mitos urbanos.[76]

Los hippies fueron rechazados por la sociedad conservadora mexicana. Por ello, en La contracultura como protesta, Enrique Marroquín acuñó el término xipiteca[77]​ (José Agustín lo popularizó escrito con j, jipiteca) para nombrar a un movimiento con sus características propias y que se encontró con el machismo y la xenofobia de la sociedad mexicana. La vestimenta y, sobre todo, el cabello largo de los hombres eran considerados femeninos, por lo que los xipitecas eran sometidos a cortes de cabello a la fuerza por parte de la policía, además de ser golpeados y extorsionados. Incluso en la cárcel de Lecumberri en la Ciudad de México se dedicó la crujía F para estos jóvenes que eran culpados por “delitos contra la salud” cuando eran detenidos en posesión de drogas.[78]

A pesar de todo esto, no cabe duda de que el hito más importante de este movimiento es el Festival de Rock y Ruedas de Avándaro del que se hablará más adelante.

La vecindad con Estados Unidos permitió que México fuera destino para roqueros internacionales, aunque no siempre fue para dar conciertos. Por ejemplo, Bill Halley se mudó a México en 1961, hecho que no fue desaprovechado por Orfeón para firmarlo y grabar éxitos como “Florida twist”[79]​ y para grabar películas como Jóvenes y rebeldes.

Sin embargo, el festival y los tres conciertos que ayudaron a dar forma al movimiento de rock en México en la segunda mitad de los sesenta fueron el Tijuana Pop Festival y los conciertos de The Animals, The Byrds y The Doors, aunque todos tuvieron altibajos.[cita requerida]

Un caso curioso es el del espectáculo teatral Hair, el cual solo tuvo una presentación en Acapulco, Guerrero, el viernes 3 de enero de 1969. Las autoridades prohibieron nuevas funciones a causa de las escenas de desnudo, por lo que 17 de los integrantes del staff fueron expulsados a sus países (entre los músicos mexicanos que participaron en el montaje se encontraban “Nono” Saldívar de Epílogo y Mayita Campos). Además, Alfredo Elías Calles, empresario que montó el espectáculo y nieto del expresidente Plutarco Elías Calles, fue bloqueado por el gobierno.[87][88]

El Festival de Woodstock se llevó a cabo en White Lake, en el estado de Nueva York en Estados Unidos del 15 al 18 de agosto de 1969 y ha pasado a la historia como uno de los festivales de música más importantes de la historia del rock internacional.[89][90][91]​ Entre las cabezas de cartel se encontraban Jimi Hendrix, Janis Joplin, The Who, Jefferson Airplane, Neil Young, Grateful Dead y Creedence Clearwater Revival, entre otros.

Fueron tres los músicos mexicanos o de origen mexicano que se presentaron en el festival:

La música cubana reinó en el dial radiofónico y en el gusto del público mexicano durante las décadas de los cuarenta y cincuenta.[99]​ Sin embargo, posterior al triunfo de la revolución cubana comandada por Fidel Castro, Estados Unidos inició un proceso de bloqueo comercial contra la isla en 1960. Si bien México mantuvo sus relaciones diplomáticas con Cuba, el contexto del bloqueo económico, la Guerra Fría y las crisis al interior de Cuba, provocaron que poco a poco llegaran menos músicos y ritmos cubanos.

Su ausencia fue resentida por la programación radiofónica acostumbrada a programar ritmos bailables de origen caribeño. El rock and roll llenó a medias el hueco y otros músicos vieron la oportunidad de llenarlo. Ejemplo de esto es Toño Quirazco, pionero del ska en México.

En realidad, la iniciativa de grabar ska vino por parte de Rogelio Azcárraga, director artístico de discos Orfeón y quien también tuvo la visión de contratar grupos de rock and roll a finales de la década de los cincuenta.[100]

El resultado fue la grabación de dos discos: Jamaica ska de 1965 y Ska Vol. II de 1966. En su momento, el éxito del ska fue moderado, incluso gran parte de su difusión se dio por medio del programa de televisión Orfeón a go go, de la compañía discográfica en la que trabajaba Quirazco.[101][102][103]​ Fuera de él no hubo más músicos que replicaran el ritmo. El rescate y resignificación de su música llegó hasta finales de la década de los noventa con la proliferación de grupos de ska.

Por otro lado, la música colombiana llegó a México desde la década de los cuarenta gracias a la trashumancia del músico originario de Barranquilla, Luis Carlos Meyer, quien llegó a vivir a México en 1943.[104]​ Meyer entró a la Orquesta de Rafael de Paz y comenzó un proceso de introducción de elementos de la música colombiana en los boleros interpretados por la orquesta. Posteriormente, en los cincuenta llegó el porro colombiano con canciones como “La múcura” de Toño Fuentes (1950) y «Mi cafetal», de autoría del músico colombiano Crescencio Salcedo, interpretada por el mexicano Tony Camargo (1952).[105]​ Todo esto abrió el camino para el género que llegó a mediados de los sesenta y se arraigaría definitivamente en el gusto del público mexicano: la cumbia.

La música tamaulipeca Carmen Rivero importó desde Colombia «La pollera colorá», una canción original de Wilson Choperena y Juan Madera que comenzó a tocarse en 1960. La mexicana la conoció en un viaje a Colombia y en su regresó a México la montó en una orquesta que ella comandaba. El resultado fue la primera cumbia exitosa en el país, incluso se colocó en el top 10 anual de 1965.[106]​ Desde entonces, Rivero se especializó en grabar cumbias.

El rock y la cumbia fueron más que solo estilos musicales sucedáneos gracias a las innovaciones y mezclas de artistas como Mike Laure. El jalisciense inició su carrera en 1958 en el grupo de rock and roll Los Cometas, sin embargo, durante los sesenta viró hacía la cumbia, pero no resultaba una reinterpretación al calce del estilo colombiano, sino que incorporó instrumentos del conjunto de rock (guitarra eléctrica, saxofón y batería) a la cumbia.[107]

A menos de tres años de la matanza, tortura y desaparición forzada de estudiantes y jóvenes de Tlatelolco, ocurrió otra matanza contra estudiantes en la Ciudad de México. En esa ocasión, alumnos de la UNAM, IPN y otras universidades de la capital, marcharon en apoyo a compañeros de la Universidad Autónoma de Nuevo León, que protestaba por la reducción de presupuestos impuesta por el gobierno del estado, como respuesta a su nueva ley orgánica de 1970.

Los estudiantes capitalinos se organizaron para marchar desde el Casco de Santo Tomás el 10 de junio de 1971. Sin embargo, la protesta fue detenida por los ataques de un grupo paramilitar conocido como Los Halcones. El resultado fue de 120 estudiantes asesinados, además de periodistas, transeúntes y vecinos que fueron agredidos y torturados.[109][110]

En este contexto de descontento social y represión armada contra las manifestaciones políticas juveniles, el 11 y 12 de septiembre de 1971 ocurrió un evento musical que alcanzó importancia y cobertura nacional, además de convertirse en un hito en la historia del rock mexicano: el Festival de Rock y Ruedas de Avándaro.

Avándaro, como se le conoce comúnmente a este festival realizado en Valle de Bravo, Estado de México, ha sido comparado con el Festival de Woodstock gracias a sus repercusiones culturales, musicales, sociales e incluso políticas.[111]​ Participaron 16 grupos musicales, contó con el apoyo de Telesistema Mexicano, fue transmitido en vivo por Radio Juventud, Coca-Cola lo patrocinó, tuvo gran cobertura de la prensa, en especial del periódico Excélsior, y hubo despliegue fílmico. En suma, se convirtió rápidamente en un hecho que llamó la atención de jipitecas, rockeros, periodistas y la sociedad en general.

El Circuito Avándaro era una carrera automovilística que se realizaba cada año en Valle de Bravo. Sin embargo, su última edición se celebró en 1969 a causa de la muerte del piloto mexicano Moisés Solana en un accidente. En 1971, Eduardo y Adolfo López Negrete, propietarios del terreno donde se realizaba la carrera y de la empresa Promotora Go, y Justino Compeán, ejecutivo de la agencia de publicidad McCann-Erickson y quien llevaba la cuenta de Coca-Cola en México, tuvieron la idea de revivir la carrera, pero quisieron darle el ambiente de noche mexicana amenizada por grupos de rock mexicano.[112][113]

El primer enlace para conseguir a los grupos de rock fue Luis de Llano Macedo, hermano de Julissa e hijo del productor televisivo Luis de Llano Palmer, quien entonces producía la sección “La onda de Woodstock” perteneciente al programa Hoy domingo, conducido por Jacobo Zabludovsky y Silvia Pasquel en el canal 2 de Telesistema Mexicano. De hecho, cuando los hermanos Negrete y Compeán se acercaron a De Llano, “La onda de Woodstock” estaba comenzando a emitirse:

Antes de tener a las bandas, se armó el andamiaje mercadológico para que fuera un espectáculo rentable. Al llevar la cuenta de Coca-Cola en México, Compeán consiguió dicho patrocinio. También habló con Julio Velarde, director de ventas de Radio Juventud, con quien consiguió que el festival se transmitiera en vivo por la emisora a cambio de los derechos de autor.[113]​ Al final, se logró juntar un presupuesto de 40 mil pesos mexicanos para armar el cartel.

Cabe resaltar que también entre los acuerdos con el presidente municipal de Valle de Bravo, Juan Montes de Oca, se estableció que la venta de bebidas alcohólicas solo sería acompañada por alimentos.[114]​ Así, los organizadores ya contaban con el aval de las autoridades y el apoyo económico.[113]

Antes de llegar a las bandas, De Llano contactó con Armando Molina, líder de La Máquina del Sonido y copropietario con Waldo Tena de la promotora musical ArTe,[115]​ y fue a quien se le encargó conseguir a las dos atracciones principales del rock mexicano del momento para el cartel: Javier Bátiz y La Revolución de Emiliano Zapata. Pero Javier Bátiz pidió como pago el total del presupuesto, y al no ser aceptada su petición decidió no participar. Por su parte, La Revolución de Emiliano Zapata tenía agendada para la misma fecha otro concierto que no pudieron cancelar, así que Molina y los organizadores tuvieron que empezar de cero.[113]

Poco a poco saltaron nombres de bandas para integrar el cartel con el mismo presupuesto, inicialmente Peace and Love y El Ritual, después consiguieron a Tequila y Epílogo, hasta que Luis de Llano propuso hacerlo un festival y conseguir más bandas. Entre el medio musical se comenzó a correr la noticia de que se estaba organizando un Woodstock mexicano y todos querían participar. Al final se consiguieron 12 grupos:

Solo faltaban los últimos detalles para dar a conocer la noticia al público: se fijó el precio de los boletos en 25 pesos mexicanos, se contrató al diseñador británico Barny Cox para diseñar la imagen y el cartel del festival[116]​ y se echó a andar el aparato publicitario:

En cuanto se dio a conocer la realización del festival, la convocatoria fue un éxito. Se agotaron los 75 mil boletos que se pusieron a la venta[117]​ en las sucursales de la automotriz Chrysler-Automex, una de las escuderías que se presentarían en la carrera.[118][119]​ Además, los hoteles de los alrededores de Avándaro registraron sold out.[114]

La difusión del festival fue tan exitosa que el público comenzó a llegar desde el viernes 10 de septiembre. Para el sábado, los accesos a Avándaro superaban por mucho cualquier expectativa, las carreteras se volvieron peatonales. Además, al haberse realizado en un terreno abierto, gran parte del público pudo presenciar el festival sin haber pagado boleto. Gracias a esto, es imposible conocer el número exacto de asistentes, además, los reportes periodísticos y bibliográficos varían mucho:


Incluso el 11 de septiembre, en la víspera del festival, los organizadores continuaron su difusión. Ejemplo de esto es una nota firmada por Parménides García Saldaña y un desplegado que invitaba a escuchar la transmisión por Radio Juventud publicados en Excélsior.

En Avándaro, dado que el festival oficial daría comienzo hasta las 20 horas del sábado y ya había una cantidad de público considerable, los organizadores aprovecharon el acercamiento de varios grupos e iniciativas que no cobraron y fueron incluidos en un “prefestival” que dio comienzo a las 11 horas:

En tanto, de los doce grupos anunciados solo llegaron diez. Los integrantes de Love Army se quedaron atascados en la carretera y La Tribu canceló de último minuto, pero su disquera, Polydor, mandó a La División del Norte en su lugar.

Una vez arrancado el festival, los problemas técnicos de sonido y luces sumados a la lluvia no impidieron que todo transcurriera sin accidentes. De hecho, el reporte médico del médico Francisco Martínez Gallardo solo menciona un caso de apendicitis aguda, 20 intoxicados con pastillas, 50 con marihuana, 5 con congestión alcohólica, 5 casos de gastroenteritis, descalabramientos, fracturas de tobillo y quemaduras. Lo más importante, no hay mención de ningún fallecimiento.[126]

En cuanto al aparato de seguridad tampoco hay consenso, las versiones difieren en número de agentes y cuerpos a los que pertenecían:

Sin embargo, a pesar de que el ambiente al inicio del festival era tenso a causa de la presencia de estos agentes, Avándaro transcurrió sin problemas entre el público y estos.[130]​ Así, los protagonistas del Festival de Rock y Ruedas de Avándaro fueron el público, las bandas, la música y la lluvia.

Los grupos se presentaron en el siguiente orden desde las 20 horas del 11 de septiembre hasta las 10 horas del 12:

Durante los conciertos ocurrieron varios acontecimientos que han quedado en la memoria de la historia del rock en México:

Gran parte del público se regresó caminando a sus lugares de origen, especialmente el Distrito Federal. También hubo apoyo por parte del gobierno federal que mandó 300 camiones para 50 pasajeros.

Avándaro: Música, Velocidad… y Excesos[145]

Violencia y negocios desvirtúan el festival[146]

Avándaro, donde los principios se acaban[147]

En Avándaro se registró la más infame explotación de los vicios de una juventud enferma y engañada[148]

Muertos, heridos y detenidos, saldo del festival de “rock”[149]

Un caso curioso es el periódico El Día, que el 12 de septiembre publicó: En un pequeño valle, 150 mil personas asisten pacíficamente al Festival de Rock y Ruedas,[150]​ pero para el 13 de septiembre le dio un giro a la cobertura con un titular en primera plana que rezaba: 3 muertos y 224 heridos en el Festival de Avándaro.[151]

La prensa se encargó de destruir el festival en la opinión pública. En el linchamiento mediático no solo participaron medios claramente amarillistas como Casos de Alarma, incluso periódicos serios como Excélsior, entonces dirigido por Julio Scherer García, hicieron de Avándaro un tema de primera plana durante los quince días posteriores al festival.[152]

El festival y su difusión mediática dividieron las opiniones de la opinión pública y de la esfera cultural de México. A favor se expresaron: José Agustín, Parménides García Saldaña, Juan José Arreola, Elena Poniatowska y Enrique Marroquín. En contra, Carlos Monsiváis escribió en una carta a Abel Quezada publicada sin conocimiento del escritor en Excélsior:

Posteriormente, el mismo Monsiváis escribió un artículo en la revista Siempre! en el que matiza su opinión inicial y tiempo después retomó el tema en su libro Amor perdido.[153]

Entre las voces en contra del festival destaca la oposición de Enrique Olivares Santana, entonces presidente del Senado,[154]Fidel Velázquez, secretario general de la CTM,[155]​ e incluso el presidente de la república, Luis Echeverría, habló de Avándaro:

El Festival Avándaro se politizó a tal punto (incluso se utilizó para interrumpir las ilusiones presidenciales del entonces gobernador del Estado de México, Carlos Hank González)[156]​ que se comenzaron a girar instrucciones que prohibían la difusión en radiodifusoras de canciones de grupos que participaron en el evento, además de una canción del mismo nombre del grupo Rosario.[157]

Por otro lado, el 24 de septiembre de 1971, se hizo público el despido de Félix Ruano y Ramiro Garza de Radio Juventud. En el comunicado que anunciaba la noticia se aseguraba que esto se debía a “consecuencia del reajuste de personal […] se afirma que su cese en el Grupo Oro no tiene nada que ver con esa situación [Avándaro]”.[158]

Incluso la Procuraduría General de la República, entonces encabezada por Pedro Ojeda Paullada, ordenó investigar lo sucedido en el festival, en especial “delitos contra la salud, consistentes en la posesión, tráfico, distribución y consumo de estupefacientes, y los ataques a las vías de comunicación, durante y después del festival”.[159]​ Como consecuencia, Justino Compeán salió del país.[160]

Ante este panorama, los músicos mexicanos de rock trataron de entablar un diálogo, ejemplo de ello fue el plantón de Tinta Blanca en Los Pinos[161]​ y la redacción del Manifiesto de los Músicos, que fue entregado a Venustiano Reyes, secretario general del Sindicato Único de Trabajadores de la Música (SUTM) el 18 de agosto de 1972, cuyo segundo punto dice:

Sin embargo, a pesar de este ambiente en contra del rock, los grupos no solo desaparecieron de las estaciones de radio a causa de la censura, sino también por desinterés de la industria musical mexicana.[162]​ Si bien había agrupaciones como La Revolución de Emiliano Zapata que contaban con el apoyo de discográficas internacionales, también es cierto que el rock de la onda chicana nunca fue tan popular como el rock and roll de la generación de Los Locos del Ritmo. Así lo demuestran las listas de popularidad anuales, que, de hecho, no presentaron ni una canción de rock mexicano a partir de 1968, tres años antes del Festival de Avándaro.[163]​ La industria y el público estaban interesados en nuevos intérpretes, sobre todo de baladas, como José José y Juan Gabriel.

Los gobiernos subsecuentes del Partido Revolucionario Institucional al de Echeverría proseguirían la censura y proscripción del rock.[2]​ El rock entonces fue confinado a la marginalidad, la clandestinidad y a un necesario carácter contestatario. Luego del masivo Avándaro, debido a las clausuras y allanamientos hechos de manera arbitraria por la policía,[164]​ en los años siguientes los conciertos se realizaron casi exclusivamente en los hoyos fonkis, que eran casas, patios, edificios en estado ruinoso, fábricas abandonadas, y cines o teatros medio derruidos. En estos espacios las bandas tocaban al nivel del suelo y muchas veces no se les pagaba y estaban sujetos a redadas policiales, mismas que allanaban los locales y cancelaban los conciertos.[164]​ Para entonces dichos conciertos clandestinos fueron la única fuente de trabajo para las bandas y los únicos lugares donde se podía escuchar rock hecho en México. Por ello los años 70 fueron una década oscura para el rock en México,[2]​ debido al veto de la radio, la televisión, los lugares de conciertos y las casas disqueras, enmarcada en la represión generalizada que se ejerció contra los jóvenes. Muchas bandas desaparecieron o cambiaron de género musical, como fue el caso de La Revolución de Emiliano Zapata, quienes se dedicaron a la llamada música romántica; o bien convirtieron en grupos versátiles para amenizar fiestas. Mayita Campos, la cantante que acompañó a Los Yaki en Avándaro, grabó un par de discos LP en los que interpretó canciones de jazz y soul.

A principios de 1971, la compañía discográfica Polygram decidió que el grupo Nuevo México cambiara de estilo, y al escuchar lo que serían las composiciones del siguiente disco L.P Hecho en Casa, procedieron al finiquito del contrato por no querer cambiar del rock original en español a las baladas gruperas o cumbias comerciales, Así que graban para otra compañía mexicana y entre 1971-1974 conciben su primer disco L.P. Hecho en Casa lo que sería la música más adelantada en su época grabada por músicos mexicanos y de esa producción escribe Federico Rubli Kaiser, en su libro Estremécete y rueda,[165]​ “es una obra incomprendida en su época que pasó desapercibida, pero que en definitiva es una contribución seminal. Su valor es doble por un lado presenta composiciones de rock progresivo original y muy elaborado en español y por otro lado siembra el desarrollo del etno-rock, como un estilo experimental que combina elementos folklóricos-étnicos con rock progresivo. Siendo Nuevo México pionero en ese estilo". Así, el grupo Nuevo México pasa a ser la primera banda de rock progresivo de habla hispana en América, influenciando a músicos del mismo género en el extranjero como a Gurú gurú, Ammön Dühl de Alemania, entre otros connacionales.

Sin embargo, hubo grupos que resistieron. Fue el caso de Three Souls in my Mind decidieron componer temas en español, que usaron para expresar su descontento con temas como «Chavo de onda», «Abuso de autoridad» o «Perro negro y callejero». Prosiguieron con su carrera tocando en lo hoyos fonquies en condiciones precarias, e incluso heroicamente lograron publicar un disco casi cada año. Incluso había nuevas propuestas como la del cantante Paco Gruexxo, quien elaboraba canciones originales de rhythm and blues. Hangar Ambulante fue otro ejemplo de supervivencia en medio de este ambiento adverso.

Con el transcurrir de la década se asimilaron también las influencias progresivas, lo que dio origen a numerosos grupos, pero pocos lograron dejar material grabado. Briseño y con canciones en español, Música y Contracultura, abreviados como MCC donde el cantante Mario Rivas fue considerado como uno de los mejores de México. Con tendencias más pesadas surgieron Náhuatl, Toncho Pilatos, de Guadalajara, con una tendencia hacia el rock progresivo y música folclórica; Alberto Isordia salió de Love Army para cimentar su proyecto Pájaro Alberto y Sacrosaurio; La Verdad Desnuda, Lucifer y Mayita Campos se unen; Los Dug Dug's, ya con canciones en español como «La gente» y «Ya te dejé»; Mr. Loco, Ciruela, Frankie Alfredo y París, de Guadalajara, con su estilo funk rock; y Huevo Blues, quienes reversionaban temas de rock angloparlante y los parodiaban, entre muchas otras.

A finales de la década surge Decibel, grupo con tendencias avant-garde, pionero en música experimental en el país y formado por Walter Schmidt y Carlos Robledo. Hacían uso del ruido de artefactos como silbatos o juguetes y los contextualizaban sobre secuencias programadas previamente con sintetizadores; llegaron a presentar su trabajo en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes. Su primer disco, El poeta del ruido fue editado en 1979 posterior a la separación de la banda, y fue hasta los años 90 cuando revivieron el proyecto con nuevos álbumes. El punk y el new wave procedentes del Reino Unido y de Estados Unidos también llegaron a México. En 1978 se fundó Dangerous Rhythm, antecedente de Ritmo Peligroso, la primera banda punk mexicana en grabar un disco, Social germ, en 1979. A diferencia de sus contrapartes anglosajonas, este grupo se formó por jóvenes de la clase media de la Ciudad de México e interpretaban sus propias canciones en inglés.

Tras la desaparición de Decibel, Schmidt y Robledo se unieron a Jaime Keller, alias Illy Bleedin, un cantante influenciado por David Bowie, para formar Size, una banda con rasgos de new wave, postpunk y synth pop con temas tanto en inglés como algunos en español, que revolucionaría, sin proponérselo, la escena nacional. Unos pocos meses después se forma Rebel d'Punk, grupo de jóvenes de la clase marginada de la colonia San Felipe de Jesús, de la Ciudad de México, junto con Javier Baviera, exintegrante de Decibel y Como México no hay Dos; este grupo duraría sólo 2 años en su formación original; Javier se mudaría a Nueva York. Su primera grabación la realizan en un acoplado del rock nacional de los años 80, donde contribuyeron con las canciones "El Museo del Chopo" y "De plástico". Otras bandas de punk que se formaron en esa época y en ese mismo territorio fueron Síndrome del Punk, Massacre 68 y Polo Pepo y la Sociedad Corrupta, que fueron claves para el desarrollo de un punk menos comercial, con ideales más anárquicos y que lograron identificarse con jóvenes habitantes de colonias marginadas de la metrópoli. De entre los pocos sitios fuera de los hoyos fonkis donde se realizan conciertos en la capital mexicana se encuentran la tienda de discos Hip 70, la librería Gandhi de Coyoacán y el Teatro Ferrocarrilero.[2]​ Algunas de las revistas populares dedicadas al género fueron Conecte y Sonidos.

Por esa época emergió en Guadalajara el grupo Sombrero Verde, antecedente a Maná. Su propuesta radicaba en un rock con elementos de latinos y de reggae, muy atractivo en sus interpretaciones.

Prácticamente tuvo que pasar una década de Avándaro para que empezara a notarse un nuevo despunte en el rock mexicano. El primer signo de este auge apareció por el lado del progresivo que floreció en principios de los años 80, con la aparición de decenas de bandas; entre ellas Vía Láctea de Carlos Alvarado que es el primer grupo de música electrónica en México Chac Mool (integrada por Jorge Reyes, Carlos Alvarado, Mauricio Bieletto y Carlos Castro), Decibel, Iconoclasta, The High Fidelity Orchestra, Nobilis Factum, Cast, la Banda Elástica, La Caja de Pandora, 0.720 Aleación (influenciados por el "canto nuevo" y la música de protesta), Delírium, Oxomaxoma (proyecto experimental de percusionistas y música electrónica cuyo primer álbum vio la luz hasta 1990), Nazca y muchos otros. Chac Mool llamó la atención muy pronto, fueron llamados a varias salas de conciertos por su propuesta fresca, pues era progresivo cantado en español e inspirado por la imaginería prehispánica. De sus primeros cuatro LP destaca el primero, Nadie en especial, de 1980. Poco tiempo después Reyes empezó como solista, armando ensambles de música prehispánica mezclada con elementos eléctricos; sus álbumes más representativos son Ek-Tunkul (1983) y A la izquierda del colibrí, grabado junto con el músico Antonio Zepeda (1986). Luis Pérez también fusionó elementos musicales prehispánicos con tendencias modernas, en su LP En el ombligo de la luna. Posteriormente, Chac Mool cambió su sonido por uno mucho más accesible de rock-pop con su álbum Caricia digital (1984). En esa época se les propuso abrir el concierto de Queen en el estadio Cuauhtémoc en Puebla, México (The Game Tour), pero lamentablemente no sucedió. Otra banda progresiva que se transformó fue La Caja de Pandora, después de entrar el cantante Salvador Moreno, quien más tarde, ya en los 90, formaría parte de la banda La Castañeda.

Vía Láctea es el primer grupo que distribuye sus cintas en Europa, Norte y Sudamérica a través de la revista Eurock de Archie Patterson a finales de los 70 y principio de los 80 grabando el primer disco de música electrónica en México Vía Láctea 1980 discos Momia producción independiente. En 1981 Luis Pérez graba el disco Ipan In Xiktli Metztli siendo el primer disco de etno-rock grabado en México música prehispánica y electrónica.

Algunos grupos procedentes del progresivo de los años 70 también entraron a la nueva década con una modernización en sus sonidos. Alex Eisenring, líder del Queso Sagrado, reapareció con un proyecto llamado Syntoma, que en 1981 editó su EP Heloderma, y en 1983 sacó su único LP llamado No me puedo controlar, que los convierten en la primera banda de synth-pop experimental mexicana. Otra banda de rock progresivo activa a finales de los setentas fue Nirvana, homónima del grupo estadounidense que posteriormente surgiría.

En los primeros años de los años 80, en medio de la poca apertura que aún prevalecía, nació el sello discográfico Comrock, que por una corta temporada se dedicó a grabar, producir y distribuir discos de grupos nacionales. Las primeros que firmaron fueron Ritmo Peligroso, Mask, Los Clips (antecedente de Rostros Ocultos), Kenny y los Eléctricos (quienes primero se llamaron Kenny & The Electrics) y Punto y Aparte; después salió a la venta un disco acoplado con dos canciones de cada una de estas bandas. Posteriormente grabaron a otras como el primer álbum de El Tri, Simplemente, en 1985; de Luzbel, Pasaporte al infierno, en 1986; y de Casino Shanghái, Film, en el mismo año. En 1988, la compañía transnacional Warner Music Group compró la disquera y las bandas pasaron a ser parte de su catálogo luego de que el sello se disolvió. Actualmente algunos de estos discos aún se distribuyen.

Vía Láctea formado en 1976 por Carlos Alvarado fue el primer grupo en México de puros sintetizadores, participando: Miguel Ángel Nava, Arturo Mesa, grabando lo que es el primer disco de música electrónica en México en 1980 discos momia, Vía Láctea distribuyó en los años 70 y principio de los 80 varios casetes a través de la revista Eurock, por Europa, Norte y Sudamérica, siendo el pionero de la electrónica en México. A principios de la década sucedió también un florecimiento del tecno/pop, desde Size, formada a finales de 1978, hasta las nuevas propuestas como Syntoma, quienes publicaron su LP No me puedo controlar en 1983. Posteriormente, Size se desintegró después de un concierto en Cuernavaca, Morelos. Walter Schmidt y Carlos Robledo se unieron a la cantante Ulalume Zavala y al músico Humberto Álvarez para formar al grupo Casino Shanghái; su textura musical era de electro pop con elementos oscuros y de cabaret, haciendo especial énfasis a las películas de los años 40 tanto en su vestimenta como en el arte alrededor. En 1984 Silueta Pálida edita un maxi sencillo de corte electrónico cold wave con letras melancólicas y depresivas, posteriormente Carlos García su fundador formaría en 1985 junto a Mateo Lafontaine el grupo iniciador del EBM en México: Década 2. A finales de los 80surgió en Tijuana el proyecto Artefakto, liderado por Roberto Mendoza (actualmente en Panóptica), quien fue el antecedente de Nortec Collective. También aparece la cantante, vedette y actriz Angélica Infante, empieza a mostrar su trabajo de tecno-rock que a la postre se iría convirtiendo en hard rock y heavy metal. Su primer álbum, Fixión, fue publicado hasta 1992 en formato de acetato. Otra exponente importante de esta tendencia fue Margarita Saavedra, quien fundó su proyecto Alquimia, en el que compuso música electrónica de alta calidad con tintes oscuros; posteriormente se fue a radicar a Inglaterra, en donde actualmente sigue trabajando bajo la línea musical del new age.

A mediados de la década apareció el grupo Botellita de Jerez, formado por Sergio Arau en la guitarra, Armando Vega Gil en el bajo y Francisco Barrios "El Mastuerzo" en la batería. Con esa alineación grabaron tres LP, titulados Botellita de Jerez (1985), Naco es chido (1986) y La venganza del hijo del guacarrock (1987). Estos tres álbumes, considerados clásicos en la historia del rock mexicano, muestran el estilo que ellos denominaron guacarrock: una mezcla de rock con elementos tomados de la música mexicanas como el son, el mariachi y el bolero. Sus canciones poseen un muy desarrollado sentido del humor y son de corte nacionalista, aunque no panfletario. En sus letras utilizan expresiones del habla común de la Ciudad de México, y abordan temáticas de la vida cotidiana y la cultura popular. Su importancia e influencia siguen latentes hasta el momento actual.

En 1984 Alejandro Lora salió de Three Souls in my Mind y fundó una nueva banda a la que llamó El Tri, con la que graba su primer material en 1985. Guillermo Briseño continúa su carrera como solista en la línea del blues. Otro ejemplo fue la Banda Bostik, grupo de rock urbano oriundo de Tlalnepantla de Baz. En 1986 se formó Tex Tex originarios de Texcoco, rápidamente adquirieron fama en la creciente escena subterránea con una propuesta a la que denominaron rock agropecuario. También los músicos Choluis y El Pato formaron el grupo Trolebús), y Mamá-Z, con un rock humorista y bohemio, también aportó a esta corriente, publicando dos LP (Mamá-Z en 1985 y Esa viscosa manera de pegarme las ganas, en 1987). También en los 80 hace su aparición la banda de blues rock Real de Catorce, que lanzó su primer material en 1987; se trata de la que fuera la banda de apoyo de la cantante Betsy Pecanins. Aparece también la banda Kerigma que interpreta temas de balada pop. Otra banda de rhythm and blues fue Follaje, que se integró con ex miembros de Three Souls in my Mind.

A finales de los años 70 un grupo de artistas asociados al rock, al folk, la canción de autor, la nueva trova y la emergencia de la canción tradicional latinoamericana en México —que se populariza en el país y por tanto conserva espacios donde presentarse como las peñas— conformó el Colectivo de la Nueva Canción, prosiguiendo la creación musical musical como Guillermo Briseño, José Cruz (fundador de Real de Catorce), Jaime López, Maru Enríquez, Jorge Luis Gaitán, Roberto González, Arturo Cipriano, Salvador El Negro Ojeda y Cecilia Toussaint, entre otros, colocando los cimientos para las expresiones de la siguiente década. En 1980 se publicó el álbum LP Roberto y Jaime: sesiones con Emilia, un trabajo muy poco común para la época, pues fue una mezcla de instrumentos de rock y elementos del "canto nuevo" o canto de protesta, realizado por Jaime López, Roberto González y Emilia Almazán, quienes habían conformado el grupo Un viejo amor.[166]​ Dicho álbum influiría en propuestas artísticas posteriores.[167]

En 1984 se conformaría el llamado movimiento rupestre. El principal actor de esta nueva camada fue un cantautor emigrado de Tampico a la Ciudad de México. Rodrigo González, alias Rockdrigo, quien con sus canciones, armadas únicamente con guitarra acústica, armónica y voz, pronto alcanzó notoriedad. El primer colectivo fue conformado por Rockdrigo, Rafael Catana, Roberto González, Eblén Macari, Roberto Ponce, el grupo Qual del compositor Fausto Arellín y Nina Galindo.[166]​ Esta corriente artística buscó crear una propuesta que no se relacionara con la canción asociada a las tendencias latinoamericanistas y la nueva trova pero tampoco al rock que se hacía en los hoyos fonkis.[166]​ Tras la muerte de Rockdrigo en el sismo de 1985 se integrarían a las presentaciones rupestres Arturo Meza (quien también había trabajado en Decibel) Gerardo Enciso de Guadalajara junto a su entonces banda El Poder Ejecutivo, así como Arpía con su cantante Cecilia Toussaint, y la banda Escape liderada por el compositor Mauricio González Gómez, Carlos Arellano y Armando Rosas y La Camerata Rupestre, Marco Ruiz, Normando López, entre otros. Algunos de los sitios en donde ocurrían las presentaciones de esta corriente fueron el Foro Tlalpan, el Museo Universitario del Chopo y en las últimas décadas, el Multiforo Cultural Alicia.[166]

En las siguientes décadas el rupestre influiría a generaciones posteriores de artistas dedicados a la composición de canción de autor. A finales de los años 90 surgiría el movimiento rolero o rolerista, mismo que citó en su Manifiesto rolerista a Rockdrigo y a los rupestres como un antecedente. Entre los artistas que reunió está corriente están Francisco Barrios "El Mastuerzo" , el poeta Rodrigo Solís y Mauricio Díaz "El Hueso", entre otros.[168]​ Bajo el apelativo rupestre han sido asociados artistas posteriores como Armando Palomas, Kristos Lezama, Leticia Servín, Iván Antillón, Iván García, entre otros.[166]

El punk llegó a la Ciudad de México procedente de Estados Unidos a finales de los años 70, importado por jóvenes de las clases adineradas, quienes tenían los recursos para comprar discos y formar bandas. Aparecieron grupos como Dangerous Rhythm, Size, The Casuals, Salida Falsa y Aceptada, Serpentis y Hospital X, las cuales tenían un sonido similar al de sus homólogos de Estados Unidos o la Gran Bretaña.

Poco a poco el punk fue absorbido por jóvenes de las clases más marginadas, en barrios populares del Valle de México, y surgieron bandas como Rebel D'Punk (1979), Energía (1981), Rocker's Punk (antecesor de Herejía, 1981), Síndrome del Punk (1982), Yap's (1982), Los Negativos, Black Market y Solución Mortal (estas tres últimas de la ciudad fronteriza de Tijuana, 1982), entre otras.

Para mediados de los años 80 ya se había creado una escena más sólida en la Ciudad de México, había bandas como Xenofobia, Histeria, Virginidad Sacudida, Crimen Social, Sistema Negativo, Rompecabezas Punk, Descontrol, Asfixia, Catalepsia, Grooby, DeFectuosos, Kkaaooss Subterráneo, Anti-Gobierno, y Colectivo Caótico.

Para 1987 el punk alcanzó un auge, con bandas como Espécimen de Tijuana, Decadencia, Complot Anárquico, Sicosis, Massacre 68, Atóxxxico, M.E.L.I. (1988), Ley Rota (1988) y Sabotaje Final (1988), entre muchas más. Después el movimiento comienza a extenderse a otras partes del país, con bandas como Generación Podrida, Reacción Cadena, Desgarre Social y Autodestrucción de Mexicali; Desahogo Personal de Toluca; A.D.I. y Sedición de Guadalajara; Disolución Social, Abuso, Derechos Humanos y Cabezas Podridas de Monterrey; Arkanhell, Alergia(Punk) y Ruido Sadista de Saltillo; Lacras y Aquelarre de Tampico; Disturbio Clandestino de San Luis Potosí; Los 3 Cochinos, Estupidez Crónica, Putrefaxión Juvenil y Libertad De Expresión de Hermosillo; Q.S.Q. y Estructuración Nefasta de Los Mochis; y otras muchas bandas.

A principios de la década, el grupo setentero Enigma! (que para 1969 eran Las Ventanas) fue considerado el primero en dar indicios de hard rock en México. La canción "El llamado de la hembra", con su intro que recuerda a Tony Iommi de Black Sabbath, es reconocida como la primera canción de hard rock mexicano.

En esa misma época El Ritual hacía música pesada para la época y su primer disco de 1971 está inmerso en un ambiente de hard rock.

Bajo esta misma orientación se formó en 1972 el grupo La Cruz en Tijuana, pero no fue sino hasta 1986 que lograron grabar su primer LP con música original titulado Rock a la medianoche.

En 1983 el grupo Mistus contribuyó a esta corriente inicialmente con canciones en inglés, y años después con canciones en español. También en 1983 apareció Cristal y Acero, banda que grabó su primer álbum homónimo. Este grupo fue pionero de la ópera rock en el país: a lo largo de la década presentaron varios montajes escénicos acompañados con rock; tal es el caso de Kuman, de 1987. Más tarde, ya en los años 90, a pesar de hacer cambios drásticos en su alineación, presentaron la obra Drácula.

En 1985 en grupo regiomontano Crazy Lazy lanza su álbum "Que Viva El Rock" para impulsar el movimiento del heavy metal en español. Fue Crazy Lazy de las pocas bandas regias que lograron tocar en Rockotitlán. Esta banda comparto escenarios con Sombrero Verde, El Tri, Botellita de Jerez y Neón, por mencionar algunas.

Como grupo de heavy metal, Luzbel fue la primera banda que logró consolidarse como pilar del movimiento metalero. En 1983 el guitarrista Raúl Fernández Greñas junto con Jorge Cabrera en la voz, Antonio Morante en el bajo, Hugo Tamés en la batería y Fernando Landeros en la segunda guitarra forman Luzbel. Durante algún tiempo la banda tocaba en bares y grabaron un demo de siete canciones, pero el proyecto seguía flojo y terminaron desintegrando el grupo. Algunos meses después Morante y Greñas se juntan con Sergio López en la batería y Arturo Huizar en la voz para volver a formar Luzbel obteniendo las miradas de Warner Music que bajo su subsello Comrock les graban su primer E.P. de 1985 Metal caído del cielo, y al año siguiente su LP debut, Pasaporte al infierno.

En Guadalajara resaltó el trabajo de Mask, donde participó José Fors como vocalista; su primer y único LP fue The Fox.

En 1986, Makina Negra (ahora Makina) con Toño Ruiz en las guitarras, forman parte del mítico Escuadrón Metálico junto con bandas como Ramsés (con Chucho Esquivel en la batería) y otros más.

Otras bandas como Farnux, Fongus, Khafra, Argus, Raxas, Cuero y Metal, lograron grabar algún álbum; también se formaron grupos como Ultimátum y Abaddon, que tuvieron como vocalistas a Marcela González y Brenda Marín, respectivamente.

Conforme fue avanzando la década las bandas que más participación en los conciertos metaleros tenían fueron Next y Transmetal, esta última integrada por los hermanos Partida: Lorenzo, Juan y Javier, al lado del vocalista Alberto Pimentel. Por su lado, en 1988, se forma la banda Toxodeth, que a principios de los noventa lograron grabar un disco en Discos Culebra, un subsello de BMG.

En 1988 Megatón, formada cinco años atrás, graba su disco homónimo el cual incluye la canción "Llamado de rock" la cual tuvo excelente respuesta en el circuito metalero dando a Chava Aguilar un lugar entre los vocalistas más destacados del género. El track "Con los brazos abiertos" ya pintaba los primeros trazos de la línea melódica que más adelante Chava utilizaría en Coda. Un año después Chava Aguilar entra a Ultimátum por unos meses hasta su desintegración, pero su búsqueda no termina ahí y decide formar Valkiria con Héctor Castañón en las guitarras para participar en el Festival Yamaha Band Explosión 1988 siendo ganadores del Primer lugar Nacional y llevándolos a escenarios en Tokio, Japón como representantes de México y terminando en séptimo lugar mundial. La banda se desintegró sin grabar disco alguno.

Ese 1988 fue productivo para muchos grupos de rock duro y para los exponentes del thrash metal Next significó la salida de su primer disco llamado "Invasión nuclear" el cual incluye la clásica "Debes morir".

En 1989, al salir de Valkiria, Chava Aguilar y Toño Ruiz de Makina Negra deciden formar una nueva banda llamando a Chucho Esquivel de Ramsés y Zito Martínez de Alucard integrando Coda. El último en entrar fue Allan Pérez que venía del grupo de power metal Gehenna y exmiembro de Look para suplir la salida de Zito.

A finales de los 80 y principios de los 90 se consolidó una corriente de hard rock con una orientación más melódica, que tuvo alcanzó cierto éxito comercial, sobre todo con grupos como Branda, Look, Vigmika y Souset.

En los 90 surgen grupos como Sectas, Camelot, Tercer Acto y Algia. En 1991 Makina logra sacar su primer disco llamado Dilemma dándoles la oportunidad de alternar en escenarios junto a bandas como Sepultura, D.R.I., Sodom, Napalm Death y Dead Angel.

En 1994 Lágrima Escarlata lanza "El único placer" con un tiraje muy limitado y difícil de conseguir, pero en 1996, después de la salida de Demetrio García (exintegrante de Look) y Héctor Servín dejando las guitarras en Alex Silver, regresan al estudio y consiguen un trabajo más pulido con "Seres frenéticos". Es en esta época que logran posicionarse en el circuito del Rock Stock-La Diabla y son elegidos para abrirle al grupo de hard rock angelino Slaughter.

Para el nuevo milenio llegan a escena Agora (con Eduardo Contreras ex-Tercer Acto en la voz después de su breve paso por Coda), Split Heaven, Hellspray, Mystica Girls, Vigmika, Voltax, Blackbird, Calvaria, Strike Master, Maligno, entre otros. Vigmika en 2011 saca su 1.er disco llamado Hard Live Nights disco de covers de Hard Rock 80S 90S grabado en Neoarte Estudio y producido por Gus Santana ex guitarrista de Ángeles del Infierno y Tercer Acto y no es hasta el 2014 que sacan su 2.º disco ahora si de música original llamado Ardiendo en Rock bajo el mismo productor.

Como en otros aspectos de la sociedad y la cultura mexicanas, el terremoto de 1985 significó un punto de inflexión. Detonados por un nuevo entorno social, aparecieron decenas de bandas con propuestas más elaboradas y arriesgadas que intentaban crear una identidad a partir de la asimilación de influencias más allá de la imitación. Algunas tuvieron éxito comercial y otras se quedaron en el subterráneo. Algunas, como El Personal de Guadalajara (grupo que mezclaba ritmos como el reggae, el calipso y la rumba con letras humorísticas) o Sangre Asteka (integrada por Humberto Álvarez y José Manuel Aguilera, que combinaba rock con ritmos mexicanos, del Distrito Federal, mostraron unas muy interesantes fusiones. Otras propuestas fueron Kerigma y Axis, así como el grupo Taxi, el solista regiomontano Ricky Luis o la renovada propuesta de Cecilia Toussaint, con un estilo más pop. Otro peculiar proyecto que apareció en esta época es Qué Payasos, agrupación que denominó a su estilo como "rock para niños y no tan niños".

En medio de este ambiente de efervescencia, en el segundo lustro de los años 80 llegó al país una oleada de grupos argentinos y españoles que comenzaron a sonar en la radio. Estos grupos se caracterizaron por mezclar en su sonido influencias de reciente creación en ese momento, como el punk, el new wave y el pop, con letras en español. A este movimiento, que se agrupa genéricamente en el concepto Rock en tu idioma (aunque, en rigor, este nombre denomina únicamente a una campaña de promoción emprendida por BMG) pertenecieron Miguel Mateos, Soda Stereo, Radio Futura, Hombres G, Héroes del Silencio, Enanitos Verdes, G.I.T., Toreros Muertos, Nacha Pop y Alaska y Dinarama, entre otros, que alcanzaron un gran éxito comercial en el país. Paralelamente, algunas bandas mexicanas con estilos parecidos a los de sus homólogos extranjeros buscaron incorporarse a la corriente, para aprovechar el ambiente favorable al género en la radio comercial y la televisión. Las Insólitas Imágenes de Aurora fue un ejemplo de esto: originalmente estaba conformada por Saúl Hernández, Alfonso André y Alejandro Marcovich, con un sonido orientado más al new wave y con letras surrealistas. Para firmar con una gran compañía disquera (RCA, hoy BMG), hicieron cambios en su alineación y se renombraron como Caifanes, que luego se convertiría en la primera banda masiva del país. Con un sonido más sofisticado, su cóver del tema bailable cubano "La Negra Tomasa" comenzó a sonar en la radio, incluso en estaciones que nunca habían programado rock. Caifanes fueron considerados como un hito de su época y los representantes de México en el movimiento del Rock en tu idioma. Gracias a su éxito muchos grupos de comenzaron a tener apoyo de los medios, asistir a mostrar su trabajo en algunos programas de televisión y sonaron en la radio con beneplácito de los jóvenes.

El evento que marca la incorporación de México a la corriente fue el concierto que ofreció Miguel Mateos en el Hotel de México, hoy World Trade Center México, el 31 de octubre de 1987, cuyos abridores fueron los entonces recién creados Caifanes y Neón. Las disqueras transnacionales entonces abrieron sus puertas a las bandas mexicanas por primera vez, cuando empezaron a ver su trabajo como un negocio redituable y altamente efectivo. Es así como las disqueras CBS (hoy Sony Music) y RCA (BMG) firmaron a Caifanes, Maldita Vecindad y los Hijos del Quinto Patio, Bon y Los Enemigos del Silencio y Neón.

Así, en 1987 nació Fobia, que mezclaba rock con pop y toques de psicodelia (y lanzaron su primer disco hasta 1990); y al año siguiente apareció Maldita Vecindad y los Hijos del Quinto Patio, que fusionaba el rock con ritmos latinos como el ska y el calipso, y cuyo álbum debut fue editado hasta 1989. Estas bandas fueron las encargadas de que los medios de comunicación comenzaran a ocuparse de la música rock hecha en México. Incluso algunas bandas ya existentes como El Tri y Maná lograron obtener apoyos en disqueras y la radio; además, otras bandas como Ninot, Bon y Los Enemigos del Silencio y Neón. Incluso Botellita de Jerez, ya con otra alineación y sin Sergio Arau, cambiaron el estilo que los caracterizó; hicieron una telenovela (Alcanzar una estrella). Otros grupos se sumaron: Kenny y Los Eléctricos, Ritmo Peligroso y Rostros Ocultos aprovecharon comercialmente el auge, mientras que a nivel subterráneo existían propuestas como la del Dr. Fanátik, quien hizo un proyecto alterno con José Manuel Aguilera, Saúl Hernández y Alfonso André, llamado La Suciedad de las Sirvientas Puercas, donde se vestían de mujer.

En varias partes del país, la escena comenzó a crecer con conciertos locales, no solo influenciados por losl movimientos de Rock en tu idioma, sino por música anglosajona entre los que las influencias de grupos como The Cure o Pink Floyd comenzaban a abrir nuevas corrientes como es el caso del Estado de México, donde bandas como Galera, con el mítico Dahelif García quien formó varias bandas con excelentes músicos en torno a él, grabando discos hasta el presente, y Sombra Eterna, una banda que mezclaba influencias de Rock progresivo, funk y pop; fueron parte importante del movimiento, abriendo para bandas como Caifanes, La Maldita Vecindad, entre otras.

Debido al éxito comercial de Rock en tu idioma y la aceptación de Caifanes, Maldita Vecindad y Fobia, Televisa y BMG organizaron un concurso en el que Los Amantes de Lola fueron ganadores y Pedro y Las Tortugas obtuvieron el segundo lugar. Otras bandas que también participaron fueron Huizar (proyecto solista del exvocalista de Luzbel) y Radio Carolina, quienes no tuvieron tanta aceptación.

Luego de los años en que no existieron lugares para el rock en México más que los "hoyos fonkis", el 4 de octubre de 1980 el Museo Universitario del Chopo albergó el primer Tianguis de la Música, en donde se organizó un concurso donde salió ganadora la banda progresiva Iconoclasta. Después de dos años de estar dentro del recinto, se instalaron en la calle afuera del museo y por problemas con autoridades y vecinos, el ahora llamado Tianguis Cultural del Chopo estuvo errante por las colonias San Rafael y Santa María la Ribera hasta instalarse en donde se encuentra actualmente. Poco empezaron a generarse conciertos callejeros ahí siendo el primero con el grupo de punk T.N.T. En la segunda edición del concurso la banda ganadora fue Kerigma.

Durante los primeros años de los años 80 había un lugar llamado Hip 70, ubicado al sur del Distrito Federal. Se caracterizó por programar a grupos de punk, y bandas como Kenny y los Eléctricos, Size y Dangerous Rhythm hacían conciertos regularmente, y ocasionalmente El Tri. Con el paso de los años, algunos foros culturales como el de la librería El Ágora fueron acondicionados para que bandas como Guillermo Briseño y el Séptimo Aire, Botellita de Jerez, Real de Catorce, MCC, Luzbel y Cecilia Toussaint tuvieran un lugar para presentar su trabajo en vivo.

Otra sede fue El Nueve, bar ubicado en la Zona Rosa, un bar en donde se programaban algunos días de la semana noches de rock, a las que acudía todo tipo de personas, con grupos como Casino Shanghái, Manchuria, Las Insólitas Imágenes de Aurora, Mamá-Z y Ritmo Peligroso. Además se organizaban noches de punk, en donde llegaron a presentarse Massacre 68 y Rebel d'Punk, este lugar fue cerrado tiempo después debido a trifulcas y peleas entre pandillas, que resolvían sus dificultades en esos lugares. En este sitio iniciarían grupos como Café Tacvba y Caifanes.

Cabe resaltar la apertura de Rockotitlán a cargo de Botellita de Jerez, que fue uno de los sitios más importantes para la historia del rock mexicano (fue el lugar donde Caifanes se presentó por primera vez). Por ahí desfilaron las bandas más importantes de los 80 y algunas que lo serían ya en los 90. Este lugar fue un pilar para mantener vivo el movimiento en México ya que llegó a ser el foro más importante para muchas bandas que ahí se presentaron como Fobia, Los Amantes de Lola, Neón, El Tri, Coda, Cristal y Acero, Vigmika, Tex Tex y Sistema, entre otros. La administración del lugar después pasó a manos de Tony Méndez del grupo Kerigma que mantuvo el nivel durante un tiempo hasta que lo cedió a otro tipo que lo quebró por sus malos manejo. Al regresar la administración a Méndez, la deuda del lugar era muy alta por lo que se mudaron a Calzada de Miramontes al sur de la ciudad, pero por lo complicado de los traslados y la falta de transporte efectivo en la noche, el lugar no tuvo el éxito esperado teniendo que cerrar definitivamente sus puertas con un concierto final a cargo de El Tri y Kenny y los Eléctricos. Un final que pudo haberse evitado.

A la par del Rockotitlán, apareció el L.U.C.C. (La Última Carcajada de la Cumbancha), donde a finales de la década se presentaban bandas nóveles como Café Tacvba, Santa Sabina, Abril, Juguete Rabioso, Tijuana No, Ritmo Peligroso, 38 400 Voces, etcétera.

Otro lugar importante fue el Tutti Frutti en Lindavista donde en un principio apoyaron a bandas punk como Atoxxxico y Massacre 68 y luego dando paso a bandas que ahora son icónicas como Santa Sabina, Cafe Tacuba y Caifanes. Generalmente en este mítico lugar no había cover y todo mundo era bienvenido sin importar vestimenta, apariencia o condición social. "Un lugar para todos en algún lugar de Lindavista", era su logo.

El 19 de noviembre de 1987 abrió sus puertas el famoso Rock Stock Bar en la avenida Paseo de la Reforma con un primer concierto a cargo de Bon y los Enemigos del Silencio. El lugar era la extensión de la estación de radio Rock 101 y tuvo tres etapas (dos de ellas a cargo de Luis Gerardo Salas y su equipo de radio y una a cargo de la extinta Órbita 105.7). En el Rock Stock se presentaron grupos de varias latitudes desde México con Fobia, Amantes de Lola, Coda, Lágrima Escarlata, Cuca y Santa Sabina, entre otros, como Argentina con Fabulosos Cadillacs, A.N.I.M.A.L. y Rata Blanca, España con Héroes del Silencio, Colombia con Aterciopelados, Chile con La Ley, Estados Unidos con Slaughter y un largo etcétera.

También vimos venir e irse a otros espacios como La Diabla, La Viuda, El Antro, El Alebrije, Fixión, Tequila Boom y Babel entre otros en donde se presentaron Gerardo Enciso, El Personal, Raxas, Ritmo Peligroso, Luzbel, Ansia, Azul Violeta, La Barranca, La Lupita y Guillotina por mencionar a algunos.

En el Estado de México han surgido lugares como Monster Rock and Beer, Club 27, Kiss Lounge (propiedad de Kiko Riojas), Pool Garage y Rock Son donde bandas de la nueva camada underground como Wet Fire, Veneno en las Rocas, Blackbird, Distortion Legacy, Sangre Nocturna, Voodoo Toys y Mystica Girls, entre otros, se han presentado.

La creciente presencia del rock en México propició que directores cinematográficos apostaran por musicalizar sus películas con canciones de algunos grupos. Una de las primeras aportaciones fue la del grupo Manchuria para la película Deveras me atrapaste, dirigida por Gerardo Pardo en 1984. Otra obra fue ¿Cómo ves?, de 1985 dirigida por Paul Leduc, en la que participaron, tanto en la banda sonora como en algunas escenas El Tri, Cecilia Toussaint y Rodrigo González. Un toke de roc fue una película dirigida y realizada por Sergio García Michel en 1988, musicalizada por Newspaper, Botellita de Jerez, El Tri, Chac Mool, Nina Galindo y Marisa De Lille, entre otros. En 1991 se estrena Ciudad de ciegos, dirigida por Alberto Cortés y cuya música fue hecha por Jaime López y José Elorza, que cuenta varias historias en un departamento en la colonia Roma; al final tienen participaciones Santa Sabina junto a Saúl Hernández y el Sax de Maldita Vecindad, quienes forman un grupo ficticio.

Los años 90 iniciaron con un auge en la escena del rock mexicano. Tras el espacio ganado en los medios masivos de comunicación luego del fenómeno del "Rock en tu idioma", los grupos ya no sólo apostaban por incorporarse a una corriente o imitar a un modelo extranjero; además, buscaban desarrollar un estilo propio con propuestas más ambiciosas, más sofisticados en sus letras y nivel de producción, además de un basarse en un marcado eclecticismo musical. En ninguna otra época del rock en México han existido tantos grupos que se resistieron a entrar una clasificación, sea por la variedad de sus influencias o por el marcado sello personal de su obra.

En este ambiente de tenue "apertura" impulsado por la presencia en la radio y la televisión, los antiguos "hoyos fonquis" se extinguen y dan paso a espacios donde esta música pierde definitivamente su carácter semi-clandestino, para ser consumido por las clases medias. Así, hacia 1990 se multiplicaron los conciertos. Es la época en la que, al menos en la Ciudad de México, los grupos nacían y podían desarrollar una carrera, así fuera incipiente, en el "circuito" que formaban Rockotitlán, el L.U.C.C. (La Última Carcajada de la Cumbancha), el Rockstock o el Bulldog, además de decenas de sitios de existencia efímera. Es la época en la que se populariza la denominación "antro" para referirse a estas discotecas o bares donde se podía escuchar lo más nuevo del rock mexicano. La proliferación de espacios posibilitó la realización de encuentros y concursos. El más famoso fue La Batalla de las Bandas, realizado por Rockotitlán, en el que participaron varios grupos que lograron grabar al menos un disco y obtener distintos grados de éxito comercial, como Raxas, El Clan, Ansia, Consumatum Est y Crista Galli.

A principios de los 90, grupos mexicanos logran internacionalizarse. Las dos bandas puntales del sello BMG, Caifanes y Maldita Vecindad, graban discos (El silencio, de 1992 y producido por Adrian Belew, y El circo, de 1991 y producido por Gustavo Santaolalla y Aníbal Kérpel, respectivamente) con gran presupuesto que les permiten realizar giras hacia América Latina, Europa y Estados Unidos. mientras El Tri y Maná consolidaron su presencia en WEA. Las compañías transnacionales empiezan a ver al rock como un producto redituable, por lo que empiezan a apoyar a los grupos nuevos, sea estableciendo convenios de distribución con las florecientes disqueras independientes, o creando subsellos especializados. La culminación de este fenómeno fue la creación, por parte de BMG, de Discos Culebra en 1992. Bajo la dirección de Humberto Calderón, exintegrante de Neón, el subsello lanzó los primeros discos de algunos grupos, con producción sofisticada realizada en estudios profesionales. Ese año aparecieron los álbumes de lo que se conoció entonces como "primera generación": Pa' servir a usted de La Lupita, grupo que mezclaba pop, funk, heavy metal y corridos, La invasión de los blátidos, de los tapatíos Cuca, liderados por José Fors y orientados al hard rock, y el muy esperado disco debut de Santa Sabina, banda liderada por Rita Guerrero y de estilo rock, jazz y gótico). Más tarde, Culebra dio a conocer a Romántico Desliz, banda fugaz del cantautor Fratta con un sonido pop elegante y refinado; la cantante oscura , que sacó un solo disco de covers; Los Lagartos, banda de punk rock, La Castañeda (inspirados en el antiguo manicomio de la Ciudad de México, tocando un rock muy rasposo y visceral, y que empleaba el performance); de Guadalajara, el disco Cuentos del miedo de Gerardo Enciso; de Monterrey a Toxodeth, y de la frontera a Tijuana No, quienes mezclaban punk, ska y reggae, para quienes relanzaron su disco debut.

Otras compañías discográficas comienzan a interesarse en otros grupos como EMI quienes firmaron a Las Víctimas del Doctor Cerebro (banda de rock, punk, ska y heavy metal) y WEA quienes firman a Café Tacvba, cuarteto de Ciudad Satélite que combinó la música folklórica como la polka con el ska y el rock pop.

Universal Music por su lado lanzó a Surco de donde salieron bandas como Molotov y Discos Manicomio de donde salieron Zurdok, Control Machete y Resorte.

Otras propuestas se hacen presentes; el guitarrista Julio Revueltas con su música instrumental de corte jazzística con tintes de rock, la cantautora Leticia Servin que junto a Francisco Barrios el "Mastuerzo" (ex Botellita de Jerez) y el cantautor de origen hidrocálido Armando Palomas continúan en la brecha del llamado "Movimiento Rupestre", así como el trovador Fernando Delgadillo. La cantautora Tere Estrada proveniente de una banda de los ochenta llamada Esquina Bajan, además forma un colectivo de artistas femeninas independientes llamadas Mujeres en Fuga al lado de Alda Cano, Laura Abitia y María Tort encargada a la música experimental. Tere aporta su participación en cuanto a blues y rock se refiere, además reivindica la imagen de la mujer mexicana en el rock con su libro "Sirenas al Ataque" en el que hace mención de artistas como Mayita Campos, Baby Batiz, Gloria Ríos, Cecilia Toussaint, Angélica Infante, Rita Guerrero, Ely Guerra, Angélica María, Ella Laboriel, Nina Galindo, Ana de Alba (cantante independiente intérprete de las canciones de Arturo Meza), Hebe Rosell (artista de origen argentino quien fuera miembro de la banda de Guillermo Biseño como saxofonista y tecladista), el trío femenil de jazz pop experimental Flor de Metal, entre otras.

Por su parte José Fors sale de Cuca para comenzar con su proyecto solista denominado Forseps, a su vez otros integrantes de La Cuca forman el grupo Nata, también dentro de la línea del hard rock.

Aún con la industria establecida apoyando propuestas roqueras nacionales, no tardaron en abrir algunos sellos independientes, como Opción Sónica que dentro de su catálogo se encontraban artistas muy diversos como Salón Victoria, Limbo Zamba, Los Esquizitos, Hocico, Hueco y Riesgo de Contagio.

Es en esta época que varios festivales y eventos de rock mexicano comenzaron a cobrar mayor popularidad. Serpiente Sobre Ruedas fue, sin duda, el predecesor del Vive Latino y que incluyó en su cartel a bandas como La Lupita, el Mastuerzo, Romántico Desliz, Julieta Venegas, Aterciopelados, Cuca, Santa Sabina, Tere Estrada y Tijuana No entre muchos otros.

En 1996 y 1997 Sony Music, apoyado de la estación de radio Órbita 105.7, organiza la gira "El Mazo" que incluía a bandas del sello como Coda, La Dosis, Sekta Core, Los Tres, La Nao, Babasónicos y Desorden Público.

Durante la primera mitad de los noventas las bandas líderes del movimiento seguían siendo Caifanes, Kenny y los eléctricos, Maldita Vecindad, Santa Sabina, La Lupita, Ritmo Peligroso, Fobia, Tex Tex, Los Amantes de Lola, Crista Galli, Ansia, La Castañeda, Coda, Mana y varios más los cuales alcanzan bastante difusión radial e importantes cifras de ventas. De manera más independiente pero no menos representativa surgen grupos de Blues como Real de Catorce, Trolebús.

En los años noventa continúa el florecimiento del Rock Progresivo y Alternativo, ahora con proyección internacional, al ser reconocidos por diversos foros y disqueras de Europa y E.U.A., que muestran interés en los grupos nacionales. Algunos de estos grupos son Café Tacvba, Mana, Guillotina (considerada la banda Grunge mexicana) junto a Radio Kaos (influenciados por Pearl Jam), Panteón Rococó, Plastilina Mosh, El Gran Silencio, La Gusana Ciega, Molotov, etc. También comienzan a surgir grupos en los diferentes estado del país como de Guadalajara La Dosis y Azul Violeta ambas con tendencias hacia el funk, el pop rock y el jazz, La Nun.k Muerta Rebelión de Orizaba, Veracruz; La Barranca con un estilo más experimental y El Clan la primera banda de rock gótico en México, a la par de Hocico, dúo de tecno industrial y electro dark. Muchos de ellos siguen activos en 2008. También en los años noventa surgió Jaguares, continuación de Caifanes después de su ruptura, ambas de las bandas de rock más influyentes e importantes de México hasta la fecha. Destaca el trabajo de La Barranca, agrupación originalmente conformada por José Manuel Aguilera; exintegrante de Sangre Asteka, colavorador de Jaime López para el disco Odio Fonky, tomas de buró y eventual guitarrista de Jaguares, además de Federico Fong, Alfonso André y esporádicamente Cecilia Toussaint en los coros. Jarris Margalli exmiembro de dos bandas ochenteras Mistus y Ninot auto produce su primer trabajo solista, además de haber colaborado también con Jaguares.

Hacia fines de los años noventa, con una industria mucho más desarrollada, salen a la luz grupos como Jumbo (de Monterrey, Nuevo León), Pastilla (banda de rock pop alternativo de integrantes de origen mexicano avecinados en Estados Unidos), Naranja Mecánica (banda de rock electrónico de Torreón, Coahuila), y los raperos Molotov, y Control Machete. Estos y muchas otras bandas trabajan en la fusión de estilo, algunos mezclan rock y hip hop, con letras irreverentes y temáticas personales, con fuertes dosis de crítica social.

Por otra parte las cantautoras mexicanas también se abren paso por la escena del rock alternativo; la tijuanense Julieta Venegas exintegrante de Tijuana No! y Ely Guerra, además de la banda de rock pop femenil Aurora y La Academia.



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