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Science Fantasy



Science Fantasy, que también apareció con los títulos Impulse y SF Impulse, fue una revista británica de fantasía y ciencia ficción lanzada en 1950 por Nova Publications como complemento de New Worlds. Walter Gillings fue el editor de las dos primeras ediciones, luego reemplazado por John Carnell, editor de New Worlds, como forma de reducir costos. Carnell editó ambas revistas hasta que Nova salió del mercado a principios de 1964. Los títulos fueron comprados por Roberts & Vinter, quienes contrataron a Kyril Bonfiglioli parta editar Science Fantasy; Bonfiglioli cambió el título a Impulse a principios de 1966, pero el nuevo nombre llevó a confusión con los distribuidores y las ventas cayeron, aunque la revista se mantuvo rentable. El título se cambió de nuevo a SF Impulse para las últimas ediciones. Science Fantasy cesó su publicación al año siguiente, cuando Roberts & Vinter sufrió presiones financieras luego de que su imprenta cayera en bancarrota.

Gillings tenía un inventario del material adquirido mientras editaba Fantasy, y se basó en este para Science Fantasy, así como incorporando su propia fanzine, Science Fantasy Review a la nueva publicación. Una vez que Carnell abandonó el proyecto, Science Fantasy publicaba generalmente una novela larga junto con varios cuentos cortos: las contribuciones en la década de 1950 correspondieron entre otros a John Brunner, Ken Bulmer, y Brian Aldiss, cuya primera novela La nave estelar (Non stop) apareció en una versión preliminar en una edición de 1956.

Los cuentos de fantasía comenzaron a aparecer con mayor frecuencia durante la segunda mitad de la década de 1950, y a principios de los 60 Carnell comenzó a publicar los cuentos de Thomas Burnett Swann. Carnell sentía que la calidad literaria de Science Fantasy era siempre mayor que la de New Worlds, y a principios de 1960 sus esfuerzos fueron recompensados con tres nominaciones al Premio Hugo a la mejor revista profesional.

Durante la época de Bonfiglioli aparecieron nuevos escritores, tales como Keith Roberts, Brian Stableford y Josephine Saxton. En opinión del historiador de la ciencia ficción Mike Ashley, el último año de Impulse, como se titulaba la revista por entonces, incluyó el mejor material jamás publicado en una revista británica de ciencia ficción.

A principios de 1946 el fan británico John Carnell lanzó una nueva revista de ciencia ficción, New Worlds, editada por Pendulum Publications. El primer número apareció en julio de 1946, pero no tuvo éxito. El segundo número, en octubre del mismo año, vendió mejor, pero Pendulum se salió del negocio antes de fines de 1947, con solo un tercer número publicado. Un grupo de fanáticos de la ciencia ficción, incluyendo a Carnell y Frank Cooper decidieron relanzar la revista bajo su propio control, y constituyeron Nova Publications Ltd. El cuarto número apareció en abril de 1949.[3]

Al mismo tiempo que aparecían las primeras ediciones de New Worlds, Walter Gillings, un fanático de la ciencia ficción y periodista de profesión, lanzó otra revista, Fantasy que duró tres números hasta su cierre en 1947, pero que sirvió a Gillings para acumular un acervo de cuentos suficiente para completar nueve números.[4]​ Gillings insistió publicando una fanzine titulada Fantasy Review en marzo de 1947.[1]

En 1950, con New Worlds establecida como publicación trimestral, Nova Publications decidió editar una publicación complementaria,Science Fantasy.[3]​ Eligieron a Gillings como editor, y su fanzine, retitulada Science Fantasy Review en 1949, fue incorporada a la nueva revista como sección. La primera edición correspondió al verano de 1950, pero desacuerdos en la impresión produjeron que el segundo número se lanzara recién en el invierno siguiente. El racionamiento de papel en el Reino Unido demoró el tercer número hasta el invierno de 1951, pero luego de su aparición, Nova decidió que no podía mantener editores independientes para New World y Science Fantasy, con lo que Gillings fue despedido.[1]​ Según Carnell, hubo «diferencias de opinión cruciales » que llevaron a la decisión de reemplazarlo.[5]​ Gillings se sintió traicionado con esta decisión, y esta circunstancia junto a problemas de índole familiar, produjeron su desaparición del mundo de la ciencia ficción por más de veinte años.[6]

Luego de la primavera de 1953 Nova Publications decidió cambiar de imprenta para disminuir costos y bajar el costo de portada de 10 a 7,5 peniques. Los nuevos impresores, The Carlton Press, no lograron mantener la calidad, lo que además significó retrasos en la publicación del N.º 7.[1][5]​ Mientras se desarrollaba la disputa con la imprenta, Carnell y Maurice Goldsmith, un periodista conocido del primero, organizaron una pequeña conferencia de escritores relevantes de ciencia ficción, incluyendo a Arthur C. Clarke y John Wyndham.

Goldsmith cubrió la conferencia para el semanario Illustrated, y el artículo llamó la atención de Maclaren & Sons Ltd, empresa de tecnología interesada en el lanzamiento de una nueva revista de ciencia ficción. Carnell declinó la oferta por su lealtad a Nova Publications, pero ulteriores negociaciones llevaron a Maclaren a tomar el control de Nova, con el compromiso de producir New Worlds en un formato mensual y Science Fantasy en una emisión bimestral. El departamento legal de Maclaren resultó de utilidad para finiquitar la disputa con The Carlton Press, y el N.º 7 apareció finalmente con una fecha de tapa de marzo de 1954.[7]

En 1958 Nova decidió lanzar una reimpresión británica de la revista norteamericana Science Fiction Adventures. La revista se publicó hasta su cierre en 1963.[1]New Worlds y Science Fantasy también sufrieron por esa época bajas en las ventas, con una circulación estimada en 5 000 ejemplares,[8]​ por lo que se consideró llevar Science Fantasy a una periodicidad mensual.[1]​ En septiembre Nova decide cerrar las dos revistas[1]​ y -en preparación para el cambio- Carnell firmó un contrato en diciembre de 1963 para editar una colección original de antologías, New Writings in SF, por el editor Dennis Dobson.[8]

A principios de 1964, David Warburton de Roberts & Vinter, un reconocido editor, escuchó del impresor de Science Fantasy y New Worlds que ambas revistas cerrarían en breve. Le pareció que tener una revista de esa índole le ayudaría en la distribución de los libros de Roberts & Vinter: las revistas contaban con logística de distribución de los dos principales operadores británicos de la época, John Menzies y W.H. Smith.[8]​ Carnell no pretendía continuar editando las revistas junto a New Writings in SF, y recomendó como editor a Kyril Bonfiglioli, un comerciante de arte de Oxford que era amigo de Brian Aldiss, quien se convirtió en el nuevo editor de Science Fantasy.[8]

Roberts & Vinter cambiaron el formato de resumen a rústica, y el primer número editado por Bonfiglioli fue el 65, fechado «Junio-Julio 1964». La salida fue al principio algo irregular, con cada número fechado en un bimestre aun cuando dos emisiones salían a veces en forma mensual.

Bonfiglioli compró a menudo material de escritores sin previa reputación: no hizo especiales esfuerzos por adquirir historias de escritores famosos. Era conocido por escribir largas cartas de rechazo a los nuevos escritores, pero también se lo tildaba de perezoso, y mucho del trabajo editorial se dice que lo hacía su asistente James Parkhill-Rathbone, reemplazado luego por Keith Roberts.[9]

A Bonfiglioli le disgustaba el título de la revista, sintiendo que «prometía lo peor de ambos mundos»: propuso «Caliban», pero los propietarios lo descartaron. Insistió con «Impulse», y la revista apareció con el nuevo título en marzo de 1966.[1][10]​ El formato no cambió, pero la numeración se reinició con el volumen 1, N.º 1, para «cortar todas las conexiones con Science Fantasy», según palabras del historiador Mike Ashley. El cambio de nombre resultó desastroso: ya había una revista con ese nombre, y el cambio produjo problemas de distribución. Además, tratada como una nueva revista requirió un nuevo contrato de distribución. Bonfiglioli intentó reparar el daño cambiando el nombre a SF Impulse a partir de agosto de 1966, pero el resultado fue una dramática caída de circulación.[10]

Para fines de 1966 Bonfiglioli había hecho suficiente dinero con sus negocios de antigüedades como para retirarse a Jersey. Rápidamente se contrató a J. G. Ballard como editor, pero sus objetivos para la revista no coincidían con los de los propietarios, y fue pronto reemplazado por Harry Harrison. Harrison casi inmediatamente tuvo que dejar Inglaterra, y dejó la mayoría del trabajo editorial a Keith Roberts.[10][11]​ A pesar del fracaso del cambio de título por parte de Bonfiglioli, la revista todavía era rentable, pero en julio de 1966 los distribuidores de Roberts & Vinter cayeron en bancarrota y quedaron debiendo a los propietarios una suma importante. Como resultado de la presión financiera, Roberts & Vinter decidió concentrarse en sus publicaciones más rentables, y así la edición de SF Impulse de febrero de 1967 fue la última.

En la primera edición Gillings declaró que estaba interesado «en ciencia y fantasía en todas sus formas: con sus significativas ideas, sus sorprendentes profecías, sus completas ficciones, su evolución y su fascinante literatura».[12]​ Los cuentos en la primera edición, tomados del archivo de Fantasy, incluyeron The Belt (El cinturón) de J. M. Walsh, Time's Arrow (La flecha del tiempo) de Arthur C. Clarke; y Monster (Monstruo) de John Christopher, firmado como Christopher Youd.[1]​ Gillings incluyó también varias obras de no ficción, como su fanzine Science Fantasy Review, incorporado a la revista como sección, y condensado a unas pocas páginas. En la primera edición Gillings reeditó un artículo sobre ciencia ficción de Jacob Bronowski publicado por primera vez en el Continental Daily Mail.[13]​ También hubo tres columnas de comentario bibliográfico: dos de Gillings, firmadas con seudónimo, y una de John Aiken, hijo del poeta Conrad Aiken.[1]

Cuando Carnell se hizo cargo, pensó en distinguir a Science Fantasy de su hermana New Worlds mediante el recurso de agregar más fantasía, editando solamente ciencia ficción en New Worlds,[5]​ pero a pesar de eso le tomó un tiempo a las dos revistas adquirir su propia personalidad.[1]​ Carnell también dosificaba las colaboraciones de no ficción, por ejemplo con una serie de editorialistas invitados, comenzando con Gillings en el tercer número y H. J. Campbell en el cuarto.[5][13]​ La adquisición de Nova Publications por parte de Maclaren dio acceso a Carnell a posibilidades de edición de una compañía bien establecida, y a canales de distribución que le permitieron concentrarse en sus deberes editoriales.[7]​ carnell tendió a poner cuentos más largos en Science Fantasy que en New Worlds, y Science Fantasy adquirió un estilo de novela mediana con varios cuentos cortos.[1][14]

Los cuentos que no habían convenido a New Worlds comenzaron a publicarse, como Eternity (febrero de 1955) de William F. Temple, en la que alienígenas misteriosos proporcionan halos a miles de personas, y Free Will de Dal Stiven, cuya trama incluía robots fantasma.Los cuentos en la tradición de la fantasía caprichosa se habían iniciado con la revista Unknown, pero no eran habituales en Science Fantasy.[1][14]

Muchas de las principales novelas en la década de 1950 fueron aportadas por John Brunner y Kenneth Bulmer. La primera aparición de una obra de Brunner fue en septiembre de 1955 con The Talisman (El talismán); en los siguientes años escribió tanto ciencia ficción como fantasía para la revista, incluyendo A Time to Read («Tiempo para leer», diciembre de 1956), una fantasía en un mundo alternativo, y Lungfish (diciembre de 1957), una historia sobre una nave generacional. La primera aportación de Bulmer fue en junio de 1955 con Psi No More; luego siguió contribuyendo regularmente. Una versión preliminar y reducida de la novela de Brian Aldiss Non-Stop apareció en febrero de 1956, y Aldiss siguió contribuyendo con algunos cuentos experimentales.[1]​ De 1956 en adelante la revista contuvo mucho más fantasía que ciencia ficción.[15]

En opinión de Carnell, la calidad literaria de Science Fantasy era mucho mayor que la de Science Fantasy, pero New Worlds fue siempre la mejor vendida de ambas publicaciones.[7]​La determinación de Carnell en mantener la calidad alta lo llevó a demorar la edición Nº20 por dos meses «por falta del material adecuado».[16]​ Sus esfuerzos fueron recompensados por la frecuente aparición de cuentos de Science Fantasy en la antología anual Year's Greatest SF editada por Judith Merril. Carnell efectuó frecuentes reimpresiones, a menudo en línea con la política de la revista de publicar fantasía fuera de lo común, incluyendo obras como Space-Time for Springers de Fritz Leiber o The Graveyard Reader (El lector del cementerio) de Theodore Sturgeon. Hacia fines de la década de 1950 Carnell comenzó a reintroducir no ficción, y desde 1959 publicó una serie de artículos de Sam Moskowitz sobre figuras clave en la historia temprana de la ciencia ficción, como Edgar Allan Poe; estos artículos, que habían sido publicados inicialmente en revistas como Satellite Science Fiction, fueron luego reunidos en una sección titulada «Exploradores del infinito».[1]​ El arte de la revista fue de calidad variable, en opinión del crítico Brian Stableford; entre las mejorer portadas Stableford cita el trabajo de Brian Lewis, que hizo las tapas de casi todas las ediciones entre 1958 y 1961.[14]​ El historiador David Kyle comentó la destacable portada de R.M. Bull para el tercer número, que le parecía «sorprendentemente reminiscente de la obra de Margaret Brundage para Weird Tales en los años treinta».[17]

A principios de la década de 1960 Thomas Burnett Swann se relacionó fuertemente con Science Fantasy.[1]​Había publicado un par de historias cortas del género antes de comenzar a vender a Carnell con The Dryad-Tree (El árbol dríada) en la edición de agosto de 1960.[13][18]​ La especialidad de Swann era la fantasía histórica, y Where Is the Bird of Fire? (¿Donde está el pájaro de fuego?), su recreación de la leyenda de Rómulo y Remo publicada por entregas en 1962, «recibió más elogios que cualquier otra (novela corta) en los últimos años», según Carnell.[19]​ Swann fue uno de los tres pilares de Science Fantasy a principios de la década de 1960: los otros fueron Michael Moorcock y J. G. Ballard.[1]

El primer aporte de Ballard fue Prima Belladona, que se publicó en la edición de diciembre de 1956: en los siguientes años se convirti{o en un colaborador regular.[1]​ Publicó también algunos cuentos convencionales en revistas británicas, pero en los años sucesivos el material de ciencia ficción más tradicional de Ballard apareció mayormente en el mercado norteamericano, con Science Fantasy y New Worlds reservados para obras experimentales que presagiaban la nueva ola.[8]​ La serie de Moorcock de Elric de Melniboné, sobre un antihéroe de espada y brujería comenzó con The Dreaming City (La ciudad de ensueño) en junio de 1961, y Moorcock contribuyó con frecuencia en lo sucesivo: siempre tenía algún cuento o ensayo (y algunas veces ambos) en las restantes cuatro ediciones bajo la dirección de Carnell.[1][13]​ El primer cuento de Terry Pratchett, The Hades Business (Negocio del Hades) se publicó en agosto de 1963.[20]​ Ashley recuerda los inicios de la década de 1960 como una de las cumbres de la revista;[15]​ fue nominada para el premio Hugo a la mejor revista profesional en cada uno de los últimos tres años en que Carnell editó allí, de 1962 a 1964, aunque nunca lo ganó.[21]

Cuando Kyril Bonfiglioli asumió en 1964, se quejó en su primer editorial que «había leído un cuarto de millón de palabras de los manuscritos, y la mitad era tan malo que le había hecho sonrojar».[22]​ Le pidió ayuda a Brian Aldiss; las únicas historias de Aldiss sin vender eran de los inicios, «escritas antes de que manejara las cosas», pero Bonfiglioli le dijo a Aldiss, «no puede ser peor que la basura que tenemos»[23][1]​ Aldiss contribuyó con cuatro cuentos en las dos primeras ediciones, bajo su propio nombre y dos seudónimocs, «Jael Cracken» and «John Runciman». La tercera edición de Bonfiglioli incluyó las dos primeras historias de Keith Roberts: Escapism, un cuento sobre viajes en el tiempo, y Anita, primera d rela colección sobre una bruja; Roberts continuó contribuyendo con su nombre y con el seudónimo Alistair Bevan, y también proveyó el arte para varias portadas.[1][24][9]​ Otra fantasía histórica de Swann, The Day of the Minotaur (Los días del Minotaruro) comenzó a publicarse por entregas en la misma edición bajo el título The Day of the Blue Monkeys (El día de los monos azules). Otros escritores nóveles que comenzaron a publicar en la época de Bonfiglioli fueron Josephine Saxton y Brian Stableford.[1]​ Bonfiglioli publicaba las historias que le gustaban personalmente, en lugar de cualquier otra política editorial, lo que llevó al escritor Christopher Priest a describir la Science Fantasy de Bonfiglioli como «una revista encantadoramente excéntrica, con una atmósfera muy particular».[25]

En la 3.ª Convención mundial de ciencia ficción de 1965 realizada en Londres, Bonfiglioli persuadió a varios escritores conocidos a aparecer en una edición especial, con cuentos escritos especialmente sobre el tema del sacrificio. La edición en cuestión fue la primera bajo el nuevo nombre de Impulse en marzo de 1966: incluía trabajos de James Blish, Brian Aldiss, Harry Harrison, J. G. Ballard, Poul Anderson, Jack Vance, and Keith Roberts, quien envió The Signaller, primer cuento de su serie de novelas Pavana. La segunda edición fue también de alta calidad, con otra parte de Pavana, y un cuento corto de John Brunner extraído de su serie Viajeros de negro. Las ediciones siguientes no mantuvieron este nivel, pero -a pesar de todo- según opinión de Ashley, los doce números de Impulse contuvieron «algo de la mejor ciencia ficción y fantasía jamás publicada en una revista británica».[10]

La sucesión de editores de Science Fantasy fue la siguiente:[1][10]

La editorial fue Nova Publications hasta abril de 1964, y Roberts & Vinter Ltd en lo sucesivo.[1][10]

Science Fantasy salió en formato digest los dos primeros números. Luego aumentó en los siguientes cuatro números, pero con la edición 7 volvió al formato anterior, en el que permaneció hasta julio de 1964, que se imprimió en formato paperback. Las ediciones restantes, incluyendo las que se hicieron bajo el título de Impulse se publicaron en paperback.




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