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Semana Santa de Sevilla



La Semana Santa de Sevilla conmemora la pasión, muerte y resurrección de Cristo. Entre el Domingo de Ramos y el Domingo de Resurrección, 60 hermandades procesionan hacia la catedral de la ciudad[1]​ y 11 hermandades procesionan dos días antes, el Viernes de Dolores y el Sábado de Pasión, sin pasar por la catedral.

En 1980 fue declarada de Interés Turístico Internacional.[2]​ Constituye una de las grandes fiestas de primavera de la ciudad, junto con la Feria de Abril.

La salida procesional de la hermandad esta semana recibe el nombre de estación de penitencia. La salida procesional es el principal culto externo de las hermandades que también realizan numerosos cultos internos a sus titulares a lo largo del año, como novenas, septenarios, quinarios, triduos y besamanos.

El Consejo General de Hermandades y Cofradías de Sevilla es el órgano encargado de la regulación del conjunto de procesiones de la Semana Santa, agiliza trámites y acuerdos con las instituciones oficiales y controla los horarios de paso por una ruta establecida en el Distrito Centro conocida como carrera oficial. Sus miembros son elegidos cada cuatro años por los hermanos mayores de las distintas hermandades.

Durante la Edad Media ya existieron cofradías aunque la mayoría de las hermandades vivían su religiosidad en las capillas. En el siglo XVI,[3]​ tras el Concilio de Trento, las hermandades decidieron tener más presencia externa y realizar su estación de penitencia.

En sus comienzos, las cofradías sevillanas hacían estación de penitencia a iglesias o conventos cercanos a su templo. En el sínodo de 1604, el cardenal Fernando Niño de Guevara estableció algunas normas que forman el germen de la actual Semana Santa de Sevilla: las cofradías quedaban obligadas a realizar la estación de penitencia a la catedral y las de Triana debían realizarlo a la iglesia de Santa Ana, debían vestir túnicas sencillas de lienzo basto y se prohibía a las mujeres disciplinarse.[4]

En el siglo XIX la Semana Santa hispalense debió afrontar varios altibajos. Por un lado se produjo la invasión francesa de 1808 a 1810. Entre 1820 y 1825 no procesionó ninguna cofradía.[5]​ Por otro lado, la desamortización de Mendizábal de 1836 supuso la pérdida o dispersión de muchos bienes eclesiásticos que estaban en los monasterios. El anticlericalismo de la Junta de la Revolución de 1868 trajo consigo el cierre de nueve conventos, el cierre de once parroquias y la destrucción de cuarenta y nueve iglesias solamente en Sevilla.[6]

En 1849 se instala en la ciudad la "corte chica" de María Luisa Fernanda de Borbón, hermana de la reina Isabel II, y de su esposo, el duque de Montpensier Antonio de Orleans, en el palacio de San Telmo, que había sido un antiguo colegio de marineros. Ellos favoreciendo la celebración de la Semana Santa a mediados de siglo, impulsando hermandades como la de Montserrat[7]​ o la Lanzada.[8]

A mediados de siglo las procesiones comienzan a recuperarse. La Hermandad de Pasión vuelve a procesionar en 1842, la de los Negritos en 1849, la de la Soledad en 1860 y la de las Siete Palabras en 1864.[5]

A instancias del Ayuntamiento y del duque de Montpensier se celebra en 1850 una gran procesión con la participación de diversos pasos y cofradías: el Santo Entierro Grande.[5]​ Este volverá a celebrarse en 1854.[5]

A finales del siglo XIX, en el periodo de la restauración borbónica, las cofradías resurgen en número y esplendor y se empieza a considerarlas un atractivo turístico para la ciudad y su economía.[4]​ En la Semana Santa de 1870 salieron en procesión once cofradías.[5]

En el siglo XX, durante el gobierno de la Segunda República se experimentó una fase de enfrentamiento social y político que perjudicó la celebración de la Semana Santa. El año 1932 las juntas de gobierno de las hermandades tomaron la decisión de no salir en procesión. El alcalde José González Fernández de Labandera, sabedor de la trascendencia de esta medida, trató en sus declaraciones de estimular la normalidad de las procesiones y garantizar su celebración.[9]​ La Hermandad de la Estrella fue la única que, contraviniendo el acuerdo del conjunto de las hermandades, hizo procesión el Jueves Santo, produciéndose varios altercados de carácter violento durante su recorrido; el incidente más grave fue protagonizado por un militante anarquista que disparó contra el paso de la virgen.[10]

En esta decisión de no salir en procesión, tomada por las hermandades, se combinaron por una parte el temor a los posibles ataques que pudieran producirse y por otra la utilización de la suspensión como herramienta política contra las disposiciones del gobierno republicano en materia religiosa. Durante el año 1933 se repitió la decisión y ya en 1934, tras el triunfo de la CEDA, 14 cofradías volvieron a salir de sus templos durante las fiestas.[11][12][13][14]

En 1965 el cardenal y arzobispo Bueno Monreal aprobó la realización de la Misión General. En virtud de esta, las cofradías sevillanas llevaron a algunas imágenes titulares a diversas barriadas lejanas de la ciudad, y otras realizaron algunas procesiones extraordinarias.[15]

En 1980 recibió la declaración de Fiesta de Interés Turístico Internacional junto con las de Valladolid, Zamora, Málaga y Cuenca.[16]​ Ya a finales del siglo XX y debido al aumento de cofradías, que pasaban de las 57, se decidió en un momento determinado que las nuevas no realizarían la carrera oficial, saliendo el Viernes de Dolores en recuerdo a los Dolores de la Virgen María y el Sábado de Pasión por sus feligresías. Sin embargo en 2007, se autorizó la salida de la Hermandad del Carmen el Miércoles Santo, en 2008 se autorizó también el Lunes Santo la Hermandad de San Pablo y en 2010 la Hermandad del Sol, del barrio del Plantinar, en la tarde del Sábado Santo. El Lunes Santo del año 2015 Felipe VI de España presenció a varias hermandades en su discurrir procesional.[17]​ En los años 2020 y 2021 se cancelan las procesiones debido al COVID-19.[cita requerida]

La hermandes y cofradías canónicas se rigen por las normas diocesanas. En 2016 el arzobispado actualizó dichas normas, que databan de 1997. Estas no se aplican solamente a las hermandades de la ciudad, sino a las 600 que hay en todo el territorio de la archidiócesis.[18]

Entre los años 1758 y 1808, salieron una media anual de 10,68 cofradías por año, teniendo su mínimo en 1795 en que solo hubo dos cofradías y 1787 con tres. El máximo fue en 1775 con 19 cofradías. Entre los años 1809 y 1874 salieron un media de 8,54 cofradías por año, lo que significa una bajada de más de dos cofradías con respecto al periodo anteriormente expuesto. En este periodo hubo siete años en que no salió ninguna hermandad. En 1875 el número de cofradías ascendía a 35 y fueron aumentando a lo largo del siglo XX, hasta alcanzar las 40 en 1901, 50 en 1948 y 57 en 1990.[19]

La Semana Santa de Sevilla cuenta con las siguientes imágenes coronadas canónicamente:[20]

Primitivamente las hermandades de Sevilla realizaban su recorrido por los alrededores de las iglesias donde tenían su sede. En 1604 se estableció la obligación de que todas las cofradías tuvieran que acudir a la catedral en su recorrido, excepto para las que tuvieran su sede en Triana que debían dirigirse a la iglesia de Santa Ana. En 1830 la Hermandad de la O fue la primera en atravesar el entonces existente puente de barcas para dirigirse también la catedral.[4]

Se denomina carrera oficial al itinerario común que deben seguir todas las hermandades en su trayecto hacia la catedral. Marcada oficialmente por el Consejo General de Hermandades y Cofradías de Sevilla, comienza en la plaza de la Campana, continúa por la calle Sierpes, sigue por la plaza de San Francisco y por la avenida de la Constitución y termina en la catedral, a la que acceden por la denominada puerta de San Miguel y que abandonan por la puerta de Palos. Al inicio de la carrera oficial, en la Campana, se sitúa el palquillo del consejo, presidido por su presidente, y en el que las hermandades solicitan la venia para realizar su recorrido.[4]​ La Hermandad del Silencio es la única que pide la venia por escrito.

El orden teórico establecido de paso de las cofradías por la carrera oficial es el inverso a su antigüedad, excepto en la madrugada en que el sentido es al contrario, aunque razones de organización y de horario alteran este orden en distintos casos.

Se estableció en el Sínodo de 1604.[26]​ Se celebra en la catedral los días previos a la Semana Mayor. En él se da lectura a las variaciones de itinerarios y de horarios concedidos por esa autoridad para las estaciones penitenciales de la cofradías. A este cabildo asiste el Consejo General de Hermandades y representantes de las hermandades.[26]

El procedimiento se desarrollaba en sus principios el Martes Santo en la capilla de las Doncellas de la catedral, estando presente todos los hermanos mayores, a veces también los mayordomos. Entre 1844 y 1880 se realizó en el antecabildo catedralicio. A partir de 1880 pasó a celebrarse el Sábado de Pasión. Durante el siglo XX se ha celebrado en distintos puntos de la catedral, llevándose a cabo actualmente en la Capilla Real. Desde hace varios se celebra catorce días antes del Domingo de Ramos.[27]

Las procesiones de la Semana Santa se abren con la cruz de guía, que suele ir acompañada de una pareja de nazarenos con faroles. Tras la cruz de guía comienza el cortejo de nazarenos, que portan cirios o cruces como penitencia. Los tramos de nazarenos van intercalados por un conjunto de insignias.

Las insignias más habituales son: el senatus, en memoria del ejército romano que custodiaba a Cristo; las banderas que acompañan a cada paso, que suelen tener colores pasionarios o marianos; el simpecado, en defensa del dogma de la inmaculada concepción; el libro de reglas; y el estandarte. El cortejo de nazarenos suele finalizar con las bocinas que anunciaban el paso, con la presidencia y, tras esta, los acólitos y los pasos.

La cruz de guía es la insignia que abre las procesiones. Es portada por uno de los hermanos nazarenos en la cabecera del cortejo. En algunas hermandades constituye por sí misma una espléndida obra de arte, por ejemplo la cruz de guía de la Hermandad del Gran Poder fue realizada en el siglo XVII e incluye representaciones de todos los atributos de la Pasión.[28]

El libro de reglas es una de las insignias fundamentales de las cofradías. Consiste en un libro con las reglas o estatutos de la hermandad. Es portado por un hermano con la túnica de nazareno, generalmente situado en los últimos tramos del segundo paso. Suele estar ricamente decorado con cantoneras de plata y el escudo de la corporación en el centro. Se conservan algunos muy antiguos, del siglo XVIII.[29]

Los estandartes usados en el cortejo procesional son trozos de tela que tienen bordado el escudo de la hermandad o alguna imagen religiosa. Cuando tiene bordado el escudo de la hermandad se conoce como bacalao por la forma de la tela.[30]​ Cuando tiene bordada una imagen de la Virgen se conoce como simpecado (por ser "sin pecado concebida"). El estandarte está sostenido por un mástil de orfebrería coronado por una cruz.

Es un estandarte en el cual están las letras SPQR bordadas.[31]​ Estas letras significan Senatus Populusque Romanus (el Senado y el pueblo de Roma). Está inspirado en el estandarte que utilizaba ejército romano, que se llamaba signum.

La Biblia menciona que antes del Juicio Final sonaría una trompeta.[32][33]​ La tradición dice que esa trompeta tendría forma de añafil y que la haría sonar el ángel Gabriel.[34]​ Los grandes añafiles portados por los hermanos reciben el nombre de bocinas. En las antiguas procesiones de Semana Santa algunos penitentes hacían sonar esas trompetas para expresar tristeza y lamento. En la actualidad no se hacen sonar. Simplemente son portadas en el hombro por un grupo de cofrades. Son grandes, plateadas y cuelgan de ellas paños de terciopelo con bordados.[35]

Los nazarenos son los hermanos de una cofradía que hacen la estación de penitencia con la indumentaria que figura en las reglas de la hermandad.[36]​ Cada hermandad tiene establecido en sus reglas las características del vestuario de los nazarenos, en lo relativo a túnica, zapatos, insignias y complementos. El nazareno puede llevar cirio, vara, insignia, farol o una cruz sobre el hombro.

Son aquellos que procesionan vistiendo sotana, dalmática, alba o sobrepelliz. Pueden ser de varios tipos:

El paso es un conjunto formado por una plataforma sobre la que hay imágenes evangélicas. La plataforma es sostenida por unas andas. Cuando la Virgen va sola o en compañía del apóstol Juan el paso va cubierto con un palio y se conoce como paso de palio o paso de Virgen.[39]​ Cuando hay varias figuras sin palio y cuando se porta a Jesús sin crucificar se conoce como paso de misterio. Al Señor se le suele llamar Cristo cuando se le presenta desde la crucifixión hasta el entierro[40]​ y al paso donde procesiona un crucificado se le llama paso de Cristo. Cuando en el paso de misterio va Jesús con la cruz al hombro la figura recibe el apodo de Nazareno[36]​ (con mayúscula inicial, a diferencia del nazareno cofrade).

Lo habitual es llevar dos pasos: uno centrado en el Señor y otro con la Virgen bajo palio. Hay alguna cofradía con tres pasos y también alguna con solo uno, como la de Santa Marta o la Mortaja. El tamaño actual de los pasos oscila entre 2,20 y 2,40 metros de ancho y los 3,50 a 5,5 metros de largo.[4]

El paso consta de una parihuela cubierta con unos faldones de terciopelo. Sobre la parihuela se sitúa una peana construida en madera noble, denominada canastilla que suele estar tallada en estilo barroco, aunque se pueden encontrar también algunas en estilo neogótico, renacentista o romántico. Sobre la canastilla se encuentran las flores, la iluminación formada por candelabros, hachones o faroles y por último las imágenes.[4]

El llamador o martillo es un aldabón de metal con el que llama a los costaleros. Se ubica en la parte frontal del paso y suele presentar motivos religiosos relacionados con la hermandad.

El término costalero es un andalucismo. Proviene de "costal" y ya aparece recogido en el Vocabulario andaluz (1ª edición 1934) en dónde se definen a los costaleros como: "los que llevan los pasos de las imágenes, con un costal algo relleno que se colocan en la cabeza y les cae por la espalda". Por lo tanto, los pasos son llevados por los costaleros, que es el nombre que reciben, cada una de las personas encargadas de llevar sobre sí o cargar una de las imágenes o pasos que forman parte de los cortejos procesionales durante la Semana Santa. Los costaleros cargan el peso sobre su cuello, sobre la séptima vértebra cervical, protegen esta zona con una tela llamada costal que suele ser de arpillera. Las zonas adaptadas para que los costaleros carguen el peso son las trabajaderas.

A raíz de los acuerdos adoptados por la Iglesia católica en el Concilio de Trento, se genera el caldo de cultivo idóneo para el nacimiento de las cofradías. Al principio las imágenes eran portadas por los propios hermanos, pero poco a poco el gran peso de su exorno hizo necesario contratar a gente que cargase con dicho peso. Estos hombres al principio eran conocidos como los gallegos, debido a que la gran mayoría eran originario de Galicia. Eran hombres despreciados socialmente y su forma de trabajar en las cofradías permaneció sin variar hasta la aparición de Rafael Franco Luque a principios del siglo XX .[41]​ Este hombre fue el inventor de la igualá, quien introdujo el terno negro entre los capataces y el primero en prohibir que sus costaleros bebiesen vino durante la procesión. Eso hizo mejorar un poco el prestigio social de estos hombres, aunque el trabajo remunerado de los costaleros siguió igual hasta los años setenta del pasado siglo. En 1973, Salvador Dorado Vázquez,[42]​ "el Penitente", sacó al Cristo de la Buena Muerte de la Hermandad de los Estudiantes con una cuadrilla formada por hermanos costaleros. Desde entonces los costaleros suelen ser hermanos de las cofradías.[4]​ Se denomina chicotá al trayecto que recorre un paso desde que se levanta (levantá), hasta que detiene la marcha (arriá).

El capataz es el jefe de los costaleros de la cofradía y tiene como responsabilidad conducir los pasos por las calles de la ciudad.[43]​ El capataz segundo es un hombre de confianza del capataz que se encarga de los costaleros del segundo paso del cortejo.[43]

Tras el Concilio de Trento se promueve el culto a la imagen sagrada. Algunas de las que procesionan en Sevilla son obras de los más destacados escultores del barroco español:

La orfebrería que adorna pasos e insignias ocupa un lugar destacado. Existen numerosos talleres en la ciudad dedicados a esta actividad. Entre los orfebres más importantes puede citarse a:

El bordado tiene un papel protagonista en las bambalinas de los pasos de palio, en los mantos de las vírgenes y, en menor medida, en otras prendas de las figuras. Entre los artesanos del bordado de la ciudad han destacado, entre otros, los siguientes:

La música es un aspecto muy importante de la Semana Santa en Sevilla, la mayor parte de las hermandades llevan bandas de cornetas y tambores, agrupaciones musicales que incorporan trompetas y trombones, o bandas de música completas que incluyen clarinetes saxofones y otros instrumentos. Algunas hermandades de silencio llevan únicamente música de capilla formada por un trío o cuarteto compuesto por fagot, clarinete y oboe. Las bandas se sitúan detrás de los pasos e interpretan diferentes marchas procesionales.

Las Agrupaciones Musicales que tradicionalmente acompañan a las procesiones son las siguientes:

Algunas de las bandas de Cornetas y Tambores que tradicionalmente acompañan a las procesiones son las siguientes:

Entre las composiciones más habituales, se pueden destacar por su antigüedad y tradición las siguientes:[70][71]

La saeta es un canto de tema religioso que tiene su origen en el folclore andaluz y se ejecuta sin acompañamiento durante las procesiones de Semana Santa. La copla consta de varias estrofas de 4 o 5 versos octosílabos. Se canta generalmente por seguiriyas o martinetes y su interpretación exige conocer el estilo del cante jondo propio de la tradición musical del flamenco. Suele cantarse delante de las imágenes, bien desde los balcones o a pie de suelo.[73]

Es la primera jornada en la que salen nazarenos en Sevilla, en la Semana Santa, procesionaron siete corporaciones por sus respectivas feligresías:

El Domingo de Ramos es el comienzo de la Semana Santa. En 1880 se inauguraron las primeras procesiones en este día.[79]​ Lo abre la Hermandad de la Paz, desde el barrio del Porvenir, es una de las salidas más emotivas al ser la primera cofradía en salir. La Iglesia recuerda en este día la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén como "servidor" de la Palabra de Dios. Desde el siglo V se recuerda en Jerusalén la entrada de Jesús en la ciudad santa con una procesión.

Las primeras procesiones en este día en Sevilla datan de 1924 y recuerdan pasajes de la vida de Jesús.[4]

Durante el Martes Santo se evocan distintos momentos de los últimos días de Jesucristo.

En 1905 se iniciaron las procesiones durante el Miércoles Santo en Sevilla.[4]​ Se recuerdan diversos pasajes de los últimos días de Jesús.

En este día Jesús vivió la Última Cena, donde instituyó la Eucaristía y lavó los pies a sus seguidores discípulos para indicarnos a todos que debemos servir al prójimo. Tras traicionarlo Judas Iscariote, Jesús es arrestado y juzgado ante Caifás. Durante esta jornada las cofradías hacen estación expresamente ante el monumento eucarístico de la catedral.

La Madrugada tiene lugar la noche del Jueves al Viernes Santo. El orden de paso de las cofradías se produce en relación con la antigüedad en la que se incorporaron a las procesiones de esa noche: Primero pasa la Hermandad del Silencio y por último pasa la Hermandad de los Gitanos. Aunque la Hermandad de la Macarena debería pasar antes que la Hermandad del Gran Poder, la primera le cede el paso porque la segunda envía el Viernes Santo una diputación para solicitar la correspondiente venia. También se incumple la antigüedad en los caso de la Hermandad del Calvario y la Esperanza de Triana, pasando primero la más moderna, circunstancia que es impugnada anualmente por la cofradía trianera en el Cabildo de Toma de Horas. Todas las cofradías hacen estación ante el monumento eucarístico de la catedral. Al amanecer del Viernes Santo se recuerda el juicio ante Poncio Pilatos, la flagelación y coronación de espinas, la condena a muerte de Jesús y su camino con la cruz a cuestas hasta el Gólgota.

Por la tarde del Viernes Santo se lleva a cabo la conmemoración de la Pasión y muerte de Jesús. A su muerte, es descendido de la cruz, con la colaboración de José de Arimatea, y es llevado al sepulcro.

El Sábado Santo es el día de espera ante la Resurrección. En 1956, tras una reforma litúrgica que cambia la consideración del Sábado Santo, se iniciaron las procesiones en Sevilla durante este día. Hasta 1973 las cofradías del sábado hacían el recorrido de la carrera oficial de forma inversa a la del resto de la semana, iniciándola por la catedral y terminándola por la Campana.[4]

También llamado Domingo de Pascua. Jesús resucita y sale de su sepulcro.

La Gubia y el Tas. Estudio Histórico-Artístico de las Hermandades Penitenciales de la Semana Santa de Sevilla.



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