x
1

Tartaria



Tartaria o Gran Tartaria (en latín: Tartaria Magna) es el nombre por el que se conocía en Europa, desde la Edad Media hasta el siglo XIX, a una gran extensión de tierra del centro y noreste de Asia que iba desde el mar Caspio y los montes Urales hasta el océano Pacífico y que estaba habitada por varios pueblos túrquicos y mongoles, a los que genéricamente llamaba «tártaros». Incluía lo que en la actualidad se conoce como Siberia, Extremo Oriente ruso, Turquestán (incluido el Turquestán Oriental), la Gran Mongolia, Manchuria y, ocasionalmente, el Tíbet.

En los mapas y textos europeos datados entre los siglos XVI y principios del XIX Tartaria era el nombre genérico de los extensos territorios de Siberia y el Extremo Oriente ruso. Tomaba su nombre de los tártaros, nombre que se asignaba en Occidente a los pueblos mongoles. El término fue cayendo en desuso a medida que el Imperio ruso se expandía hacia el este y Siberia era más conocida en Europa.

Uno de los más completos mapas de esta región es el diseñado en 1806 por el cartógrafo británico John Cary, en el que se sintetiza el conocimiento de Asia Central "según las más recientes autoridades",[1]​ es decir los datos aportados a Occidente por misioneros jesuitas, viajeros y comerciantes, muchos de ellos franceses, rusos y persas, hasta finales del siglo XVIII. En el mapa se muestra todo el espacio comprendido entre el mar Caspio y Japón hacia el este, y desde el golfo del Obi hasta la India, Birmania y las Filipinas en el sentido norte - sur.

Tartaria aparece dividida en regiones cuyo apelativo denota su ubicación geográfica y el estado que ejerce la soberanía sobre el territorio. Así, la Tartaria Moscovita o Tartaria Rusa (actual Tartaristán) corresponde a Siberia Occidental, la Tartaria China o de Catay es el Turquestán Oriental (actualmente llamado Sinkiang, en China), la Tartaria Oriental o de Mongolia son las actuales Mongolia, Mongolia Interior y Manchuria, (de rosa en el mapa, con la inclusión errónea del Japón), mientras que la llamada Tartaria Independiente (en amarillo en el mapa) corresponde a la región histórica del Turquestán occidental (o Turquestán ruso), hoy dividido entre los estados independientes de Kirguistán, Turkmenistán, Tayikistán, Uzbekistán y Kazajistán.[2]

Tartaria Minor o Pequeña Tartaria fue el nombre del Kanato de Crimea, el estado creado por los pueblos tártaros de la península desde 1441 hasta 1783, el más duradero de los kanatos túrquicos que sucedieron al Imperio de la Horda de Oro.

Desde mediados del siglo XIX, Tartaria aparece como un topónimo más o menos legendario en la literatura y en descripciones de viajes antiguos y medievales. Por lo general es un término que tiene una connotación negativa, vinculado a los paisajes hostiles de Asia Central y a sus pueblos salvajes. Este uso se sumó a la percepción negativa de Oriente, característica de Europa del siglo XIX, y Tartaria perdió su significados étnico, relacionado con los pueblos turcos y mongoles, para convertirse en sinónimo de barbarie, crueldad y esclavitud, opuestas al progreso y la civilización europeos. Los rusos usaron ampliamente esta concepción para justificar la marcha hacia el este del Imperio de los zares, y evitaron vincular a la Tartaria con su propio estado. En Occidente, sin embargo, Tartaria se asoció a menudo con el Imperio ruso y más tarde, con la Unión Soviética, a la cual la propaganda presentaba como un estado "tártaro" es decir asiático.[3]

En la comunidad académica postsoviética, el nombre Tartaria a veces se usa en el contexto de la búsqueda de conceptos globales, como sinónimo del corazón de Eurasia, sin límites definidos y con contenido poco claro. El estudio más completo de este concepto es la monografía, publicada de 2014, de Svetlana Gorshenina "La invención de Asia Central: una historia del concepto de Tartaria a Eurasia", en la cual estudia en detalle la evolución del término Tartaria y su relación con los tártaros. La autora explica el uso de Tartaria en la pseudociencia postsoviética, marcada por el nacionalismo, como el nombre original de una antigua Rusia imperial, y altamente desarrollada, ignorado y ocultado en Occidente.[4]

La teoría de la Gran Tartaria como una civilización perdida se originó en Rusia, con aspectos que aparecieron por primera vez en la Nueva cronología de Anatoly Fomenko, y fueron popularizados por Nikolai Levashov. En la pseudociencia rusa, conocida por su nacionalismo, Tartaria se presenta como el nombre "verdadero" de Rusia, que fue maliciosamente "ignorado" en Occidente.[4]​ Desde aproximadamente 2016, las teorías de conspiración sobre un supuesto imperio perdido de "Tartaria" han ganado popularidad entre los internautas de habla inglesa, mayoritariamente en los Estados Unidos, pero separadas de su marco nacionalista ruso e integradas a las teorías marginales de los grupos QAnon. [5]

Esta nueva versión se basa en una interpretación ahistórica del desarrollo de la arquitectura; consideran que ciertos edificios de estilo clásico ya demolidos como el Singer o la Estación Pensilvania de Nueva York, del mismo modo que los pabellones temporales de las Ferias Mundiales de finales del siglo XIX y principios del XX, eran en realidad construcciones de un vasto imperio mundial, Tartaria, suprimido de la historia.[5]​ También otras grandes edificaciones, desde la Casa Blanca a las pirámides, fueron obra de esta civilización,[6]​ supuestamente muy avanzada y, en algunas versiones habitada por gigantes, cuyo núcleo central era un poderoso imperio que habría ocupado todo el norte de Asia, desde el mar Caspio y los montes Urales hasta las costas del océano Pacífico.[7]​ Algunos promotores de la idea, añaden que Tartaria logró trasmitir energía por medio de ondas a grandes distancias, tal como intentara hacer Tesla, y que las espiras de las torres eran receptores de dichas ondas, al mismo tiempo creen que los postes telegráficos visibles en algunas fotos antiguas son conductores de esa misma energía.[8]​ Tartaria, sostienen, logró la paz mundial, pero fue destruida por una inundación de lodo. La Primera y Segunda Guerras Mundiales fueron inventadas por los grandes poderes para destruir los restos de Tartaria y ocultar su existencia,[9][8]​ a partir de entonces, según los defensores de esta idea, tuvo lugar un reset o "reinicio" de la civilización: que dio origen al mundo actual.[10]

Entre quienes comparten esta teoría conspirativa, las fotos, ilustraciones y mapas antiguos son la principal prueba de sus afirmaciones. Consideran que existen estilos de construcción similares en todo el mundo, como edificios de estilo clásico con cúpulas, fortalezas en forma de estrella o palacios con torres elaboradas, que demuestran la existencia de una civilización mundial.[6]​ En cuanto a los mapas, la ubicación de un extenso territorio en Asia Central y Oriental llamado Tartaria, con menciones de sus símbolos como banderas o emblemas, es evidencia de su existencia, así como su desaparición en los mismos, indica que fue suprimido por intereses ocultos.[7]

Por otra parte, según los seguidores de esta teoría, las fotos del siglo XIX parecen mostrar calles desiertas en muchas ciudades y, cuando aparecen personas, hay un contraste entre la tecnología, carruajes tirados por caballos en calles embarradas, y las elaboradas construcciones de piedra. La mención del barro es importante para estos creyentes, ya que en ciertas imágenes se ven, sostienen, elementos arquitectónicos como puertas, ventanas y arcos que apenas sobresalen del nivel del suelo; por lo que suponen que fueron sepultados por un aluvión de lodo.[6]

Tartaria fue el nombre de un territorio de Asia Central y Oriental, mal conocido en Europa, poblado por pueblos de origen mongol. Diccionarios y enciclopedias del siglo XVII a XIX lo mencionan y, como era costumbre, le asignan emblemas y fronteras definidas que nunca existieron en realidad. Los edificios de estilo clásico se pusieron de moda a finales del siglo XVIII y se difundieron por gran parte de Europa y América junto con la Revolución Industrial, en cuanto a las fortificaciones con bastiones en punta, que semejan estrellas, son anteriores y corresponden a la arquitectura defensiva francesa de Vauban, desarrollada a partir del avance de las armas de fuego de gran alcance. Las Grandes Exposiciones, o Ferias Mundiales, se caracterizaron por la construcción de edificios efímeros y recargados, en cuyo interior se exhibían los avances tecnológicos de la llamada Belle Époque. En cuanto a las fotografías de calles desiertas, tecnología antigua conviviendo con modernos edificios o ciudades sepultadas la explicación es más simple: por un lado las primeras fotos no tenían el tiempo de exposición suficiente para captar a las personas, además de la idea errónea de que los grandes monumentos solo pueden construirse con grandes máquinas y, finalmente, imágenes de renovación urbana propias del desarrollo de la ciudad moderna con subterráneos y tendidos eléctricos.[10]​ La teoría marginal de Tartaria, entonces, es el resultado de una mala interpretación de la arquitectura y del desconocimiento de la Historia moderna, junto a la creencia en un complot mundial para mantener engañada a la población mundial.[6][10]

Tartaria fue un nombre habitual en Europa para designar un territorio lejano e inexplorado. En la literatura inglesa, uno de los Cuentos de Canterbury (el Cuento del escudero o The Squire's Tale), de Chaucer, está ambientado en "la corte real de Tartaria."

En los Viajes de Gulliver de Jonathan Swift, el narrador se refiere a Tartaria en dos ocasiones. Una de ellas indicando que el rumbo los podría llevar "más allá de Tartaria y el Mar Glacial" y la otra, más elaborada y parodiando a los geógrafos de la época, donde señala que los mismos "... están en un gran error supondiento que entre Japón y California no hay nada excepto el mar; pues en mi opinión, debe existir una masa de tierra que haga de contrapeso al gran continente de Tartaria."

Calaf, uno de los personajes principales de la ópera Turandot de Giacomo Puccini es Príncipe de Tartaria.

El religioso y escritor Évariste Régis Huc tituló a uno de sus libros más conocidos como "Recuerdos de un viaje en Tartaria, Tibet y China durante los años 1844, 1845 y 1846." En el mismo, Tartaria recupera su antiguo sentido étnico y se refiere a Mongolia.[11]

En el libro "Noticias de Tartaria: un viaje de Beijing a Cachemira", escrito por el corresponsal de The Times, Peter Fleming después de un viaje al Karakórum y al Sinjiang, Tartaria tiene un significado simbólico y corresponde geográficamente a la antigua Tartaria de los mapas. En la novela "El desierto tártaro" de Dino Buzzati, el topónimo no designa un territorio específico, sino que se convertía en un símbolo o alegoría de una amenaza oculta, una metáfora del miedo desligada de cualquier característica temporal y espacial.

En la novela Ada de Vladimir Nabokov, Tartaria es el nombre de un gran país del ficticio planeta de Antiterra, cuya contraparte en Terra, el mundo gemelo de Antitierra, es Rusia.

En el relato de L. Frank Baum: La vida y aventuras de Santa Claus, los antagonistas son los gigantes de tres ojos de Tartaria.

En el poema de Walter de la Mare "Si yo fuera señor de Tartaria", este país se describe como una tierra llena de felicidad.



Escribe un comentario o lo que quieras sobre Tartaria (directo, no tienes que registrarte)


Comentarios
(de más nuevos a más antiguos)


Aún no hay comentarios, ¡deja el primero!