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Tifeo



En la mitología griega, Tifón,[1]Tifeo,[2]Tifoeo[3]​ o Tifaón[4]​ (en griego antiguo Τυφών Typhôn, Τυφάων Typhaôn, Τυφωεύς Typhôeus o Τυφώς Typhôs, de τῦφος typhos, ‘humo’; en latín Typhon) es una divinidad primitiva relacionada con los huracanes. Fue el último hijo de Gea, esta vez con Tártaro, el cavernoso vacío inferior:

Tifón intentó destruir a Zeus por haber derrotado a los Titanes. Inicialmente, Tifón dominó a Zeus y arrancó sus tendones, pero estos fueron recuperados por Hermes y devueltos al cuerpo de su dueño; tras ello, Zeus procedió a luchar con Tifón una vez más hasta derrotarle. Vencido, Tifón fue confinado bajo el monte Etna.

Según las descripciones, Tifón era un colosal y espeluznante monstruo alado: su estatura era tal que podía alcanzar las estrellas. Poseía cabezas de dragón por dedos y un gran número de serpientes se hallaba repartido entre sus muslos, con incluso más serpientes formando sus piernas a partir de estos. Tifón podía abrasar todo lo que se le opusiese con su ígnea mirada, así como vomitar fuego y lava de su boca, crear huracanes y terremotos con el movimiento de sus alas.

El Himno homerico a Apolo hace del monstruo Tifón en Delfos un hijo de la arcaica Hera[6]​ en su forma minoica, generado por ella sola, como una versión monstruosa de Hefesto, parido en una cueva de Cilicia y confinado allí en la misteriosa tierra de Arimos.[7]​ Fue en Cilicia donde Zeus luchó con el monstruo y lo derrotó. En la batalla, Tifón atacó a Zeus con sus llamas, derrotándole temporalmente, cortándole los tendones y dejándole en un saco de cuero, el korukos, que es el origen etimológico de korukion atron, la cueva Coricia.

Posteriormente Hermes y Egipán robaron los tendones de la cueva, donde estaban custodiados por la dragona Delfina. Se los volvieron a colocar a Zeus y este persiguió a Tifón hasta la montaña Nisa, donde las Moiras engañaron a Tifón para que comiera de unos frutos con la intención de obtener una fuerza mayor. La persecución se prolongó por Tracia y Sicilia.[8]

Tifón fue finalmente derrotado por Zeus y arrojado al Tártaro, o encerrado bajo el volcán Etna[9]​ donde «su lecho raspa y aguijonea todo el largo de su espalda extendida contra él», o en otras regiones volcánicas, donde es el causante de las erupciones. Tifón es pues la figuración ctónica de las fuerzas volcánicas, como Hefesto es la manifestación olímpica.

Sin embargo, esta no es la única versión de la Tifonomaquia:

Walter Burkert advierte algunas coincidencias cercanas de esta historia con el mito hitita de Illuyanka.

Entre los hijos que Tifón tuvo con Equidna están Cerbero, Ortro, la Quimera, la Esfinge, la Hidra de Lerna, el dragón Ladón, el León de Nemea, el Águila de Prometeo, el Dragón de la Cólquida y la Cerda de Cromión. También es el padre de los peligrosos vientos cálidos[12]​ (del griego typhein, ‘echar humo’), por lo que es considerado como una posible etimología para la palabra «tifón», supuestamente tomada por los persas como طوفان Tufân y por los árabes para incluir las tormentas ciclónicas del Océano Índico.

Escritores helenísticos posteriores identificaron a Tifón con el dios egipcio Seth.[13]

A veces se nombra a un segundo Tifón, hijo del primero, igual que él y considerado generalmente uno de los Gigantes.[14]

La Tifonomaquia —la batalla de Zeus y la derrota de Tifón— es sólo una parte del "mito de sucesión" más amplio que se da en la Teogonía de Hesíodo.[15]​ El mito hesiódico de la sucesión describe cómo Urano, el gobernante original del cosmos, escondió a su descendencia dentro de Gea, pero fue derrocado por su hijo, el titán Crono, que castró a Urano. A su vez, describe cómo Crono, quien devoraba a sus hijos tan pronto nacían, fue derrocado él mismo por su hijo Zeus, cuya madre le había dado a Crono una piedra envuelta en pañales para que se la tragara en lugar de Zeus. Sin embargo, Zeus se enfrenta a un adversario final, Tifón, al que derrota rápidamente. Siendo a partir de ese momento claramente el poder supremo en el cosmos, Zeus es elegido rey de los dioses. Zeus luego establece y asegura su reino mediante la distribución de diversas funciones y responsabilidades a los demás dioses, y mediante el matrimonio. Finalmente, al devorar a su primera esposa Metis, quien estaba destinada a dar a luz a un hijo más fuerte que él, Zeus logra poner fin al ciclo de sucesión.

La historia de Tifón parece estar relacionada con la de otra monstruosa descendencia de Gaia: Pitón, la serpiente muerta por Apolo en Delfos,[16]​ sugiriendo un posible origen común.[17]

Además de la similitud de nombres, su parentesco compartido y el hecho de que ambos eran monstruos serpentinos muertos en combate singular con un dios olímpico, hay otras conexiones entre las historias que rodean a Tifón y las que rodean a Pitón.[18]

Aunque generalmente se dice que el monstruo de Delfos muerto por Apolo es la serpiente macho Pitón, en el Himno homérico a Apolo, el relato más antiguo de esta historia, el dios mata a una serpiente hembra sin nombre (drakaina), posteriormente llamada Delfina, que había sido la madre adoptiva de Tifón.[19][6]​ Delfina y Equidna, además de estar íntimamente conectadas con Tifón, una como madre y la otra como cónyuge, comparten otras similitudes.[20]​ Ambos eran mitad doncella y mitad serpiente,[21]​ plagas para los hombres,[22]​ y asociadas con la cueva Coricia en Cilicia.[23]​ Pitón también estaba quizás conectado con una cueva Coricia diferente a la de Cilicia, ésta ubicada en las laderas del Parnaso sobre Delfos. Así como se creía que la cueva Coricia en Cilicia era la guarida de Tifón y Equidna y estaba asociada con la batalla de Tifón y Zeus, se creía que la cueva Coricia sobre Delfos era la guarida de Pitón (o Delfina), y se asociaba con la batalla con Apolo.[24]



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