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Minos



En la mitología griega, Minos (en griego antiguo Μίνως Mínôs) era el nombre de uno o dos reyes semilegendarios de Creta. La civilización minoica recibe de Minos su nombre.

No está claro si «Minos» es un nombre o si era la palabra cretense que significaba «rey». Se ha advertido la interesante similitud entre Minos y los nombres de otros antiguos reyes fundadores, tales como Menes de Egipto, Mannus de Alemania, Manu de la India, Moisés del judaísmo, etc.

La mayor parte de los mitólogos consideraba que sólo hubo un rey llamado Minos; sin embargo existe una tradición que trataba de conciliar algunos aspectos contradictorios de su personalidad, así como también pretendía explicar cómo Minos gobernó Creta durante un periodo que parecía abarcar varias generaciones: esta versión asumía que hubo dos reyes con el nombre de Minos. Según esta visión, el primer rey Minos fue hijo de Zeus y Europa, y hermano de Radamantis y Sarpedón. Junto a ellos fue criado por el rey Asterión de Creta. Cuando este murió, el trono fue ocupado por Minos, quien desterró a Sarpedón y (según algunas fuentes) también a Radamantis. Este fue el rey Minos «bueno», tenido en tal estima por los dioses olímpicos que, tras su muerte, se le hizo uno de los tres Jueces de los Muertos, junto con su hermano Radamantis y su hermanastro Éaco. Se decía que la esposa de este Minos fue Itone (hija de Lictio) y que tuvo un hijo único llamado Licasto, su sucesor como rey de Creta. Licasto tuvo con su esposa Idea (hija de Coribas) un hijo al que llamó Minos, en honor a su abuelo. Este segundo rey Minos, el «malo», es el hijo de Licasto, y fue un personaje mucho más pintoresco que su padre y su abuelo. A este segundo Minos debemos los mitos de Teseo, Pasífae, el Minotauro, Dédalo, Glauco y Niso. A diferencia de su abuelo, tuvo numerosos hijos, entre los que se cuentan Androgeo, Catreo, Deucalión (evítese la confusión con Deucalión, hijo de Prometeo), Ariadna, Fedra y Glauco, con su esposa Pasífae (otra tradición, sin embargo, consideraba que su esposa había sido Creta;[1]​ con una ninfa fue padre de Eurimedonte, Nefalión, Crises y Filolao y con Dexitea tuvo a Euxantio.[2]​ Fue el abuelo del rey Idomeneo, quien llevó a los cretenses a la Guerra de Troya.

Minos reinó en Creta y en las islas del mar Egeo. Vivía en Cnosos por periodos de nueve años, al término de los cuales se retiraba a una cueva sagrada donde recibía instrucciones de Zeus sobre el gobierno que había de dar a la isla. Según otra interpretación, nueve fue el número total de años que estuvo Minos reinando en Cnosos.[3][4]​ En las fuentes antiguas se consideraba que Minos había sido un gran legislador y el primer artífice de la supremacía naval de la isla.[5][6][4]​ Consideraban a Minos un benévolo gobernante, legislador y supresor de la piratería.[6]​ Se decía que su constitución había formado la base de la de Licurgo.[7]​ De acuerdo con esto, tras su muerte se convirtió en el juez de las sombras en el inframundo,[8]​ junto con Éaco y Radamantis.

Sin embargo, en la tradición ática y en la etapa ateniense, Minos es un cruel tirano, el demandante del tributo de jóvenes atenienses que alimentaban al Minotauro.

Puesto que posteriormente se supuso que el intercambio con los fenicios jugó un importante papel en el desarrollo de Creta, a veces se dice que Minos era fenicio. No existen dudas sobre el escenario histórico de la leyenda: los restos arqueológicos de la Edad del Bronce de Creta prueban la existencia de una civilización poderosa en la isla, y hace que resulte probable que no sólo Atenas sino la propia Micenas estuviese una vez sometida a los reyes de Cnosos. A la vista del esplendor y la amplia influencia de los restos arqueológicos que descubrió en Creta Arthur Evans en 1900, se dio a la civilización descubierta un nombre derivado de Minos: civilización minoica.

La explicación solar de "Minos" como "dios-sol" ha pasado a segundo plano tras los últimos descubrimientos. En cualquier caso se le habría reclamado naturalmente un origen divino como rey-sacerdote, y estaba rodeado de una atmósfera divina. El nombre de su esposa, Pasífae («la que brilla para todos»), es un epíteto de la diosa de la luna.[9]

Un día, Glauco estaba jugando con una pelota o un ratón y desapareció de pronto. Sus padres consultaron a Apolo o a los Curetes, y recibió la respuesta de que «un prodigio se ha producido entre vosotros: quien lo aclare os devolverá a vuestro hijo».

Este oráculo fue interpretado como una referencia a un ternero recién nacido en la manada de Minos. Tres veces al día, el ternero cambiaba de color de blanco a rojo y de rojo a negro. En una versión alternativa, en lugar de un ternero se trataba de una vaca. Poliido advirtió la similitud con la maduración del fruto de la zarzamora y Minos lo envió a buscar a Glauco.

Buscándolo, Poliido vio a una lechuza alejando abejas de una bodega del palacio de Minos. Dentro de ésta había un tonel de miel, dentro del cual halló muerto a Glauco. Minos exigió que se le devolviese la vida a Glauco, pero Poliido dijo que él no podía hacer tal cosa. Entonces Minos lo encerró junto a su hijo. Apareció una serpiente, a la que Poliido mató con una espada o de una pedrada. Posteriormente apareció otra serpiente que, al ver a la primera muerta, se marchó y volvió con una hierba con la que la resucitó. Siguiendo este ejemplo, Poliido usó la misma hierba para resucitar a Glauco.

Minos rehusó permitir a Poliido abandonar Creta hasta que hubiese enseñado a Glauco todo lo que sabía. Poliido así lo hizo, pero entonces, en el último segundo antes de marcharse, pidió a Glauco que le escupiese en la boca. Glauco así lo hizo, devolviendo a Poliido todo lo que le había enseñado.[10]

El rey Minos prometió a Poseidón que sacrificaría lo primero que saliera del mar. Poseidón hizo salir un toro, pero Minos lo encontró tan hermoso que lo incorporó a sus rebaños. El dios, enfurecido, hizo que Pasífae, esposa del rey Minos, se apasionara por el animal. La reina pidió a Dédalo que la ayudase a satisfacer sus deseos y el artesano construyó una vaca hueca de madera donde se ubicó Pasífae en posición supina. El Toro cubrió a la reina, quien nueve meses después dio a luz al Minotauro, un horrible monstruo, mitad humano, mitad toro, a quien se llamó Asterio.[11]​ Dédalo construyó entonces un complicado Laberinto, en el que Minos encerró al Minotauro.

Posteriormente Minos autorizó a Heracles a capturar el toro con el que se había apareado Pasífae, lo que constituyó uno de sus doce trabajos.

Las numerosas infidelidades del rey Minos enfurecieron de tal modo a Pasífae que esta lo hechizó de manera que cada que vez que tenía relaciones con otra mujer no eyaculaba semen sino serpientes, escorpiones y escolopendras que hacían morir a todas sus amantes.

Sin embargo Procris consiguió librar a Minos de esta maldición al hacerle beber una cocción de raíces mágicas preparada por la hechicera Circe, hermana de Pasífae o, según otra versión, utilizando una vejiga de cabra. Minos, a cambio, regaló a Procris un sabueso que nunca dejaba escapar a su presa llamado Lélape y una flecha infalible.[12]

Androgeo, hijo de Minos, había ganado los juegos panatenienses, momento de gran gloria que aprovechó Egeo, rey de Atenas, para retarle a luchar contra el toro de Maratón, que estaba asolando esa parte del Ática. La terrible bestia acabó con la vida del príncipe, o según otra versión, este murió a manos de los otros competidores de los juegos, celosos de su victoria.[13]

El rey Minos utilizó la excusa de la muerte de su hijo para lanzar su poderosa flota contra las costas de Grecia, conquistando Megara y condenando con el aislamiento a Atenas, que sufrió el hambre y las epidemias.

Los atenienses realizaron sacrificios humanos para tratar de que las divinidades aliviaran sus males pero como no tuvieron resultado consultaron al oráculo y este les aconsejó que aceptaran lo que les propusiera Minos si querían acabar con la guerra. Así, aceptaron el humillante tributo que les impuso el rey de Creta para firmar la paz: cada año debían enviar siete jóvenes y siete doncellas para que fueran devorados por el Minotauro, que se encontraba en el laberinto, un lugar de donde nadie que entrara conseguía salir.[14]

Para librar a su ciudad de esta carga, Teseo, hijo único de Egeo, partió a Creta. Una vez allí, se enamoró de él Ariadna, la hija de Minos, que le ofreció su ayuda: un ovillo de hilo o una corona luminosa que le sirva de guía para salir del laberinto. Siguiendo esta estrategia, Teseo mató al Minotauro y terminó así con el tributo impuesto por Minos.[15]

Minos también tomó parte en la historia del rey Niso. Niso era rey de Mégara, e invencible siempre que conservase un mechón de pelo rojo, oculto en su cabellera blanca. Minos atacó Mégara pero Niso sabía que no podía ser derrotado porque seguía teniendo su mechón de pelo rojo. Su hija, Escila, se enamoró de Minos y demostró su amor cortando el mechón de pelo rojo de la cabeza de su padre. Niso murió y Megara cayó ante Creta. Minos mató a Escila por haber desobedecido a su padre. Escila fue transformada en un ave marina, perseguida sin descanso por su padre, que era un águila marina.

Minos había encarcelado a Dédalo y a su hijo, Ícaro, en el laberinto, al considerar al primero como responsable de la fuga de Teseo, pero ambos huyeron usando unas alas que Dédalo inventó. Sin embargo Ícaro voló demasiado alto, muy cerca del sol y sus alas se derritieron. Ícaro cayó al mar y se ahogó.

Minos buscó a Dédalo de ciudad en ciudad, proponiendo un acertijo: ofrecía una caracola espiral y pedía que fuese enhebrada completamente. Cuando llegó a Camico, en Sicilia, el rey Cócalo, sabiendo que Dédalo sería capaz de resolver el acertijo, buscó al anciano. Este ató un hilo a una hormiga que recorrió todo el interior de la concha, enhebrándola completamente. Minos supo entonces que Dédalo estaba en la corte del rey Cócalo y exigió que le fuese entregado. Cócalo logró convencerlo de que tomase primero un baño, y sus hijas le mataron entonces quemándolo con agua hirviendo.[16][17]

Posteriormente, los restos de Minos fueron devueltos a los cretenses, quienes los pusieron en un sarcófago en el que se hizo esta inscripción: «La tumba de Minos, el hijo de Zeus».

Tras su muerte, Minos se convirtió en juez de los muertos en el Hades junto con Éaco y Radamantis. Radamantis juzgaba las almas de los orientales, Éaco la de los occidentales y Minos tenía el voto decisivo.

En la Eneida de Virgilio, Minos era el juez de aquellos a los que se había aplicado la pena de muerte tras ser acusados falsamente. Minos se sienta en una urna gigante, y decide si las almas deben ir al Elíseo o al Tártaro con la ayuda de un jurado mudo. Radamantis, su hermano, es un juez del Tártaro que decide los castigos adecuados para los pecadores allí destinados.[18]

En la Divina comedia de Dante, Minos se sienta en la entrada al segundo círculo del Inferno, que es el comienzo del Infierno propiamente dicho. Ahí juzga los pecados de cada alma y le asigna su justo castigo indicando el círculo al que debe descender. Hace esto dando el número apropiado de vueltas a su cola alrededor de su cuerpo. También puede hablar para aclarar la ubicación del alma dentro del círculo indicado por las vueltas de su cola.[19]

En la monedas cretenses se representa a Minos con barba, llevando una diadema, con el pelo rizado, altivo y solemne, como los retratos tradicionales de su supuesto padre, Zeus. En las vasijas pintadas y los bajorrelieves de los sarcófagos aparece frecuentemente con Éaco y Radamantis como jueces del inframundo y relacionado con el Minotauro y Teseo.




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