Clelia Luro cumple los años el 21 de febrero.
Clelia Luro nació el día 21 de febrero de 1926.
La edad actual es 98 años. Clelia Luro cumplió 98 años el 21 de febrero de este año.
Clelia Luro es del signo de Piscis.
Clelia Luro nació en Buenos Aires.
Clelia Susana Luro de Podestá (Buenos Aires, 21 de febrero de 1926 - Buenos Aires, 4 de noviembre de 2013) fue una periodista y escritora argentina que se destacó por su activismo social, cerca de la teología de la liberación en la vertiente de la teología del pueblo y en especial por la reforma de la Iglesia católica para garantizar el derecho de los sacerdotes a casarse o de optar voluntariamente por el celibato. Fundó y presidió la Federación Latinoamericana de Sacerdotes Casados (FLSC) junto a su esposo y obispo de la Iglesia católica Jerónimo Podestá. En el último año de su vida trabajó para difundir el papado de Francisco, la única autoridad de la Iglesia católica en Argentina que defendió a Podestá y a Luro de los ataques que sufrieron desde el Vaticano, reconociendo el aporte de ambos a la Iglesia católica. Bergoglio hablaba con Clelia todos los domingos y la invitó a permanecer junto a su esposo cuando le administró a Podestá la unción de los enfermos.
Clelia Luro nació en 1926 en el Barrio Norte de Buenos Aires en el seno de una familia tradicional de clase alta. Educada en el Colegio del Sagrado Corazón, desde chica se identificó fuertemente con el mensaje de Jesús y el Evangelio que veía muy lejos de la Iglesia católica como institución.
En 1949, cuando tenía 23 años, se casó con el salteño Jaime Isasmendi, primo de Robustiano Patrón Costas, líder del Partido Demócrata Nacional (conservador) y dueño del Ingenio San Martín de Tabacal en la localidad de Orán, cuestionado por su régimen laboral abusivo en perjuicio de diversos pueblos indígenas. Luego de que el matrimonio viviera en Buenos Aires -donde nace su primera hija- y en Salta -donde nace su segunda hija-, su esposo comenzó a trabajar en 1954 en el ingenio de su primo, donde se instaló la familia, en una zona rural a 300 kilómetros de Salta. Allí Clelia tomó contacto con las poblaciones indígenas (kolla, wichí, toba y avá guaraní) y su extrema pobreza y tomó la iniciativa de utilizar el aprendizaje que había realizado con la Cruz Roja para prestar servicios paramédicos y solidarios a esas poblaciones.
Para 1961 Clelia había tenido cinco hijas (María Cristina, Nannina -que vivía en Salta debido a que tenía que concurrir a una escuela para niños sordos-, Clelia, Clara, Alejandra María) y estaba embarazada de la sexta (María de los Ángeles) cuando su matrimonio entró en una crisis terminal, en una época en la que la separación (la ley de divorcio había sido derogada en 1956) generaba mucha discriminación en perjuicio de las mujeres. Pero apoyada por el obispo de Salta, Clelia tomó la decisión de separarse y volver a Buenos Aires. Sus cuatro hijas mayores debieron ser internadas pupilas en el mismo Colegio del Sagrado Corazón donde ella había estudiado, ya que su esposo -en esa época las mujeres no podían ejercer la patria potestad de sus hijos e hijas mientras el padre estuviera vivo- no dio autorización para que vivan con la madre. Clelia debió vivir en un hotel, embarazada y con su hija menor, porque su familia la rechazó a causa de la separación.
Luego de casi un año de vivir con mínimos recursos, acosada por su esposo, en juicio por la tenencia de sus hijas e ignorada por su familia, obtuvo un trabajo en una empresa financiera de planes de ahorro para vivienda. Luego de progresar en la misma, propuso a la empresa ofrecer planes de vivienda accesibles para los obreros rurales salteños, aprovechando su conocimiento de las necesidades de vivienda popular en esa zona y trabajando con la diócesis de Salta. El proyecto prosperó y se extendió también en 1965 a Tucumán -donde se radicó- y Jujuy, mientras que sus hijas fueron internadas pupilas en el Colegio Sagrado Corazón del barrio Chateau Carreras de la ciudad de Córdoba, con excepción de Nannina que fue enviada por el padre a vivir en Buenos Aires.
En 1966, durante el gobierno constitucional de Arturo Illia, insatisfecha espiritualmente con su empleo, renunció y gestó junto al militante peronista Ezequiel Perteagudo, la revista Imágenes del País.
A fines de la década de 1960 quedaría viuda pero antes, en abril de 1966 conoció a Jerónimo Podestá, quien por entonces era obispo de la diócesis de Avellaneda y venía de participar en el Concilio Vaticano II (1962-1965). Era conocido como "el Obispo de los obreros" por liderar la experiencia pastoral renovadora de "curas obreros" iniciada en Francia, sacerdotes que trabajaban en fábricas y vivían de sus salarios en barrios obreros, a la vez que participaban de las luchas sindicales. Podestá lo llamaba "una Iglesia de abajo". Clelia conoció a Podestá por medio del obispo de Salta, quien la envió a recurrir a él para ayudar a un sacerdote salteño con problemas de alcoholismo. El mismo día que lo conoció Clelia le escribió a un sacerdote amigo sobre la impresión que le causó su encuentro con Podestá:
Clelia también produjo en Jerónimo Podestá un fuerte impacto desde el momento que la conoció:
A fines de 1966, durante la dictadura del general Onganía, se realizó en Mar del Plata la X Reunión de la CELAM. Durante la misma se produjo un estrecho encuentro entre Podestá y Hélder Cámara, el progresista obispo brasileño que había desempeñado un papel importante en el Concilio Vaticano II e impulsado el Pacto de las catacumbas y que era conocido por la dictadura militar brasileña como el "obispo rojo". Clelia cubrió el encuentro entre ambos obispos y la revista Imágenes del País publicó la nota en tapa, causando gran preocupación en la dictadura.
Para entonces Clelia y Jerónimo habían establecido una relación de profundo amor e identificación mutua, que decidieron asumir en su plenitud humana manteniéndola en un plano exclusivamente espiritual, tomando la forma de una "pareja mística".Recife, poco antes de que el obispo brasileño encabezara la firma del Manifiesto de los 18 Obispos del Tercer Mundo. Los tres mantendrían un vínculo estrecho de por vida y muchos años después, en 2003, Clelia escribiría el libro El mártir que no mataron (Hélder Cámara).
El propio Hélder Cámara le dijo a Jerónimo en aquel encuentro que no tuviera "miedo de Clelia, porque Clelia va a ser tu fuerza". En 1967 Clelia y Jerónimo fueron invitados a visitar al padre Cámara enPodestá nombró a Clelia como su secretaria personal en el obispado, una posición muy inusual para una mujer en la Iglesia católica de aquella época. Decidieron no ocultar su vínculo, conscientes de que no rompían regla eclesiástica alguna, ni ceder a la hipocresía -habitual en la Iglesia- que le recomendaban mantener en reserva su relación con "esa mujer", razón por la cual Clelia comenzó a estar presente a su lado en los actos, reportajes y actividades públicas.
Clelia se quejaba del trato de las autoridades eclesiásticas que se referían a ella sin mencionarla por el nombre, llamándola "esa mujer", como una manera de invisibilizarla y deshumanizarla, sentimiento que la llevó en 1996 a titular su primer libro como Mi nombre es Clelia.En las cartas entre Clelia y Jerónimo desde fines de 1966 se percibe la fuerza de ese amor y la convicción de respetarse mutuamente sin traicionar el juramento de celibato de Podestá y a la vez aceptando ese sentimiento como una gracia en el marco de una Iglesia católica que buscaba renovarse y hacerse más humana.
En enero de 1967 Podestá recibe por primera vez una advertencia de Mozzoni, Plaza y Primatesta sobre su relación con Clelia.Paulo VI publicó la encíclica Populorum Progressio (El desarrollo de los pueblos), un documento muy progresista que ponía el acento en la situación de desigualdad creciente entre ricos y pobres en el mundo, apelando al "deber" cristiano de actuar urgentemente para cambiar la situación:
Ante la disolución de los partidos políticos que había dispuesto la dictadura a partir de mediados de 1966, adquirieron aún más importancia los canales de participación que abrían las corrientes religiosas más comprometidas como la que expresaba Podestá. El 26 de marzo de 1967 el papaJerónimo, Clelia y Perteagudo adhirieron de inmediato a los términos de la encíclica y comenzaron a difundirla a través de la revista Imágenes del País y de la prédica episcopal. Podestá decía que "la encíclica era un programa revolucionario":
Las conferencias de Podestá sobre la Populorum Progressio se volvieron cada vez más populares, sobre todo en medios sindicales y peronistas, estos últimos prohibidos por la dictadura. Pero al mismo tiempo encendieron las alarmas en el gobierno militar y en los sectores conservadores civiles y religiosos.
El 1 de mayo de 1967 Podestá publicó un artículo en un diario de gran difusión cuestionando la prohibición del dictador Onganía de realizar actos el Día Internacional de los Trabajadores y para fines de año Podestá, Clelia y Perteagudo planearon realizar un gran acto, en plena dictadura, en el estadio Luna Park en el que el obispo fuera el único orador y el tema fuera la Populorum Progressio.
El 25 de junio Podestá le escribe una carta a Hélder Cámara en la que le cuenta que el nuncio papal Umberto Mozzoni le había advertido que no debía realizar el acto en el Luna Park y le transmite también el significado profundo de su encuentro con Clelia y la decisión de ambos de asumir en libertad la "colaboración sacerdote-mujer", así como la fortaleza que exigía asumir ese sentimiento ("es gozo y cruz al mismo tiempo"):
Los hechos se precipitaron en la segunda mitad de 1967. A fines de julio el dictador Onganía lo citó y le dijo que él era el mayor peligro de la Revolución Argentina. Presionado por las máximas autoridades de la Iglesia argentina, Podestá defendió la limpieza de su conducta anunciándoles que iría a hablar con el papa Paulo VI, convencido de que entendería. Pero la audiencia con el papa no resultó como suponía, exigiéndole que "arrancara" ese sentimiento de su corazón. En una carta del 12 de agosto dirigida a Paulo VI, Podestá dice:
El 10 de noviembre el nuncio Mozzoni le pide la renuncia al obispado sin más. Podestá pide ver al papa antes de resolver, pero Mozzoni le ordena firmar la renuncia con la promesa de no tramitarla hasta conocer la decisión final papal. Jerónimo y Clelia viajaron a Roma pero el papa nunca lo recibió. Clelia en cambio pudo hablar con el secretario de Estado de la Santa Sede, el cardenal Giovanni Benelli, que mostró una postura irreductible, sexista y sin empatía:
De vuelta en Buenos Aires, cinco días antes de lo que le habían informado, el 3 de diciembre de 1967 Jerónimo Podestá fue desalojado con la policía de la diócesis de Avellaneda. Según Ezequiel Perteagudo, Onganía había exigido la renuncia de Podestá a cambio de realizar el salvataje de la irregular situación del Banco Popular de La Plata, en el que Mozzoni y Plaza estarían involucrados, en tanto Rogelio Frigerio estaba comercialmente asociado y otorgar en subsidio a la UCA. La cuestión de fondo no era Clelia sino la oposición de la dictadura y los negocios de la curia. El desplazamiento de Podestá fue visto como un triunfo de los sectores preconciliares.
Clelia ha cuestionado el papel de los religiosos involucrados en la exclusión de Jerónimo Podestá. Del papa Paulo VI consideró que "era muy misógino". Sobre Eduardo Pironio cuenta que se disculpó ante ella diciendo: "tuve que obedecer". De Antonio Quarracino, compañero de promoción con Podestá que condujo la Iglesia argentina entre 1990 y 1998 cuestiona que -a diferencia de su sucesor Jorge Bergoglio- nunca más volvió a hablar con Podestá ("yo creo que Quarracino le tenía miedo a Jerónimo; una vez le fue a hablar y no lo recibió").
En 1968 Podestá publicó su primer libro Violencia del amor a iniciativa y con la colaboración de Clelia, como lo hará al año siguiente con su segundo libro La Revolución del Hombre Nuevo. A partir de su relación con Clelia, Podestá atribuyó a la idea de "amor" un papel central en su prédica, a la vez que un significado mucho más amplio y libre, atravesando las relaciones humanas y religiosas.
Manifestó sus simpatías por el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo (MSTM) -antecedente de la Teología de la liberación- creado en 1968 como adhesión al Manifiesto de los 18 Obispos del Tercer Mundo que impulsó Hélder Cámara, pero cuando fue invitado a exponer en ese ámbito el teólogo peruano Gustavo Gutiérrez exigió que saliera de la sala, cuestionando su relación con Clelia.
Luego de su remoción como obispo Avellaneda la Iglesia lo designó Obispo de Orrea de Aninico, una diócesis africana desaparecida cuyo último obispo había sido Cresconio en el siglo V. En ese carácter, como obispo de la diócesis africana de Orrea de Aninico, Podestá participa de la reunión plenaria de obispos argentinos realizada en San Miguel el 22 de noviembre de 1971. Por entonces la prensa había difundido la noticia de que Podestá y Clelia se había casado o vivían como pareja. Podestá salió entonces a declarar públicamente a la prensa que sentía un profundo amor por Clelia Luro, pero que ambos habían decidido mantener su relación en un estado puramente espiritual debido a su condición de sacerdote y que la "versión indignante" sobre su casamiento era una maniobra de quienes pretendían que le quitaran su condición de obispo. Poco después, en un reportaje conjunto, Clelia puso aún más en claro la situación:
Podestá denunció ante la prensa entonces que la dictadura había torturado con picana eléctrica a varios sacerdotes y se manifestó en contra de que el tema del celibato en la Iglesia católica no pudiera discutirse, tratándolo como un tabú o un dogma, pronunciándose a favor de modernizar la Iglesia y permitir el "matrimonio sacerdotal". La Iglesia consideró entonces que no podía permitir que se hicieran públicas las opiniones de Podestá y dispuso su suspensión a divinis.
A Podestá le preocupaba su futuro aislado de las estructuras oficiales de la Iglesia, Clelia lo impulsa a hacerse cargo de lo que ella denominaba "la diáspora", es decir todos aquellos sacerdotes, con sus hijos y esposas que habían sido excluidos de la Iglesia.
Según la hija de Cleria Luro:
En 1972 Podestá es suspendido a divinis como sacerdote y entonces, ya liberado del deber del celibato, deciden consumar físicamente su amor y casarse, comenzando a desarrollar la idea de la "pareja sacerdotal".
En 1972 estuvimos en Trelew y denunció la masacre.
En 1978 se realizó la traducción al italiano del libro Cartas de Clelia y Jerónimo Podestá y fue editado por la editorial Vallechi de Florencia para su distribución en Italia, pero se prohibió su venta por orden del Cardenal Benelli. Ningún ejemplar ha podido ser hallado.
En 1996 publicó su libro Mi nombre es Clelia, que debió ser editado en Chile debido a que en Argentina las editoriales se negaban a imprimirlo.
A partir de 2003 Clelia apoyó al gobierno kirchnerista, cuestionando tanto a los sectores dentro del kirchnerismo que estaban enfrentados con Jorge Bergoglio como a los medios de comunicación a los que acusaba de distorsionar los mensajes de Bergoglio, manipulándolos para enfrentar al gobierno.
En 2008 a Clelia se le reconoció su derecho a pensión como viuda de un sacerdote luego de gestiones realizadas por el gobierno y la Iglesia católica argentina. Eduardo Valdez, embajador argentino ante la Santa Sede desde 2008, relata cómo sucedió:
En 2012 se realizó la serie de televisión Amores de historia sobre una idea general de Eduardo Valdéz y dirección de Pablo Fischerman que fue transmitida por Canal 9. El tercer capítulo fue dedicado al amor entre Clelia Luro y Jerónimo Podestá; se tituló "Clelia y Jerónimo (10 de noviembre de 1967)" con guion de Marisa Quiroga; la actriz Mercedes Morán interpretó a Clelia y Osmar Núñez a Jerónimo. El capítulo incluye también testimonios documentales de Clelia.
En 2013, pocos meses antes de morir, Clelia le solicitó a la Presidenta de la Nación Cristina Fernández de Kirchner la expropiación de la casa en la que ella y Jerónimo vivieron en Buenos Aires desde que volvieron del exilio en 1982, ubicada en Gaona 1367 del barrio de Caballito. Se trataba de una casa histórica construida en 1864, una de las primeras construcciones realizada en el barrio, que la pareja compró cuando estaba en pésimo estado. Al año siguiente, luego de la muerte de Clelia, el Congreso de la Nación expropió la casa. Clelia había manifestado su voluntad de que la casa fuera un centro interreligioso y abierto:
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