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Federico Ernesto de Sajonia-Altenburgo



Federico Ernesto Carlos Augusto Alberto de Sajonia Altenburgo (en alemán Friedrich Ernst Karl August Adalbert Prinz von Sachsen-Altenburg; Potsdam, 15 de mayo de 1905 - Rosenheim, 23 de febrero de 1985) fue considerado siempre un miembro muy querido de la realeza alemana y de varias casas reales, ya que estaba emparentado con casi todas ellas. Por su manera de llegar sin avisar o a horas intempestivas, era conocido entre los miembros de la realeza como Federico el súbito.

Fue el cuarto y último hijo de Ernesto II de Sajonia-Altenburgo y de la princesa Adelaida de Schaumburg-Lippe. Su padre fue el último duque reinante del ducado de Sajonia-Altenburgo, debido a que tuvo que abdicar, al igual que todos los príncipes alemanes, después que Alemania perdiese la Primera Guerra Mundial.

El príncipe Federico Ernesto cursó sus estudios primarios y secundarios en Dresde, y posteriormente Historia y Arqueología en Jena y Marburgo. Además, realizó estudios de historia del arte y psicología en varios lugares, tanto dentro como fuera de Alemania. Debido a su esmerada educación, el príncipe era sumamente culto, poseía una memoria prodigiosa y hablaba con soltura alemán, francés, griego, inglés, español e italiano.[1]

Como amante de la historia y la arqueología, el príncipe Federico visitó varios países realizando excavaciones a lo largo de todo el planeta. Realizó múltiples excavaciones, como en Costa Rica (en la Península de Osa); en Venezuela, en el Valle del Orinoco; y en México. Referente al continente americano, escribió tratados sobre los zapotecos, aztecas y toltecas. En Turquía visitó y excavó el Gran Palacio de Constantinopla y en Berlín participó en excavaciones en el presbiterio de la Iglesia de los Caballeros Templarios. Gracias a todos sus trabajos de campo logró recopilar mucha información que presentaba en conferencias con títulos como: Las culturas mexicanas, las culturas árabes, los Caballeros Medievales o Las relaciones culturales anglo-alemanas a través de las épocas.

Durante el período vivió en París, Bückeburg, Paderborn, Flandes, Bruselas, donde visitó lugares de cultura y los campos de batalla más famosos de Flandes, y varias zonas de Italia. En Italia, tuvo una gran amistad con el príncipe Raimundo della Torre e Tasso. En 1926, debido al gran interés que toda su familia había mostrado alrededor de la antroposofía, se convirtió en miembro de la Sociedad Antroposófica de Rudolf Steiner al igual que otros destacados miembros de la realeza alemana como el príncipe Maximiliano de Baden.

Entre los años 1935 y 1936 recibió su entrenamiento militar en la Wehrmacht (Fuerzas Armadas Unificadas del Partido Nazi), en las cuales acabó ejerciendo.[2]​ Sin embargo no pudo participar en la Segunda Guerra Mundial por una infección de malaria mientras estaba en Costa Rica. Al final de la guerra Sajonia quedó bajo la zona de ocupación soviética. A partir de 1949, comenzó a ayudar en la Escuela Waldorf, que seguía los preceptos de la antroposofía, como docente de inglés e historia.[3]

El caso de Anna Anderson salió a la palestra en 1920. El príncipe Federico, desde primera hora, junto con otros miembros de la realeza y nobleza alemana, apoyaron las pretensiones de Anderson, afirmando que era realmente la gran duquesa Anastasia. Incluso llegó a rescatarla del castillo de Schloss Winterstein, bajo ocupación soviética, y la trasladó a Unterlengenhardt, en el límite de la Selva Negra.

Pero no solo apoyó el caso de la supuesta Anastasia. Él mismo afirmaba haber estado en contacto, desde finales de los años cincuenta, con miembros de la familia del zar de Rusia que no habían muerto en la masacre de julio de 1918. Se dirigió al Vaticano para averiguar sobre la supuesta intervención de la Santa Sede en la liberación y evacuación de la zarina Alejandra y sus hijas. Se reunió con altas autoridades eclesiásticas, quienes le ofrecieron datos interesantes, pero fue la madre Pascalina Lehnert, gobernanta del papa Pío XII, quien le confirmó la intervención de la Santa Sede en el rescate de la zarina y las grandes duquesas y le habló de las audiencias que Pío XII había tenido con la gran duquesa Olga y la gran duquesa María.[4]​ Desde 1982 comenzó una dura investigación en el Vaticano, queriendo escribir un libro sobre el caso Romanov, tal y como le comentó a su hermana Carlota y a su sobrino Alfredo de Prusia, pero lamentablemente murió antes de escribirlo. Defendió a capa y espada el caso de, quien él consideraba, su prima Anastasia. Incluso, a la muerte de Anna Anderson en 1984, organizó, junto al marido de esta, las exequias para enterrar sus cenizas en el Castillo de Seeon, donde la joven pasó un tiempo en 1927.

El príncipe Federico Ernesto, tuvo un gran interés por los enigmas históricos. Uno de los más destacados en los que trabajó fue en el de Madame Royale, María Teresa de Francia. Junto con su padre publicó una investigación sobre hija de Luis XVI y María Antonieta, que fue rescatada y protegida por un antepasado del príncipe, Federico de Sajonia-Hildburghausen. Actualmente, en Alemania, existe la Sociedad Histórica de Madame Royale, donde varios eruditos, catedráticos e historiadores, apoyan la tesis del príncipe Federico Ernesto y de su padre.

Nunca se casó y no tuvo descendencia debido a que era homosexual. El príncipe Federico Ernesto murió el 23 de febrero de 1985, en Rosenheim, con 79 años. Su muerte fue velada en varios puntos de Alemania, Reino Unido y Francia.[5]



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