La iconografía de Alejandro es extensa, e incluye pinturas, mosaicos, estatuas en bulto redondo de todas las dimensiones, figuras en relieve, monedas y gemas talladas. La mayor parte de las obras originales han desaparecido, aunque se conservan numerosas copias; sobre todo escultóricas, aunque también alguna pictórica, como el llamado mosaico de Issos.
Su constante emulación por los gobernantes greco-romanos posteriores creó una amplia demanda de tales copias, o de obras nuevas con su figura; de modo que Alejandro Magno se convirtió en el personaje histórico griego más representado en el arte. Muchas de ellas, especialmente las que circulaban como antigüedades en el siglo XVII, eran atribuciones apócrifas. Había, según la tradición, tres retratos de Alejandro: el "Alejandro moribundo" (Alessandro morente) descubierto en Roma a comienzos del siglo XVI y expuesto en los Uffizi de Florencia desde finales del XVII, el "Alejandro y Bucéfalo" de la romana piazza del Quirinale, y el "Alejandro sostenido por un soldado". Los tres fueron posteriormente rechazados. La "herma Azara" expuesta hoy en el museo del Louvre era la única pieza que se identificaba por una inscripción, y no se halló hasta 1779 (en Tívoli). Era común confundir la imagen de Minerva con la de Alejandro: dos bustos de pórfido importados a Francia fueron el "Alexandre-Richelieu" (inspirado en la Minerva Giustiniani) y el "Alexandre-Mazarin". Luis XIV poseía cinco "Alejandros". Cristina de Suecia compró dos cabezas "viriles" de Alejandro; una de ellas, de bronce, se hacía pasar por original de Lisipo, la otra, de mármol, era copia del "Alejandro moribundo" que poseían los Médicis.
El contraste de fuentes literarias y arqueológicas ha permitido establecer con alguna precisión la secuencia de los retratos originales de Alejandro. El primero de ellos le fue encargado al escultor Leocares (quien ya había empleado con maestría su arte al servicio de la glorificación del poder en el Mausoleo de Halicarnaso) por su padre Filipo II de Macedonia hacia el 340 a. C., cuando el retratado tenía 16 años y había acabado su formación intelectual con Aristóteles. Se caracteriza por rasgos de efebo con los que el rey de Macedonia quería identificar a su heredero con la civilización griega: barbilla redondeada, mejillas planas y cabello rizado y alborotado con anástole (abultado sobre la frente). Poco después se encargaron al mismo Leocares las esculturas crisoelefantinas de la familia real para el tholos de Filipo en Olimpia (el Philippeion); y a Eufránor un grupo escultórico de Filipo y su hijo en cuádriga, conmemorativo de la batalla de Queronea (338 a. C. -por entonces acababa de cumplir Alejandro 18 años-). Posteriormente, los retratos de edad adulta que realizó Lisipo mantuvieron el aspecto juvenil del retratado (no tuvo oportunidad de envejecer, pues murió antes de cumplir 33 años), pero le marcaron más los rasgos faciales, y a menudo le dispusieron con la cabeza ladeada hacia la izquierda, mirando hacia arriba, con los labios entreabiertos. Menos objetivos, pero repetidos tópicamente, son los calificativos con los que se describe la expresión, especialmente la mirada a la vez "ardiente" y "líquida", que dotaba a las imágenes de un aspecto a la vez "tierno", "suave", "viril" y "leonino" al que contribuían mirada, postura y cabello (lo que es una comparación iconográfica con Heracles -vencedor del león de Nemea-, a cuyo linaje se pretendía remontar). Se ha destacado que el escultor trasformara un defecto físico, que obligaba al retratado a mantener la cabeza sensibilmente reclinada hacia un lado, en una bella pose en la que miraba al cielo en "un mudo coloquio con la divinidad".
De Lisipo fueron el desnudo heroico de Alejandro con lanza (o Alejandro en la palestra, ca. 330 a. C.) y el monumento del Gránico (posterior al 334 a. C.), donde se le representó a caballo; además de otras obras realizadas tras la muerte del rey (323 a. C.), como el grupo escultórico de Alejandro y Crátero cazando un león, de dimensiones colosales, en Delfos.
En el papiro de Milán se conserva un elogioso poema de Posidipo:
tu estatua de bronce tiene la mirada de fuego en sus ojos,
esa que hiciste en la forma de Alejandro. Los persas no merecen
reproches. Hemos de perdonar a las ovejas que huyen ante un león.
El joven macedonio, que al poco de heredar el trono (336 a. C.) condujo a los griegos a conquistar el imperio aqueménida convirtiéndose en el monarca más poderoso de su tiempo, entendió que sus retratos eran un excelente mecanismo de escenificación del poder político, y los utilizó conscientemente durante su reinado, poniendo gran cuidado en controlar su imagen: Plinio el Viejo recoge que, a partir de un determinado momento, no consintió ser retratado nada más que por Lisipo en bronces, por Apeles en pinturas y por Pirgoteles en gemas incisas (glíptica). Tras su temprana muerte la reproducción de su imagen siguió siendo utilizada en su propio beneficio por los monarcas helenísticos, teniendo una gran influencia en el arte de ese periodo y de los posteriores, en Occidente a través del arte romano y en Oriente a través del arte greco-indio.
En cuanto a la divinización (apoteosis) de Alejandro, sucediera antes o después de su muerte, tuvo reflejo artístico en su asociación con la iconografía de distintos dioses (Amón, Zeus, Helios, Pan o Apolo).
El proyecto más extravagante de utilización de su imagen lo concibió Deinócrates (también llamado Estasícrates), que propuso fundar una ciudad en la mano de una estatua colosal tallada sobre el Monte Athos. El propio Alejandro rechazó emprender las obras, por no caer en la arrogancia de Jerjes: "Deja que el Athos permanezca en su lugar; pues basta con que sea recuerdo de la hybris de un solo rey; a mi me señalarán el Cáucaso, los Emoda [cordillera del Himalaya], el Tanais [río Don] y el mar Caspio; esas son las imágenes de mis hazañas".
Aunque la idea de retrato fisonómico como alternativa a la representación de una figura ideal (realismo en el arte frente a idealismo en el arte) surge en Grecia a finales del siglo VI (grupo escultórico de los tiranicidas Harmodio y Aristogitón), y continúa en algunas obras del siglo V (incluyendo el polémico autorretrato de Fidias) y el IV, sobre todo en la Atenas entre 380 y 330 a. C. (donde se levantaron monumentos a personajes célebres del pasado, de facciones individualizadas, pero imaginadas), el concepto es mucho más propio de la escultura helenística, sobre todo fuera de Atenas, donde se impone un dramatismo expresivo. La técnica del retrato helenístico fue atribuida por Plinio el Viejo a Lisístrato de Sición, hermano de Lisipo, quien habría por primera vez sacado sobre su propio rostro un molde en yeso que luego, pasado a cera, retocó hasta obtener la mayor perfección en el parecido.
Detalle del Esclavo.
Detalle del Parnaso.
Detalle de la Asunción.
Ancora sull'Alessandro morente degli Uffizi, RM 113, 2007, 175-206.
Interpretación moderna del proyecto de Deinócrates, también llamado Estasícrates.
Las piezas escultóricas son de origen incierto (posiblemente copias de un original griego, realizadas en Roma en el siglo IV), y durante la Edad Media llevaron unas fantasiosas inscripciones que las atribuían a Fidias y a Praxíteles, lo que no impedía, ya en la Edad Moderna, la creencia popular (basada en la atribución de Panvinio, que propuso su llegada a Roma desde Alejandría por orden de Constantino) de representar a Alejandro y su caballo Bucéfalo (el hecho es que estos escultores son anteriores en el tiempo a Alejandro), sino que más bien reforzaban la tradición (recogida en Miriabilia) de que esos nombres (Fidias y Praxíteles) eran los de dos profetas que llegaron desnudos a Roma en tiempos de Tiberio, para contar la "verdad desnuda": que los príncipes del mundo eran como caballos que todavía no habían sido montados por un verdadero rey (es decir, Jesucristo, que murió bajo ese emperador, y que de este modo intensifica sus similitudes con Alejandro, quien también fue llamado pai Dios - "hijo de Zeus/Dios"- y, también como posteriormente lo fue Jesucristo, se le atribuyó una concepción sin intervención humana, murió en su trigésimo tercer año de vida y fue asociado con Heracles y con Helios/Sol). El gran poder evocador de estas imágenes como símbolo del dominio sobre las fuerzas desatadas explica su frecuente copia o imitación (Caballos de Marly de Nicolas Coustou para Luis XIV, estatuas del Manege de San Petersburgo -en:Saint Petersburg Manege- de Paolo Triscornia, estatua del Hyde Park Corner de Londres para Lord Wellington, etc.)
En 1560 se hallaron dos esculturas semejantes (los Dioscuri del Campidoglio -"Dioscuros del Capitolio"-), que se instalaron sobre la escalera del Campidoglio, Capitolio o colina Capitolina (la plaza remodelada por Miguel Ángel donde se halla la estatua ecuestre de Marco Aurelio).
Uno de los Dióscuros del Quirinale.
El otro.
Los Dióscuros del Campidoglio
El Pasquino.
La escultura de la Loggia dei Lanzi (interpretada aquí como un Patroclo y Menelao).
La obra de Kozlovsky.
La llamada Minerva o Atenea Giustiniani. Museos Vaticanos.
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