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Ley de Concesión de Plenos Poderes de 1933



La ley habilitante del 24 de marzo de 1933 (en alemán, Ermächtigungsgesetz vom 24. März 1933), oficialmente la Ley para el remedio de las necesidades del Pueblo y del Reich (en alemán, Gesetz zur Behebung der Not von Volk und Reich) fue la ley habilitante aprobada por el Reichstag el 23 de marzo de 1933 que cedió de facto todo el poder legislativo a Adolf Hitler quebrando la separación de poderes de la República de Weimar. Fue el principal soporte jurídico sobre el que se construyó la transición de una república parlamentaria a la Alemania nazi.

La ley fue aprobada el 23 de marzo por el Reichstag, por 444 votos a favor y 94 en contra. La ley fue impulsada por el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NSDAP) pero los votos del Partido de Centro fueron claves en la aprobación de la ley. Solo el Partido Socialdemócrata de Alemania votó en contra, pues los comunistas habían sido prohibidos y no podían estar presentes.

Fue el segundo instrumento jurídico, después del Decreto del Incendio del Reichstag, mediante el cual los nacionalsocialistas obtuvieron poderes dictatoriales bajo una apariencia de legalidad. La ley concedía al canciller Adolf Hitler y a su gabinete el derecho a aprobar leyes sin la participación del parlamento, lo que supuso de facto el fin de la democracia, de la República de Weimar y de su Constitución.

A continuación, se encuentra a la izquierda el texto original en alemán, y a la derecha la traducción al español.

Las menciones a los artículos de la Constitución de Weimar tenían gran importancia, pues el texto de la ley dejaba sin efecto los artículos referidos a la aprobación del presupuesto del Reich por el Reichstag y el Reichsrat, a su vez se eliminaba todo el procedimiento de emisión de normas que tenían ambos órganos. Ya tras el Incendio del Reichstag se había emitido un decreto donde Hitler dejaba sin vigor en Alemania el derecho del hábeas corpus y numerosas libertades civiles, lo cual incrementaba más aún el poder de Hitler en calidad de Reichskanzler.

La aprobación de esta norma debía contar con al menos dos tercios del Reichstag, pues Hitler solicitaba la facultad de que el gobierno del Reich emitiese todo tipo de legislación, inclusive alterando la Constitución de Weimar aún en vigor, y sin necesidad de aprobación previa del Reichstag; por tales motivos, la promulgación misma de la ley era considerada para todos los efectos como una modificación de la Constitución.

En las elecciones del 5 de marzo de 1933, tras el incendio del Reichstag, no pudieron participar los candidatos del Partido Comunista de Alemania (KPD) que en su mayoría ya habían sido arrestados por orden de la policía, tras ser acusados de haber planificado y ejecutado el incendio del Reichstag. El partido nazi (NSDAP) había ganado el 44% de votos en esta elección, que unidos al 8% de su cercano aliado el DNVP le daban el 52% del Reichstag, una mayoría absoluta pero todavía insuficiente para aprobar una ley de concesión de plenos poderes; los demás partidos que lograron escaños en el Reichstag eran el SPD hostil a Hitler y el Zentrumspartei, cuyos votos serían necesarios para la aprobación de la ley.

Para lograr los votos restantes y alcanzar el 66% necesario, Hitler negoció con el Zentrumspartei a cambio de garantizar libertades civiles para católicos, además de permitir el funcionamiento de las escuelas religiosas y de mantener en el gobierno a funcionarios identificados con el Zentrumspartei; un líder de este grupo era el antiguo canciller Heinrich Brüning quien se opuso a apoyar una norma que otorgaba poderes tan amplios al Gobierno, entrando en conflicto con otro líder, el clérigo Ludwig Kaas, quien había negociado con Hitler y había ofrecido el apoyo de los votos centristas a este proyecto. El propio Hitler dirigió un discurso en el recinto parlamentario el día de la votación, destinado a calmar las preocupaciones de los centristas aún reticentes, lo cual consiguió en parte. Para «no romper la unidad del partido», Brüning aceptó en ese momento las promesas de Hitler y votó con el resto del Zentrumspartei a favor de la norma.

Los parlamentarios del SPD aún no detenidos acudieron a la votación para oponerse verbalmente a la aprobación de la ley, pero al notar que estaban en minoría decidieron retirarse al menos para evitar la votación ante la ausencia de cuórum. Entonces súbitamente los diputados nacionalsocialistas, dirigidos por Hermann Göring en calidad de presidente del Parlamento Alemán, cambiaron las reglas de votación y determinaron que el único cuórum necesario para aprobar la ley serían «los parlamentarios presentes» y que los diputados que se retirasen «sin justificación» serían considerados como «presentes» para así reunir el cuórum necesario. Los diputados del SPD se quedaron en el recinto para votar, pero sus discursos no modificaron la situación.

Finalmente, Hitler logró que en el edificio de la Krolloper, donde se reunía el Parlamento Alemán tras el incendio del Reichstag, entrasen hombres de la SA para intimidar con gritos y amenazas a los votantes aún indecisos del Zentrumspartei, de modo que al final de la sesión se logró la presión deseada y 444 diputados votaron aprobando la ley, 94 en contra (todos del SPD), ganando así el 83% de aprobación.

Cabe señalar que pese a las negociaciones con Hitler, el Partido de Centro nunca logró que el NSDAP aprobase normas para cumplir los ofrecimientos hechos en marzo de 1933. Por el contrario, poco después de aprobarse la ley el NSDAP presionó exitosamente a los partidos opositores para que se disolvieran.

Las consecuencias de esta ley fueron gravísimas, pues el gobierno del Reich, presidido por Hitler en calidad de canciller de Alemania, tenía ahora el camino libre para aprobar toda clase de normas legales, inclusive yendo en contra de la propia Constitución de Weimar (la cual no fue derogada expresamente) o modificándola en la práctica por sola voluntad del gabinete nacionalsocialista.

Mientras tanto el Reichstag perdía todo poder de decisión en la política alemana; se había previsto que el gobierno del Reich informaría al Reichstag de las normas emitidas pero a fines de 1933 los nacionalsocialistas habían logrado la disolución de casi todos los partidos políticos existentes, asimismo la prohibición total de fundar partidos nuevos fue una de las leyes promulgadas por Hitler desde julio de 1933. La única función del Reichstag, ya copado por el NSDAP, fue de prorrogar indefinidamente en 1937 la vigencia de la ley habilitante.

Ante ello el entonces Reichspräsident, el mariscal Paul von Hindenburg, carecía de poder de reacción; el octogenario militar estaba muy enfermo para poder oponerse a las maniobras nazis, se había apartado por completo de los asuntos públicos después de 1932 y, además, la Constitución de Weimar no le daba poderes políticos para oponerse a un Canciller de Alemania. Ello explica que dentro de la ley los jefes del NSDAP no modificaran los derechos del Reichspräsident, asegurando la debilidad política de dicho puesto. De todos modos la muerte de Paul von Hindenburg el 2 de agosto de 1934 significó la vacancia definitiva de su cargo y la concentración de todo el poder político en manos de Hitler, como Führer und Reichskanzler, tal como lo había explicado Joseph Goebbels tras aprobarse la ley:

A pesar de que la ley otorgaba poderes máximos al «gobierno del Reich» como conjunto y no solo al Canciller, en la práctica Hitler muy rara vez convocó reuniones de gabinete durante su mandato, a pesar de que todos los ministros integrantes del mismo eran también miembros del Partido Nazi, coordinando Hitler las decisiones administrativas directamente con cada ministro, quien a su vez presidía su propia burocracia de modo bastante autónomo. Tras empezar la Segunda Guerra Mundial en 1939 no hubo reunión alguna del gabinete alemán.



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