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Seguidilla (poesía)



La seguidilla (a veces llamada siguirilla) es una estrofa de arte menor formada por cuatro versos: los impares heptasílabos y libres, y los pares pentasílabos con rima asonante. Esto le da un característico ligero y sentencioso, de pie quebrado, propio para el rasgo de ingenio, el piropo entre amantes o el humor. Es de origen oral y tradicional (lírica tradicional), y fue adoptada desde el siglo XVII también por la poesía culta.

dos primeros hexasílabos; el tercero, generalmente endecasílabo y a veces decasílabo; el cuarto, hexasílabo. Se da en el modernismo:

Una preforma de la seguidilla se encuentra ya en las jarchas: es más un ritmo que una estrofa consolidada: versos impares fluctuantes y versos pares de cinco o seis sílabas; al ser de origen popular, es natural en ella la irregularidad métrica. Tomás Navarro Tomás cita como antecedentes dos jarchas hispanohebreas de los siglos XI-XII. Emilio García Gómez transcribe y traduce la primera así:

Esta cuarteta tiene los versos impares hexasílabos (es decir, de seis sílabas) y los pares de cinco (pentasílabos), lo que le da un «ritmo de seguidilla», con rima consonante en los pentasílabos. Es una estrofa análoga a la jarcha número V de la serie árabe, cuyos versos endecasílabos están divididos en dos hemistiquios de seis y cinco sílabas, con rima consonante en los versos pares.[1]

Las Cantigas de amigo en lengua galaico-portuguesa recogen algunos testimonios del siglo XIII, como este de Martín Codax:

El primer ejemplo recogido por escrito de seguidilla castellana pertenece a Juan Álvarez Gato, quien nació en Madrid, hacia 1440-1450 y murió entre 1501 y 1512. El propio autor la contrahízo luego a lo divino y le sirvió de tema para un villancico devoto:

Cervantes, en El celoso extremeño, se refiere a las seguidillas con el nombre de seguidas: «Cantó asimismo Loaysa coplillas de la seguida, con que acabó de echar el sello al gusto de los escuchantes». En la época, estas coplas solían relacionarse con el mundo marginal de prostitutas y rufianes de mala vida, por lo que tomaron un cierto contenido jocoso y satírico, y así en otro lugar Cervantes dice lo siguiente:

Pero Cervantes las usa en sus escritos, y escribe en el Viaje del Parnaso: Las jarcias parecían seguidillas / de disparates mil y más compuestas, / que suelen en el alma hacer cosquillas….[3]



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