La y (en mayúscula Y, nombre i griega o ye, plural yes) es la vigesimosexta letra del alfabeto español, y la vigesimoquinta del alfabeto latino básico. Sus nombres son: ye; en plural yes, o bien i griega. La Ortografía de la lengua española (2010), publicada por la Real Academia Española, propone ye como nombre recomendado para esta letra.
En español representa usualmente un fonema consonante.
La y proviene de la letra griega ípsilon (ὒψιλόν) —«y simple», para distinguir de la grafía «oi» (οι), que representaba el mismo sonido que la ípsilon en griego antiguo tardío) —, que se pronunciaba /u/, más tarde /y/ (como la u francesa o la ü alemana) y actualmente /i/. Inicialmente los romanos la transcribieron con el grafema 'V', del mismo origen (la wau fenicia, '𐤅'); hacia mediados del siglo I a. C. los romanos introdujeron la letra 'Y' para transcribir palabras de origen griego en las que se hallaba presente. Por ello, se corresponde con la letra Y del alfabeto latino o romano moderno.
La introducción en el Imperio romano se dio en un periodo tardío en cuanto al desarrollo del alfabeto, por lo que la /y/ pronunciada como "U" produjo confusiones entre las grafías "Y" y "V", lo que hizo que, por ejemplo, palabras como "Satura" también pudieran escribirse "Satyra", "Sulla" también "Sylla", etc.
En el año 1726, la Real Academia Española separó los usos de las íes y las yes: decidió que sólo la i se usase como vocal. Así, todavía hoy es posible leer Yglesia en las fachadas de algunas viejas iglesias. Algunos apellidos, como Ybarra, han conservado la antigua grafía.
La y hace las veces de consonante y de vocal (concretamente la i semivocal) en diptongos y triptongos al final de una palabra (como en hoy, buey), aisladamente el signo y, tiene el valor vocal equivalente a la i plenamente vocal.
Como consonante, su valor fonético suele ser el correspondiente a un fonema de articulación palatal sonoro, generalmente fricativo y, según los casos, su articulación es más o menos abierta y llega a tener, en español, una sonoridad semejante a la j inglesa y francesa, aunque suele ser más próximo al valor fonético de la j alemana.
Precedida de un sonido nasal, la y se vuelve africada.
En gran parte de Argentina y Uruguay la y se articula con rehilamiento, de modo que el sonido resultante es una fricativa postalveolar sonora [ʒ] (comparable a la "j" francesa de jardin [ʒaʀdɛ̃] o el sonido de la palabra inglesa vision [ˈvɪʒən]); cada vez más común entre los habitantes de la capital argentina es un ensordecimiento de dicho sonido, dando lugar a la pronunciación de la y como fricativa postalveolar sorda [ʃ], (como la "ch" francesa de chanson [ʃɑ̃sɔ̃], o bien la "sh" inglesa de shirt [ʃɜːt]). Por ejemplo: yerba se asimilaría a "sherba" y no a "ierba" ni "hierba".
En español, la y es la conjunción copulativa que une palabras o cláusulas en concepto afirmativo; forma grupos de palabras; da énfasis o fuerza de expresión a lo que se dice a principio de período o cláusula (¿Y si acaso no me ama?) o denota la idea de repetición indefinida (horas y horas esperándola). Para evitar aliteraciones cacofónicas, la y se cambia en e ante palabras que comienzan en i (José e Isabel) o hi (aguja e hilo). Sin embargo, tal cambio no se efectúa cuando la i es vocal plena no con un valor semiconsonante (por ejemplo, se dice y escribe: oro y hierro), o cuando la palabra comenzada con i carece de valor tónico en una interrogación, por ejemplo: ¿Y Ivana?.
En alfabeto fonético aeronáutico se le asigna la palabra Yankee.
En código Morse es: -·--
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