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Afroperuano



Diferentes estimaciones (contando mestizos: mulatos y zambos) :

Afroperuano es un término que designa a la cultura de los descendientes de las diversas etnias africanas subsaharianas que llegaron al Perú durante el Virreinato, logrando una uniformidad cultural. En Piura se encuentra Yapatera, la ciudad con el mayor porcentaje de población afroperuana del país.

El término afroperuano está más relacionado con la cultura desarrollada por los actuales descendientes de los negros virreinales, ya que las poblaciones africanas que arribaron al Perú durante el virreinato le experimentaron a través de los siglos un profundo mestizaje con la población criolla y nativa. La mayoría se encuentra mestizada es decir, conformada por mulatos y zambos. Perú es el cuarto país de Sudamérica con más población Afrolatina superado solo por Brasil, Colombia y Venezuela.

En el año '2010', el Instituto Nacional de los Pueblos Andinos, Amazónicos y Afroperuanos (INDEPA), contempló 112 poblados de mayoría afroperuana a lo largo del territorio nacional.

Con la llegada de los conquistadores españoles llegaron los primeros negros al Perú quienes lucharon junto a ellos como soldados en las campañas de conquista trabajando como maestros, pilotos, arcabuceros, espías y soldados, propiamente dicho.[3]​ Para los españoles, los negros africanos eran considerados como buenos luchadores.[4]​ Debido a su aculturación anterior en lengua y cultura españolas, realizaron una variedad de funciones técnicas y de mano de obra que contribuyeron directamente a la conquista del Imperio Inca y la instauración del Virreinato del Perú.

En las exploraciones hacia el sur se constata la presencia de un negro que salvó a Diego de Almagro tras ser herido con una flecha en el ojo.[5]​ Los primeros negros que pisaron territorio de lo que hoy es Perú desembarcaron en Tumbes. El primer negro en Perú llegó en 1527 a las órdenes del conquistador Alonso de Molina, uno de los Trece de la Fama y primer europeo en visitar una ciudad incaica. Luego de la firma de la Capitulación de Toledo, Francisco Pizarro partió hacia el Imperio Inca con 500 africanos de Guinea como parte de su tropa.[6]​ Durante la captura de Atahualpa, en Cajamarca, una de las víctimas mortales entre las tropas españolas fue un negro.[3]​ Tras la captura de Atahualpa, las tropas españolas, compuestas de españoles, indígenas y negros africanos, partieron hacia el Cuzco. Una de las primeras personas en ver la capital del Imperio Inca fue un negro. Durante el sitio del Cuzco organizado por Manco Inca, los negros africanos participaron activamente en apagar los incendios provocados por los seguidores de Manco Inca. Para levantar el sitio, 200 negros con experiencia militar fueron enviados para luchar contra las tropas de Manco Inca.[4]​ Tras la conquista del Imperio Inca, los negros africanos participaron en los bandos surgidos en el enfrentamiento entre conquistadores. Producto de los enfrentamiento, Diego de Almagro sería ejecutado en 1538. La concubina negra de Almagro, Margarita, ofreció misas por el descanso eterno de su ex amo y pareja. Se constata, además, la presencia de negros en el entierro de Francisco Pizarro tras su asesinato en 1541.[3]

Contra la promulgación de las Leyes Nuevas estalló la Gran Rebelión de Encomenderos en 1544. Con el deseo de aplicar las Leyes Nuevas, fue enviado al Perú el primer virrey, Blasco Nuñéz Vela, quien sería derrotado en la batalla de Iñaquito y decapitado por un negro llamado Benito Suárez en 1546.[7]​ La cabeza de Nuñéz de Vela sería mostrada por Suárez al público. Además, se menciona la actuación de negros como verdugos de algunos protagonistas de las guerras civiles entre conquistadores como Francisco de Carvajal. En el enfrentamiento contra las tropas levantiscas de Francisco Hernández Girón, en 1554, se constata la presencia de un negro de nombre Guadalupe como jefe de las tropas de guineos leales a España.[3]

Gradualmente, los afrodescendientes vinieron a ser concentrados en los campos especializados que se basaban en sus conocimientos y práctica extensos en trabajo artesanal y en agricultura. Cuando la población mestiza creció, el papel de los afroperuanos como intermediarios entre los indígenas residentes y los españoles disminuyó. La población de mestizos aumentó las relaciones entre los peruanos indígenas y españoles. De esta realidad, una jerarquía racial, o evolutocracia, llegó a ser cada vez más importante para proteger el privilegio de los soberanos españoles y de sus hijos españoles y mestizos. En pigmentocracia los españoles estaban en la cima de la jerarquía, mestizos en el centro, los indígenas por debajo de estos, y en el último escalón social se hallaban las poblaciones negras.[cita requerida] Los mestizos heredaron el privilegio de ayudar a los españoles a administrar el país. Además, cuando inmigrantes adicionales llegaron de España y poblaron diversas áreas del Perú, ellos procuraron guardar los trabajos más lucrativos para sí mismos.

Las personas negras procedentes de África fueron traídas como esclavos a América desde siglo XVI. Durante el curso del comercio de esclavos, aproximadamente 95 000 esclavos serían traídos al país, el último grupo llegó en 1850. Fueron trasladados inicialmente a Cuba y La Española, luego a Panamá, Cartagena, y Veracruz, desde donde fueron repartidos a las distintas encomiendas del virreinato del Perú a consecuencia de las Leyes Nuevas (1548) y a la influencia de las denuncias de fray Bartolomé de las Casas de los abusos contra los nativos de América.

Los esclavizadores en el Perú preferían a esclavos que no eran de áreas específicas de África, y que podían comunicarse uno con otro.[cita requerida] Había mucho deseo por los negros de "Guinea", esclavos del río Senegal. Eran deseados porque el español los consideraba más fáciles de manejar.[cita requerida] Estos esclavos tenían habilidades comerciales, sabían plantar el arroz, domar caballos, arriar ganado a caballo, etc. Después eran buscados esclavos del área que abarcaba Ghana hasta Nigeria del este y finalmente, por esclavos de la República del Congo, República Democrática del Congo, Angola, Mozambique y Madagascar de las etnias Congo, Mantenga, Cambado, Misanga, Mozambique, Terranova, Mina y Angola, entre otras.[cita requerida]

Así, los traficantes de esclavos comenzaron con el comercio de mano de obra. Diversas familias hacendadas los tuvieron trabajando por cerca de 250 años, beneficiándose de sus esfuerzos y padecimientos.

El 16 de noviembre de 1780 Túpac Amaru II como parte de su revolución emite el "Bando de Libertad" en Tungasuca (Cusco) proclamando la abolición de la esclavitud por primera vez en el continente,[cita requerida] dando la libertad a los negros que las huestes indígenas a su mando encontraban e invitándolos a que se le sumen. Este proceso fue truncado por los españoles durante el Virreinato de Perú.

Con la independencia del Perú, José de San Martín declaró libres a todos los hijos de esclavos nacidos desde el 28 de julio de 1821 en adelante. Posteriormente en noviembre del mismo año se decreta la tutela sobre los hijos de los esclavos, posteriormente la manutención se amplió considerando también la tutela sobre los esclavos libertos hasta que tengan cincuenta años, esta tutela era costeada por los hacendados agrícolas quienes tomaron en cuenta que mantener a un esclavo era muy costoso; a partir de ahí muchos hacendados convirtieron a sus esclavos en «peones libres» pero obligados al trabajo en las haciendas bajo la figura del «arriendo de parcelas de tierra», esto propició el surgimiento de las llamadas «chacras de esclavos».[8]

A partir de 1821 el número de esclavos negros disminuye evidenciando una crisis del sistema esclavista en el Perú que perduraría hasta 1854, año de la abolición de la esclavitud en el Perú. Esta desintegración del sistema esclavista pasó por diversos periodos en los cuales se evidenciaron diversas manifestaciones de resistencia de los esclavos negros, sobresaliendo cuatro modos de resistencia que fueron:[8]

La liberación de los esclavos fue proclamada por Ramón Castilla en la ciudad de Huancayo el 5 de diciembre de 1854 durante un periodo de conflictos por el poder con el entonces presidente Echenique. En 1854, en el Perú existían 25 505 esclavos; para lograr su libertad el gobierno peruano tuvo que pagar a sus propietarios un bono de trescientos pesos por cada esclavo, lo que representó un egreso de casi ocho millones de pesos que fueron costeados con las exportaciones del guano. Se documenta que muchos patrones declararon tener más esclavos para poder recibir más dinero.[8]

En enero de 1855, Castilla ingresa a Lima y es elegido presidente provisional convocando a un congreso constituyente del cual surge la constitución de 1856 en donde se reflejan, además de las proclamas de la abolición de la esclavitud, la abolición del tributo indígena, entre otros; comenzando una nueva etapa en historia afroperuana.

Hasta ahora en las comunidades afroperuanas perdura el estribillo tan popular celebrando el hito que representó la decisión de Castilla:

Irónicamente, quienes sufrieron con esto fueron los inmigrantes chinos, quienes eran usados como "culíes", vocablo cantonés para esclavos.

Ante el vacío legal, los nuevos ciudadanos tomaron el apellido de sus ex patrones, o por lo menos apellidos muy similares, como los esclavos de la familia Flores, naturales de Moquegua, pasaron a apellidarse Flores o, en última instancia, "Flórez".[cita requerida]

Su actual situación es velada por el Instituto Nacional de Desarrollo de Pueblos Andinos, Amazónicos y Afroperuanos.

La población afroperuana se halla principalmente en dos sectores: costa norte (entre Lambayeque y Piura); y en la costa surcentral (especialmente en Lima, Callao, y en las provincias de Cañete, Chincha, Pisco, y Nazca). La mayor concentración de afroperuanos en el país se halla en Yapatera en Morropón (Piura); compuesta de cerca de 7000 agricultores cuya mayoría es descendiente de antiguos esclavos africanos en donde destaca una gran cantidad de población de origen "malgache" o "mangache" (venidos de Madagascar). La Provincia de Morropón es conocida por sus comunidades negras en ciudades como la misma ciudad capital de Morropón, alrededores de Chulucanas, además de Yapatera, se encuentran Chapica del Carmelo, Salitral, Buenos Aires, La Mantaza, (Hacienda Pabur), San Juan de Bigote y Canchaque. Entre las provincias de Ayabaca y Sullana también se puede encontrar comunidades negras como las de Las Lomas, La Tina (cerca de la frontera) o Pacaipampa.

En las regiones del norte como La Libertad y Áncash, también existen afroperuanos pero en menor medida, dado que la gran mayoría de las poblaciones afroperuanas del norte se concentraron en lo que fueron ex-haciendas ubicadas en valles septentrionales de los departamentos de Piura, Lambayeque y Tumbes.

Cuando se dice “valles septentrionales” se refiere a valles que están, en la yunga. Destacan ciudades como la famosa ciudad colonial de Zaña en Lambayeque por ser la segunda ciudad afroperuana más importante del norte peruano. Otras ciudades como: Tumán, Batán Grande, Cayaltí y Capote en el departamento de Lambayeque son conocidas por albergar a buena cantidad de poblaciones afroperuanas.

En la ciudad de Lima son conocidos los distritos del Cercado, Breña, Surquillo, San Martín de Porres, Barranco, Surco, Chorrillos, Rímac y La Victoria por poseer regulares cantidades de poblaciones afroperuanas, al igual que el Callao. También es conocida la población de Aucallama en la provincia de Huaral.

Las ciudades costeñas de las regiones centro y sur conocidas por sus poblaciones negras son Cañete, Chincha, Pisco, Ica y Nazca. Antiguamente las comunidades al sur de Lima, eran conocidas como los pueblos de mayor intensidad afroperuana pero debido al excesivo mestizaje entre los descendientes africanos y los migrantes andinos se han ido perdiendo la raíz afroperuana. Otra razón es que muchos de ellos migraron también hacia Lima por mejores oportunidades. Sin embargo, aún quedan importantes asentamientos conocidos por su tradicional presencia de afroperuanos: El Carmen y el Guayabo, en la provincia de Chincha, de donde provienen Julio "Chocolate" Algendones y la tradicional familia Ballumbrosio; además de San Luis, en la provincia de Cañete, tierra de Caitro Soto, Coco Linares y Ronaldo Campos.

Más al sur existen comunidades afroperuanas en el distrito de El Ingenio, en la provincia de Nazca; y el pueblo de Acarí, en la provincia de Caravelí, al norte costero del departamento de Arequipa.

Un dato interesante a saber es que antiguamente llegaron esclavos africanos a pequeños valles de la selva alta central ubicados en Cerro de Pasco y Huánuco. Aún existen pequeñas poblaciones con rasgos lejanamente pero evidentemente africanos.

La comunidad afroperuana ha tenido una importante participación en la cultura, gastronomía, literatura, folclore e identidad nacional desde los inicios de la colonia hasta la independencia de este país. Lo afroperuano está marcado de gran medida en lo que a la identidad costeña peruana se refiere y ésta es visible no solo en lo mencionado anteriormente sino hasta en la forma de expresarse, la jerga y el temperamento del costeño. Toda la costa peruana tiene influencia negra pero ésta se manifiesta con mayor intensidad en las danzas, el canto, la literatura y la gastronomía del Perú. También en las manifestaciones religiosas y el deporte popular, los afroperuanos han tenido mucha participación.

En 1956, el catedrático José Durand realizó la primera puesta en escena de tradiciones afroperuanas, en la que se inició la carrera de numerosos artistas. En 1959, los artistas Nicomedes Santa Cruz: autor de décimas y poemas patrióticos y didácticos; su hermana Victoria Santa Cruz: compositora, coreógrafa, diseñadora y exponente del arte afroperuano; y apoyados por el eximio cultor Porfirio Vásquez Aparicio; fueron los que iniciaron el trabajo de reconstrucción de la memoria musical de los negros en Perú con el Conjunto "Cumanana". Melodías, cantos y danzas afroperuanas conocidas en América Latina, fueron reconstruidas como el festejo, el amestizado landó, el ingá, el alcatraz, entre otros. Sin embargo hay manifestaciones que si mantuvieron vigencia como la Danza de Negritos y Las Pallitas desarrollados en la época de Navidad en los pueblos de la costa central del Perú.

Hoy en día destacan: la escritora e investigadora Lucía Charún-Illescas, con su obra "Malambo" considerada internacionalmente como un paradigma del Afrorrealismo Literario; la cantante pop-criollo Eva Ayllón: que logró comercializar la música afroperuana a nivel nacional; Susana Baca: investigadora folclórica (ganadora del Grammy Latino por mejor álbum folclórico); Rafael Santa Cruz destacó por ser el primer torero de etnia negra en el mundo; la mestiza de negro Lucha Reyes: famosa por sus melódicos valses criollos; Caitro Soto: recopilador del estilo landó promovido por Celia Cruz en el conocido "Toro mata"; Ronaldo Campos: danzante y fundador de la Asociación Cultural Perú Negro; Arturo "Zambo" Cavero, y finalmente Pepe Vásquez actual compositor y cantante moderno.

De acuerdo al Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), los afroperuanos en la actualidad sufren de discriminación por motivos raciales en diferentes aspectos de la sociedad nacional. Asimismo, estudios elaborados por la organización han demostrado que la comunidad afrodescendiente en el Perú manifiesta un estancamiento en el acceso a servicios como la salud, educación y en la superación de la pobreza.[9]

La artista afroperuana Victoria Santa Cruz retrató su experiencia de discriminación en su poema Me gritaron negra.[10]



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