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Alfonso de Molina



¿Qué día cumple años Alfonso de Molina?

Alfonso de Molina cumple los años el 12 de febrero.


¿Qué día nació Alfonso de Molina?

Alfonso de Molina nació el día 12 de febrero de 6.


¿Cuántos años tiene Alfonso de Molina?

La edad actual es 2018 años. Alfonso de Molina cumplió 2018 años el 12 de febrero de este año.


¿De qué signo es Alfonso de Molina?

Alfonso de Molina es del signo de Acuario.


Alfonso de Molina (1202 - Salamanca, 6 de enero de 1272).[1]​ Infante de León, hijo del rey Alfonso IX de León, y de su segunda esposa, la reina Berenguela de Castilla, pasó a ser señor de Molina y Mesa tras su primer matrimonio con Mafalda González de Lara, heredera de esos territorios.

Hijo del rey Alfonso IX de León, y de su segunda esposa, la reina Berenguela de Castilla, era nieto por parte paterna del rey Fernando II de León y de su primera esposa, la reina Urraca de Portugal y por el lado materno de Alfonso VIII de Castilla y de la reina Leonor Plantagenet.

El infante Alfonso de Molina nació en las cercanías de la ciudad de León, en el año 1202. Como hijo de Alfonso IX y de la reina Berenguela, presenció las malas relaciones existentes entre los reinos de Castilla y León en su infancia, tras la disolución del matrimonio de sus padres. En la batalla de las Navas de Tolosa, que tuvo lugar en el año 1212, su padre Alfonso IX de León fue el único de los reyes cristianos peninsulares, junto con el monarca de Portugal, que no tomó parte en la misma, a diferencia de los reyes de Castilla, Aragón y Navarra. De hecho, Alfonso IX aprovechó la ocasión para invadir el reino de Castilla, valiéndose de la ausencia de su primo Alfonso VIII.

En el año 1222, su hermano Fernando III de Castilla, que se hallaba enemistado con Gonzalo Pérez de Lara, señor de Molina, a causa de los desmanes cometidos por este y por su apoyo a Alfonso IX de León, selló con este último un pacto, conocido como la «Concordia de Zafra», en el año 1223, en cuya negociación tomó parte activa la reina Berenguela de Castilla, madre de Fernando III de Castilla y esposa de Alfonso IX de León. El propósito de Gonzalo Pérez de Lara al cometer tales desmanes, devastando incluso algunas villas cercanas a Medinaceli, era conseguir el levantamiento de los nobles castellanos contra Fernando III de Castilla y apoyar al padre de este, Alfonso IX de León.

En vista de la situación Fernando III, que no deseaba la excesiva autonomía de la que disfrutaban los señores de Molina de Aragón, que pertenecía a la casa de los Manrique, descendientes del conde Manrique Pérez de Lara, una de las más poderosas del reino, puso cerco a la fortaleza de Zafra, donde se había ocultado el conde Gonzalo Pérez de Lara, junto con su séquito y familiares.[2]​ Gonzalo Pérez de Lara hubo de rendirse y aceptar las condiciones que se le impusieron. La primera de ellas fue que su hijo, Pedro González de Lara «el Desheredado»,[3]​ no heredaría las posesiones de su padre y el señorío de Molina pasaría a ser propiedad a la muerte de Gonzalo Pérez de Lara de su hija Mafalda González de Lara, que contraería matrimonio con el infante Alfonso de Molina.[4]​ De ese modo la Corona podría reforzar su control sobre el señorío de Molina. La Concordia de Zafra fue el prólogo de la futura anexión del señorío de Molina por la Corona de Castilla. Pedro González de Lara, desheredado del señorío, pasó al reino de Aragón y se consideró el legítimo señor de Molina. En su testamento de 1268, hizo heredero del señorío al infante Fernando de la Cerda, el hijo varón primogénito del rey Alfonso X de Castilla.[4]

Contrajo matrimonio en el año 1240 con Mafalda González de Lara, y una vez fallecido el padre de su esposa, el conde Gonzalo Pérez de Lara, el infante, a partir de 1243, se convirtió, mediante su mujer, en señor de Molina[5]​ y a gobernar de hecho el señorío durante el resto de su vida, al principio en colaboración con su esposa, pero una vez fallecida ésta lo hizo solo, tal como estipulaban los acuerdos matrimoniales firmados con su esposa, en los que se recogía que el señorío de Molina pasaría al infante Alfonso y a sus sucesores. En 1240 se amplió el Fuero de Molina, algo que volvió a realizarse en 1272, a la muerte del infante, por su hija y heredera del señorío, Blanca Alfonso de Molina.

El infante Alfonso de Molina fue hombre poseedor de grandes virtudes y de espíritu tranquilo y sosegado, según los cronistas de la época. En 1230, a la muerte de su padre Alfonso IX de León, pudo haberse ceñido la corona del reino de León y la del reino de Galicia, ya que Alfonso IX no deseaba que su reino fuera heredado por su otro hijo varón, Fernando III el Santo, quien ya era rey de Castilla. De hecho, Alfonso IX nombró herederas a sus dos hijas, las infantas Sancha y Dulce. Sin embargo, gracias a una importante compensación económica, ambas renunciaron a la Corona leonesa, mediante la Concordia de Benavente, donde se produjo el encuentro de Fernando III y de sus dos hermanas, que renunciaron al trono en presencia de diversos magnates y prelados del reino. El infante Alfonso de Molina, que ya había rechazado la Corona leonesa previamente, fue recompensado por su hermano el rey, y gozó de su favor, quien le distinguió y le recompensó con numerosas mercedes, posesiones territoriales y privilegios. El infante Alfonso de Molina acompañó a su hermano en la mayoría de sus empresas bélicas y se identificó siempre con la causa de la Reconquista y con cuantas empresas emprendía el rey.

En 1231, mientras Fernando III recorría las principales ciudades del reino de León después de haber tomado posesión de él, el soberano castellano-leonés envió a su hijo el infante Alfonso, que contaba nueve años de edad y se hallaba en Salamanca, a devastar los reinos musulmanes de Córdoba y Sevilla, acompañado de Álvaro Pérez de Castro "el Castellano" y del magnate Gil Manrique. No obstante, varios historiadores han señalado que el infante Alfonso al que se refieren las crónicas de la época no fue el hijo de Fernando III de Castilla, sino su hermano, el infante Alfonso de Molina, hijo del difunto Alfonso IX de León.[a][6]

Desde Salamanca, y pasando por Toledo, donde se les unieron cuarenta caballeros toledanos, se dirigieron hacia Andújar, y desde allí, se encaminaron a devastar la tierra de Córdoba, y posteriormente, al municipio cordobés de Palma del Río, donde exterminaron a todos los habitantes y tomaron la localidad, dirigiéndose a continuación hacia el reino de Sevilla y hacia Jerez de la Frontera, donde instalaron el campamento cristiano en las cercanías del río Guadalete.[7]​ El emir Ibn Hud, que había reunido un numeroso ejército dividido en siete cuerpos, se interpuso con él entre el ejército cristiano y la ciudad de Jerez de la Frontera, obligando a los castellano-leoneses a combatir. Durante la batalla que se libró a continuación, conocida como la batalla de Jerez, los castellano-leoneses derrotaron a las tropas musulmanas, a pesar de la superioridad numérica de estos últimos. Alfonso X de Castilla se refirió posteriormente a la Batalla de Jerez, librada en el año 1231, y en la que Álvaro Pérez de Castro acaudilló las huestes cristianas, del siguiente modo:[7]

Después de su victoria en la batalla de Jerez, Álvaro Pérez de Castro se dirigió al reino de Castilla y entregó al infante Alfonso a su padre el rey, que se hallaba en la ciudad de Palencia.

En 1236 se destacó en la conquista de la ciudad de Córdoba, antigua capital del Califato de Córdoba.[8]​ El año siguiente, el 25 de enero de 1237, su hermano el rey Fernando donó al infanti domno Alfonso, karissimo fratri meo, unas casas, molinos, baños, huerta y viñas en Córdoba (España) así como veinte yugadas de heredad en Torreblanca del Galapagar.[9]​ Doce años después, en 1248, tomó parte en el sitio de la ciudad de Sevilla, y le fue concedida la Torre del Oro. También recibió una parte del Real Alcázar de Sevilla, que fue conocida como «Adarve del infante de Molina».[8]

En el repartimiento del territorio de Sevilla, hecho público el 1 de mayo de 1253, es decir, casi un año después de muerto su hermano Fernando III, y ya durante el reinado de su sobrino, Alfonso X, el infante Alfonso de Molina recibió grandes donadíos y fue uno de los mayores beneficiarios del reparto de tierras, por su condición de hermano menor de Fernando III, quien en su testamento había rogado a su hijo Alfonso X que lo tuviese en gran consideración.[10]

Así es descrito un donadío que le fue donado al infante Alfonso de Molina por su sobrino Alfonso X el Sabio:[11]

En el año 1254 ingresó como familiar en la Orden de Calatrava, obligándose a llevar su hábito y prometiendo que a su muerte, su cadáver recibiría sepultura en el Convento Mayor de la Orden de Calatrava.[12]​ Estuvo presente en las Cortes de Valladolid de 1258,[13]​ cuyo principal propósito fue recabar fondos para proseguir el "fecho del Imperio". También estuvo presente en las Cortes de Toledo de 1259,[14]​ cuyo propósito fue idéntico a las de Valladolid de 1258, y en el "Ayuntamiento de Jerez" de 1268.[15]​ También asistió a la boda de su sobrino el infante Fernando de la Cerda, hijo primogénito y heredero de Alfonso X de Castilla, con Blanca de Francia, celebrada en la ciudad de Burgos el 30 de noviembre de 1269.[16]

En su testamento de 1254, al tiempo que ingresaba en la Orden de Calatrava, el infante Alfonso de Molina había dispuesto su enterramiento en la iglesia del castillo de Calatrava la Nueva, sede de la Orden de Calatrava, situado en la actual provincia de Ciudad Real.[b]

El infante Alfonso de Molina falleció en la ciudad de Salamanca el 6 de enero de 1272, a los setenta años de edad.[17][1]

Después de su defunción, el cadáver del infante Alfonso de Molina recibió sepultura provisionalmente en el desaparecido convento de San Francisco de Salamanca, lugar de sepultura de otros personajes de sangre real.[18]​ Posteriormente, sus restos fueron trasladados a la iglesia del castillo de Calatrava la Nueva donde sus restos mortales fueron colocados en un suntuoso sepulcro que se encontraba cobijado por un arco en la capilla mayor del templo.[17]​ El sepulcro del infante Alfonso de Molina y sus restos mortales no se conservan en la actualidad.

En el sepulcro del infante se hallaba colocado un epitafio, dividido en dos letreros, en los que se leía la siguiente inscripción:[17]

Contrajo matrimonio en 1240 con Mafalda González de Lara, hija de Gonzalo Pérez de Lara, III señor de Molina y Mesa, y de su esposa, Sancha Gómez de Traba.[19]​ Fruto de su matrimonio nacieron dos hijos:

En 1244, viudo de su primera esposa, el infante Alfonso de Molina se casó por segunda vez con Teresa González de Lara,[20]​ hija del conde Gonzalo Núñez de Lara, señor de Belorado, y de su esposa María Díaz de Haro, de quien tuvo una hija:

Contrajo un tercer matrimonio, en el año 1260, con Mayor Alfonso de Meneses, señora de Meneses y Villanueva, viuda de Gonzalo Gil de Villalobos e hija de Alonso Téllez II de Meneses, IV señor de Meneses, de San Román y de Villanueva, y de su primera esposa María Yáñez de Limia. Fruto de su tercer matrimonio nacieron dos hijos:

Tuvo además el infante Alfonso de Molina una serie de hijos ilegítimos, fruto de diversas relaciones extramatrimoniales.



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