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Andrés Vesalio



Andrés Vesalio (Bruselas, antiguos Países Bajos de los Habsburgo, actual Bélgica, 31 de diciembre de 1514 - Zante, antiguas islas Jónicas venecianas, actual Grecia, 15 de octubre de 1564)[1]​ fue un médico del siglo XVI, célebre por su programa de renovación de la anatomía.

Sin ser natural de Flandes, su familia tenía raíces flamencas. Fue el autor de uno de los libros más influyentes sobre anatomía humana, De humani corporis fabrica (Sobre la estructura del cuerpo humano).

De origen germánico, pero nacido en Bruselas, donde su padre era boticario del emperador, estudió en su ciudad natal y en Lovaina, completando luego sus estudios en París y Padua. Enseñó en Padua entre 1537 y 1543. Acompañó a Carlos V y Felipe II en sus campañas como médico particular, con lo que pudo adquirir conocimientos excepcionales de cirugía. Vivió muchos años en España, de ahí su nombre en español.[2]

En diciembre de 1537, un día después de su graduación, realizó en Padua su primera disección pública de un cadáver, explicando tanto la composición de los órganos como la técnica utilizada. El Senado veneciano impresionado le otorgó inmediatamente la Cátedra de anatomía y cirugía de la Universidad de Padua.

Basó sus estudios anatómicos en la observación directa, con lo que pudo rechazar docenas de errores anatómicos presentes en la obra de Galeno (que diseccionó básicamente monos, aunque no siempre). En ese sentido fue el fundador de la anatomía moderna. Y concretamente se le considera el gran introductor de una antropología positiva en medicina.[3]

En 1543 (en el año de la gran obra de Copérnico[3]​), Vesalio publicó en Basilea su obra en siete volúmenes De humani corporis fabrica (Sobre la estructura del cuerpo humano), una innovadora obra de anatomía humana que dedicó a Carlos V. Aunque la autoría de las ilustraciones no está clara, se considera que es obra de varios autores, varios procedentes del taller de Tiziano (como Jan Stephen van Calcar), y otros como Domenico Campagnola o incluso el propio Vesalio. Pocas semanas después publicó una edición compendiada, para uso de estudiantes, Andrea Vesalii suorum de humani corporis fabrica librorum epitome, que dedicó al príncipe Felipe, hijo y heredero de Carlos V.

La obra destaca la importancia de la disección y de lo que en adelante se llamó la visión "anatómica" del cuerpo humano. El término que utilizó para titular su libro, "Fabrica", posee connotaciones arquitectónicas. En su descripción parte de los huesos, ligamentos y músculos, que fundamentan la estructura corporal, para pasar a estudiar luego los sistemas conectivos o unitivos (vasos sanguíneos y nervios) y los sistemas que impulsan la vida. De los siete libros de que consta la obra, el primero trata de los huesos y cartílagos; el segundo de los músculos y ligamentos; en el tercero se describen las venas y arterias; en el cuarto los nervios; en el quinto, los aparatos digestivo y reproductor; en el sexto el corazón y los órganos que le auxilian como los pulmones; el séptimo y último está dedicado al sistema nervioso central y a los órganos de los sentidos. Su modelo anatómico contrasta poderosamente con los vigentes en el pasado.

Además de realizar la primera descripción válida del esfenoides, demostró que el esternón consta de tres partes y el sacro de cinco; y describió cuidadosamente el vestíbulo en el interior del hueso temporal. Verificó las observaciones de Etienne acerca de las válvulas en las venas hepáticas, describió la vena ácigos, y descubrió en el feto el canal que comunica la vena umbilical y la vena cava inferior, llamado desde entonces ductus venosus. Describió también el omento (epiplon), y sus conexiones con el estómago, el bazo y el colon; ofreció las primeras nociones correctas sobre la estructura del píloro; y observó el pequeño tamaño del apéndice vermiforme en los hombres; dio las primeras descripciones válidas del mediastino y la pleura y la explicación más correcta de la anatomía del cerebro realizada hasta la fecha. Este libro lo pudo realizar gracias a la ayuda que le prestó un juez dándole cadáveres de asesinos.

Poco después de la publicación, le fue ofrecido el puesto de médico imperial en la corte de Carlos V. Informó al senado de Venecia de que dejaba su puesto en Padua, lo que impulsó al duque Cosme I de Médici a intentar convencerle a que se trasladase a la Universidad de Pisa, oferta que Vesalio declinó. En la corte tuvo problemas en sus relaciones con los otros médicos, que lo consideraban un simple "barbero" por envidia.

Durante los doce años siguientes Vesalio viajó con la corte, tratando heridas de guerra y torneos, realizando operaciones quirúrgicas y autopsias, y escribiendo cartas privadas acerca de cuestiones médicas específicas. Durante esta época escribió también su obra Radicis el Chynae, un texto corto acerca de las propiedades de una planta medicinal, la raíz de China o zarzaparrilla, en el que se defiende además de las acusaciones de los partidarios de Galeno. Recibió numerosos ataques por médicos españoles.

En 1555 publicó una reedición de su obra De Humani Corporis Fabrica. Tras la abdicación de Carlos V, continuó ejerciendo como médico en la corte de Felipe II, quien le recompensó con una pensión vitalicia y el nombramiento de conde palatino. En 1562 le practicó una trepanación al príncipe Carlos.

Al final de su vida, en 1564, decidió hacer una peregrinación. Se embarcó con la flota veneciana de Giacomo Malatesta, vía Chipre. Cuando llegó a Jerusalén recibió un mensaje del senado de Venecia instándole a aceptar su antiguo puesto en la universidad de Padua, que había quedado vacante a la muerte de su amigo y alumno Falopio. Tras luchar durante varios días con vientos adversos en el mar Jónico, su barco debió atracar en la isla de Zante. Allí murió poco después, cuando contaba escasamente cincuenta años.

Durante muchos años, se supuso que esa peregrinación a Tierra Santa le fue impuesta por Felipe II, para cambiar, así, una condena a la hoguera por la Inquisición, debida a presuntas prácticas dudosas por entonces (al hacer una autopsia de una aristócrata española, Vesalio habría percibido que su corazón latía aún). Hoy se considera mayoritariamente que carece de fundamento esta leyenda macabra,[4]​ por lo que los biógrafos modernos la rechazan, sobre todo desde el cuarto centenario de su gran libro, en 1954. Al parecer esa calumnia la difundió Hubert Languet, que también había servido a Carlos V, pero luego estuvo con el príncipe de Orange. Con todo, esa anécdota fantasiosa ha circulado hasta tiempos recientes.



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