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Asedio de Santafé de Bogotá



El asedio de Santafé de Bogotá tuvo lugar entre el 10 y el 12 de diciembre de 1814 y fue el epílogo de la guerra civil entre Centralistas y Federalistas. La batalla concluyó con la rendición y saqueo de la capital virreinal y la unificación de la Nueva Granada a manos de los federalistas.

El 27 de noviembre de 1811 se creó la Federación de las Provincias Unidas de la Nueva Granada, sin embargo, la provincia de Cundinamarca, la capital, se negó a participar del nuevo orden federal y se declaró proclive al centralismo.

Las tensiones entre federalistas, liderados por Camilo Torres desde Tunja, y centralistas, liderados por Antonio Nariño desde Bogotá, no hicieron más que aumentar hasta que en diciembre de 1812 empezaron los combates entre ambas partes. En enero del año siguiente los federalistas al mando de Antonio Baraya intentaron tomar Bogotá pero fracasaron, estableciéndose un fáctico cese de las hostilidades.

Tras esto, Nariño lanzó una ofensiva contra los realistas de Popayán y San Juan de Pasto que amenazaban la provincia del Valle del Cauca, pero nuevamente es derrotado y luego fue capturado. Durante la campaña los centralistas perdieron gran parte de sus mejores tropas y armamentos por lo que quedaron vulnerables ante sus rivales.

En tanto, que desde Venezuela llegaron los restos derrotados del ejército republicano acompañados de muchos refugiados a raíz de la caída de la Segunda República. Huían de la nueva reconquista llevada a cabo por los llaneros realistas al mando de José Tomás Boves.[8]​ Entre estos exiliados estaban Simón Bolívar, Rafael Urdaneta, José Francisco Bermúdez, José Trinidad Moran, Jacinto Lara, Pedro León Torres, Juan Guillermo Iribarren, Mariano Montilla y Florencio Jiménez.

La situación de los federales tampoco era la mejor.[9]​ El 28 de marzo de 1814, después se ser rechazados en Jagua y Pibija, una operación naval mal hecha contra la fortaleza realista en la isla de En Medio significó la pérdida de la escuadra de Cartagena de Indias -once buques, dieciséis piezas de artillería con sus municiones, cuatro transportes y 165 prisioneros, muchos de ellos acabaron degollados por los indios de San Juan de la Ciénaga por autorización del gobernador de Porras, mucho se debía al odio por la violencia ejercida por Labatut-.[10]​ El gobierno de Tunja se vería obligado a alistar apresuradamente 22 buques para reparar y organizar un ejército regular de 3.000 combatientes. Cartagena de Indias quedaba a cargo de Manuel del Castillo y Rada.[11]

Diversas estimaciones se han dado sobre los ejércitos enfrentados, resultando siempre los federales más numerosos. En el siglo XIX el historiador y militar español Feliciano Montenegro Colón habla de 1.800[12]​ o 3.000[1]​ soldados de las Provincias Unidas. Décadas después, los colombianos Jesús María Henao y Gerardo Arrubla apoyarían la primera cifra del español[13]​ unos 1.300 infantes y 500 jinetes.[14]​ El venezolano Vicente Lecuna los eleva a 2.000 efectivos, cálculo mantenido por Rafael Pardo. La mitad eran venezolanos de los batallones Barlovento, Valencia y La Guaira y el escuadrón Soberbios Dragones de Caracas, y el resto eran reclutas de Tunja, muchos armados sólo con lanzas.[5][15]​ Según el español Francisco Antonio Encina la hueste federal se componía de 1.000 veteranos al mando del general Urdaneta, 2.000 milicianos a pie aportados por las provincias (muchos armados sólo con machetes) y 2.000 lanceros a caballo que se le sumaron durante su marcha por Cundinamarca.[2]​ El francés Clément Thibaud apoya las estimaciones de Encina, afirmando que había 800 veteranos y el resto eran irregulares.[3]​ Destacaba el batallón de los Bravos del Socorro, de 200 plazas, y llegado a Tunja desde la provincia homónima.[16]

La tropa incluía 800 venezolanos que habían escapado con Urdaneta ante la arrolladora ofensiva de Boves.[17]​ En lo que se llamó la Emigración de Occidente, Urdaneta había evacuado 2.000 hombres desarmados de la guarnición de San Carlos, seguidos por cerca de 6.000 mujeres, niños y ancianos que quisieron acompañarlos a los que dejaba en los pueblos por donde pasaba. Las guerrillas monárquicas de Boves habían acosado a su columna todo el camino hasta la Nueva Granada como lo habían hecho a los patriotas que huían de Caracas en la emigración a Oriente.[18]​ Urdaneta había remontado el río Apure[19]​ y llegó el 10 de octubre a Cúcuta y permaneció ahí hasta recibir órdenes secretas de ir a Tunja para unirse a Bolívar, saliendo el 8 de noviembre. El 14 llega a Pamplona y el 22 a Tunja.[5]​ Urdaneta y Bolívar se encontraron en Pamplona (este último venido desde Ocaña), siguiendo juntos a Tunja.[20]

Henao y Arrubla dicen que los defensores sumaban 1.500 regulares y 2.000 vecinos armados, entre ellos los sobrevivientes de la campaña de Nariño, al mando del general José Ramón de Leyva.[13]​ El colombiano Enrique Uribe White los rebaja a 1.400 efectivos,[4]​ de los que 900 serían tropas de línea y 500 milicias reclutadas a última hora, cifra apoyada por la mayoría de los historiadores.[12][2][14][5][15]

El gobierno federalista aprovechó la ocasión para sumar a los recién llegados a sus tropas y atacar a su rival debilitado. Se le ofreció a Bolívar en Tunja el mando de un ejército de neogranadinos y venezolanos con la misión de tomar Bogotá el 28 de noviembre de 1814 lo cual fue aceptado.[12]​ En Bogotá en cambio, el 3 de diciembre se decidió en Asamblea rechazar los ofrecimientos de rendición de las Provincias Unidas y se prepararon para el asedio. Se había reunido una asamblea de «padres de familia» en el convento de San Agustín, participando más de mil personas.[14]

Se armaron a los vecinos y se repartieron cuchillos entre las mujeres.[21]​ El obispo de la ciudad además excomulgó a Bolívar y sus oficiales y se les advirtió a los defensores que los federalistas venían con intenciones de destruir la ciudad y a la Iglesia católica.[13]

Entre el 2 y 4 de diciembre, las distintas unidades federales salen de Tunja a Santafé.[15]​ Bolívar llegó con su ejército a una legua y media de la Santafé de Bogotá el día 7, acampando en Techo, desde donde la intimó a la rendición dos veces lo que fue rechazado por sus habitantes en ambas ocasiones. Tres días después rodeó la ciudad e inició el asalto, tomando el barrio de Santa Bárbara tras derrotar una feroz resistencia casa por casa.[12][14]​ En la jornada siguiente el coronel francés Manuel Servies avanzó por la calle real y se tomaron la batería de San Victorino y la mayor parte de la ciudad, quitando Bolívar en persona la placa que conmemoraba la victoria de 1813 sobre los federales, y empujando a los defensores a la plaza central sin agua ni alimentos. Ante la dramática situación José María Lozano, heredero del Marqués de San Jorge, pidió una tregua hasta el día siguiente, pero durante la cual fueron degollados cincuenta prisioneros federalistas.[12][14]

Debido a esto último, Bolívar reinició el asalto el día 12[6]​ pero poco después se rindieron los últimos defensores bajo la promesa que sus vidas y bienes serían respetados.[13]​ Finalizaba así una feroz lucha casa por casa[13]​ y sin cuartel.[6]​ Sin embargo, después de esto Bolívar permitió a sus tropas saquear la urbe durante 48 horas, siendo asesinados los hombres de origen peninsular y violadas sus mujeres, fue destruido el Observatorio Astronómico y arrasado el rico barrio Santa Bárbara.[21][22]

Bolívar sufrió 204 muertos y 100 heridos; las bajas de los defensores fueron un poco menores.[23]​ Capturó 2.000 fusiles, 400 pares de pistolas, 40 cañones y numerosos pertrechos y municiones.[24]​ Tras garantizar en un bando el respeto de la vida al resto de la población junto a sus propiedades, el arzobispo de la ciudad, Juan Bautista Sacristán, levantó el edicto en que excomulgaba a Bolívar.[5]

Quedaba así la Nueva Granada unificada por el gobierno de Tunja. Bolívar el día 15 fue nombrado Capitán General de los Ejércitos de la República y volvió a la capital federal donde se reunió con miembros del gobierno y el Estado Mayor donde decidieron lanzar una ofensiva sobre Santa Marta, Riohacha, Maracaibo, Coro y toda Venezuela,[25][6]​ con una tropa de soldados de Urdaneta y reclutas de leva de Tunja y Socorro de 6.000 hombres.[26]​ Esperaba contar con algunos buques para transportar sus suministros mientras él avanzaba por la costa con el ejército.[27]​ Después volvería por Cúcuta y avanzaría hasta Lima por el sur.[25]​ Urdaneta fue elevado a general de división el 5 de enero de 1815 por su participación en la victoria. Por aquel entonces, los realistas de Santa Marta temían que un ejército de 3.500 a 4.000 rebeldes avanzara contra su ciudad.[28]​ Estos últimos, dirigidos por el capitán general Francisco Montalvo y Ambulodi, apenas tenían 200[29]​ a 300 soldados para hacerles frente y algunas milicias,[30]​ en total 2.000 efectivos.[4]​ Los habitantes de Santa Marta enviaron cartas al Libertador enviaron cartas informándole que expulsarían a la guarnición y abrirían las puertas en cuanto llegara a sus puertas, y el capitán general, ante las malas condiciones defensivas, tenía un barco francés preparado para huir.[29]

Sin embargo, esta federación era muy débil tanto política como militarmente. Inmediatamente debió vivir el desaire de un juicio militar por acusaciones de sus rivales. Encontrado inocente, salió de Santafé, nueva capital federal desde el 13 de enero,[25]​ el 23 de enero[27]​ siguiendo hacia Honda para marchar hacia la costa por el Magdalena[15]​ con una tropa de 2.000 hombres pero rápidamente se encontró con el desafío del coronel Castillo y Rada, jefe militar del Estado Libre de Cartagena, quien se negaba a entregarle las armas necesarias para la ofensiva -apenas 500 de sus soldados tenían fusiles-;[31]​ además se enteró de la toma de isla Margarita por la Expedición Pacificadora de Pablo Morillo (9 de abril) y de Barranquilla (25 de abril) y Mompox (29 de abril) por los realistas de Santa Marta.[32]​ Ante la inminente llegada de la Expedición Pacificadora a Nueva Granada y la falta de unidad de las facciones independentistas terminó por renunciar el 8 de mayo y exiliarse en Jamaica.

En cuanto llegó Morillo los realistas de Santa Marta rogaron por el envío de buques de guerra y una división de 3.500 a 4.000 tropas para bloquear Cartagena.[30]​ Como reemplazo al mando de las tropas de la Unión quedaba el brigadier Florencio Palacios, cuyas órdenes quedaron en nada por la inacción general.[33]​ Lo cual fue un desperdicio de los 1.200 veteranos que bien pudieron usarse para algo útil a la causa patriota.[28]​ Las Provincias Unidas quedaban sumidas en la anarquía: Santa Marta realista apoyada por Coro y Maracaibo cada vez más fuerte y Cartagena tenía un gobierno independiente de Tunja, a pesar del sometimiento de Cundinamarca. Las fuerzas militares federales eran inoperantes, los 3.000 soldados de Cartagena actuaban por su cuenta y el otro tanto que había tenido Nariño en Bogotá había desaparecido en sus fracasadas campañas.[34]​ Durante ese año los reclutas de Santander, Cauca y el altiplano cundiboyacense, las zonas más pobladas, empezaron a superar en número a los de la costa. Los federales organizaron el Ejército del Sur con 1.037 a 1.200 soldados (con 1.899 fusiles) distribuidos en ocho cuerpos para enfrentar a los pastusos; el Ejército del Norte, 1.001 combatientes pero solo 658 fusiles; la guarnición de Cartagena, 924 defensores (antes unirse la tropa de Bolívar); el Primer ejército de Reserva, en Chitagá, 796 soldados con 658 fusiles; el Segundo, en Bogotá, 2.253 efectivos pero apenas tenían 169 fusiles y 218 lanzas; la tropa de Casanare, 668 plazas. En total, el historiador francés Thibaud estima que las Provincias Unidas contaban con 7.700 soldados mal armados y diseminados por todo su territorio.[3]

Tras la caída de Cartagena el 6 de diciembre de 1815 se iniciaba un período en la Nueva Granada que sería conocido como la Reconquista o "Época del Terror", llamado así por la brutal manera como los españoles contuvieron el proceso de Independencia.

Eventualmente, los dirigentes patriotas sobrevivientes formaron guerrillas en Pamplona, Socorro, Valle del Cauca, Chocó, Neiva, Mariquita y los llanos de Casanare, en esta última se formó la mayor a cargo del general Francisco de Paula Santander, unos 2.000 llaneros agrupados en varios escuadrones y batallones Cazadores y 1º de línea, manteniéndose esta situación hasta la Campaña Libertadora de Nueva Granada.[35][36]​ Aquella montonera comenzó cuando Urdaneta envió al coronel Juan Manuel Valdez, el sargento mayor Pedro León Torres y el capitán José Antonio Páez, que formaron la base del Ejército de Oriente.[37]




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