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Francisco de Paula Santander



Francisco José de Paula Santander de Omaña (Villa del Rosario, 2 de abril de 1792-Bogotá, 6 de mayo de 1840) fue un militar y político colombiano, célebre por su participación en el proceso de independencia luchando al lado de varios patriotas junto a Simón Bolívar.

Santander participó en la guerra que se libró contra las fuerzas centralistas en 1813. Más tarde fue uno de los principales organizadores de la campaña de resistencia contra la reconquista española, que dio la libertad definitiva a la Nueva Granada. También, intervino en las concluyentes batallas del Pantano de Vargas y de Boyacá, en 1819.[1]

Conocido como El Hombre de las leyes y el Organizador de la victoria,[2][3]​ Santander fue vicepresidente de la República de Colombia en el período de 1819 a 1827 (Encargado del poder ejecutivo) y primer presidente de la República de la Nueva Granada (actual Colombia) entre 1832 y 1837, construyó el primer sistema de educación pública de Colombia al impulsar la creación de escuelas y universidades.[4]

Francisco José de Paula Santander de Omaña nació el 2 de abril de 1792 en la Villa del Rosario . Sus padres fueron Juan Agustín Santander Colmenares (quien había sido gobernador de la Provincia de San Faustino de los Ríos y cultivador de cacao en sus posesiones rurales) y Manuela Antonia de Omaña Rodríguez, ambos pertenecientes a familias criollas descendientes de funcionarios coloniales llegados al entonces Nuevo Reino de Granada.[5]​ Su infancia transcurrió en las haciendas de café, caña de azúcar y cacao que poseía su padre, quien descendía de una antigua familia de militares y funcionarios.

En 1805 viajó a Bogotá a estudiar en el Colegio Mayor de San Bartolomé. Obtuvo la beca bartolina en 1805 y el grado de Bachiller en Filosofía en 1808, casi culminando sus estudios de Derecho en la Universidad Santo Tomás , en el año 1810, cuando en las calles lo sorprende la Guerra de Independencia, luego ingresó al servicio militar el 26 de octubre de 1810 con el grado de subteniente abanderado en el Batallón de Infantería de Guardias Nacionales.

Santander ingresó como recluta voluntario en las filas patrióticas y ascendió a Subteniente Abanderado del Batallón de Infantería de Guardias Nacionales, el famoso Batallón 5º de la Unión. Fue parte de la Inspección Militar, de la Comisión de Guerra en la Junta Suprema y colaboró con Antonio Baraya en la campaña del Norte y en la Guerra de la Federación contra las fuerzas centralistas de Cundinamarca después de haber anexado Mariquita en sus filas, siendo ascendido sucesivamente a Teniente y Capitán, en menos de un mes en 1812. Fue herido y hecho prisionero durante la Batalla de San Victorino (9 de enero de 1813), por las fuerzas centralistas. Posteriormente Antonio Nariño lo libera para enviarlo a servir en la campaña de Simón Bolívar en el norte. En 1813, ya ascendido a Mayor, Bolívar le encomendó la defensa de los valles de Cúcuta, donde fue vencido por los realistas aunque tuvo victorias a pesar de la inferioridad cuantitativa, defendiendo o recuperando los valles de Cúcuta y parte de Venezuela, hasta la batalla de Cachirí, donde mandó la vanguardia y la descubierta y a pesar de su derrota organizó la retirada ordenada de sus tropas al mando, tras lo cual se vincula a la guerra en Venezuela haciendo toda la campaña del Centro hacia Caracas en 1818, además de hacer la campaña de Barinas, la Campaña de la Guayana o la campaña Apure, y contiendas como Fuerte Brión, hato del Yagual, Achaguas, Bancolargo, Guayabal, Calabozo, El Sombrero, La Puerta, Barbacoas, Acurén, Ortiz, el Rincón de los Toros y otras.

En 1813 Santander participó inicialmente en la Campaña Admirable en la que Bolívar inicia sus acciones en territorio venezolano. Santander permanece en la población de La Grita, que había capturado por asalto en el combate de Angostura de La Grita el 13 de abril de 1813, en apoyo al coronel Manuel del Castillo, quien se negó a seguir hacia Caracas. Al final para evitar más discrepancias y por órdenes de Bolívar, le encomienda la defensa de los valles de Cúcuta.

En 1814 se convierte en coronel, y desde 1816 participa en el repliegue del ejército libertador en los llanos, junto con varios oficiales y las tropas dando a una etapa de resistencia bélica, si bien al inicio dura poco en la comandancia de este ejército debido a la resistencia de los soldados llaneros a ser dirigidos por un militar ajeno a la región y que previamente había rechazado por considerarse incompetente para dirigir a los llaneros rebeldes a la disciplina militar. Pero entonces, de acuerdo con el nombramiento de José Antonio Páez, enterró su espada en el suelo, declaró que prefería morir con ella enterrada antes que consentir que el nombramiento no fuera hecho adecuadamente y se ganó cierto respeto que también ganaría luchando al lado de Páez. Fue comandante de la segunda brigada de caballería, venciendo en la Batalla de El Yagual donde fue crucial, cargó violentamente, y asimismo lucharía lanza en mano en la campaña de los Llanos.

En 1818 es ascendido a general de brigada, y con experiencia como oficial de Estado Mayor y comandante, mandando entre otros los batallones "Piar", "Apure" y "Bajo Caroní", la segunda brigada de caballería o la primera división de línea del Bajo Caroní se le encomienda reorganizar las fuerzas en Casanare para la ofensiva final.

Después de las acciones y batallas de Paya, Gámeza y el Pantano de Vargas, donde fue herido al frente de las tropas, y el cruce del páramo de Pisba, con su ejército fue la pieza definitiva en el triunfo de Bolívar en la Batalla de Boyacá en 1819, donde rodeó al enemigo y lo persiguió evitando que pudiera reorganizarse. Al final, el coronel español José María Barreiro se rindió ante el Ejército Patriota, del comandante Santander, 'Héroe de Boyacá'.[6]

En 1819 Santander ordenó fusilar en la Plaza mayor al general español José María Barreiro con 37 compañeros. Barreiro le envió a Santander su diploma e insignias de masón de alto grado creyendo que era hermano, pero el general neogranadino solamente respondió: “¡La patria por encima de la masonería!”. Resultan extrañas estas afirmaciones, porque Santander era masón, sin embargo, renunció a las logias masónicas y en un artículo en "el Patriota" en 1823 Santander aseguró que "El hombre es primero ciudadano que masón, y como ciudadano tiene deberes muy estrictos y sagrados con la sociedad, y la autoridad temporal debe prohibir la sociedad de los francmasones si ésta, en lugar del compromiso a que se obliga de favorecerse y dar ayuda a sus hermanos, puede impedir la observancia de las leyes".

En un informe para Bolívar, revisaba detalle por detalle, su decisión y el efecto, y los "escritos políticos de Santander" recopilado por Jorge Orlando Melo menciona que "El general de división Francisco de Paula Santander, vicepresidente de Cundinamarca, presenta al gobierno de la República y a los pueblos del mundo civilizado los motivos y razones que lo obligaron a ordenar la ejecución de 38 oficiales españoles prisioneros en la campaña de 1819, verificada en la ciudad de Bogotá el 11 de octubre del mismo año". Esto se realizó sin el consentimiento del presidente Simón Bolívar, quien se encontraba en campaña libertadora fuera del país y no quería gobernar fusilando al enemigo innecesariamente, lo cual trajo fricciones con el vicepresidente Santander.

Así mismo, un civil peninsular llamado Juan Francisco Malpica, que había manifestado satisfacción por las ejecuciones realizadas por los europeos en la época de Terror y se había refugiado en la catedral creyéndose protegido desde donde pronosticó el regreso del Mariscal de Campo Pablo Morillo, previa confesión por un sacerdote, Santander ordenó fusilarlo en el acto.

Conseguida la independencia, Santander fue elegido Vicepresidente del Estado de Cundinamarca, que por ese entonces incluía todo el territorio de la actual Colombia, y desde esta oficina fue el encargado de hacer valer y respetar a las nuevas autoridades republicanas. Antes de ser relevado del mando para asumir la Vicepresidencia y el Poder Ejecutivo en ausencia de Bolívar, era comandante del cuerpo de ejército de vanguardia, con la artillería y los batallones “Cazadores” y “1° de Línea”, los ingenieros, la compañía de carabineros, el escuadrón “Dragones”, los Guías del General, los regimientos “Lanceros N.º 1” y “Lanceros N.º 2”, el escuadrón “Invictos de Arauca”, el escuadrón “1° del Meta”, incluyendo no solo esta división de vanguardia, sino la división de retaguardia.

En 1821 Santander fue elegido Vicepresidente de Colombia en el Congreso de Cúcuta, cargo que ejerció hasta 1826, para después ser reelegido hasta 1828.[7]​ Este cargo había sido desempeñado infructuosamente durante dos años por Francisco Antonio Zea, Antonio Nariño, José María del Castillo y Rada y Juan Germán Roscio, y cuya dificultad radicaba en que acarreaba la jefatura del Estado y del gobierno del país debido a la ausencia del presidente titular, Simón Bolívar, por las guerras de independencia de Ecuador, Perú y la futura Bolivia.[8]

Mientras que el presidente Simón Bolívar hacía las campañas del Sur, su vicepresidente Santander ejerció el poder ejecutivo hasta 1827.[9]

Las peticiones de Bolívar para que le fueran provistos los fondos y soldados que este necesitaba para la campaña del Perú no fueron posibles de atender por Santander, toda vez que se trataba de ayudar en una guerra en el extranjero, ésta falta de diligencia para cumplir con la noble gesta libertadora, hizo que los ejércitos patriotas alcanzaran la victoria con austeridad. Santander estaba atado para justificar legalmente dicha ayuda, ya que el artículo 128 de la Constitución de Cúcuta sólo aplicaba para casos de Conmoción Interior, razón por la que se daba prioridad a organizar las fuerzas de la República contra posibles reconquistas que llegasen del norte. No obstante, Santander emprendió acciones ante el Congreso para que le aprobaran una ley necesaria para proveer lo solicitado por Bolívar sin éxito. En medio de la presión Santander autorizó acuñar monedas con menos peso-plata para rendir el dinero que debía enviar a la campaña libertadora, rápidamente los agentes de Bolívar se dieron cuenta y rechazaron la encomienda. Tuvo Santander que tocar otros fondos del estado para cumplir con la campaña.

La mayor parte del presupuesto del país se destinaba a la guerra y al mantenimiento de los ejércitos. Ante esta situación fue necesario que Santander, con autorización del Congreso, comisionara a Manuel Antonio Arrubla y Francisco Montoya, como agentes del gobierno colombiano, para conseguir recursos en el exterior. Así, en 1824, se contrató con la B. A. Goldschmidt & Co. un crédito mal negociado, con intereses leoninos, prácticamente impagables para el momento, crédito de más de cuatro millones de libras esterlinas.[10]​ Estos recursos fueron utilizados para cubrir parcialmente las necesidades del gobierno, pagar deudas y reactivar las actividades agrícola y minera.[11]

Finalmente los apoyos económicos y militares que Bolívar le solicitaba para la campaña de liberación del Perú terminaron llegando austeramente a pesar de las necesidades, la economía o la amenaza de la Santa Alianza entre España y Francia y obteniendo la aprobación legislativa, sin la cual la independencia de América siempre estaría en riesgo, como él mismo declaró al Congreso.

Bolívar después de aceptar funciones como dictador en Perú, al no encontrar a quien recurrir en la obtención de recursos en Perú, inició peticiones de los mismos a la Gran Colombia, incluso trató de estimular a Santander con algunas de sus cartas:

«Mande Ud. esos 4.000 hombres que ha ido a buscar Ibarra y el día que Ud. sepa que han llegado al Perú, haga Ud. de profeta y exclame: ¡Colombianos, ya no hay más españoles en América!»[12]

Sin embargo pasado un tiempo, Santander en una de sus respuestas le hacía recordar que no podía darle todo lo que pidiera bajo las condiciones en que se encontraba:

«si el Congreso me da auxilios pecuniarios, o de Europa los consigo, tendrá Ud. el auxilio, y si no, no»., además específico que para tanta ayuda que pedía le solicitaría al Congreso «una ley para poder auxiliar, porque hasta ahora no la tengo», pero ante la insistencia de Bolívar contestó tajantemente: «Yo soy gobernante de Colombia y no del Perú; las leyes que me han dado para regirme y gobernar la República nada tienen que ver con el Perú y su naturaleza no ha cambiado, porque el Presidente de Colombia esté mandando un ejército en ajeno territorio. Demasiado he hecho enviando algunas tropas al sur; yo no tenía ley que me lo previniese así, ni ley que me pusiese a órdenes de Ud., ni ley que me prescribiese enviar al Perú cuanto Ud. necesitase y pidiese»[13]

Bajo esa situación, Santander también recurrió a consultar al Congreso si los grados y empleos concedidos por Bolívar en el ejército de Colombia tendrían validez, considerando que Bolívar había aceptado cargo de gobernante en un país extranjero, la Cámara de Representantes concluyó que «había dejado de ser Presidente (de Colombia) por admitir la Dictadura (en el Perú) sin permiso del Congreso», ante esta situación se presentaba la misma presunta incompatibilidad de funciones, ésta institución optó por destituir a Bolívar del mando del ejército colombiano que combatía en el Perú[14]​.

En 1826 tras el regreso del Perú, se reconfirmo la elección de Bolívar como presidente y Santander como vicepresidente. El 28 octubre del año siguiente al recibir la corona cívica del Perú, Bolívar siendo el Presidente, la tomó en sus manos, manifestó que el pueblo colombiano era el único acreedor a ella, se dirigió a Santander, colocó la corona en sus sienes y manifestó que: "El Vicepresidente, como el primero del pueblo, merece esta corona".[15]

Además de las tensiones que causó el sostenimiento de las campañas del Sur, la ideología también dividió a ambos líderes. Por una parte, Santander promulgaba por un gobierno federalista, en el que el poder del presidente y los militares tuvieran límites. De otra parte, Bolívar defendía la idea de un Estado unitario donde el poder estaría al mando de un presidente vitalicio hasta su muerte, con el poder de elegir en cargos públicos y hereditarios a quien eligiera. La visión de Bolívar era continental, pero otros exigían cumplimiento a las bases y promesas que se habían establecido desde la formación de la Gran Colombia, es decir que se permitiera una mayor participación en el gobierno y autonomía por regiones.[16]

El absolutismo de Simón Bolívar y abusos por parte de militares que lo apoyaban, con la posibilidad de quedarse hasta la muerte en el cargo de Presidente vitalicio junto a quienes él eligiera con beneficio hereditario a quien eligiera, frente a un pensamiento con automía por regiones, federalismo y poder disponder de una participación en gobierno distanció cada vez más a los dos líderes. Los bolivarianos respaldaban la implantación de la constitución bolivariana en la Gran Colombia, constitución que implicaba el carácter vitalicio de la presidencia y la inexistencia de las elecciones. Santander y sus adeptos preferían mantener la constitución que se había firmado en Villa del Rosario con reformas que pudieran limitar absolutismo y abusos en el gobierno.

Las tensiones se intensificaron en 1826 cuando Páez entró en conflicto con las autoridades de Santander y quiso separar Venezuela de Colombia durante el movimiento conocido como La Cosiata. Santander pidió a Bolívar que arbitrara la situación en Caracas, y Bolívar le dio la razón a Páez, lo que no fue bien recibido por los santanderistas.[16]​ Por otro lado, después de ser conocida en Bogotá la sublevación del coronel José Bustamante en Lima, el Consejo de Estado en Perú que había dejado Bolívar para su representación al discutir con representantes peruanos retiraron el cargo de presidente vitalicio a Bolívar y se anuló la constitución impuesta por Bolívar, días después el general Agustín Gamarra tomó militarmente a Bolivia y con apoyo de los mismos bolivianos, Gamarra les nombró a representantes bolivianos la experiencia ocurrida en Lima y los descubrimientos en la documentación de la constitución vitalicia, días después se expulsó a todo extranjero seguidor de Bolívar, al Marical Sucre se le dio salvoconducto para su exilio, la constitución en Bolivia quedó en desuso, Bolívar perdió su poder e influencia sobre Perú y Bolivia, los enemigos de Bolívar organizaron festejos públicos en los que participó Santander. Además, el agitador Vicente Azuero había construido un documento difamatorio en contra de Simón Bolívar y la Constitución bolivariana, pero se presentaron varios levantamientos y para tratar de calmar la situación se convocó desde 1827 a un encuentro para discutir términos, se acordó que esto sería en la Ciudad de Ocaña el 9 de abril de 1828.

En septiembre de 1827 Bolívar asumió la Presidencia desplazando a Santander,[17]​ quien tras dejar el cargo fue elegido Diputado por la provincia de Bogotá para asistir a la Convención de Ocaña en 1828, donde defendió principios republicanos[7]​ con bases federalistas, en esa convención se llegaron a discutir dos propuestas primero las reformas para limitar absolutismo y abusos en el gobierno, la segunda propuesta era la constitución vitalicia, sin embargo los representantes que apoyaban a Bolívar abandonaron la convención el día 10 de junio de 1828, para el 27 de agosto Bolívar trató de lograr lo que no pudo por los representantes, se autoproclamó dictador, disolvió el congreso, la constitución de 1821 fue anulada, todos los representantes en cargos públicos que no aceptaban la propuesta de la constitución vitalicia fueron removidos de cargos públicos, eso incluyó al Vicepresidente quien era Santander en esos momentos, se le dio persecución a opositores.

El 25 de septiembre de 1828 ocurrió el evento conocido como la conspiración septembrina, emisarios de los opositores de Bolívar irrumpieron al Palacio de San Carlos con el objetivo de dar muerte a Bolívar, quien logró huir por una ventana gracias a Manuelita Saenz, por lo ocurrido tras un proceso,[18]​ al día siguiente de lo ocurrido se creó un tribunal de ocho personas para juzgar a quien consideraran participó y pasarlo a juicio, sin embargo pasados algunos días Bolívar encontró acusados absueltos, el caso de Santander ya había sido tratado, sin embargo Bolívar recogió todos los casos donde hubo acusados absueltos al no encontrarlos culpables afirmando que no quería absueltos, disolvió el tribunal y nombró al general Urdaneta como Juez único[19]​, sin embargo esto representó la muerte sin juicio alguno para los casos pendientes, incluso los absueltos, el almirante Padilla fue uno de quienes ya había sido absuelto y recibió condena de muerte firmada por Urdaneta quién actúo sumariamente en todos casos que le asignaron[20]​. Santander fue acusado de traición y sentenciado culpable del atentado, fue degradado, expulsado deshonrosamente y condenado a morir fusilado por la espalda; pero Simón Bolívar le perdonó la vida y fue desterrado.[21]​ Lo ocurrido entre el tribunal creado de forma sorpresiva y las muertes ordenadas violando todo principio de imparcialidad o neutralidad, incrementó un rechazo aún más fuerte contra Bolívar y líderes militares que lo seguían.

Las revueltas continuaron mientras se agravaba el estado de salud de Bolívar, se presentó la Guerra grancolombo-peruana (1828-1829), por territorios en el norte de Perú que Bolívar anexó a La Gran Colombia, se generó una disputa por soberanía y límites (hecho que generó un litigio entre Ecuador y Perú, dado por finalizado hasta 1998), Venezuela se proclamó independiente en enero de 1830 desterrando a Bolívar considerandolo como un riesgo.

El 4 de mayo de 1830 la renuncia de Bolívar a la presidencia de la Gran Colombia fue aceptada ante el Congreso Admirable, en vista que en el gobierno había una dictadura, tal organismo recién elegido tenía funciones para dictar una nueva constitución, se eligió como presidente encargado a Joaquín Mosquera, sin embargo militares también seguidores de Bolívar se tomaron el poder por las armas bajo el mando de Rafael Urdaneta, seguidores que pedían volviera Bolívar a ocupar el cargo de presidente, Urdaneta afirmaba que era representante de Simón Bolívar mientras logró permanecer en el cargo, sin embargo el Consejo de Estado le dio el cargo de nuevo presidente a Domingo Caycedo quien tuvo que aceptar funciones desde la ciudad de Purificacion al no poder lograrlo por la Dictadura de Urdaneta en Bogotá, hubo conflicto armado hasta el 2 de mayo de 1831, los seguidores que promovieron la causa de Urdaneta fueron condenados a destierro y expropiación de bienes por "traición a la causa de la libertad", el 13 de mayo de 1830 se dio a conocer la separación de Ecuador, dada a ocurrir la disolución de la Gran Colombia. En diciembre de ese mismo año poco antes de morir Bolívar escribió: “El no habernos arreglado con Santander nos ha perjudicado a todos”.[16]

Resultando en el poder del sector civilista, se decidió llamar a Santander para que regresase de su exilio que lo había llevado a un itinerario por Europa y los Estados Unidos.[22]​ Entonces, tras la firma de la constitución de 1832, le fue ofrecida a Santander la presidencia de la república de forma interina. Así mismo, el general fue restituido en sus honores y rangos militares, de los cuales había sido despojado cuando fue condenado al destierro por Traición. La noticia de su elección presidencial la recibió estando en Estados Unidos,[23]​ y por esto, pese a ser elegido el 9 de marzo, solo se posesionó al llegar a Bogotá, meses después, el 7 de octubre de 1832.

Su mandato interino finalizó el 1 de abril de 1833, pero fue elegido como Presidente de Nueva Granada en propiedad para el cuatrienio siguiente. Durante su administración, apoyado por dirigentes de la talla de Vicente Azuero, su principal colaborador, ejerció una política de carácter liberal, como la que había ejercido siendo vicepresidente de la Gran Colombia. Su gobierno tuvo la responsabilidad de darle la estabilidad necesaria al nuevo Estado y para ello intervino fuertemente en las reformas a la hacienda y la educación, y desarrolló y fortaleció las relaciones diplomáticas del nuevo país.

La principal preocupación de su trabajo, la familia y obsesión de Santander fue la educación pública, pues consideraba que había sido la razón de ser de la revolución y que una nación en formación necesitaba primordialmente hombres capaces de sacarla adelante, y para fortalecerla creó los llamados colegios santanderinos, dedicados no solo a la educación media (la básica se ofrecía en las escuelas) sino a la universitaria con cátedras de teología, filosofía, medicina o derecho. Muchos de los colegios creados en ese tiempo existen todavía, algunos como colegios de educación secundaria y otros como universidades. En total, creó 20 "grandes colegios" en las capitales de la mayoría de las provincias. Los colegios fueron creados con un espíritu liberal y laicista, incluyendo un fuerte corte utilitarista, con base en la lectura de Bentham aunque con perspectiva crítica. Decretó universidades, colegios y centros culturales en Venezuela, Cundinamarca, Cali (Santa Librada) y Quito, la Universidad del Cauca y la Universidad Central (actual Universidad Nacional).

En cuanto a la hacienda y la economía nacional, el gobierno de Santander fue el primero en empezar a desmontar la estructura fiscal de la Colonia, al eliminar los impuestos de alcabala y los derechos de explotación; si bien se mantuvo el monopolio existente sobre el cultivo del tabaco, se promovió su exportación, así como la de café y algodón, y en menor medida la del resto de productos agrícolas del país.

La uniformidad de la moneda y la primera ley que reglamentó la jubilación de los empleados públicos se lograron en 1835. Al terminar su mandato el presidente Santander tenía su casa en orden, hasta el punto que no había déficit, pero parte del cuerpo diplomático nunca le perdonó que redujera los gastos en representación republicana y simple aunque ciertamente majestuosa y elegante.

La preocupación principal de la diplomacia granadina fue la de lograr el reconocimiento de la nación en el exterior. Durante el mandato de Santander se continuó estimulando la marina mercante, se firmó el primer tratado de amistad con el también naciente gobierno de Venezuela (1833) y se logró el reconocimiento de la Santa Sede, convirtiéndose la Nueva Granada en la primera nación de Hispanoamérica en lograr tal reconocimiento (1835). Previamente ya había obtenido el reconocimiento de la Gran Colombia por la Gran Bretaña, los Estados Unidos y la Santa Sede, lo cual obtuvo con firmeza, y también, además de conseguir el patronato en 1826 amenazó al Papa "con una organización de la Iglesia en forma absolutamente independiente de Roma".

El dotar a los colegios de textos del utilitarista inglés Jeremías Bentham y las medidas abiertamente liberales y progresistas que empezó a adoptar el gobierno, provocó la reacción de los sectores más moderados de los civilistas, encabezados por el exvicepresidente José Ignacio de Márquez, los cuales se convirtieron, junto a los reductos bolivarianos, en la oposición al gobierno. Este conjunto político fue posteriormente llamado el grupo de los ministeriales, el cual finalmente daría origen al Partido Conservador Colombiano. Los sectores más progresistas, encabezados por Vicente Azuero y José María Obando, entre otros, que se habían quedado respaldando la gestión de Santander, se convertirían en el Partido Liberal Colombiano. Al mismo tiempo, Santander también ha sido considerado fundador del partido "liberal" y Bolívar fundador del partido "conservador".

Rechazando la reelección en la Presidencia, cuando terminaba su mandato logró unir a sus seguidores en torno de un solo candidato y el triunfo fue para José Ignacio de Márquez. En este período Santander se quejaba de fuertes cólicos y los doctores no encontraban razón de sus dolores. Se convirtió entonces en senador y presidente del Congreso de Nueva Granada. Así mismo lideró la oposición a Márquez y cuando se preparaba para iniciar su campaña por la reelección, el mismo día de pronunciar un discurso, cayó gravemente enfermo y falleció en Bogotá el 6 de mayo de 1840, contando con 48 años de edad.

Su autopsia reveló, además de dos heridas de bala y una de lanza, que murió a causa de cálculos biliares, razón por la cual sentía los fuertes cólicos.

Sus restos reposan en el Cementerio Central de Bogotá.

Su padre don Juan Agustín Santander y Colmenares, que también fue capitán de los comuneros en Cúcuta, murió cuando era joven. Su tío José Salvador fue nombrado líder de la insurrección en el Táchira. Su padre le pidió a su tío el presbítero don Nicolás Mauricio de Omaña y Rodríguez, que tuvo un papel importante en el comienzo de la revolución, que lo apadrinara en el ingreso al semiespartano Colegio de San Bartolomé, del que era vicerrector. Su madre doña Manuela Antonia de Omaña y Rodríguez murió en 1819. Su hermana Josefa contrajo nupcias con el coronel venezolano José María Briceño Méndez, un veterano oficial herido en combate quien era hijo del coronel Pedro Briceño del Pumar, que murió en 1819 en la Guayana, hermano de Pedro Briceño Méndez y un hermano suyo murió en combate como coronel, otro murió en cautiverio como teniente coronel, otro sobrevivió la guerra como coronel y otro murió desterrado como capellán. Este matrimonio tuvo siete hijos, y los padrinos fueron Santander y su pareja Nicolasa Ibáñez. Dejó descendencia, entre ella un veterano general llamado como su padre, Francisco de Paula.

Doctor Estanislao Vergara Sanz de Santamaría, secretario del Interior y Justicia. Alejandro Osorio Uribe, secretario de Hacienda y Guerra. Vicente Azuero Plata, asesor de Hacienda y auditor de Guerra. Luis Eduardo Azuola, intendente general de Rentas. José Miguel Pey, superintendente de la Casa de Moneda.

Pedro Gual, secretario de Relaciones Exteriores de 1821 a 1825. José Rafael Revenga, enviado extraordinario ante la Corte de Londres y secretario de Relaciones Exteriores de 1825 a 1827. José Manuel Restrepo, secretario del Interior. Doctor José María del Castillo y Rada, secretario de Hacienda. Pedro Briceño Méndez, secretario de Guerra y Marina de 1821 a 1825. Carlos Soublette, secretario de Guerra y Marina de 1825 a 1827. Lino de Clemente, secretario de Marina de septiembre a noviembre de 1826. José Félix de Restrepo, representante de la Alta Corte de Justicia en el Consejo de Gobierno.

José Ignacio de Márquez, Vicepresidente de 1831 a 1833 y de 1835 a 1837. Joaquín Mosquera, Vicepresidente de 1833 a 1835. Capitán de ingenieros Alejandro Vélez, secretario del Interior y Relaciones Exteriores de 1832 a 1833. José Rafael Mosquera, secretario del Interior y Relaciones Exteriores en 1833. Lino de Pombo O'Donnel, secretario del Interior y Relaciones Exteriores de 1833 a 1837. Francisco Soto, secretario de Hacienda. Simón Burgos, secretario interino de Hacienda de junio a septiembre de 1833. José Hilario López, secretario de Guerra y Marina de 1832 a 1833. Antonio Obando, secretario de Guerra y Marina de 1833 a 1837. Rufino Cuervo, gobernador de Cundinamarca. Manuel José Mosquera, arzobispo de Bogotá.




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