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Batllismo (ideología)



El Batllismo es un grupo político uruguayo fundado por José Batlle y Ordónez y continuado por varios de hablar de una ideología batllista.

En sus orígenes, el Partido Colorado se vinculó al Partido Unitario argentino y a los brasileños separatistas creadores de la República Riograndense. El unitarismo derivaba del centralismo de tiempos de la independencia y del modelo de estado centralizado que ofrecía el Primer Imperio francés de Napoleón Bonaparte. Los unitarios fueron un grupo integrado en su mayoría por la élite, miembros de la clase alta, intelectuales y militares. Los colorados buscaban la preeminencia de Montevideo contra el interior del país, apoyado por el Partido Nacional. En el aspecto económico defendían el liberalismo, el libre comercio, la libre navegación de los ríos por parte de buques europeos, la modernización del sistema financiero mediante la creación de un banco emisor de papel moneda, y la contratación de préstamos para la ejecución de obras. Por ello, a los primeros colorados se los conoce como los liberales uruguayos.

Sin embargo, a comienzos del siglo XX, Batlle y Ordóñez creó una nueva corriente dentro del partido. Durante muchos años al batllismo se le opuso el riverismo, corriente colorada contraria a la postura estatista del batllismo y que aspiraba a un partido más vinculado con el liberalismo clásico. El riverismo era partidario, además, de un Poder Ejecutivo unipersonal "que realmente gobernara" y opuesto al modelo de ejecutivo colegiado del batllismo. Su principal dirigente fue Pedro Manini Ríos, quien se expresaba a través del matutino "La Mañana".[1]

En 1913 Batlle y Ordóñez publicó unos Apuntes en los que expresaba sus ideas para la creación de lo que él consideraba como un “país modelo”. Este documento y la larga prédica periodística realizada en el diario El Día –que él mismo fundó– constituyen la base teórica del Batllismo y revelan sus fundamentos filosóficos, basados en el republicanismo y el radicalismo, y en el pensamiento de teóricos como Karl Kraus, Franz Ahrens y Paul Janet.

Propugnaba un país de clases medias en el que “los ricos fueran menos ricos para que los pobres fueran menos pobres” y consideraba que ese ideal sólo podía lograrse por medio de la acción de un Estado intervencionista y redistribuidor.

El Batllismo, con su política nacionalizadora, su legislación social avanzada (con tintes radicales) y su economía dirigida con un puntilloso cuidado por los equilibrios macroeconómicos, logró forjar una sociedad mesocrática a cuyo recuerdo aún se aferran los nostálgicos.

En lo esencial el Batllismo se caracterizó por:

La corriente batllista dentro del Partido Colorado ha continuado, con matices, hasta el presente. Sus continuadores inmediatos fueron Claudio Williman, Baltasar Brum, José Serrato, Juan Campisteguy, Gabriel Terra, Alfredo Baldomir y Luis Batlle Berres.

Precisamente, fue Luis Batlle Berres, sobrino de Batlle y Ordóñez, quien lideró el sector batllista más importante del Partido Colorado. En las elecciones de 1946 fue elegido Vicepresidente de la República, acompañando a Tomás Berreta. Asumió la Presidencia de la República a la muerte de Berreta el 2 de agosto de 1947, desarrollando una política estatista y proteccionista, que en varios aspectos continuó la política de sustitución de importaciones creada en los años 1930. Esta corriente política recibió el nombre de neobatllismo.[4]

El neobatllismo se apoyó en las clases media y obrera, a impulso de caudillos locales, que muchas veces canjearon votos por puestos en la administración pública o por promesas de los mismos, lo cual trajo aparejadas profundas y duraderas consecuencias en la vida política de Uruguay. Entre sus más entusiastas militantes se destacaba un grupo conocido como los jóvenes turcos, que integraban Zelmar Michelini, Teófilo Collazo, Guzmán Acosta y Lara, Norberto Sanguinetti, Tabaré Hackenbruch y Julio María Sanguinetti.[5]

Si bien su política era continuadora del batllismo original, tuvo la férrea oposición de la llamada “Lista 14”, de corte más conservador, liderada por los hijos de Batlle y Ordóñez, César y Lorenzo Batlle Pacheco. A su muerte, en 1964, el Partido quedó profundamente dividido y sin un liderazgo claro. La línea batllista fue continuada por el hijo de Batlle Berres, Jorge Batlle Ibáñez, y, posteriormente, por otros políticos como Julio María Sanguinetti, Zelmar Michelini, Aquiles Lanza, Hugo Batalla, Amílcar Vasconcellos, Renán Rodríguez, Manuel Flores Mora, Enrique Tarigo y Manuel Flores Silva. Sin embargo, esta corriente resultó derrotada en las elecciones de 1966 y de 1971, cuando triunfaron facciones más conservadoras lideradas por Óscar Gestido, Jorge Pacheco Areco y Juan María Bordaberry.

Luego del retorno a la democracia en 1985, Julio María Sanguinetti ejerció la presidencia de la República en dos oportunidades: 1985-1990 y 1995-2000. En el ejercicio de su cargo, Sanguinetti se apartó del batllismo histórico, principalmente en la conducción económica. Sin hacer gobiernos de clara impronta liberal, no profundizó el rol del Estado en la economía. Una de sus medidas más importantes fue la privatización parcial del sistema de seguridad social con la creación de las Administradoras de fondos de ahorro previsional. En su segundo mandato también se impulsó una reforma constitucional que modificó el sistema electoral, instaurando el candidato único por partido y el balotaje.

Hacia 2009, la agrupación Propuesta Batllista se autoproclama como continuadora del batllismo dentro del Partido Colorado.

Con vistas a las elecciones de 2019 se conforma una nueva agrupación, Batllistas, que recibió el beneplácito del expresidente Sanguinetti.[6]



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