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Bertold Brecht



Eugen Berthold (Bertolt) Friedrich Brecht (Augsburgo, 10 de febrero de 1898-Berlín Este, 14 de agosto de 1956) fue un dramaturgo y poeta alemán, uno de los más influyentes del siglo XX, creador del teatro épico, también llamado teatro dialéctico.[2]

Eugen Berthold Friedrich Brecht nació el 10 de febrero de 1898 en el seno de una familia burguesa de Augsburgo, estado de Baviera. Su padre, católico, era un acomodado gerente de una pequeña fábrica de papel, y su madre, protestante, era hija de un funcionario. El joven Brecht era un rebelde que jugaba al ajedrez y tocaba el laúd. Se sentía atraído por lo distinto, lo extravagante, y se empeñaba en vivir al margen de las normas de su tiempo, de su recato y su sentido de disciplina.

En la escuela destacó por su precocidad intelectual y terminó el bachillerato especial (Notabitur), al verse involucrado en un escándalo. Inicialmente influido por la euforia de la guerra, Brecht la criticó con el ensayo sobre el poeta Horacio (65 a. C.-8 a. C.) Dulce et decorum est pro patria mori (Dulce y honorable es morir por la patria), en el que se considera honorable morir por la patria y que Brecht considera como «propaganda dirigida» en la que solo los «tontos» caen. Por ello fue castigado con la expulsión de la escuela. Solo la intervención de su padre y el profesor de religión le evitaron el cumplimiento del castigo.[3]

De 1917 a 1921 estudió la carrera de Medicina[4]​ en la Universidad de Múnich (Ludwig-Maximilians-Universität - LMU), pero tuvo que interrumpir los estudios para hacer el servicio militar como médico en un hospital militar en Augsburgo, en el marco de la Primera Guerra Mundial.

En 1918, con solo veinte años, escribió su primera obra teatral, Baal, cuyo personaje principal es un poeta y asesino. Durante este tiempo conoció a Paula Banholzer, quien en 1919 dio luz a un hijo suyo, Frank, que moriría en el frente soviético durante la Segunda Guerra Mundial, en 1943.

Luego, entre 1918 y 1920 escribió una pieza sobre la revolución alemana, liderada por los espartaquistas, con el título Tambores en la noche. El final de esta obra sacude al auditorio: "Todo esto no es más que puro teatro. Simples tablas y una luna de cartón. Pero los mataderos que se encuentran detrás, esos sí que son reales". La moralidad de la obra suplanta al teatro tradicional, que pretende ser imparcial. A partir de 1920, Brecht viajó a menudo a Berlín, donde entabló relaciones con gente del teatro y de la escena literaria

En 1921 dejó la universidad sin graduarse.[5]

Entre 1922 y 1927 estuvo casado con Marianne Zoff,[5]​ actriz de teatro y cantante de ópera. A partir de 1922, el joven artista tuvo papeles en el Münchner Kammerspiele y en el Deutsches Theater de Berlín. Un año más tarde tuvieron una hija, Hanne; poco después conoció a la que sería su segunda esposa, Helene Weigel.

En 1924 abandonó Augsburgo y se trasladó a Múnich; de ahí se mudaría posteriormente a Berlín, la capital, en la que reinaba una vida cultural efervescente, y donde conoció al poeta expresionista Arnolt Bronnen, con el que fundó una productora a la que llamaron Arnolt y Bertolt. Ese mismo año empezó a trabajar como dramaturgo junto a Carl Zuckmayer en el Deutsches Theater de Max Reinhardt y tuvo a su tercer hijo, Stefan, aunque tres años más tarde se divorciaría de Marianne Zoff.

Desde 1926 tuvo frecuentes contactos con artistas socialistas que influirían en su pensamiento, y en 1927 comenzó a estudiar El capital de Marx.

En la segunda mitad de la década de los años 1920, Brecht se había transformado en un comunista convencido, que también buscaba objetivos políticos con sus obras, como por ejemplo con Mann ist Mann (1926). Sin embargo, nunca se hizo miembro del Partido Comunista de Alemania (KPD). El concepto de marxismo que defendía Brecht estuvo influenciado tanto por marxistas no dogmáticos y sin partido, como Karl Korsch, Fritz Sternberg y Ernst Bloch, como también por la línea oficial del KPD. La creación de su concepción del teatro épico transcurrió de manera paralela al desarrollo de su pensamiento político a partir de 1926.[2]

En 1928 se casó con Helene Weigel,[5]​ matrimonio del cual tendría una hija: Bárbara. Entre 1929 y 1934 escribió una serie de obras entre las que se destacan: Línea de conducta, Acuerdo y tal vez el más importante y bello de los trabajos de esta época: La excepción y la regla (1930).

A sus veintinueve años publicó su primera colección de poemas, Devocionario doméstico, y un año más tarde alcanzó el mayor éxito teatral de la República de Weimar con La ópera de cuatro cuartos/La ópera de los tres centavos, con música de Kurt Weill, una obra en la que critica el orden burgués representándolo como una sociedad de delincuentes, prostitutas, vividores y mendigos. Esta obra fue llevada al cine en 1931 bajo la dirección de Georg Wilhelm Pabst.

Brecht siempre pretendió con sus actuaciones concienciar al espectador y hacerle pensar, procurando distanciarle del elemento anecdótico; para ello se fijó en los incipientes medios de comunicación de masas que la recién nacida sociología empezaba a utilizar con fines políticos: la radio, el teatro e incluso el cine, a través de los cuales podía llegar al público que pretendía educar. Su meta fue alcanzar un cambio social que lograse la liberación de los medios de producción. Ese propósito lo abordó tanto a través del ámbito intelectual como del estético.

Un año después, en 1932, Brecht llevó sus ideas comunistas al cine con Kuhle Wampe oder: Wem gehört die Welt (Tripa vacía o ¿A quién pertenece el mundo?), dirigida por Slatan Dudow y con música de Hanns Eisler, que muestra lo que podría ofrecer el comunismo a un pueblo alemán azotado por la crisis de la República de Weimar.

Hasta 1933, Brecht trabajó en Berlín como autor y director de teatro. Pero en aquel año, Hitler se hace con el poder. A comienzos de 1933, la representación de la obra La toma de medidas fue interrumpida por la policía y los organizadores fueron acusados de alta traición. El 28 de febrero —un día después del incendio del Reichstag— Brecht y Helene Weigel con su familia y amigos abandonan Berlín y huyen a través de Praga, Viena y Zúrich a Skovsbostrand, cerca de Svendborg, en Dinamarca, donde el autor pasó cinco años. En mayo de 1933, varios libros suyos fueron quemados por los nacionalsocialistas.

El exilio de Brecht fue posiblemente el tiempo más duro de su vida, a pesar de lo cual en este periodo escribe algunas de sus mayores obras y alcanza su plena madurez con sus cuatro grandes dramas escritos entre 1937 y 1944. Encontrándose en una situación económica difícil, tuvo que viajar primero a Dinamarca, luego a Suecia, donde vivió durante un año en una granja cerca de Estocolmo, y finalmente, en abril de 1940, a Helsinki.

Durante esta época escribió La vida de Galileo. Esta pieza teatral recrea muy libremente la biografía del científico, describiendo la autocondenación del personaje para dar encima de su teoría heliocéntrica delante de la Inquisición.[6]​ Brecht siempre se pronunció contra la autoridad, el Estado y la sociedad con la justa crítica para no llegar a ser mártir de sus propias ideas. En Suecia escribió el poderoso alegato antibélico Madre Coraje y sus hijos, en una tentativa de demostrar que los pequeños empresarios codiciosos no vacilan en promover devastadoras guerras para ganar dinero. La vida de Galileo fue estrenada el 9 de septiembre de 1942 en el teatro de Zúrich.

El alma buena de Szechwan (1938-40) examina el dilema de cómo ser virtuoso y sobrevivir al mismo tiempo en un mundo capitalista. En El círculo de tiza caucasiano narra la historia de una pugna por la posesión de un niño entre una madre de la alta sociedad que le abandona y una criada que se ocupa de él; a la manera salomónica, el juez debe decidir quién es la verdadera madre.

En el verano de 1941, viajó en el expreso transiberiano desde Moscú a Vladivostok. Desde el este de la Unión Soviética se trasladó en barco a California, asentándose en Santa Mónica, cerca de Hollywood. Allí intentó escribir para la industria de Hollywood, pero sus guiones no fueron aceptados por las grandes productoras cinematográficas. En Estados Unidos organizó algunas representaciones teatrales, en la mayoría de los casos en escenarios de emigrantes, pero Brecht volvió a ser perseguido por sus ideas políticas, y el 30 de octubre de 1947 es interrogado por el Comité de Actividades Antiamericanas, por lo que tuvo que escapar al día siguiente otra vez a Suiza, sin esperar el estreno de su drama La vida de Galileo en Nueva York.

Suiza era el único país al que podía viajar y allí pasó un año, en el que escribió El Señor Puntila y su criado Matti, un drama popular sobre un granjero finlandés que oscila entre la sobriedad grosera y el buen humor borracho. Bertolt tenía prohibida la entrada en la Alemania Occidental (RFA) por órdenes de las autoridades de ocupación de la postguerra (aliados). Tres años después obtuvo la nacionalidad austriaca. Tras quince años de exilio, volvió a Alemania Oriental (RDA) en 1948 y se instaló en el Berlín oriental.

A comienzos de 1949 se trasladó con un pasaporte checo a través de Praga a Berlín Este. Vivió en la «Casa de Brecht» en Weissensee. Comenzó a trabajar en la obra de Sófocles Antígona, en versión alemana de Friedrich Hölderlin.[7]​ También trabajó en otra obra importante, el Pequeño Organum para el teatro, siendo director general del Deutsches Theater. En otoño fundó junto con Helene Weigel el Berliner Ensemble. En 1955, Brecht recibió el Premio Stalin de la Paz.[1]​ Al año siguiente, el 14 de agosto, contrajo una inflamación del pulmón y murió de una trombosis coronaria en Berlín del Este.


Todas las obras de Brecht están absolutamente ligadas a razones políticas e históricas y tienen un sobresaliente desarrollo estético. En realidad, en Brecht se encuentran siempre unidos el fondo y la forma, la estética y los ideales. Desde sus comienzos se caracterizó por una radical oposición a la forma de vida y a la visión del mundo de la burguesía y naturalmente al teatro burgués, sosteniendo que solo estaba destinado a entretener al espectador sin ejercer sobre él la menor influencia.[2]​ Brecht desarrolló una nueva forma de teatro que se prestaba a representar la realidad de los tiempos modernos, y se encargó de llevar a escena todas las fuerzas que condicionan la vida humana.

Además de conmover los sentimientos, obligaba al público a pensar; en las representaciones teatrales nada se daba por sentado y obligaba al espectador a sacar sus propias conclusiones.[2]​ Hasta el fin de su vida sostuvo la tesis de que el teatro podía contribuir a modificar el mundo. Para ello fue creando una nueva idea del arte como comprensión total y activa de la historia: el efecto de distanciamiento, la no contemplación lírica de las cosas y tampoco replegamiento sutil sobre la subjetividad, sino elecciones humanas y morales, verificación de los valores tradicionales y elaboración de una nueva presencia de la poesía en la sociedad.[2]

Su llamado teatro épico, narrativo, continúa apuntando en las escenificaciones de hoy a provocar la conciencia crítica de espectadores y actores.[2]​ Hay que desmenuzar el texto, no sentirlo, examinarlo desde lejos, tomar distancia del propio yo. Nada de sentimentalismos que provoquen lágrimas en el escenario. Brecht hizo gala de antisentimentalismo, así como de su condolencia para los pobres y su sufrimiento, al tiempo que atacaba la falsa respetabilidad de los burgueses. El famoso efecto de distanciamiento creado por Brecht es un arma contra el romanticismo y el sentimentalismo. La crítica social, la compasión por los seres humanos y el consiguiente cambio de la sociedad debían desempeñar el papel esencial. Así, las canciones interrumpen los parlamentos, el telón priva al escenario de la magia teatral, y un cartel plantea la exigencia. Los actores de Brecht son sus alumnos: les deja actuar en el escenario y de ese modo edifican la pieza, mientras que el director la destruye. La genialidad y la ingenuidad mantienen un equilibrio. Esta combinación es el secreto del éxito de Brecht.

Brecht figura entre los autores más importantes del siglo XX. Es el prototipo del intelectual revolucionario que ha tratado de descifrar la realidad a través del arte. Lo cierto es que su obra teatral y sus numerosos escritos teóricos han ejercido enorme influencia sobre los escritores contemporáneos a él.

En el quincuagésimo aniversario de su muerte, el diario alemán de Berlín, Tagesspiegel, publicó las grabaciones completas de un discurso dado el 1 de septiembre de 1956 por Erich Mielke con motivo de su nombramiento como Director de la Stasi (policía secreta de la RDA). En él, Mielke admitía que Brecht «quería hacer una denuncia contra un dirigente de la Seguridad del Estado», y tras una intencionada pausa, agregó: «después Brecht murió de un infarto». Así abonó la hipótesis de que Brecht recibió un «tratamiento mortal deliberado» a la afección coronaria que arrastraba desde hacía años.[8]

Su estilo y lenguaje continúan ejerciendo influencia hasta hoy en el teatro moderno.

(Los datos se refieren al momento en que los poemas principales fueron escritos. Son posibles ediciones, añadidos o reorganizaciones del material por el autor.)



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